sábado, 16 de octubre de 2010

Cagliostro: vecino de la Villa y Corte.

Infokrisis.- Escribimos este artículo en 2001, publicándose acto seguido en Nuevos Horizontes. En aquel tiempo estábamos muy interesados por la personalidad de Giuseppe Balsamo y, más especialmente, por su "masonería egipcia" en la que intuíamos el origen del rito masónico de Menphis-Misraïm y, al mismo tiempo, de algunas de las más graves desviaciones de la masonería europea. Nos sorprendió saber que Balsamo, no solamente estuvo en España, sino que visitó Madrid... y su cárcel. Seguimos, entre otras, la mejor biografía de Cagliostro (Las Vidas de Cagliostro de Constantinos Photiades -curiosamente publicada en Barcelona en mayo de 1937 mientras la ciudad se veía agitada por los disturbios entre facciones izquierdistas).


    El ocultismo del siglo XVIII tiene tres nombres señeros, Saint Germain, Cagliostro y Casanova; estos últimos pasaron por Madrid, recibiendo el trato gentil con el que se obsequia a todo visitante. Cuando Cagliostro visita Madrid, todavía no ha sido "recibido" en el Gran Oriente de Francia, ni tampoco ha fundado su Rito Egipcio, pero ya por entonces ha practicado la alquimia en el laboratorio y es un ocultista versado; ha viajado lo suficiente como para haber absorvido conocimientos ocultos de los lugares que ha visitado y empieza a superponerse a su personalidad  de aventurero  y delincuente, aquella otra de mago, brujo e iniciado. Su estancia madrileña supone un punto de inflexión entre  ambos Cagliostros. Más aún: la masonería egipcia, contrariamente a lo que su nombre podría sugerir, se compone de una serie de elementos, añadidos y tradiciones de carácter judío, no cabalístico. Y estos elementos debió adquirirlos, casi necesariamente, en el Madrid del siglo XVIII, donde aun existían núcleos de judíos "marranos", falsos conversos, que seguían manteniendo ritos clandestinos que inspiraron a Cagliostro. Por todo ello, Cagliostro tiene su lugar en el marco del presente estudio.

    Giuseppe Balsamo, había nacido en Palermo, donde era conocido como "Beppo"; a los doce años se fuga del seminario de San Roque donde estaba internado. Sus primeros contactos con el mundo de la alquimia tendrían lugar en el convento de los Benfratelli. Sus constantes faltas de respeto y sacrilegios entrañaron su expulsión. Ya en Roma ejerció de proxeneta, alternando este oficio con la brujería y magia que aprendió con el orfebre Marano. Y es entonces cuando en busca de más conocimientos viaja a Constantinopla, Badgad, Esmirna, Alepo y El Cairo.

    De regreso a Roma, conocerá a la heredera de un fabricante de fajas, Lorenza Feliciani, de espíritu tan aventurero como él, su compañera fiel hasta penúltima hora.  Ambos se forjarán un pasado fabuloso capaz de impresionar a los más nobles y causar reverencia en los simples. Giuseppe Balsamo se dirá alumno de Altohotas, descendiente del jeque de La Meca, hijo putativo de Acharat, último rey de Trebisonda. Al ser destronado éste, su hijo -Cagliostro- debió exiliarse, pero resultó capturado en La Meca y vendido como esclavo a un notable jeque quien lo instruyó en la cábala y le otorgó el título de "Hijo desdichado de la Naturaleza". Las enseñanzas allí adquiridas le darían derecho a utilizar  el título de Gran Copto de Europa  y Asia. Encontró a una cofradía de derviches bailarines turcos, y a los últimos adoradores de Osiris. Fue a Damasco, conoció al sabio Althotas, poseedor de los arcanos superiores y con él llegó a Malta, isla en la que ambos en un laboratorio subterráneo, practicaron la alquimia. Enfrentados, Cagliostro mató a su amigo. Tal fue la génesis legendaria forjada por Cagliostro; es posible que la mayoría de elementos fueran fantaseados a efectos de construir una "leyenda iniciática".

