martes, 16 de julio de 2024

EL PULSO DE FRANCIA ANTES DE LAS OLIMPIADAS Y DESPUÉS DE LAS LEGISLATIVAS

Justo cuando se conocían los resultados de la segunda vuelta de las legislativas francesas (7 de julio de 2024), inicié un viaje por el Languedoc francés que me ha permitido conocer mucho mejor lo que ha pasado en Francia. Las presentes observaciones han sido recogidas sobre el terreno en poblaciones rurales y urbanas del Languedoc y permiten hacernos una idea suficientemente clara del momento político francés.

POR QUÉ MACRON CONVOCÓ ELECCIONES ANTICIPADAS

Como se sabe, los resultados de las elecciones europeas de 2024, consagraron al ex Front National, hoy Rassemblement National (Agrupación Nacional, RN) como el primer partido de Francia. Conmoción, especialmente en la presidencia de la república: RN se aproximaba peligrosamente al 51% de los votos, esto es, a la mayoría absoluta. En efecto, sus resultados fueron: 7.765.936 votos, el 46’9%: 4 puntos más y Francia no tendría necesidad de utilizar la segunda vuelta para elegir ni gobierno ni presidente… El sistema de “protección” de la Vª República caería víctima de sí mismo: al saber los electores que los dos partidos “tradicionales” se pondría de acuerdo en la segunda vuelta para votar contra la RN, muchos franceses podrían optar, desde el principio por apoyar a esta formación y evitar las coaliciones contra natura que siempre garantizaban que la estabilidad del sistema.

Al conocer los resultados, Macron se decidió a convocar nuevas elecciones. ¿Por qué? Porque nadie sabe lo que puede ocurrir durante la celebración de los Juegos Olímpicos. En la final de la Champion’s de hace dos años, lo que en Francia se llama “la racaille” (la escoria), formada por jóvenes de origen magrebí y africano, generaron el caos y el pánico en las proximidades del estadio de Saint-Denis (ver la noticia en El mundo). Nada permite pensar que durante la celebración de las Olimpiadas (26 de julio – 11 de agosto), aquellos incidente no se reproducirán… todo lo contrario. La situación del orden público en Francia está hoy más degradada que hace dos años y bastaría con que algún policía matara a algún delincuente o, simplemente, le pidiera la documentación o que algún turista reaccionara de manera imprevista y no se dejara expoliar, para que los suburbios se incendiaran de nuevo. Así que Macron optó por anticipar las elecciones ANTES de que la situación se pusiera aún peor de lo que ya está.

Oficialmente, el gobierno presenta al “terrorismo internacional” como el único riesgo de este evento deportivo. Sin embargo, el riesgo principal no es ese (el ISIL no está ya en condiciones de cometer actos terroristas y prácticamente ha desaparecido y en cuando a los “lobos solitarios” su impacto siempre ha sido limitado), sino las “bandas étnicas” de los suburbios que consideran el contingente de turistas y espectadores extranjeros como un coto de caza propio al que tienen derecho a saquear, robar y violar, según sus “tradiciones”.

El drama francés -y, por extensión, europeo- es que existe un doble peligro que ha llegado con la inmigración masiva: por una parte, la ya demostrada imposible integración y el fracaso de todos los intentos de integración (de hecho, incluso la compra de la paz étnica con subsidios y subvenciones ha demostrado una eficacia limitada) que se traduce en la proliferación de “bandas étnicas” en los suburbios, que consideran sus barrios como “zonas liberadas” a las que ni la policía ni la República tienen ya ni acceso ni autoridad; son sus “santuarios”. Y empleamos, deliberadamente, términos derivados de las concepciones de la “guerrilla urbana y rural” de décadas anteriores. Estos jóvenes que conforman lo esencial de “la racaille”, en su mayoría, no se identifican con nada: ni con Francia, por supuesto, ni con el islam, que consideran como algo trasnochado y que tiene que ver con sus padres, no con ellos. Su opción no es predicar el islam: es el salvajismo puro y simple, la revuelta nihilista, la destrucción y la vía delincuencial exclusivamente destructiva.

La segunda parte del problema son los islamistas, aquellos que, jóvenes, no tan jóvenes, jubilados, abuelos, padres, hijos y nietos de inmigrantes, si se identifican con sus valores y tradiciones de origen: esto es, con su tierra natal -el Magreb y África- y con el islam. Quien dice islam dice, inevitablemente “yihad”, el sexto pilar del islam, su forma de extender la umma (la comunidad islámica). Y aquí hay otro problema porque el Estado Francés no ha conseguido cortar las predicaciones de imanes radicales que tienen claro cuál es su estrategia de conquista del Estado y de islamización de Europa. Este grupo puede clasificarse en dos tendencias: los radicales que apoyan e, incluso, están dispuestos a participar en la yihad en Europa, y aquellos otros que esperan solamente ser lo suficientemente numerosos para, gracias a las métricas electorales, obtener la mayoría política e instaurar el Estado Islámico y la sharia en el continente.

