Infokrisis.- Era importante establecer objetivos políticos porque en aquella época contra más pequeño era un grupo más hacía gala de maximalismo y "revolucionarismo". Abundaban las consignas ultrarrevolucionarias que no tenían ni la más mínima posibilidad de llevarse a la práctica, ni siquiera de ser tomadas en serio por la población. Es quizás en este punto en donde hoy hubiéramos escrito propuestas muy diferentes. La gravedad e intensidad de la crisis económica caminando hacia su mutación en crisis social permite realizar propuestas más ambiciosas. De todas formas, aquel documento fue redactado para la situación que teníamos ante la vista y ahí queda para el recuerdo..
5. CUESTION DE LOS OBJETIVOS
Llegados a este punto se trata de realizar las especificaciones necesarias para evitar caer en equívocos que pueden ser el germen de problemas futuros. En efecto, se tiene tendencia a confundir los objetivos finales de un movimiento político con los inmediatos, la estrategia con el programa, la doctrina con su aplicación, etc. De ahí que nos detengamos en los próximos tres parágrafos más de lo que sería necesario, sólo para disipar los posibles equívocos que pudieran arrastrar el debate hacia malentendidos y confusiones.
5.1. La cuestión de los objetivos finales es fundamental, pero no esencial en este momento. ¿Por qué? Porque en estos momentos en los que vivimos una fase previa al lanzamiento de una formación política, es decir, en el momento en que nos encontramos en el punto de arranque de un largo recorrido, no podemos plantearnos los objetivos finales con excesivo detenimiento que, en la práctica están demasiado alejados en el tiempo y en las posibilidades reales de alcanzarlos.
5.2. Ahora bien, si podemos definir un modelo de organización futura que tener como objetivo lejano a alcanzar. De la misma forma que los ciclistas en la Vuelta a España, pedalean para alcanzar el objetivo final, tienen que atravesar distintas etapas, cada una de las cuales precisa una estrategia para vencer. También podemos realizar una comparación con las dos armas más antiguas que se conocen: el arco y la maza; el arco sirve para abatir objetivos lejanos, la maza hace otro tanto con los cercanos. Análogamente, en la lucha política es preciso tener presentes (como veremos en el parágrafo siguiente) cuáles son los objetivos lejanos y los cercanos.
5.3. Definamos primero lo que es un objetivo: una meta a alcanzar. En la medida en que la acción política atraviesa por distintas etapas, contra mejor definidas estén cada una de estas etapas mayor precisión se tendrá a la hora de elegir una estrategia.
5.3.1. Partamos de una serie de postulados relativos a los objetivos políticos:
- Contra más alejado está un objetivo político menos posibilidades existen de alcanzarlo.
- Contra más próximo se encuentra un objetivo político más posibilidad existen de alcanzarlo.
- El objetivo político final es la conquista del poder, no como fin en si mismo, sino como medio para alcanzar un fin: la transformación de la sociedad.
- Por tanto, la marcha hacia el objetivo político final hay que parcelarla en objetivos políticos intermedios.
- En función de estos objetivos se establece el programa, la estrategia, las tácticas y la política de alianzas.
- Las alianzas y estrategias utilizadas para conquistar un objetivo político, pueden ser inútiles para conquistar el siguiente.
- Para ser alcanzables, los objetivos políticos tienen que ser realistas.
- Existen un objetivo "interior" (la construcción del partido) y un objetivo "exterior" (la "inserción parlamentaria". Ver capítulo 9).
- El objetivo "interior" es previo a cualquier otro objetivo. Sin instrumento político (esto es, sin partido), no existe acción política digna de tal nombre.
