Este es, seguramente, el titular más oportuno que resume los
resultados, por otra parte, esperados, de las elecciones extremeñas. Hace una
semana nos preguntábamos en este mismo blog que los tres misterios de esta
convocatoria eran: 1) Si el PP alcanzaba mayoría absoluta, 2) lo que se
hundiría el PSOE y 3) lo que subiría Vox. Hoy conocemos la respuesta: PP se
queda como está, el sanchismo se hunde y Vox da un paso decisivo en su larga
marcha a La Moncloa. Vale la pena quedarse con estos datos, pero no está de
más dar unos cuantos martillazos para afinar la visión:
1. El primer gran patinazo
del PP
Contrariamente a lo que se ha dicho, María Guardiola actuó por su
cuenta convocando elecciones anticipadas bajo su responsabilidad y sin
consultar a nadie, justo cuando Feijóo valoraba convocar un “gran martes” al
estilo USA, en varias comunicades autónomas. Como se sabe, la Guardiola nunca
ha sido “militante auténtica” del PP: fue un producto de la “era Casado”, uno
de esos “versos libres” que aparecen de tanto en tanto y que se endiosó al
derrotar al socialismo extremeño en 2023. No piensa en términos “nacionales”,
sino con una óptica personalista. Es y quiere aureolarse de una imagen de “derecha
progresista y liberal, feminista y solidaria”. Feijóo la ha mantenido en la
baronía por aquello de que, contribuye a “centrar” al PP y podría ser una
interlocutora válida en el caso de que los pactos con Vox fueran difíciles a
nivel nacional y hubiera que recurrir, en los próximos años, a lo que quede del
PSOE para gobernar España. María Guardiola quería liberarse de la necesidad
de contar con Vox para formar gobierno, dar rienda suelta a sus “políticas
progresistas” y pensaba poder obtener mayoría absoluta. Se ha quedado como
antes, con el premio de consolación de un diputado más y 9.000 votos menos.
Ahora le será mucho más difícil gobernar: Vox le pondrá condiciones más onerosas.
2. Vox: la peor
pesadilla de Feijóo hecha realidad
Porque si ayer hubo un vencedor, éste fue, con mucho Vox.
La duda era si se confirmaría el prodigioso ascenso en intención de voto de
esta formación. Convocadas las elecciones, la campaña pepera fue mucho más en
contra de Vox que de la candidatura socialista que estaba derrotada desde el
momento en le que Sánchez impuso como candidato al rostro más implicado en el
nepotismo sanchista: Miguel Ángel Gallardo. El terror pepero es que Vox se
le acerque excesivamente hasta hacer dudar a los electores de si es más “útil”
votar al PP o a Vox: será entonces cuando se esté próximo al “sorpaso” y
cuando el PP entre en el camino que está siguiendo el PSOE. Pues bien, estas
elecciones han supuesto un gran paso adelante en esa dirección. El candidato
de Vox Oscar Fernández Calle ha conseguido transmitir al electorado sensación
de proximidad y honestidad, modestia y sinceridad. Las gentes del campo que
reconocen como propios esos valores le han votado masivamente.
3. Gallardo: no es sólo
el sanchismo el que se hunde, es la sigla PSOE
Aunque Sánchez prefiere actuar como si la cosa no fuera con él y
centrarse en la difusión de fakes sobre sus “logros” como presidente y en transmitir
un optimismo que su rostro ya no refleja, lo cierto es que a partir de hoy
podemos empezar a hablar del “pos-sanchismo” con propiedad: No existe forma
humana para salvar al sanchismo de los embrollos judiciales que le esperan en
los próximos meses, ni para creer a los sociatas que ya están procesados,
que un gobierno socialista les indultará. Los resultados de ayer demuestran que
en uno o dos ciclos electorales más, la sigla PSOE puede desaparecer de la
mayor parte de España, como ha ocurrido en otros países europeos. Las
elecciones extremeñas (y la escalada electoral que se irá produciendo a medida
que avance 2026) suponen un paso al frente en el entierro, no solo de Gallardo,
sino del sanchismo y, con muchas posibilidades, del propio PSOE.
4. Unidos por
Extremadura o la resurrección de Podemos
El hundimiento socialista ha hecho que una parte de los votos “de
izquierda” hayan ido a parar a Unidos por Extremadura. Coalición en la que
figuran Podemos, Izquierda Unida y Alianza Verde. En realidad, en sí misma,
la coalición refleja todas las contradicciones de la extrema-izquierda. Por un lado,
está presente IU que, a nivel nacional, forma parte de Sumar, mientras que
Sumar está enemistado con Podemos… que figura integrado en la candidatura
extremeña. Así pues, si bien parece lógico este trasvase de votos “de
izquierda”, las propias características de estas dos formaciones las
inhabilitan para jugar un papel serio y estable tanto en Extremadura como en el
resto de España.
