Trece meses para una mutación
Por una parte,
Doriot experimentó una sensación de libertad al ser expulsado del PCF, pero por
otra, recordó amargamente todo el tiempo, los esfuerzos, las esperanzas y las
ilusiones depositadas en sus años como militante del comunismo francés.
Contrariamente a lo que han sugerido los escribas oficiales del comunismo,
Doriot no abandonó el partido para integrarse en una “liga fascista”, sino que
inmediatamente, apenas un mes después de resultar expulsado siguió proponiendo
las mismas salidas estratégicas: “una sola clase, un sola CGT, un solo
partido”, escribió en L’Émancipation
el 7 de julio de 1934. En la práctica, Doriot estaba proponiendo una coalición
entre el PCF, los socialistas de la SFIO y los escindidos y expulsados del PCF.
A partir de octubre de 1935, transformó su diario en una publicación de
difusión nacional con el subtítulo de “Órgano Central de la unidad total de los
trabajadores”.
Pero Doriot era
el primero en intuir que tal proyecto frentista estaba llamado a fracasar o, en
el mejor de los casos, a consolidarse sin él. Conocía perfectamente las
tácticas de Stalin que el aparato del PCF no dudaría en emplear contra él:
expulsarlo primeramente y luego asumir sin el más mínimo rubor la línea
política que había defendido y que le había llevado a ser excluido de la
formación. Así ocurrió, en efecto. El mismo día antes de que Thorez oficiara el
ritual de la expulsión, el dirigente comunista expresaba exactamente las mismas
ideas que habían puesto a Doriot en la picota. Dijo Doriot: “Junto a los
proletarios queremos llevar a las clases medias arrancándolas a la demagogia
del fascismo. Debemos sumir la defensa de cada reivindicación de las clases medias
desde el momento en que no se oponen a los intereses del proletariado”. El giro
del partido había sido copernicano y solamente entonces, Doriot podía ser
expulsado.
Una vez fuera
del PCF, Doriot debía de modificar su discurso si es que pretendía tener alguna
audiencia. En el mes de julio de 1934 se manifestó en varias ocasiones en favor
de la construcción de “un gran partido de los trabajadores, basado sobre la
libertad de tendencias en la disciplina de la acción y en la voluntad de
transformación social”. Propuso una alianza entre el proletariado industrial,
las clases medias y el campesinado. Unos días después, reprochó al PCF su
burocratismo y su subordinación a las exigencias de Moscú, mientras que acusaba
a la SFIO de reformismo. Acto seguido, Doriot se preguntó por qué el “partido
del proletariado” estaba retrocediendo en toda Europa y por qué el fascismo
avanzaba (artículo en L’Émancipation
del 21/7/34). Quizás sea, intuye, que los partidos tradicionales ya no sirven.
Unos días después, en la edición del 13/10/34 da la respuesta definitiva: “Es
necesario construir algo nuevo”.
Doriot sigue
siendo comunista y así es reconocido por los militantes comunistas de Saint–Denis
que lo siguen sin fisuras en su nueva aventura. Incluso sigue admirando la experiencia
soviética tal como manifiesta en su alocución del mitin celebrado en el Teatro
Municipal en el aniversario de la Revolución Rusa. Al acabar el mitin, cantan La Internacional puño en alto. Doriot no
ha traicionado a la causa que asumió en su juventud. Sigue siendo un militante
marxista–leninista. Y, además, sigue siendo alcalde de Saint–Denis.
Su actividad en
la primavera es desbordante. Otro gran mitin conmemora la muerte de Lenin y
otro más la Comuna de París. El municipio de Saint–Denis organizará una
exposición en el Museo Municipal sobre la comuna en los meses de marzo, abril y
mayo de 1935 al que asistirán intelectuales y el último de los “comuneros” que
todavía vivía, Jean Allemane de 92 años.