    La realidad del origen de "Beppo" Balsamo era bien diferente: sus padres procedían de conocidas familias palermitadas;  de la familia materna se sabe que su abuela procedía de la familia Cagliostro y su padre era un Bracconieri; utilizaba indebidamente el título de "conde" con el que ha pasado a la historia. El no pretendía que le correspondiera por herencia regular, sino que lo atribuyó siempre a su condición de "noble viajero", con la que siempre quiso entroncar, uniéndose al linaje de Apolonio de Tiana y otros antiguos, y luego, a los peregrinos medievales que hicieron la ruta de Santiago. El mismo realizó el viaje hasta la tumba el Santo Apostol en Galicia. Probablemente se tratase aquí también de una fabulación. Era frecuente que los alquimistas tradujeran sus experiencias en el laboratorio a un lenguaje simbólico en el que el leit motiv era una larga peregrinación. Uno de los maestros intelectuales de Cagliostro, Nicolás Flamel, ya había utilizado el tema del viaje a Santiago de Compostela como excusa para mostrar veladamente las distintas fases el proceso hermético. Cuando le preguntaron a qué escuela pertenecía, la contestación fue simbólica: "...una con muy pocos alumnos; de ahí he atravesado el mar Rojo y Egipto para venir aquí. Había hecho voto de viajar como todos los de su sociedad, por el bien de su sociedad". Solovioff vió en él a un "iniciado desviado", lanzado por el camino de la magia negra y el poder. Nosotros nos adheridos a esta consideración.

    Si, en cambio, están documentados sus viajes sucesivos en ese período a Venecia, Marsella, Madrid, Barcelona, Cádiz, Lisboa y Bruselas. Se desplazaba en su carroza, negra y ornada con blasones rojos; al llegar a una población siempre se ospedaba en el mejor albergue. El atractivo de Lorenza Feliciani, cuyo peinado era extraño y su acento enigmático, contribuían a que excitara la curiosidad de los notables; luego, el propio Cagliostro remataba la obra, realizando la estafa: la realización de un conjuro, la fabricación de un diamante alquímico, lanzar una maldición a un adversario, etc. Hasta ese momento parecían no ser más que un par de aventureros, él muy versado en esoterismo y ocultismo, pero puesto al servicio de sus traperías.

    Según Gustave Ventura Cagliostro era ya franc-masón cuando visitó Madrid. Habría sido iniciado en la logia Secreto y Armonía de Malta en 1766. En caso de ser así, no cabría la menor duda que durante su estancia en la Villa y Corte se parovecharía de su filiación masónica, bien para tomar contactos o bien para dar un impulso a las logias.

    Llegado a Madrid, parece que se ganó honestamente la vida durante un tiempo, entre 1770-71 ejerciendo como dibujante y medrando a costa de su mujer, Lorenza, con la que se había encaprichado el Marqués de Fontanar. Aquí se le conoció como "Marques de Pellegrini", una bahía y un monte palermitanos, única referencia de su origen. Se relacionó con los duques de Alba y no tardó en convertirse en un aficionado al toreo, a cuyas corridas asistía junto con el Marqués de Fontamar. Lorenza, al levantarse, acudía presurosa a satisfacer los deseos del Marqués con el consentimiento de su esposo. Más de medio año duró esta comedia, hasta que la Inquisición amenazó detenerlo. Entonces huyó. Estaba acusado de realizar encantamientos y pronunciar conjuros. Estas mismas acusaciones, de brujos y blasfemos, eran proferidas en las mismas fechas, contra los judíos falsamente conversos, quienes, por lo demás, habían alcanzado a la alta nobleza nadrileña y a la profesión médica, en particular. Resaltamos esto porque eran dos áreas predilectas de trabajo de Cagliostro que suponen una interferencia con el judaismo no cabalista del que el aventurero extrajo lo esencial del Rito Egipcio.