Demasiados riesgos para un gobierno tan débil como el que quedó en Francia después de las elecciones europeas. Macron pueden ocultar, bajo la excusa de la “lucha contra el terrorismo”, al verdadero adversario, pero un evento como las Olimpiadas -con sus 15 días de duración- supone un riesgo casi imposible de superar en las actuales circunstancias.

¿QUIÉN HA VENCIDO EN LAS ELECCIONES EUROPEAS Y EN LAS LEGISLATIVAS?

Quienes dicen que “en democracia” lo que cuentan son los diputados obtenidos a la hora de valorar un resultado electoral tienen parte de razón en decir que la RN ha “perdido las elecciones”… pero no toda. Lo cierto es que, la RN ha quedado en “tercer lugar” por el número de diputados (125, frente a los 178 del Frente Popular y 148 de los macronistas)… ¡pero no en número de votos! Véase lo obtenido por cada formación: RN, 10.110.035 votos en la segunda vuelta, 143 escaños, 54 más que en las anteriores elecciones; Frente Popular: 7.040.198, 22’1% y 182 escaños, 51 más que en las anteriores elecciones; y los macronistas, 6.692.358 votos, 24% u 168 escaños, 82 menos.

Así pues, la RN ha obtenido ¡algo más de tres millones de votos más que el Frente Popular y tres millones trescientos mil votos más que los macronistas.

A esto hay que añadir que apenas un mes antes, el 8-9 de junio, cuando se convocaron las elecciones europeas en Francia, la RN obtuvo 7.765.936 votos, con una participación del 51,49%. Es cierto que el electorado se movilizó para las legislativas con una participación del 66,63%, es decir, 15 puntos más. Pero también es cierto que, incluso, entre los que habían sido remisos a votar en las europeas, los que lo hicieron en las legislativas votaron a favor de la RN dos terceras partes de quienes no habían acudido a las urnas en las europeas.

¿Cómo se explica, pues, el que Jordan Bardella y la RN hayan quedado en tercera posición? Por el particular sistema electoral francés y por la alianza entre la izquierda radical y el macronismo.

NO HAY UNA FRANCIA: HAY MUCHAS FRANCIAS

En nuestro viaje por el Languedoc hemos podido ver una Francia que no es la de París. Pero dentro de esa Francia del Sur, también hay otras dos Francias: una la de las ciudades de tamaño medio (Toulouse) y otra la de las zonas rurales. Aquella Francia de los años 80 en el que una cosa era París y otra “la provincia”, ya ha quedado atrás. Ahora, todas las grandes ciudades -e, incluso, las de tamaño medio- tienen los mismos problemas y la misma estructura social: son zonas de proliferación de inmigración masiva, lugares progresivamente más degradados. Por contra, las zonas rurales siguen siendo la “Francia tradicional”: de hecho, hacía veinticinco años que no recorríamos el Languedoc y , en lo que se refiere a las ciudades de tamaño mediano y grandes, si se han producido cambios apreciables, pero los pueblos y las ciudades pequeñas permanecen casi como en los años 70 del siglo XX, ni siquiera se ha producido el boom de la construcción y el precio de la vivienda es, incluso, más barato que en España. Y lo que es más significativo, se trata de zonas en las que la RN es mayoritaria: Ceret RN 58%, Prades RN 56%, Pirineos Orientales RN 54%, Limoux, RN 52’07%, Carcasona 63,44%, Narbona, RN 58,22%, Herault RN 47%, Montpellier RN 64%, Albi RN 49’3… Se puede decir que, prácticamente, en casi todo el Languedoc (que incluye al “país cátaro”) la RN es mayoritaria en relación al resto de partidos y solamente en Toulouse, la capital, está en tercer lugar con el 22%, siendo el segundo el frente popular (38,31% y con los macronistas en cabeza (39’42%). En Quillan, la ciudad que tomamos como punto central de nuestro recorrido por el Languedoc, la RN fue igualmente mayoritaria con un 54’83% de los votos, a lo que hay que sumar los votos obtenidos por Zemmour-Marechal y por los “diversos derechas”.

Fuimos testigos de las protestas de los agricultores contra las políticas de la UE y del gobierno macronista. En realidad, cuando se recorre el Languedoc se comprueba que la mayor parte de letreros de entrada y salida de los pueblos y de ciudades de tamaño medio, están colocados -yo diría que “exquisitamente”- al revés. Este ha sido uno de los métodos de protesta de los agricultores: una protesta patente, no violenta, pero firme. Y nadie -ni autoridad alguna- ha tenido el valor para volver a colocarlos en posición normal.