Sin embargo, a
partir del mes de octubre de 1934, cuando el partido intenta reconstruir la
célula de Saint–Denis, en el mitin que seguirá, por primera vez se canta el
nuevo himno que da carta de naturaleza a la formación: “En avant Saint–Denis” (Adelante Saint–Denis). La letra sigue
siendo la de un partido de izquierda: “Adelante
Saint–Denis, adelante | por la unidad revolucionaria | bajo la bandera roja al
viento | llevaremos a todos los proletarios | contra el odioso régimen
sangriento. | Ante el fascismo que nos amenaza | En nuestras filas está vuestro
lugar…”. En ese momento, la escisión no se ha consumado, solamente Doriot
ha sido expulsado, pero el resto de militantes de la célula siguen dentro del
partido y para reorganizarlos se ha convocado la conferencia. Asiste un
delegado del Comité Central que presenta la línea del partido y condena el acto
convocado, según él, contra las normas estatutarias, por lo que los acuerdos
suscritos en el curso del mismo, no serán reconocidos por el partido y quienes
los suscriban correrán el riesgo de ser expulsados como Doriot. Asisten 220
delegados de los que 206 son “doriotistas”. La desproporción de fuerzas y la
actitud displicente y orgullosa de los enviados de la dirección es tal, que el
sector de Doriot no tiene ningún inconveniente en que tomen la palabra otros
dirigentes enviados por el Comité Central.
Además, Doriot
dispone también del apoyo de los socialistas locales con los que convoca un
mitin en favor de la “unidad de la clase obrera” en el que participan altos
dirigentes de la federación socialista de Seine pertenecientes al “ala
izquierda” del partido. Otros dirigentes comunistas se agrupan en torno a
Doriot, entre ellos los alcaldes de Pierrefitte y Villateneuse. En todas las
células de la Banlieu Norte de París
aparece una corriente de simpatía hacia Doriot que se entiende pronto por
Bobigny, Épinay–sur–Seine, Bagnolet, Ìle Saint–Denis, etc. En todas estas
localidades se constituyen grupos de “Amigos de la Unidad Obrera” y comités de
difusión de L’Émancipation. La
reacción del PCF será, simplemente, histérica: allí en donde los stalinistas
han conseguido conservar fuerzas suficientes interrumpen las reuniones, los
mítines y las ventas de L’Émancipation.
La consigna es: “Doriot no saldrá de Saint–Denis”. El esfuerzo es
particularmente en las provincias. En Saint–Denis el PCF opta por excluir
solamente a Doriot y más adelante a Barbé y Lebrun, junto con algunas medidas
disciplinarias contra algunos dirigentes del sector mayoritario y doriotista.
En el final del
otoño de 1934, incluso para los más optimistas dirigentes del PCF está claro
que la célula de Saint–Denis ya no responde ni a las orientaciones ni a las
consignas del partido. Incluso para distinguirse se hace llamar “célula mayoritaria”,
entendiendo que la minoritaria es la que si acepta las orientaciones de la
dirección central. A principios de noviembre, el PCF decide crear otra célula
en Saint–Denis, pero opta por hacerlo en la vecina localidad de Épinay. Hoy se
sabe que Thorez, que estuvo presente en la reunión, debió movilizar a un
público ficticio para llenar la sala. En la alocución que dio, Thorez no pudo
evitar sacar todo el rencor que había albergado durante años contra Doriot,
llegando a afirmar que permitiría el retorno de todo aquel comunista que
deseara reincorporarse al PCF, salvo a Doriot a quien no duda en calificar una
y otra vez de “traidor”. Éste respondió expulsando a los militantes fieles al
PCF del “Comité de Vigilancia Antifascista” de Saint–Denis en el que participaban
sus militantes y los socialistas. El hombre del PCF en ese momento en Saint–Denis
es Auguste Gillot, un funcionario del partido a cuyas órdenes se ponen varios
hombres del aparato central y que ha sido comisionado para recuperar el
terreno, llegará a asaltar con efectivos llegados de otras regiones el mitin
que el Comité de vigilancia convocó el 12 de febrero de 1935. Gillot, por la
fuerza consiguió subirse a la tribuna, pero el canto unánime de la Internacional entonado por los
partidarios de Doriot acalló completamente su voz.
Los esfuerzos de
Guillot (que mantendrá responsabilidades dentro del PCF hasta su muerte y
solamente logrará ser alcalde de Saint–Denis entre 1945 y 1971… con Doriot
fusilado) no lograrán dar lustre y esplendor al PCF en la zona. En mayo de 1935
tienen lugar las siguientes elecciones municipales y el PCF no duda en
presentar como candidato en la población a Jacques Duclos (otro stalinista que
sobrevivirá a la guerra y mantendrá sus responsabilidades en el interior del
partido hasta 1975). La derrota de Duclos es abrumadora: 22,8% de los votos
contra 56,8% del Partido de Unidad Proletaria bajo el que concurre la lista
doriotista. Los socialistas que, finalmente, no se integraron en la
candidatura, apenas obtienen un 5,3% quedando completamente fuera de juego. En
otras circunscripciones de la zona norte de París, las listas doriotistas
también se imponen sobre las del PCF.
