A partir de
todos estos datos, diversos y apresurados, sobre cada uno de estos países, sus
situaciones interiores, su estado actual y sus políticas exteriores, pueden
extraerse algunas conclusiones que completaremos con las observaciones finales:
1) A principios del siglo XX, la política de la zona era algo más compleja en la medida en la que el régimen de Saddam Hussein suponía la “alternativa laica” a dos formas de gobierno basadas en los códigos islámicos. Pero, la estupidez y la irresponsabilidad de la política norteamericana en la zona, sus ambiciones vacías ejercidas por el equipo de gobierno de George W. Bush, cortaron por segunda vez la posibilidad de existencia de países árabes dirigidos por gobiernos laicos. En efecto, la invasión de Suez por las fuerzas anglo-francesas y el apoyo a Israel contra los gobiernos laicos egipcio, jordano y sirio, abrió la puerta para las revoluciones islámicas y para las teocracias aliadas de los EEUU. La liquidación del “tercio excluso”, el Iraq de Saddam y de los regímenes laicos panarabistas polarizó la situación entre países árabes alineados con Irán o países árabes alineados con Arabia Saudí.
2) Mientras Rusia se ha mantenido observadora, pero a prudente distancia de los distintos episodios ocurridos en Oriente Medio desde la segunda postguerra mundial, los EEUU han mantenido hasta Donald Trump posiciones intervencionistas, cada vez más erráticas: asumir la defensa del Estado de Israel y, por consiguiente, el enfrentamiento con el mundo árabe, manteniendo alianzas con las monarquías de la zona (1945-1989), intervenciones militares directas garantizando una presencia en la zona (1989-2009), estrategia del caos (2010-2018), hasta llegar a la retirada total y al desplazamiento de la “zona estratégica preferencial” al eje Asia-Pacífico con el presidente Trump.
3) Por su parte, la URSS, apoyó a los regímenes panarabistas laicos (1948-1979), mantuvo la misma política respecto a los nuevos regímenes en la zona y no varió mientras se sucedían las intervenciones coloniales de los EEUU. Sin embargo, la desestabilización artificial del régimen sirio fue la gota que colmó el vaso y obligó a una actuación directa de la aviación rusa a su favor y para mantener la presencia de integridad de sus bases en el Mediterráneo de ese país. La actitud del gobierno ruso consiste en defender la integridad de sus aliados, mantener la amistad con los gobiernos no alienados explícitamente con los EEUU, favoreciendo la estabilidad en Asia Central y trenzando acuerdos comerciales con los países de la zona.
4) Europa ha estado ausente de la política en Oriente Medio desde el ataque a Suez en 1956. La Unión Europea nunca ha podido articular una política coherente, realista y que fuera más allá de pedir el “respeto a los derechos humanos” y “condiciones democráticas” en la zona, y ni siquiera ha logrado entender ni seguir las evoluciones de los distintos países. Tras la Revolución Islámica de 1979, los países europeos se limitaron a seguir la política norteamericana en la zona, con la excepción de la Tercera Guerra del Golfo (contra Saddam Hussein) en donde solamente el Reino Unido y España, apoyaron la intervención colonial, quedando para siempre como países “sospechosos” y liquidando definitivamente la política franquista de “nuestra tradicional amistad con los árabes”.
5) La mala imagen que tienen tanto Arabia Saudí como Irán en los países occidentales no se corresponde con la realidad actual: se trata de dos regímenes en fase de evolución y la imagen que generalmente se tiene de ellos corresponde a clichés y tópicos elaborados durante el último cuarto del siglo XX. Ahora bien, sus posibilidades de evolución son diferentes y, así como Irán ha logrado una estabilidad y un nivel de participación política aceptable siguiendo una vía diferente a la de las democracias europeas, Arabia Saudí está en los primeros pasos de esa evolución que debería culminar en el 2030.
6) Ambos países se disputan la hegemonía regional entre ellos y con otros dos actores: Israel y Turquía, pero mientras el primero es completamente ajeno a la realidad étnica, antropológica, cultural y religiosa de los países de la zona y constituye una excepción en Oriente Medio, Turquía parece centrada en aumentar su influencia en la zona turcófona de Asia Central, cultivando buenas relaciones con Rusia y distanciándose progresivamente de la OTAN, chantajeando a Europa regulando la llave de la inmigración y de la droga, y neutralizando las iniciativas tendentes a la independencia del Kurdistán.
