lunes, 22 de diciembre de 2025

Martillazo extremeño: HUNDIMIENTO DEL SANCHISMO, PATINAZO PEPERO, VICTORIA DE VOX

Este es, seguramente, el titular más oportuno que resume los resultados, por otra parte, esperados, de las elecciones extremeñas. Hace una semana nos preguntábamos en este mismo blog que los tres misterios de esta convocatoria eran: 1) Si el PP alcanzaba mayoría absoluta, 2) lo que se hundiría el PSOE y 3) lo que subiría Vox. Hoy conocemos la respuesta: PP se queda como está, el sanchismo se hunde y Vox da un paso decisivo en su larga marcha a La Moncloa. Vale la pena quedarse con estos datos, pero no está de más dar unos cuantos martillazos para afinar la visión:

1. El primer gran patinazo del PP

Contrariamente a lo que se ha dicho, María Guardiola actuó por su cuenta convocando elecciones anticipadas bajo su responsabilidad y sin consultar a nadie, justo cuando Feijóo valoraba convocar un “gran martes” al estilo USA, en varias comunicades autónomas. Como se sabe, la Guardiola nunca ha sido “militante auténtica” del PP: fue un producto de la “era Casado”, uno de esos “versos libres” que aparecen de tanto en tanto y que se endiosó al derrotar al socialismo extremeño en 2023. No piensa en términos “nacionales”, sino con una óptica personalista. Es y quiere aureolarse de una imagen de “derecha progresista y liberal, feminista y solidaria”. Feijóo la ha mantenido en la baronía por aquello de que, contribuye a “centrar” al PP y podría ser una interlocutora válida en el caso de que los pactos con Vox fueran difíciles a nivel nacional y hubiera que recurrir, en los próximos años, a lo que quede del PSOE para gobernar España. María Guardiola quería liberarse de la necesidad de contar con Vox para formar gobierno, dar rienda suelta a sus “políticas progresistas” y pensaba poder obtener mayoría absoluta. Se ha quedado como antes, con el premio de consolación de un diputado más y 9.000 votos menos. Ahora le será mucho más difícil gobernar: Vox le pondrá condiciones más onerosas.


2. Vox: la peor pesadilla de Feijóo hecha realidad

Porque si ayer hubo un vencedor, éste fue, con mucho Vox. La duda era si se confirmaría el prodigioso ascenso en intención de voto de esta formación. Convocadas las elecciones, la campaña pepera fue mucho más en contra de Vox que de la candidatura socialista que estaba derrotada desde el momento en le que Sánchez impuso como candidato al rostro más implicado en el nepotismo sanchista: Miguel Ángel Gallardo. El terror pepero es que Vox se le acerque excesivamente hasta hacer dudar a los electores de si es más “útil” votar al PP o a Vox: será entonces cuando se esté próximo al “sorpaso” y cuando el PP entre en el camino que está siguiendo el PSOE. Pues bien, estas elecciones han supuesto un gran paso adelante en esa dirección. El candidato de Vox Oscar Fernández Calle ha conseguido transmitir al electorado sensación de proximidad y honestidad, modestia y sinceridad. Las gentes del campo que reconocen como propios esos valores le han votado masivamente.

3. Gallardo: no es sólo el sanchismo el que se hunde, es la sigla PSOE

Aunque Sánchez prefiere actuar como si la cosa no fuera con él y centrarse en la difusión de fakes sobre sus “logros” como presidente y en transmitir un optimismo que su rostro ya no refleja, lo cierto es que a partir de hoy podemos empezar a hablar del “pos-sanchismo” con propiedad: No existe forma humana para salvar al sanchismo de los embrollos judiciales que le esperan en los próximos meses, ni para creer a los sociatas que ya están procesados, que un gobierno socialista les indultará. Los resultados de ayer demuestran que en uno o dos ciclos electorales más, la sigla PSOE puede desaparecer de la mayor parte de España, como ha ocurrido en otros países europeos. Las elecciones extremeñas (y la escalada electoral que se irá produciendo a medida que avance 2026) suponen un paso al frente en el entierro, no solo de Gallardo, sino del sanchismo y, con muchas posibilidades, del propio PSOE.

4. Unidos por Extremadura o la resurrección de Podemos

El hundimiento socialista ha hecho que una parte de los votos “de izquierda” hayan ido a parar a Unidos por Extremadura. Coalición en la que figuran Podemos, Izquierda Unida y Alianza Verde. En realidad, en sí misma, la coalición refleja todas las contradicciones de la extrema-izquierda. Por un lado, está presente IU que, a nivel nacional, forma parte de Sumar, mientras que Sumar está enemistado con Podemos… que figura integrado en la candidatura extremeña. Así pues, si bien parece lógico este trasvase de votos “de izquierda”, las propias características de estas dos formaciones las inhabilitan para jugar un papel serio y estable tanto en Extremadura como en el resto de España.

