Los cuatro
actores regionales en la zona de Oriente Medio son: Israel, Turquía, Irán y
Arabia Saudí. A lo que hay que añadir, la tutela directa que EEUU ha
ejercido hasta ahora sobre el Estado de Israel y la proximidad rusa a
esta zona que la convierte en estratégicamente importante para los diseños
políticos de Moscú. No hay que olvidar que la llamada “dorsal islámica”,
convierte en solidarios a los países europeos (en contacto con el mundo
islámico a través del Mediterráneo y de los Balcanes), con el mundo ruso (con
una amplia frontera común con países islámicos) y con el mundo chino (a causa
de la confesión musulmana de la etnia uigur que puebla el sudoeste de China).
El liderazgo del mundo islámico y todo lo que ocurra en esa zona, afecta
-aunque de manera muy diferente- a las distintas regiones de Eurasia.
Si hasta ahora hemos examinado la situación actual, a febrero de 2020, de lo que ocurre en parte de esa zona (en Turquía, en Siria y en el Kurdistán), ahora vamos a centrarnos en dos adversarios simétricos que ejercen como líderes del mundo sunnita y del mundo chiíta, respectivamente, Arabia Saudí e Irán.
Ambos aspiran a ser potencias regionales y a ponerse al frente de lo que cada uno considera como la versión más pura y legítima de la religión islámica. La distancia que separa a ambos países en todos los terrenos (étnico, lingüístico, cultural y religioso) es total: no están muy alejados uno del otro -de hecho, el brazo de mar que los separa a través del Golfo Pérsico tiene apenas 150 km de amplitud, mientras que su frontera terrestre está separada por una estrecha franja de terreno que constituye la desembocadura del Trigris y del Eufrates y por el Estado de Kuwait- sin embargo, son dos mundo que han tenido orígenes y evoluciones históricas completamente diferentes y que pueden considerarse como equidistantes y casi simétricos.
Arabia Saudí
cuenta con 32.275.000 habitantes, mientras que Irán casi la triplica con
83.000.000. Los primeros se extienden sobre una superficie de 2,149.690 km2,
mientras que la extensión de Irán alcanza 1.648.195 km2. La densidad
de población de Irán es de 50 habitantes por km2, mientras que la de
Arabia Saudí es de 15 km2, sin embargo, la distancia económica es
mucho menor: el PIB de Arabía Saudí es de 1,845 billones de dólares y el de
Irán de 1,627 billones. La diferencia estriba en la renta per capita de 55.859 dólares
para Arabía Saudí, mientras que la de Irán es de 19.540 dólares. Pero estas
diferencias habría que matizarlas -algo que haremos en páginas siguientes- para
demostrar que son sociedades cuya proximidad geográfica, oculta profundas
diferencias, y que la economía, no juega, precisamente, a favor de Arabía Saudí,
a pesar de las cifras parezcan indicarlo así.
La década que
se inicia ahora va a ser decisiva para ambos y, cuando se cierre, estará claro
cuál de las dos naciones consigue la primacía en la zona. Va a ser una
década de grandes cambios científicos, políticos y económicos. Ambos
gobiernos lo han advertido y de ahí el apresuramiento de Arabia Saudí para implementar
el “Plan 20-30” y el énfasis colocado por el gobierno de Irán en materia
educativa y universitaria, sin contar con su proyecto de desarrollo de una
energía nuclear con fines, inicialmente, pacíficos.
Si tenemos en
cuenta que la “tercera para” del mundo islámico en la zona, Turquía, ha
desarrollado también ambiciosos planes para desarrollar en la próxima década
-buena parte de ellos en cooperación con Rusia- cabe preguntarse ¿en qué
posición se encontrarán los diversos países europeos en relación a estas
potencias regionales?, habida cuenta de que, para la clase política
europea, no existe futuro más allá de los cuatro años que median de una
elección a otra y que la Unión Europea sigue siendo, cuando se cumple más de medio
siglo de su fundación, una estructura burocrático-administrativa, lenta, pesada,
con múltiples instancias de decisión, incapaz de afrontar los retos de un mundo
que cambia a mucha más velocidad de lo que tarda en tomar una decisión…
Lo que vamos a
procurar en este estudio es realizar un análisis, lo más pormenorizado
posible, de la realidad de estos dos países, Arabia Saudí e Irán, a fin de ir
avanzando en nuestro en el examen sobre los problemas de Oriente Medio. El
estudio ocupará cinco partes:
- una evolución histórica de ambos países,
- unos datos antropológicos y culturales,
- el estudio de los planes saudíes para evitar su dependencia del comercio petrolero,
- un estudio de las líneas maestras del actual gobierno iraní.
- seguido de unas conclusiones.