7) En hecho de que Arabia Saudí e Irán practiquen mayoritariamente dos formas diferentes de islamismo es secundario en relación a los sucesos políticos de la región, y debe ser valorado junto a otros factores como el distinto origen étnico y lingüístico de sus poblaciones y unas evoluciones históricas completamente divergentes: cuando nació Mahoma, en una Arabia Saudí poblada por tribus semitas primitivas, había más de 1.000 años que se había fundado el primer imperio persa por poblaciones arias. La conjunción de todos estos factores es lo que explica la situación actual de enfrentamiento entre ambos países.
8) Además de su concepción rigorista de la religión y de su estructura económica dependiente del “monocultivo” petrolero, Arabia Saudí está condicionado por el paisaje desértico que tanto ha influido en el islam sunnita y que está en contradicción directa con el momento actual de desarrollo histórico mundial. Sin embargo, la voluntad de evolución y adaptación de este país, es visible en una parte de su clase política y hay que pensar que -mientras se mantengan las actuales circunstancias- seguirá adelante: pero la profundidad de las contradicciones entre rigorismo religioso y modernidad, generarán crisis y convulsiones inevitables.
9) Valorados objetiva y rigurosamente, puede concluirse, que los problemas que debe afrontar Arabia Saudí en la próxima década son muy superiores en cantidad y gravedad a los que deberá afrontar Irán, mucho mejor preparado en esta dirección. Arabia no solamente afrontará los problemas de la hegemonía regional, sino incluso problemas con sus vecinos de la Península Arábiga y problemas interiores entre fundamentalistas wahabitas y partidarios de las medidas modernizadoras.
10) La importancia geopolítica de la Península Arábiga radica en que desde ahí se puede controlar el estrecho de Bab-el-Mandeb, uno de los cerrojos -junto con Suez- del Mar Rojo, y la ruta del petróleo que sale desde Kuwait, recorre el Golfo Pérsico y llega hasta el Golfo de Omán, una zona que en su parte más ancha tiene apenas 100 km de distancia entre una orilla y otra, y en la parte más estrecha que separa a los Emiratos Árabes Unidos, apenas está separada 40 km de la costa de Irán. A pesar de que, desde los años 80, el valor geoeconómico de esta zona ha ido descendiendo a medida que se ha ido reconfigurando el consumo mundial de petróleo, lo cierto es que por ahí pasan buena parte de los suministros petroleros que siguen llegando a Europa tras bordear las costas de África.
11) Las fuerzas armadas saudíes son fuertes y están bien provistas de material, pero se duda de su eficacia en combate, mientras que existe constancia real de la eficiencia de las fuerzas armadas iraníes, ayudadas por la característica antropológica presente siempre en la historia de aquel país y de los pueblos arios: la capacidad de sacrificio del individuo en favor de su comunidad. Por lo demás, la efectividad actual las milicias chiitas pro-iranies en Iraq, la eficiencia demostrada en los últimos 30 años de las milicias de Hezbolá capaces de contener el Ejército de Israel y la efectividad del ejército regular sirio en su lucha contra el DAESH y contra la insurgencia, permiten pensar que de un enfrentamiento armado en la zona, Arabia Saudí sería la parte más perjudicada.
12) La sociedad iraní históricamente ha tenido siempre un mayor nivel cultural de entre todos los pueblos de la zona y está más y mejor preparada para afrontar el “choque de la modernidad” que su oponente. Así mismo, mientras que en Arabia la clase política está muy diversificada y son pocos los sectores con lucidez suficiente para entrever como será el “tiempo nuevo”, la clase política de Irán es de un nivel muy superior en preparación técnica y en valores que las clases políticas, no solamente de la zona, sino incluso de los países occidentales.
13) Arabia Saudí ha utilizado el salafismo wahabita de la misma manera que la URSS utilizó a los Partidos Comunistas durante los 70 años que mediaron entre la revolución de octubre y la caída del Muro de Berlín, es decir, como peones de su política exterior. La financiación de mezquitas salafistas en todo el mundo, ha sido su carta de presentación ante la comunidad islámica internacional. Por su parte, Irán ha utilizado como carta de presentación, su actitud contra Israel, el factor que siempre genera unanimidad en el mundo islámico.