5.3.2. Es importante huir de las falsas ilusiones sobre objetivos brillantes desde el punto de vista ideológico, pero inalcanzables en la práctica. Y esto tiene mucha importancia por que nos dice qué consignas vamos a difundir (y que conviene difundir) y cuáles vamos a colocar en el maletín hasta que las circunstancias aconsejen enarbolarlas. Vamos a poner unos ejemplos:
- "Por la revolución nacional".- Es una muestra de infantilismo. No se es más revolucionario por repetir la palabra revolución más veces en menos tiempo, sino por llevar la revolución a la práctica. Y eso implica, justamente, lo que estamos definiendo en este documento.
- "Abajo el capitalismo".- el capitalismo no es la panacea universal pero en estos momentos el mercado es universal y un pequeño movimiento político no puede aspirar a desmontar el capitalismo sin generar efectos perversos en la propia comunidad nacional. Por lo demás, hay que ser realistas, sectores muy amplios de la población están dispuestos a combatir por la limitación de los excesos del capitalismo, pero muy pocos sectores (más bien solo individuos aislados) están dispuestos a afrontar una lucha para liquidar el capitalismo.
- "Derribar al régimen de partidos".- ocurre como con el capitalismo, una cosa aceptable es limitar sus efectos más perversos -la partitocracia- y otra eliminar a los partidos políticos como corrientes de opinión organizadas de la vida política. Vivimos en una situación de democracia constitucional y el propio sistema permite introducir correcciones progresivas; es preciso distinguir estas correcciones del derribo del sistema.
- "Carácter confesional del Estado".- inaplicable en tanto el propio Vaticano se muestra partidario de la separación de la Iglesia del Estado y la aconfesionalidad de los Estados y, de otro lado, el porcentaje de católicos en España no es significativo como lo era hace 25 años.
5.4. Establecer una secuencia de objetivos políticos.
Es preciso establecer una secuencia progresiva en la gradación de los objetivos políticos. Esta secuencia es la siguiente:
- Construcción del partido histórico de la identidad nacional. Fase actual a la que responde el presente documento. Puede darse por concluida cuando exista una masa crítica de afiliados (entre 1000 y 2000) comprometidos con la línea del partido, cuando exista una claridad de ideas y se hayan redactado los documentos suficientes como para definir la línea del partido.
- Fase de inserción democrática. Fase en la que el partido debe preocuparse por estar presente en los mecanismo representativos previstos por la constitución. Responde una fase de defensiva estratégica en la cual el partido no es lo suficientemente fuerte como para plantear reformas en profundidad, pero si fuerte como para que su programa sea escuchado por los sectores sociales a los que va dirigido. Se considera que esta fase concluye en el momento en que exista un grupo parlamentario propio en el parlamento de la Nación y representante electos en comunidades autónomas, parlamento europeo y ayuntamientos en número suficiente como para ser considerados como una fuerza política "con la que hay que contar".
- Fase de propuestas políticas. En la fase anterior la presencia política en las instituciones se habrá logrado mediante un trabajo de agitación básico (pocas ideas dirigidas a un espectro amplio de población), pero en esta nueva fase el objetivo es más ambicioso: se trata de realizar propuestas políticas con capacidad para ser llevados a la práctica, al menos en algunas esferas. Se trata de que los representantes electos "suden la camiseta" realizando propuestas legislativas constantemente. Este objetivo responde a una fase en la que se pretende alcanzar un "equilibrio de fuerzas". En esta fase es preciso demostrar el carácter "transversal" del partido y su capacidad para realizar propuestas de alto contenido social y patriótico. Pero, salvo en los ayuntamientos, no es aconsejable, todavía que se apoye a tal o cual partido para su tarea de gobierno. La estructura del partido es todavía excesivamente débil para asumir compromisos de gobierno y su papel transversal debe ser completado con una oposición neta a las líneas esenciales de los partidos mayoritarios.
- Fase de inserción en el poder: la irrupción del partido en los medios parlamentarios y el trabajo de oposición rinden sus frutos. El partido va creciendo a medida que se ocupa espacio político hasta entonces perteneciente al adversario. Ahora ya no se trata sólo de proponer, sino de participar en el reparto de poder. Es en ese momento en el que se abre la etapa de ofensiva estratégica. Por que es desde el poder solamente desde donde pueden realizarse las grandes reformas constitucionales y estructurales que podemos proponer.