La protesta de los agricultores que ninguna autoridad se atreve a tocar...

También es de señalar que en los pequeños pueblos y ciudades del Languedoc no hay población inmigrante “visible”: no se ven por las calles mujeres enfundadas entre velos negros, ni lo que en Francia llaman “faïneans” departiendo tranquilamente en horario laboral, como es habitual en España en pueblos grandes y pequeños. Incluso los pocos inmigrantes que se ven trabajan normalmente y demuestran educación e integración. La inmigración se concentra en las grandes ciudades (Toulouse, la capital del Languedoc, repleta de tesoros artístico-arquitectónicos, es una ciudad islamizada, prácticamente, salvo el centro, una zona de “non droit” desde finales de los años 70). Incluso en Carcasonne o Mirepoix, la inmigración está dedicada a trabajos agrarios o al turismo.

En resumen: la Francia rural resiste. Esto es lo que debemos retener. La islamización, el melting pot tiene lugar en París y en las costas del Mediterráneo y en las ciudades de tamaño medio y grandes del interior. Así entendemos mejor el encono de la Unión Europea hacia las zonas rurales: ¡ES, SOBRE TODO, LA EUROPA RURAL LA QUE ESTÁ RESISTIENDO! De ahí las medidas habilitadas por la UE para destruir al campo europeo, para impedir su subsistencia, para convertir los campos de cultivo en “huertas solares”, para “deslocalizar” también los recursos alimentarios de la UE a zonas de África en donde la “trazabilidad” es pura ficción y nadie controla la toxicidad de los productos que llegan. ¡Cualquier cosa para eliminar y liquidar la agricultura en Europa, incluso a costa de la salud de los europeos y con la excusa de la “descarbonización”! Pues, no es vano, los agricultores son uno de los últimos muros que quedan en pie contra la Agenda 2030 y contra las políticas de ingeniería social de la UE.

Afortunadamente, ni Francia es París, ni el Languedoc es Toulouse…

LAS POCAS OPCIONES QUE LE QUEDAN A FRANCIA

Ya hemos demostrado que aquí y ahora el partido mayoritario es la “extrema-derecha” (no solamente existe la RN, sino también Reconquista de Eric Zemmour que ha presentado a Marion Marechal como candidata, y “diversos derechas” entre los que se encuentran disidentes del ex FN (Florian Philipot, por ejemplo) en un sistema concebido exclusivamente para evitar cualquier reforma y renovación. El histórico de los avances del antiguo Front National, hoy “desdiabolizado” y convertido en RN, señala una progresión constante. Digamos, para establecer comparaciones que hoy la RN tiene, en comparación, un seguimiento popular mucho mayor que el ocupado en España por el PSOE y la extrema-izquierda juntos.

Entonces ¿por qué ese crecimiento en votos no se ha traducido en escaños? Además del sistema electoral francés, hay que tener en cuenta otro factor. Francia se encuentra en una situación muy difícil, casi imposible de superar: es lo que tiene medio siglo de entrada de inmigración masiva con tres generaciones de africanos de los que solamente una minoría se han integrado en la sociedad francesa. Nos explicamos. Cuando se conocieron los resultados de las pasadas elecciones europeas, “la racaille” saltó a la calle multiplicando saqueos, incidentes, incendios y violencia. En youTube pueden encontrarse con facilidad vídeos de inmigrantes no integrados que amenazan y dicen en voz alta y clara: “Francia es nuestra”. Veremos lo que ocurre en las Olimpiadas, pero el drama de lo que pueda suceder está en la mente de todos los franceses con capacidad para pensar. Y, ante las legislativas de 2024, se han producido tres actitudes:

- para unos, votar a la RN supone la guerra civil y han optado por apoyar a la opción moderada menos inquietante: el macronismo. Son conscientes de que el islamismo en Francia está creciendo y es incontenible a corto plazo: son los que aceptan su “dhimmitud preventiva” (sumisión al islam).