5. Aragón: próxima estación del vía crucis sanchista

Las cosas no terminan aquí. Las circunstancias en Aragón son muy parecidas a las que se han dado en Extremadura: la candidatura socialista está encabezada, acaso por la candidata más débil posible. Pilar Alegría en Aragón va a ocupar el papel de Gallardo en Extremadura. Su derrota está cantada: ni Gallardo llegaba al nivel de Fernández Vara, ni Alegría al de Javier Lambán. El vacío dejado por Lambán y Vara, ambos disidentes del sanchismo y ambos fallecidos en pocos meses, ni ha sido cubierto por Gallardo, ni lo será por Pilar Alegría. Incluso las simetrías electorales en ambas regiones son muy parecidas: en 2023, Vox obtuvo un 8’13% en Extremadura y un 11,25% en Aragón. El PP obtuvo en 2023 resultados muy similares (38,78% y 35,51% respectivamente) y ambos gobernaban apoyados por Vox. Es lícito suponer que, tras el éxito de Vox en Extremadura, éste generará también un “efecto contagio” en otras regiones.

6. El dontancredismo de Sánchez

Cuando hoy ha aparecido Sánchez ante las cámaras a las 8:30 daba la sensación de seguir en la inopia y negarse a entender lo que ocurrió ayer en Extremadura. Su alocución -realizada antes de que comenzara el sorteo de la lotería nacional- se ha limitado a anunciar el nombramiento de Elma Sáiz como nueva portavoz del gobierno y el de Milagros Tolón como ministra de Educación. Nada importante: meros estertores agónicos. Sobre Extremadura se ha limitado a reiterar su intención de prolongar su mandato hasta 2027… Pero es innegable que el resultado de ayer abre un nuevo frente de desgaste del sanchismo: el “frente interior”. La pérdida de poder territorial del PSOE es una evidencia desde la llegada de Sánchez y esto implica miles de afiliados y cargos que, a partir de ahora, vivirán del paro. El “discreto encanto de Sánchez” (propio de todos los psicópatas) se ha diluido por completo. Morirá matando. Pero desde los juzgados y desde las prisiones (véase la llamada de Koldo desde prisión a la redacción de OKdiario tras conocerse el resultado extremeño) terminarán crucificándolo. Ayer, ya resultó sorprendente que Gallardo en su primera intervención tras conocerse los resultados, diera un discurso incoherente plagado de tópicos repetidos con las mismas palabras en seis ocasiones… y no anunciara su dimisión. Si no lo ha hecho es por la orden de Sánchez: “aquí no dimite ni dios”. Pero ésta no es la opinión de las bases del partido. Su dimisión es cuestión de días. ¿Y la de Sánchez? El PSOE se enfrenta con obtener malos resultados si se convocasen hoy elecciones generales, pero mucho peores si se convocan en primavera o en otoño. Y, los socialistas deberán elegir entre prolongar la agonía, el desgaste y vivir de los presupuestos unos pocos meses más, o perder mucho más hasta que Sánchez ingrese en un hospital por desgaste físico, hasta que la Moncloa sea registrada por la UCO o hasta que se produzca la hecatombe final en 2027.

7. Las elecciones extremeñas en cifras:

Votantes: 639.251 (626.033 en 2023)

Participación: 62,7% en 202 (70,35% en 2023)

Votos válidos:  522.418 válidos, 19.233 nulos y en blanco (612.096 válidos, 22.658 nulos y en blanco en 2023

Hay que pensar que estos casi 100.000 ciudadanos que se han quedado en casa lo han hecho: por desinterés ante una consulta autonómica, por decepción con los dos grandes partidos o por inercia.

Resultados del PP: 228.300, 43,18%, 29 diputados (237.384, 38,78%, 28 diputados en 2023). Esto es, una pérdida de 9.084 votos, una subida de 4,40% y un diputado más)

Resultados del PSOE: 136.017 votos, 25,72%, 18 diputados (244.227 votos, 39’90% y 28 diputados en 2023)

Resultados de Vox: 89.360 votos, 16,90%, 11 diputados (49.798 votos, 8,13% y 5 diputados)

Resultados de UPE: 54.189 votos, 10,25% y 7 diputados (36.836 votos, 6,01% y 4 diputados en 2023)

Estas cifras plantean algunas incógnitas necesarias para redimensionar los resultados: por una parte, si bien ha ganado el PP, ha perdido 9.000 votos en bruto; Vox ha obtenido 40.000 votos más que en 2023, duplicando porcentaje y votos en bruto. Los socialistas han perdido 110.000 votos, una parte de los cuales ha ido a parar a la abstención, presumiblemente 18.000 a UPE, y un número que posteriores estudios demoscópicos indicarán de votos que se han trasvasado a Vox.