Tres días
después de las votaciones el gobierno anuncia la firma del pacto franco–soviético.
El ministro de Asuntos Exteriores, Pierre Laval (que luego ostentará la
jefatura del gobierno con el Mariscal Petain como presidente, bajo la ocupación
alemana) viajó a Moscú y se entrevistó con Stalin, tras lo cual se anunció la
firma del acuerdo. Doriot escribió en L’Émancipation
el 22 de junio de 1935: “Esta alianza entre un Estado proletario y un Estado
capitalista es contra natura y pone al Estado proletario, que debía ser la
vanguardia del movimiento revolucionario del mundo, a remolque de sus aliados
capitalistas”. Más adelante, en el mismo artículo, alude a la “subordinación
total y a la domesticación del Partido Comunista y de los demás partidos
comunistas a la sección rusa de la Internacional Comunista, las alianzas entre
los imperialismos y la URSS aniquilan el papel revolucionario de estos partidos
y los transforman en apoyos objetivos del imperialismo”. Detrás de todo ello,
lo que Doriot descubre es que se está acercando un nuevo riesgo de guerra en
Europa. La alianza franco–soviética es, de hecho, una alianza contra Alemania
que contravenía la orientación que Doriot creía era la justa en política
exterior: la reconciliación franco–alemana.
Durante el
verano de 1935, la municipalidad de Saint–Denis se convertirá en la meca de
toda la extrema–izquierda disidente del PCF. Allí encontrarán acogida todos los
grupos disidentes: desde los trotskistas y los anarquistas, hasta la revista de
Georges Valois, el ex dirigente de Le Faisceau que en ese momento ha retornado
a la izquierda y publica la revista Nouvel
Âge, o al equipo de la revista Révolution
prolétarienne… Todos estos grupos y revistas están de acuerdo en condenar
el papel del PCF y reconocer su renuncia a ejercer un papel revolucionario. No
coinciden en sus propuestas, pero si en su rechazo generalizado al stalinismo.
Al retornar de
las vacaciones veraniegas, en septiembre de 1935, Doriot promueve una campaña
contra la sumisión a Moscú demostrada por el PCF. El ataque es inmisericorde:
“Hasta a los esclavos más dóciles les gusta presentarse como hombres libres”.
En los días siguientes revelará muchos episodios que conocía directamente sobre
el funcionamiento del Komintern y los límites a la autonomía y libertad de los
partidos comunistas. Nadie duda en esos momentos que Doriot sigue siendo un
militantes de izquierdas, un marxista convencido y en tanto que tal participará
en la primera manifestación del 14 de julio de 1935 que dará nacimiento al
Frente Popular. Pero el PCF se preocupará de presionar sobre los socialistas
para desembarazarse de la presencia de Doriot. El 14 de noviembre de 1935 será
excluido oficialmente del Frente Popular. Muchos de los apoyos que había tenido
Doriot en la extrema–izquierda le abandonan y las grandes firmas del comunismo
internacional que hasta ese momento habían enviado artículos a L’Émancipation, entre ellas la del
italiano Pietro Nenni, desaparecen para siempre. Solamente siguen colaborando
con él miembros de la izquierda pacifista. Su radio de acción de ha reducido
bruscamente a la municipalidad de Saint–Denis.
En el verano de
1935 se produce la invasión italiana de Etiopía y las protestas desencadenadas
especialmente por la iniciativa del Reino Unido. L’Émancipation denuncia la acción fascista en Italia como una
muesta de imperialismo, pero al mismo tiempo, en un mitin convocado para el 26
de octubre, alude a que esta guerra “no es solo una operación fascista, sino la
reivindicación de un gran país prolífico al que su tierra ya no puede
alimentar”. Doriot en ese momento parece aceptar la teoría de Corradini sobre
el derecho de las “naciones proletarias” (Alemania e Italia) a construir
imperios con los mismos derechos que las “naciones burguesas” (Francia y el
Reino Unido). Así pues, no se trataba de enzarzarse en una guerra contra el
“pueblo italiano”, sino que había que optar por la “conciliación” y, en
cualquier caso impedir que Francia se colocara nuevamente a remolque del Reino
Unido capaz de transformar un “pequeño conflicto colonial en una gran guerra,
primero en el Mediterráneo y luego en todo el mundo. Los puntos de vista de
Doriot sobre la política exterior francesa en ese momento no son muy diferentes
a las que había defendido en sus últimos años de militancia en el PCF:
1.– Necesidad de una reaproximación franco–alemana.