- luego está la izquierda. Contrariamente a lo que pensaba Renaud Camus en su obra Le Grand Reemplacement (el gran reemplazo), este no se traduce -inicialmente- en sustituir a la población europea por población africana (a la vista de los resultados habidos hasta ahora, nadie con un mínimo de previsión de futuro se le ocurriría una idea tan alocada). A lo que estamos asistiendo, preferentemente, aquí y ahora, en toda Europa Occidental, es a UNA SUSTITUCIÓN DE ELECTORADO (de la que el “gran reemplazo” será, a medio plazo, el resultado final). La izquierda se quedó sin electorado “proletario” por un proceso ya conocido desde principios de los 80 (aburguesamiento de su electorado; en segundo lugar, porque el “populismo” captó buena parte de sus bases sociológicas en Francia, en tercer lugar porque la crisis de 2007-2011 demostró que, a la hora de la verdad, la socialdemocracia se ponía del lado de la banca…) Para la izquierda, para el socialismo, para la extrema-izquierda, era preciso encontrar un “nuevo electorado de reemplazo”. Y lo encontraron en la inmigración comprando sus votos a fuerza de subsidios y subvenciones: toda la izquierda europea se encuentra en situación análoga y ha adoptado la misma estrategia. Es así como la izquierda europea lora mantenerse en el poder por mucho que sus políticas sean suicidas: basta con prometer subsidios, subvenciones y puertas abiertas. Dado que en Francia están prohibidas las estadísticas “raciales”, es imposible saber qué porcentaje de votos procedentes de la inmigración ha recogido la izquierda, pero las fotos de las manifestaciones y los mítines, así como de las protestas “antifas”, son elocuentes: con una dirección mayoritariamente gala, las bases ya no lo son. Y no está claro cuando esas bases decidirán colocan a los “suyos” en los puestos de dirección, o presentar candidaturas propias. Pero es seguro que, antes o después, ocurrirá (como ha ocurrido en Inglaterra). Y, de hecho, los resultados electorales de las legislativas con la victoria del Frente Popular, sugieren que el proceso de “sustitución de electorado” proseguirá de forma acelerada (como ocurre en España, con entre 500.000 y 600.000 inmigrantes más cada año).

- Y, finalmente, están aquellos que han visto claro el futuro que aguarda a Francia: entre dhimmitud y el riesgo de guerra civil, han optado por la Resistencia y la Reconquista. Son los votantes de la RN y de los “diversos derecha”. La Francia que no se rinde, que quiere que todo sea como antes, una Francia "europea", que es hostil a la islamización y quiere que “la racaille” pague sus delitos con dureza: es el “intégrate o vete”, la Francia del "fous-moi la paix!" (déjame en paz). Reconquistar Francia, en una palabra… aunque eso implique la guerra civil étnica y social o, como mínimo, tensiones sociales y disturbios durante un período incierto.

¿Y MAÑANA? NEGRAS TORMENTAS AGITAN LOS AIRES... 

Parece bastante claro que, si la idea de “Estado” tiene la misma raíz etimológica que la palabra “estabilidad”, el panorama que han dejado los últimos comicios en Francia es cualquier cosa menos “estable”. Gana la extrema-izquierda, pero con un presidente de derechas y un partido mayoritario en seguimiento popular de tipo identitario. Incluso, dentro del Frente Popular los liderazgos no están claros -no hay una izquierda, hay tantas izquierdas-progres casi como izquierdistas- y las ambiciones personales superan los objetivos comunes. Parece difícil que todo esto pueda estabilizarse, incluso a despecho de lo que puede ocurrir en los quince días de olimpiadas…

Mi impresión personal es que, dada la progresión de voto de Marina Le Pen, la RN está a poco de convertirse en el partido mayoritario de Francia en la primera vuelta de unas futuras legislativas. Si Macron no logra componer un gobierno mas o menos estable, tendremos nuevas elecciones después del verano. Pero, la pregunta y lo que verdaderamente debería inquietarnos, es si la victoria de los que proponen las “dos erres” (RESISTENCIA a la islamización y RECONQUISTA del territorio y del a identidad nacional), no llegará demasiado tarde y si Francia (y, por extensión, Europa Occidental) tiene todavía remedio o la enfermedad ya es incurable.

Una cuarta parte del electorado francés ya aceptado su futura “dhimimtud” y la de sus hijos, nietos o mascotas… Cada día la islamización da un paso adelante y la identidad francesa se diluye más y más en las grandes ciudades. Queda el campo, claro está. Quedan los jóvenes (otra de las reservas de votos de la RN). Quedan las clases medias. Pero, con todo, el futuro es bastante negro: Macron, un personajillo, de la talla de los Justin Trudeau o de los Pedro Sánchez, construido a base de demagogia, ambigüedad, mentiras, debilidad y servilismo, no es el presidente que necesita un país que se encuentra al borde del estallido étnico-social. Cada día que pasa las bandas étnicas están mejor armadas, sus golpes son más audaces, su impunidad total (como la guerrilla de los años 60 y 70: “golpean y huyen”, golpean a turistas, golpean en el centro de las grandes ciudades y huyen a sus “zonas de non-droit”), su control del territorio más amplio. Macron no se siente con valor ni con fuerza para hacer nada que corte esta dinámica infernal. La izquierda sabe que su crecimiento camina en esa dirección: garantizar que “la racaille” seguirá cobrando subsidios y subvenciones, pagaderos por los franceses que aceptan su “dhimmitud”, para crecer electoralmente y operar el “reemplazo electoral” al que nos referíamos, fingiendo no querer admitir que al final del camino se producirá la islamización determinada por la diferencial demográfica y el “gran reemplazo” anunciado por Renaud Camus.