Es evidente que resulta extremadamente ocioso dedicar mucho más tiempo a perfilar como serán estos dos últimos objetivos, cuando todavía no se ha alcanzado el objetivo previo.
Llegados a este punto se trata de realizar las especificaciones necesarias para evitar caer en equívocos que pueden ser el germen de problemas futuros. En efecto, se tiene tendencia a confundir los objetivos finales de un movimiento político con los inmediatos, la estrategia con el programa, la doctrina con su aplicación, etc. De ahí que nos detengamos en los próximos tres parágrafos más de lo que sería necesario, sólo para disipar los posibles equívocos que pudieran arrastrar el debate hacia malentendidos y confusiones.
5.1. La cuestión de los objetivos finales es fundamental, pero no esencial en este momento. ¿Por qué? Porque en estos momentos en los que vivimos una fase previa al lanzamiento de una formación política, es decir, en el momento en que nos encontramos en el punto de arranque de un largo recorrido, no podemos plantearnos los objetivos finales con excesivo detenimiento que, en la práctica están demasiado alejados en el tiempo y en las posibilidades reales de alcanzarlos.
5.2. Ahora bien, si podemos definir un modelo de organización futura que tener como objetivo lejano a alcanzar. De la misma forma que los ciclistas en la Vuelta a España, pedalean para alcanzar el objetivo final, tienen que atravesar distintas etapas, cada una de las cuales precisa una estrategia para vencer. También podemos realizar una comparación con las dos armas más antiguas que se conocen: el arco y la maza; el arco sirve para abatir objetivos lejanos, la maza hace otro tanto con los cercanos. Análogamente, en la lucha política es preciso tener presentes (como veremos en el parágrafo siguiente) cuáles son los objetivos lejanos y los cercanos.
5.3. Definamos primero lo que es un objetivo: una meta a alcanzar. En la medida en que la acción política atraviesa por distintas etapas, contra mejor definidas estén cada una de estas etapas mayor precisión se tendrá a la hora de elegir una estrategia.
5.3.1. Partamos de una serie de postulados relativos a los objetivos políticos:
- Contra más alejado está un objetivo político menos posibilidades existen de alcanzarlo.
- Contra más próximo se encuentra un objetivo político más posibilidad existen de alcanzarlo.
- El objetivo político final es la conquista del poder, no como fin en si mismo, sino como medio para alcanzar un fin: la transformación de la sociedad.
- Por tanto, la marcha hacia el objetivo político final hay que parcelarla en objetivos políticos intermedios.
- En función de estos objetivos se establece el programa, la estrategia, las tácticas y la política de alianzas.
- Las alianzas y estrategias utilizadas para conquistar un objetivo político, pueden ser inútiles para conquistar el siguiente.
- Para ser alcanzables, los objetivos políticos tienen que ser realistas.
- Existen un objetivo "interior" (la construcción del partido) y un objetivo "exterior" (la "inserción parlamentaria". Ver capítulo 9).
- El objetivo "interior" es previo a cualquier otro objetivo. Sin instrumento político (esto es, sin partido), no existe acción política digna de tal nombre.
5.3.2. Es importante huir de las falsas ilusiones sobre objetivos brillantes desde el punto de vista ideológico, pero inalcanzables en la práctica. Y esto tiene mucha importancia por que nos dice qué consignas vamos a difundir (y que conviene difundir) y cuáles vamos a colocar en el maletín hasta que las circunstancias aconsejen enarbolarlas. Vamos a poner unos ejemplos:
- "Por la revolución nacional".- Es una muestra de infantilismo. No se es más revolucionario por repetir la palabra revolución más veces en menos tiempo, sino por llevar la revolución a la práctica. Y eso implica, justamente, lo que estamos definiendo en este documento.