2.– Esta reaproximación deberá cristalizar en un Pacto de No–Agresión entre ambos países.
3.– Reservas y desconfianzas respecto al Reino Unido y crítica a su sistema colonial.
4.– Denuncia de la alianza franco–soviética.
Hitler en aquel momento había propuesto algo parecido al punto 2 tras la remilitarización de Renania en marzo de 1936 y consolidar el punto 1. En cuanto al punto 3 lo argumentaba diciendo que Inglaterra tenía dos pesos y dos medidas, una para tratar de mantener su posición de primera potencia comercial mundial gracias a sus colonias y otra para evitar que cualquier otro país pudiera rivalizar con ella. En cuanto al punto 4, cuando se vote en el parlamento francés la ratificación de los acuerdos Laval–Stalin, Doriot votará en contra. No ha habido ninguna variación sustancial respecto a las posiciones que el alcalde de Saint–Denis había defendido en el pasado. Esta persistencia en sus ideas se trasluce en la cabecera de L’Émancipation que sigue ostentando la hoz y el martillo en la portada y por los cantos de La Internacional y del Saint–Denis en avant! que se repiten en los mítines. Sigue siendo comunista y lo seguirá siendo cuando se convoquen las nuevas elecciones generales en 1936.
En esa ocasión,
el PCF que ha invertido millones de francos y docenas de “hombres del aparato”
en resucitar su desgraciada célula de Saint–Denis. En esta ocasión, el
candidato comunista en la zona es Fernand Grenier, secretario general de la
Asociación de Amigos de la Unión Soviética. Durante la pre–campaña, en Moscú,
Stalin concede una entrevista a un diario norteamericano en la que reafirma que
no tiene intención de desencadenar una “revolución mundial”. Doriot coge el
argumento de Stalin y lo utiliza para su propaganda contra Grenier y la
candidatura comunista. Éste, por su parte, se beneficia del impulso que en ese
momento tiene el Frente Popular en toda Francia. De hecho, la candidatura
nacional de este Frente logrará la victoria… pero no en Saint–Denis en donde
será batida por Doriot en la segunda vuelta por 51,4% de votos contra 48,3%
obtenidos por el candidato del PCF.
Ocho semanas
después de las elecciones Doriot crea el Partido Popular Francés. Obviamente,
esta formación tiene como eje central a la “célula mayoritaria” de Saint–Denis,
pero también agrupa a lo que podría llamarse “disidentes” de derechas e
izquierdas. No hay que olvidar que el proceso que ha llevado a la expulsión de
un conocido líder del PCF y de la Internacional, ha convertido a Doriot en un personaje
extremadamente conocido –e incluso popular– en todo el país. Siempre ha hecho
gala de hablar claro, le precede fama de honestidad y de valor, no en vano se
ha opuesto a Stalin y al stalinismo y eso indica fortaleza en sus convicciones,
valor y decisión la hora de llevarlos a
la práctica. Nadie duda –salvo el aparato de su antiguo partido- de la pureza
de sus intenciones y de su sinceridad como revolucionario. Esto ha hecho que la
alcaldía de Saint–Denis se convirtiera en una especie de lugar obligado de
visita para todos aquellos que de alguna manera disienten de las formaciones políticas
clásicas.
Uno de estos
visitantes es Paul Marion. Otro será Gaston Bergery. El escritor Bertrand de
Jouvenel o Alfred Fabre Luce, como también Denis de Rougemont y, por supuesto
Marcel Déat, departirán habitualmente con Doriot en los meses previos a la
formación del PPF, hasta el punto de que puede decirse que el nuevo partido
recogerá parte de las propuestas e intenciones de todos ellos e incluso
contará, de una forma u otra, en las bases militantes, en la redacción de sus
periódicos, asociados a sus iniciativas o como simpatizantes, a la mayor parte
de todos ellos. Algunos, como Marion, son antiguos comunistas, pero la mayoría
proceden de otros ambientes políticos. Hay entre ellos muchos “no conformistas”
(Reougemont, por ejemplo, que colabora con Robert Aron y el equipo de L’Ordre Nouveau, o Fabre Luce que
trabaja con el Grupo Planista del 9 de julio fundado en 1934 por Jules
Monains). Bertrand de Jouvenel, próximo también a los no-conformistas, procede
del Partido Radical, pero lanzará en aqullos momentos la revista La Lutte des Jeunes ubicada entre los “no conformistas”.