5. Aragón: próxima estación
del vía crucis sanchista
Las cosas no terminan aquí. Las circunstancias en Aragón son
muy parecidas a las que se han dado en Extremadura: la candidatura socialista
está encabezada, acaso por la candidata más débil posible. Pilar Alegría en
Aragón va a ocupar el papel de Gallardo en Extremadura. Su derrota está cantada:
ni Gallardo llegaba al nivel de Fernández Vara, ni Alegría al de Javier Lambán.
El vacío dejado por Lambán y Vara, ambos disidentes del sanchismo y ambos fallecidos
en pocos meses, ni ha sido cubierto por Gallardo, ni lo será por Pilar Alegría.
Incluso las simetrías electorales en ambas regiones son muy parecidas: en 2023,
Vox obtuvo un 8’13% en Extremadura y un 11,25% en Aragón. El PP obtuvo en 2023
resultados muy similares (38,78% y 35,51% respectivamente) y ambos gobernaban
apoyados por Vox. Es lícito suponer que, tras el éxito de Vox en
Extremadura, éste generará también un “efecto contagio” en otras regiones.
6. El dontancredismo de
Sánchez
Cuando hoy ha aparecido Sánchez ante las cámaras a las 8:30 daba
la sensación de seguir en la inopia y negarse a entender lo que ocurrió ayer en
Extremadura. Su alocución -realizada antes de que comenzara el sorteo de la
lotería nacional- se ha limitado a anunciar el nombramiento de Elma Sáiz como
nueva portavoz del gobierno y el de Milagros Tolón como ministra de Educación.
Nada importante: meros estertores agónicos. Sobre Extremadura se ha limitado
a reiterar su intención de prolongar su mandato hasta 2027… Pero es innegable
que el resultado de ayer abre un nuevo frente de desgaste del sanchismo: el “frente
interior”. La pérdida de poder territorial del PSOE es una evidencia desde la
llegada de Sánchez y esto implica miles de afiliados y cargos que, a partir de
ahora, vivirán del paro. El “discreto encanto de Sánchez” (propio de
todos los psicópatas) se ha diluido por completo. Morirá matando. Pero
desde los juzgados y desde las prisiones (véase la llamada de Koldo desde
prisión a la redacción de OKdiario tras conocerse el resultado extremeño) terminarán
crucificándolo. Ayer, ya resultó sorprendente que Gallardo en su primera
intervención tras conocerse los resultados, diera un discurso incoherente plagado
de tópicos repetidos con las mismas palabras en seis ocasiones… y no anunciara
su dimisión. Si no lo ha hecho es por la orden de Sánchez: “aquí no dimite ni
dios”. Pero ésta no es la opinión de las bases del partido. Su dimisión es
cuestión de días. ¿Y la de Sánchez? El PSOE se enfrenta con obtener malos
resultados si se convocasen hoy elecciones generales, pero mucho peores si se
convocan en primavera o en otoño. Y, los socialistas deberán elegir entre
prolongar la agonía, el desgaste y vivir de los presupuestos unos pocos meses
más, o perder mucho más hasta que Sánchez ingrese en un hospital por
desgaste físico, hasta que la Moncloa sea registrada por la UCO o hasta que se
produzca la hecatombe final en 2027.
7. Las elecciones
extremeñas en cifras:
Votantes: 639.251 (626.033 en 2023)
Participación: 62,7% en 202 (70,35% en 2023)
Votos válidos: 522.418
válidos, 19.233 nulos y en blanco (612.096 válidos, 22.658 nulos y en blanco en
2023
Hay que pensar que estos casi 100.000 ciudadanos que se han
quedado en casa lo han hecho: por desinterés ante una consulta autonómica, por decepción
con los dos grandes partidos o por inercia.
Resultados del PP: 228.300, 43,18%, 29 diputados (237.384, 38,78%,
28 diputados en 2023). Esto es, una pérdida de 9.084 votos, una subida de 4,40%
y un diputado más)
Resultados del PSOE: 136.017 votos, 25,72%, 18 diputados (244.227 votos,
39’90% y 28 diputados en 2023)
Resultados de Vox: 89.360 votos, 16,90%, 11 diputados (49.798 votos,
8,13% y 5 diputados)
Resultados de UPE: 54.189 votos, 10,25% y 7 diputados (36.836
votos, 6,01% y 4 diputados en 2023)
Estas cifras plantean algunas incógnitas necesarias para
redimensionar los resultados: por una parte, si bien ha ganado el PP, ha
perdido 9.000 votos en bruto; Vox ha obtenido 40.000 votos más que en 2023,
duplicando porcentaje y votos en bruto. Los socialistas han perdido 110.000
votos, una parte de los cuales ha ido a parar a la abstención, presumiblemente
18.000 a UPE, y un número que posteriores estudios demoscópicos indicarán de
votos que se han trasvasado a Vox.