- "Abajo el capitalismo".- el capitalismo no es la panacea universal pero en estos momentos el mercado es universal y un pequeño movimiento político no puede aspirar a desmontar el capitalismo sin generar efectos perversos en la propia comunidad nacional. Por lo demás, hay que ser realistas, sectores muy amplios de la población están dispuestos a combatir por la limitación de los excesos del capitalismo, pero muy pocos sectores (más bien solo individuos aislados) están dispuestos a afrontar una lucha para liquidar el capitalismo.
- "Derribar al régimen de partidos".- ocurre como con el capitalismo, una cosa aceptable es limitar sus efectos más perversos -la partitocracia- y otra eliminar a los partidos políticos como corrientes de opinión organizadas de la vida política. Vivimos en una situación de democracia constitucional y el propio sistema permite introducir correcciones progresivas; es preciso distinguir estas correcciones del derribo del sistema.
- "Carácter confesional del Estado".- inaplicable en tanto el propio Vaticano se muestra partidario de la separación de la Iglesia del Estado y la aconfesionalidad de los Estados y, de otro lado, el porcentaje de católicos en España no es significativo como lo era hace 25 años.
5.4. Establecer una secuencia de objetivos políticos.
Es preciso establecer una secuencia progresiva en la gradación de los objetivos políticos. Esta secuencia es la siguiente:
- Construcción del partido histórico de la identidad nacional. Fase actual a la que responde el presente documento. Puede darse por concluida cuando exista una masa crítica de afiliados (entre 1000 y 2000) comprometidos con la línea del partido, cuando exista una claridad de ideas y se hayan redactado los documentos suficientes como para definir la línea del partido.
- Fase de inserción democrática. Fase en la que el partido debe preocuparse por estar presente en los mecanismo representativos previstos por la constitución. Responde una fase de defensiva estratégica en la cual el partido no es lo suficientemente fuerte como para plantear reformas en profundidad, pero si fuerte como para que su programa sea escuchado por los sectores sociales a los que va dirigido. Se considera que esta fase concluye en el momento en que exista un grupo parlamentario propio en el parlamento de la Nación y representante electos en comunidades autónomas, parlamento europeo y ayuntamientos en número suficiente como para ser considerados como una fuerza política "con la que hay que contar".
- Fase de propuestas políticas. En la fase anterior la presencia política en las instituciones se habrá logrado mediante un trabajo de agitación básico (pocas ideas dirigidas a un espectro amplio de población), pero en esta nueva fase el objetivo es más ambicioso: se trata de realizar propuestas políticas con capacidad para ser llevados a la práctica, al menos en algunas esferas. Se trata de que los representantes electos "suden la camiseta" realizando propuestas legislativas constantemente. Este objetivo responde a una fase en la que se pretende alcanzar un "equilibrio de fuerzas". En esta fase es preciso demostrar el carácter "transversal" del partido y su capacidad para realizar propuestas de alto contenido social y patriótico. Pero, salvo en los ayuntamientos, no es aconsejable, todavía que se apoye a tal o cual partido para su tarea de gobierno. La estructura del partido es todavía excesivamente débil para asumir compromisos de gobierno y su papel transversal debe ser completado con una oposición neta a las líneas esenciales de los partidos mayoritarios.
- Fase de inserción en el poder: la irrupción del partido en los medios parlamentarios y el trabajo de oposición rinden sus frutos. El partido va creciendo a medida que se ocupa espacio político hasta entonces perteneciente al adversario. Ahora ya no se trata sólo de proponer, sino de participar en el reparto de poder. Es en ese momento en el que se abre la etapa de ofensiva estratégica. Por que es desde el poder solamente desde donde pueden realizarse las grandes reformas constitucionales y estructurales que podemos proponer.
Es evidente que resulta extremadamente ocioso dedicar mucho más tiempo a perfilar como serán estos dos últimos objetivos, cuando todavía no se ha alcanzado el objetivo previo.