viernes, 15 de octubre de 2010

La colonización de Europa. Guillaume Faye (G). CAPÍTULO VII. LA NUEVA CUESTIÓN RACIAL Y ÉTNICA. DESVIRILIZACIÓN DE LOS EUROPEOS, BESTIALIZACIÓN DE LOS AFRICANOS

La explosión y la demostración (rayando en los grotesco, ver el Gay Pride) de la homosexualidad, la feminización de las funciones sociales, la abolición de las diferencias y de los roles sexuales, la burla respecto de la familia numerosa y de los procesos natalistas (cuando se trata de europeos de origen, evidentemente, pero no cuando se trata de inmigrantes o de musulmanes): todo ello indica una profunda desvirilización  del hombre europeo, a la vez querido y experimentado, puesto en relación con lo que el sociólogo americano Stanley J. Fetjens denomina, desde los años sesenta, la culpabilización y la feminización del macho blanco. En el inconsciente colectivo, el susodicho macho blanco es "racialmente e intrínsicamente culpable". La feminista homosexual americana Linda Lewine, por otro lado amiga mía, escribía en 1984:" La dominación impúdica del macho blanco heterosexual sobre las mujeres, las gentes de color y los homosexuales ha durado demasiado tiempo. Merece ser castrado" (en Shared Intimacies, Jackson Ed., New-York.) No podría decirse mejor luego de un lapsus tal. La castración, incluso la autocastración del hombre blanco, tal es el horizonte psicoanalítico de los medios progresistas occidentales después de los años sesenta. 



A la glorificación de la homosexualidad masculina, responde la de la homosexualidad femenina, tíos entre ellos, tías entre ellas. De esta manera, los falos de los blancos y los vientres de las blancas permanecen sin fecundar. Todo el sistema, los medios, la ideología existente, destilan de manera soft lo que el grupo negro de rap racista del Bronx Military Entreprise formulaba abiertamente en 1992 en su pieza  White Out : " Vosotros los blancos, os volvéis maricones, y os volvéis lesbianas, de tal modo que no os vais a reproducir más".

Paralelamente, se instaura en la publicidad, en los medios, en las leyendas urbanas, en el cine, en el porno, en la prensa y en la televisión deportiva el mito de la supervirilidad del hombre negro. Y eventualmente del árabe.

En la prensa popular People las parejas mixtas de celebridades (Negro-Blanca) son sistemáticamente destacadas, como ejemplos sociales y sexuales. El porno saca tajada de ello. La empresa distribuidora de cassettes XDifi hizo pasar en la prensa de gran difusión especializada, en junio de 1999, este anuncio, al igual que centenares de ellos similares : " Las estudiantes rubias son estudiantes lamentables. En lugar de asistir a clase, prefieren desinhibirse, en total indecencia hacia los gamberros negros, hacia las pollas enormes. Incluso la "directora", una caliente rubia se deja follar acabando en una serie de eyaculaciones muy jugosas"

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Pero el efecto perverso de este mito estúpido de la supervirilidad de los negros o de los árabes, es su bestialización. En el inconsciente colectivo, se instaló una imagen arquetípica: el negro y el árabe son grandes folladores de pollas grandes, buenos futbolistas, buenos boxeadores, buenos matones, etc. Pero, evidentemente no matemáticos, técnicos, universitarios o pilotos de combate. Todo se halla en su slip y en sus músculos, nada en el cerebro. Los medios deportivos y la publicidad juegan intensamente sobre esta imagen, sin medir las consecuencias. El africano, tanto si es negro o magrebí, se halla en el fondo comparado a un gorila, a un ser dotado solamente de una virilidad primitiva. Los anuncios están llenos de esta mitología.

La sobrevaloración física, la virilidad mítica de los afro-magrebís da lugar por un efecto heterolítico de racismo inconsciente, a animalizarlos, a deshumanizarlos. Esta sociedad oficialmente antirracista y multirracial opera, exactamente como en Brasil o en los Estados Unidos, una jerarquización de las capacidades raciales en la representación colectiva. Respecto del blanco la organización, la disciplina, la cerebralidad, la complejidad; respecto del africano la "simplicidad natural", resumiendo, la animalidad. Esta bestialización, la cual los interesados no se aperciben, es muy perceptible en la publicidad pero también en los discursos de la prensa deportiva. Leído en L'Équipe : un tal boxeador  " sorprendente como un gorila ", un tal esprinter " brinca como una gacela ", etc.

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En la sociedad multirracial actual, en el que el etnomasoquismo hace culpables a los europeos, responde el autoracismo de los afro-magrebís hacia ellos mismos, por duplicado, a menudo debido a un racismo de resentimiento contra los europeos. En los suburbios, los "jóvenes" no designan solamente a los europeos como quesitos blancos o tabletas de aspirina, sino que ellos se designan a menudo a ellos mismos como la caillera - la "chusma". Si se analiza con atención las letras de la mayor parte de los grupos de rap (es suficiente con escuchar con asiduidad a Skyrock), se verá que el mensaje es en el fondo demasiado pesimista y al mismo tiempo, lo cual parece lógico, reivindicador. Respecto del tema recurrente "nosotros somos las victimas de la vida, mas o menos incapacitados; somos bastante amables pero es necesario ayudarnos, sino todo se colapsará, etc". Este auto-racismo se encuentra del mismo modo, hace un siglo, en los monotonos negros del deep south americano.

Permaneciendo en el dominio de la canción, recordemos las palabras de Claude Nougaro, en el cual el etnomasoquismo blanco se hace eco del antirracismo negro:: " Armstrong, no soy negro, soy blanco de piel; cuando quiero cantar a la esperanza ".

(c) Por el texto: Guillaume Faye

(c) Por la Edición Francesa: Editions de l'Aencre

(c) Por la traducción castellana: Miguel Ángel Fernández