8. Así asumieron los resultados
los distintos candidatos
Gallardo fue el primero en aparecer cariacontecido ante las
cámaras: su discurso fue muy tosco. Los tertulianos de todas las cadenas no
acudieron en su defensa. En realidad, se había visto la “talla” del
candidato sanchista: un tipo gris, intelectualmente incapaz, poco dotado en
todos los sentidos, un trepa enfrentado a la realidad de su triste derrota. En ningún
momento habló de dimisión e, incluso, es posible que a esas alturas se hiciera
eco de la consigna sanchista: “nunca dimitir”. Pero su destino está sellado: el
olvido y la condena judicial que se le viene encima en el caso del “hermanísimo”.
Mas intensa fue la espera que debieron de sufrir los corresponsales
presentes de María Guardiola que debía descender una alta y ancha escalera como
si se tratara de una vedette de revista. Pasaban los minutos y la Guardiola no
descendía: estaba esperando que, antes apareciese ante las cámaras, Oscar
Fernández. Según lo que éste dijera, condicionaría su discurso. Finalmente,
cerca de la medianoche descendió: el error fue que los pocos peperos presentes
(superados en número por los periodistas) sobreactuaron en sus aplausos y cada
frase de la Guardiola, por irrelevante que fuera, era acogida con una larga
salva de aplausos (sonaban pocos en una sala atiborrada de periodistas). La
alocución de la Guardiola se limitó a repetir: “el electorado ha sabido
entender los logros de nuestro gobierno”, “yo hablo con todos” y “hemos ganado,
gracias Extremadura”. El “hablo con todos”, incluía a Vox. Pero, la
Guardiola eludía que esa es, hoy por hoy, su única posibilidad de gobernar.
Solo que el precio que la va a poner Vox es mucho más alto que el que le podía
antes de que cometiera el error de convocar apresuradamente elecciones para
quedarse… igual, incluso más debilitada que antes.
Por su parte, Oscar Fernández volvió a transmitir esa sensación
de proximidad de la que había hecho gala durante toda la campaña. Nada de
triunfalismos: “sentido común, sólo sentido común para resolver los problemas
de los extremeños”. En la misma dirección intervino José Antonio Fuster
portavoz nacional de Vox. No quedaron claras las exigencias de Vox, pero es
seguro que pedirán la presidencia de la Asamblea de Extremadura y el control de
las consejerías que tengan que ver con el campo, con inmigración, con cultura
y, seguramente, alguna más. La negociación (y la relación entre Guardiola y
Feijóo en las próximas semanas) van a indicar muchas cosas: la fidelidad de
Guardiola a su partido y a las consignas de su jefe, su mano izquierda a la
hora de negociar, su realismo (o irrealismo propio de novata) político y,
finalmente, despejar definitivamente, si Feijóo ha renunciado a su vieja
idea del “PSOE como primera opción de pactos” y se hadado un baño de realismo:
si el PP quiere gobernar alguna vez va a tener que contar con Vox y clarificar
su discurso en muchas direcciones: Europa, Agenda 2030, inmigración… y no lo
tiene fácil: o se desplaza hacia posiciones de Vox o Vox se lo come en una o
dos legislaturas.
Para colmo, el gran misterio de la noche electoral, tras oír la
declaración de Santiago Abascal, es si pedirá la cabeza de la Guardiola a
Feijóo o le perdonará sus constantes ataques a Vox, neutralizando por completo
su aspiración a convertirse -como se ha dicho estos días- en la “Irene Montero
del PP”…
En anteriores crónicas en este mismo blog, hemos repetido: “La
hora de Vox aún no ha llegado” y “La hora de Vox llegará el día
en el que el PP fracase en el gobierno de la nación, por su eterna ambigüedad
en los temas fundamentales”. Reiteramos esta postura, pero con una
sola modificación: la hora de Vox se está aproximando cada vez más. Incluso es
probable que, el “dominó electoral” de 2026 vaya aumentando las expectativas de
Vox, dándole más poder territorial en Andalucía, Aragón y Castilla-León, mientras
que el PP se achica más y más, “de victoria en victoria” hasta la derrota total.
Cuando, cada vez más, se repite la frase “sólo nos queda Vox”, es preciso recordar que ésta es la única gran opción política que le queda al electorado por experimentar. No está contagiada por la corrupción, ha abandonado aquella trayectoria errática de sus primeros años, asumiendo como propios los programas populistas que en este momento están configurando la única -y primera- alternativa al centro-derecha y al centro-izquierda, cree en lo que dice y hace lo que dice. Por tanto, el partido debe seguir así y cuidar el origen y el comportamiento de sus nuevos afiliados. Vox va a crecer como la espuma a partir de esta victoria: que con la espuma no entren los vicios que han corrompido a los grandes partidos.