8. Así asumieron los resultados los distintos candidatos

Gallardo fue el primero en aparecer cariacontecido ante las cámaras: su discurso fue muy tosco. Los tertulianos de todas las cadenas no acudieron en su defensa. En realidad, se había visto la “talla” del candidato sanchista: un tipo gris, intelectualmente incapaz, poco dotado en todos los sentidos, un trepa enfrentado a la realidad de su triste derrota. En ningún momento habló de dimisión e, incluso, es posible que a esas alturas se hiciera eco de la consigna sanchista: “nunca dimitir”. Pero su destino está sellado: el olvido y la condena judicial que se le viene encima en el caso del “hermanísimo”.

Mas intensa fue la espera que debieron de sufrir los corresponsales presentes de María Guardiola que debía descender una alta y ancha escalera como si se tratara de una vedette de revista. Pasaban los minutos y la Guardiola no descendía: estaba esperando que, antes apareciese ante las cámaras, Oscar Fernández. Según lo que éste dijera, condicionaría su discurso. Finalmente, cerca de la medianoche descendió: el error fue que los pocos peperos presentes (superados en número por los periodistas) sobreactuaron en sus aplausos y cada frase de la Guardiola, por irrelevante que fuera, era acogida con una larga salva de aplausos (sonaban pocos en una sala atiborrada de periodistas). La alocución de la Guardiola se limitó a repetir: “el electorado ha sabido entender los logros de nuestro gobierno”, “yo hablo con todos” y “hemos ganado, gracias Extremadura”. El “hablo con todos”, incluía a Vox. Pero, la Guardiola eludía que esa es, hoy por hoy, su única posibilidad de gobernar. Solo que el precio que la va a poner Vox es mucho más alto que el que le podía antes de que cometiera el error de convocar apresuradamente elecciones para quedarse… igual, incluso más debilitada que antes.

Por su parte, Oscar Fernández volvió a transmitir esa sensación de proximidad de la que había hecho gala durante toda la campaña. Nada de triunfalismos: “sentido común, sólo sentido común para resolver los problemas de los extremeños”. En la misma dirección intervino José Antonio Fuster portavoz nacional de Vox. No quedaron claras las exigencias de Vox, pero es seguro que pedirán la presidencia de la Asamblea de Extremadura y el control de las consejerías que tengan que ver con el campo, con inmigración, con cultura y, seguramente, alguna más. La negociación (y la relación entre Guardiola y Feijóo en las próximas semanas) van a indicar muchas cosas: la fidelidad de Guardiola a su partido y a las consignas de su jefe, su mano izquierda a la hora de negociar, su realismo (o irrealismo propio de novata) político y, finalmente, despejar definitivamente, si Feijóo ha renunciado a su vieja idea del “PSOE como primera opción de pactos” y se hadado un baño de realismo: si el PP quiere gobernar alguna vez va a tener que contar con Vox y clarificar su discurso en muchas direcciones: Europa, Agenda 2030, inmigración… y no lo tiene fácil: o se desplaza hacia posiciones de Vox o Vox se lo come en una o dos legislaturas.

Para colmo, el gran misterio de la noche electoral, tras oír la declaración de Santiago Abascal, es si pedirá la cabeza de la Guardiola a Feijóo o le perdonará sus constantes ataques a Vox, neutralizando por completo su aspiración a convertirse -como se ha dicho estos días- en la “Irene Montero del PP”…

En anteriores crónicas en este mismo blog, hemos repetido: “La hora de Vox aún no ha llegado” y “La hora de Vox llegará el día en el que el PP fracase en el gobierno de la nación, por su eterna ambigüedad en los temas fundamentales”. Reiteramos esta postura, pero con una sola modificación: la hora de Vox se está aproximando cada vez más. Incluso es probable que, el “dominó electoral” de 2026 vaya aumentando las expectativas de Vox, dándole más poder territorial en Andalucía, Aragón y Castilla-León, mientras que el PP se achica más y más, “de victoria en victoria” hasta la derrota total.

Cuando, cada vez más, se repite la frase “sólo nos queda Vox”, es preciso recordar que ésta es la única gran opción política que le queda al electorado por experimentar. No está contagiada por la corrupción, ha abandonado aquella trayectoria errática de sus primeros años, asumiendo como propios los programas populistas que en este momento están configurando la única -y primera- alternativa al centro-derecha y al centro-izquierda, cree en lo que dice y hace lo que dice. Por tanto, el partido debe seguir así y cuidar el origen y el comportamiento de sus nuevos afiliados. Vox va a crecer como la espuma a partir de esta victoria: que con la espuma no entren los vicios que han corrompido a los grandes partidos.