14) En el año 1979, la Revolución Iraní supuso una convulsión en la zona y precipitó una nueva situación en Oriente Medio. Sin este episodio, el conflicto del Líbano hubiera evolucionado de una manera muy diferente e, incluso, la actual guerra civil siria hubiera precipitado antes la intervención rusa, de no ser por el armamento suministrado por Irán. Así mismo, Gadafi ni hubiera podido afrontar durante tanto tiempo la insurgencia. El año 1979 marcó el despertar político del islam, pero fue en el año 1989, el momento en el que la llegada de marines a Arabia Saudí, generó una oposición interna al régimen de los Saud, momento en el que aparece el terrorismo sunnita, primero vinculado a la sigla Al Qaeda, y luego al DAESH.
15) La presencia norteamericana en Oriente Medio ha ido descendiendo y no puede garantizarse que las oscilaciones de la Casa Blanca y las sucesivas administraciones que se vayan turnando, confirmen la actual tendencia a inhibirse de los conflictos de aquella región. Ahora bien, de confirmarse la tendencia a la retirada creciente de los EEUU, Israel y Arabia Saudí quedarían en precario, sin paraguas protector, con todo lo que ello implica. Esta situación obligaría a ambos países a lograr un acuerdo con Irán, especialmente, si este país consigue hacerse con el arma nuclear (que ya hoy está a disposición de Israel, India y Pakistán, países de la zona).
16) El mayor riesgo que corre Irán en este momento es que alguna potencia exterior tenga la tentación de estimular el independentismo del Beluchistán. Esta zona está poblada por tribus pobres en relación a otras regiones de Irán y constituye una región que abarca un amplio territorio Pakistaní. La propia URSS tuvo esa tentación en su tendencia a abrir espacios hacia los mares cálidos del Sur y era el segundo tiempo que debía seguir a la invasión de Afganistán. Por su parte, la República Islámica de Irán tiene contenido en las montañas al movimiento independentista kurdo.
17) Por su parte, la gran duda que acompaña a las previsiones sobre Arabia Saudí es el resultado de su plan Visión 2030, así como sus fracasos en política regional y, especialmente, la caída de los precios del petróleo que ha hecho inevitable la reducción del gasto público y que se mantendrá mientras el precio del barril no supere los 70-75 dólares. La disminución de las subvenciones (para una publicación que está subvencionada a todos los niveles), las reformas sociales que violentan al fundamentalismo wahabita, el fracaso de la OTAN-Árabe y del bloqueo de Qatar, la prolongada guerra civil del Yemen y la voluntad del actual gobierno de luchar contra la corrupción, pueden generar a corto plazo un estallido social que causaría daños irreparables a las aspiraciones hegemónicas saudíes.
18) El control del “creciente fértil” por parte de Irán, facilita a Irán una amplia y leal base social, económica y política para ir aumentando progresivamente su influencia en la zona. De hecho, en la actualidad puede hablarse de hegemonía iraní desde las fronteras con Afganistán hasta el Mediterráneo sirio. Sin olvidar que todos los Estados, que se van distanciando de Arabia Saudí en la Península Arábiga, se aproximan automáticamente a Irán, como queda claro en la guerra civil del Yemen o se ha visto durante el bloqueo de Kuwait.
19) Sin embargo, en este “creciente fértil” existen algunas zonas “calientes”: el Sur del Líbano y la frontera con Israel, por una parte; Siria con los rescoldos de su guerra civil; la parte central de Iraq de influencia sunnita fuera del control de las milicias chiitas pro-iraníes. Sin embargo, la gran diferencia de Arabia Saudí con Irán radica en que éste último carece de oposición interior al sistema político y nadie cuestiona la existencia de la República Islámica. El balance final, a la vista de todos estos parámetros, da lugar a pensar que Irán refuerza su posición en el “creciente fértil”, mientras que Arabia Saudí ve peligrar la suya en la propia Península Arábiga.
20) La lucha por la hegemonía en la zona se está decantando incuestionablemente a favor de la República Islámica y a Arabia Saudí le va a resultar difícil remontar las desventajas que pesan en su contra en este momento, incluso si los planes del heredero de la corona y hombre fuerte del país, el príncipe Bin-Salman, pudieran llegar a buen término. La inversión realizada en los últimos 30 años en educación, investigación e infraestructuras necesarias, ha dado un impulso decisivo al régimen iraní. Desde la posibilidad de contar con la bomba atómica, hasta el hecho de que las mujeres iraníes reciten poemas de poetas clásicos a sus hijos, demuestra el alto nivel cultura y de desarrollo de este pueblo que está llamado a reconquistas la posición preferente que tuvo hace 2.000 años en Asia.
LA
LUCHA POR EL LIDERAZGO EN EL MUNDO ISLAMICO (2 de 6) -> DOS HISTORIAS TAN
PARALELAS Y TAN REMOTAS