Marion, por su
parte, había ingresado en el PCF en 1922 escalando rápidamente en el Comité
Central y desempeñando en 1926 el cargo de secretario de Agit-Prop. Como Doriot
fue miembro activo del Komintern, adscrito al buró de Propaganda con sede en
Moscú. El stalinismo le decepcionó en la misma época en la que el alcalde
Saint-Denis conoció los primeros problemas con la dirección. Marion, abandonó
el PCF antes de que lo expulsaran y se unión a la SFIO, luego a los socialistas
republicanos y, finalmente, entrando en contacto con los neo-socialistas de la
revista Notre Temps. Ingresará en
1936 en el PPF y asumirá hasta el final de la guerra la dirección de
L’Émancipation National.
Gaston Bergery,
otro disidente, héroe de guerra en el frente del Marne en 1915, colaborará con
el Partido Radical y será director de gabinete del ministro de exteriores
Édouard Henriot. Dentro de esta formación se situará en su ala izquierda y
defenderá posiciones en política exterior muy parecidas a las de Doriot:
renuncia al cobro de las indemnizaciones de guerra, política de paz, desarme y
mano tendida a Alemania. Se convertirá en un disidente cuando en 1932 rompa con
el Partido Radical tras el rechazo de Herriot para aproximarse a los
socialistas tal como proponía Bergery. Fundó el Frente Común contra el Fascismo,
contra la guerra y por la justicia social a finales de 1933 que solamente
conseguirá atraer al grupo Tercera Fuerza de Georges Izard (la parte política
del grupo personalista dirigido por Mounier, formado en torno a la revista Esprit), con el que se fusionará
adoptando el nombre de Partido Frentista (para distinguirse del Frente Popular)
que conseguirá dos diputados en las elecciones legislativas de 1936. Pero en
1934, Bergery, en su búsqueda de alianzas con disidentes y no conformistas
llega a Saint-Denis y trata de integrar a Doriot en su iniciativa. No lo
conseguirá pero de la relación entre ambos surgirán puntos en común que Doriot
desarrollará. A decir verdad, cuando Bergery se aproxime al Frente Popular y
para ello cese en sus ataques al PCF, Doriot descubre en él a un oportunista en
el que no se puede confiar.
Finamente, la
relación con Marcel Déat, a pesar de los puntos en común entre ambos, tampoco
fue muy lejos. Déat desconfiaba del antiguo bolchevique y consideraba que
Doriot nunca había abandonado los métodos aprendidos en Moscú. Doriot, por su
parte, veía en el antiguo socialista, devenido neo-socialista, a un intelectual
pequeño-burgués. Ambos eran disidentes el primera de la Tercera Internacional y
Déat de la Segunda, eran dos caracteres diferentes, procedentes de dos mundos
completamente distintos. Sus encuentros sirvieron solamente para dejar
constancia de que existían entre ellos territorios comunes pero que no eran lo
suficientemente intensos como para salvar los recelos que ambos tenían
recíprocamente.
Doriot, Déat,
Bergery, Jouvenel, no consiguieron entenderse, a diferencia de Marion y de
otros como Drieu la Rochelle que se integraron en el PPF. Que no se trató de
diferencias momentáneas, sino de impedimentos que clavaban sus raíces en las
suspicacias mutuas entre ambos, lo da el hecho de que tras la ocupación de
Francia y tras el establecimiento del gobierno de Vichy, si bien todos ellos
disfrutaron de una privilegiada posición política, nunca consiguieron ponerse
de acuerdo y trabajar en la formación del “partido único”.
En cualquier
caso, las relaciones de Doriot con todos estos intelectuales y personajes
políticos disidentes le aportaron mucho. Hasta ese momento, Doriot tenía una
sólida formación como “hombre del aparato” comunista, pero a partir de aquellos
meses consiguió ampliar sus horizontes políticos y entrever que, más allá de la
derecha y de la izquierda, existía un espacio para la disidencia. Ese espacio
fue el que se propuso conquistar el PPF.