Hasta aquí hemos
visto símbolos que solamente los miembros de las Logias y unos pocos
interesados conocen; pero si hubiera que preguntar cuál es el símbolo más
universalmente extendido y que mejor expresa el origen filosófico de la
Masonería y sus ideales, éste sería sin duda el de la Escuadra y el Compás.
No se trata tanto de una dualidad opuesta como complementaria y, en cualquier
caso, que permite la realización de tareas que competen a dos estructuras
completamente diferentes y contradictorias: el cuadrado y el círculo. Si
ignorásemos cualquier otro instrumento propio de las Logias, bastaría con
conocer el cometido de la Escuadra y del Compás para reconstruir a partir de
ellos toda la filosofía Masónica.
Hasta tal punto
son importantes, que nos ayudan a comprender por qué son 33 los Grados de la
Masonería y puede decirse que, sin estos dos instrumentos, no sólo sería
incomprensible el simbolismo de las Logias, sino que ni siquiera hubieran sido
alzadas nuestras más hermosas catedrales. Una muestra de la ineficacia de los
modernos sistemas de enseñanza radica en que tanto la Escuadra como el Compás
son útiles que acompañan a todo escolar desde sus primeros años de aprendizaje
y, sin embargo, ningún plan de enseñanza registra una reflexión sobre las
cualidades de los instrumentos que durante años el niño deberá utilizar en su
aprendizaje. Pero la disociación que hoy existe entre un instrumento y las
enseñanzas morales que nos pueda aportar, era desconocida en otro tiempo, de
tal forma que no se concibió instrumento que permaneciera al margen de un
contenido didáctico, referido no solo a la tarea específica para la que había
sido concebido, sino fundamentalmente a una disciplina ética y moral.
Fijémonos solo
un instante, porque nunca más lo olvidaremos, cómo estos dos símbolos de la
Escuadra y el Compás nos sugieren, en su simplicidad, las tres situaciones
posibles en el terreno espiritual. Siendo la Escuadra el instrumento a
través del cual se delimita y trazan las formas posibles del mundo material,
cuadrados, rectángulos, líneas rectas, el Compás, por el contrario, delimita un
círculo tenido como imagen de lo Absoluto, de aquello que tiene principio y fin
en sí mismo. Así pues, la Escuadra simboliza la tierra, el Compás el
cielo. Cuando veamos a la primera superpuesta al Compás esto nos indicará
una situación de dominio de la materia; si, por el contrario, Escuadra y Compás
se muestran entrelazados, tal situación nos advertirá sobre el equilibrio de
fuerzas entre el mundo material y el mundo espiritual. Y si, finalmente es el
Compás el que se superpone a la Escuadra, quedará claro el dominio espiritual.
Escuadra y
Compás, por su amplitud simbólica, son, en sí mismos, libros mudos, no es raro
que sean equiparados en las Logias al Libro Sagrado, la Biblia, y que los tres
constituyan las «Tres Grandes Luces» que deben iluminar la senda del miembro de
la Orden. La función de la Escuadra es medir magnitudes del mundo material,
mientras que el Compás mide ángulos; el primero supone una aproximación al
mundo de la cantidad, el segundo al de la calidad y la esencia. Por esto mismo
y como veremos en otra parte, el cuadrado que puede trazarse con la Escuadra es
el símbolo del mundo material y el círculo que surge del manejo del Compás, lo
es del espiritual, siendo el instrumento que corresponde al Supremo Hacedor de
Dios, al Gran Arquitecto del Universo.
Relieve en la cornisa de la Casa Xif´re de Barcelona. Urantia, embarazada, con el compás
En las
Logias, el Compás muestra generalmente dos angulaciones: abierto a 90° indica
el ángulo que no se puede superar, el límite de la manifestación y, por esto
mismo, el equilibrio entre sus dos brazos; abierto a la mitad, sus 45° sugieren
equilibrio entre fuerzas antitéticas, situadas de manera dinámica y constructiva.
Así precisamente puede verse un Compás manejado por la musa Urania en la
cúspide de la Casa Xifré de Barcelona, acompañando a Saturno—Cronos. Puede
verse a la musa embarazada como asimilación a Balkis, amante de Hiram que, tras
abandonarlo y resultar muerto, quedó embarazada de él; episodio simbólico por
el que los Masones aceptan gustosos el nombre de «hijos de la Viuda». Esta
asociación de Urania con Saturno nos permite afirmar que en la cosmología
Masónica, el Compás es, al mismo tiempo, el emblema de la Geometría y la
Astronomía, mide las angulaciones de la tierra y del cielo y permite insertarse
en los secretos de ambos mundos. No es raro, por lo mismo, que originariamente
Saturno fuera una divinidad agraria y que su relación con el Compás estuviera motivada
por la necesidad de roturar y medir las tierras. En manos de Urania significa
el escrutar el Cosmos desvelando su influencia en las acciones de los hombres.
Es significativo a este respecto que en astrología la cuadratura – distancia de
90° entre dos planetas – sea considerada como un aspecto muy negativo, pero lo
es solo en tanto que esta angulación es la propia e inamovible de la Escuadra.
Toda la
movilidad del Compás es fijeza en la Escuadra. Así hay que entender la joya
que la representa colgando del cuello del Venerable Maestro de la Logia. Su
voluntad no puede ser otra, más que la de hacer cumplir las Constituciones y
los Estatutos de la Orden. Es libre solo para eso; pero para acceder a ese
noble rango debe necesariamente hacerse acreedor del otro atributo derivado
de la Escuadra: la rectitud que lo debe caracterizar por encima de cualquier
otra virtud; no deberá ceder a la debilidad, tendrá la rigidez propia de
quien quiere imponerse sobre la materia y aspira a ser perfecto y la perfección
se mide por el grado de identificación con lo establecido en las
Constituciones.
Estos dos
instrumentos son esquemátcamente idénticos a las letras
griegas gamma (Γ, G ) y
lambda (Λ, L ). Las cuatro gammas forman una
svástica completa, por eso en Masonería uno de los símbolos más habitualmente
utilizados es la letra G inserta dentro de una estrella. La G corresponde a
la gamma y de la misma forma que la geometría —cuya inicial es precisamente la
G— es la quinta ciencia en la enumeración de las artes liberales, la quinta
esencia del mundo manifestado y simbolizado por las cuatro gammas que forman la
svástica es, así mismo, la estrella de cinco puntas.
Por lo demás, desde
el punto de vista numerológico, el valor de la gamma es 3 y el de la lambda 30,
su suma, la suma de la escuadra y el compás, es 33, como el número de Grados de
la Masonería, como la edad de Cristo, como los 33 peldaños que componen la
escalinata del parque de Güell, como el número que puede obtenerse en infinitud
de combinaciones sumando las cantidades que figuran en el cuadrado mágico del
Pórtico de la Pasión en la Sagrada Familia...