    En 1775, después de un breve paso por Londres, se ve envuelto en escándalos y estafas en  Calais. Viajará a Nápoles en 1775 y ese mismo año volverá a España. En Barcelona se encontrará con problemas y resultará encarcelado después de intentar estafar a un cura. La huida de un turbio asunto de diamantes robados lo llevará a Cádiz y, por segunda vez regresará a Londres. Allí parece otro hombre: se hace iniciar en la franc-masonería el 12 de abril de 1777 en la Logia Esperanza, reunida al efecto en la taberna "King's Head"; un año después, cosa insólita, ya ha alcanzado los más altos grados de la orden, y una notoriedad que hará que los masones de La Haya celebren un banquete en su honor y formen sobre su cabeza la "bóveda de acero" con sus espadas. Conocerá al Duque de Brunswick Gran Maestre de una de las obediencias masónicas y disertará ante él sobre el Gran Arquitecto del Universo. En ese momento está muy cerca de Nuremberg, para evitar contactar con los núcleos rosacruces que se mueven allí cerca de las esferas de poder. será recibido por Federico II y por la más alta nobleza prusiana, como recomendado por el Duque de Orleans, Gran Maestre de la franc-masonería francesa. No son discutibles sus dotes para la adivinación, la profecía y la hipnosis. En Rusia efectuará curaciones milagrosas, igualmente indiscutibles y gozará de la protección del Príncipe Potenkim. También allí practicará la alquimia con el general Yelaguin. En Varsovia realizará una transmutación de plomo en plata; algnos lo denunciarán como falsario, pero siempre subsistirá la duda sobre la veracidad de la operación. En todas estas peripecias siempre visitará los hospitales y a los menesterosos de los lugares que recorría; se duda si era con la intención oportunista de rodearse de una aureola de santidad o bien como acto de bondad. Con Cagliostro los aspectos rufianescos se alternarán con los datos que indican una verdadera búsqueda del conocimiento. En 1785 multiplicó sus curaciones milagrosas; estas no afectaban solo a pobres diablos, sino a la nobleza de su tiempo: la princesa de Nassau, la de Mont Barey, el príncipe Soubise, el duque de Caillus, también a un capitán de dragones, entre las que constante sin duda alguna. Resulta difícil explicar porqué Cagliostro, si tenía vocación solo y exclusivamente de estafador, había dedicado tanto tiempo a la práctica de la alquimia, a menos que él mismo, a partir de un cierto momento, hiciera una dicotomía entre su condición de buscador y su necesidad de subsistencia; ya se sabe que la estafa rinde más que el trabajo constante...

    En 1785 en París funda el Rito Egipcio de la Franc-Masonería, poco después adquirirá gran fama al predecir la fecha exacta del nacimiento del Delfín. Sus procedimientos mágicos más habituales consistían en utilizar a alguién como medium, frecuentemente un niño o una muchacha, quienes miraban en el interior de una copa llena de agua e intuían las formas y las predicicones. Según otras versiones habría sido fundado en 1778 en Bruselas y según otras versiones la funda la Logia Madre del rito Egipcio en Lyon, a lo largo de 1784. El Consejo Supremo del Rito estaría fundador por tres grandes personajes de la sociedad francesa de su tiempo y los nobles hacían literalmente cola para iniciarse en sus logias. También las mujeres recibían de Lorenza, devenida Gran Sacerdotisa y Reina de Saba, su aiento en la frente mientras decía: "Te concedo este soplo para que germine y viva en tu corazón el espíritu de la verdad con los nombres de Helios, Mene, Tetragammaton". Las "síbilas" eran las iniciadas en el Rito Egipcio.

    Habían tardado más de veinte años en alcanzar su sueño dorado: fundar una nueva religión. El ritual de iniciación en su orden implicaba un período previo de ayuno y se realizaba en función del tema astrológico del aspirante. Este, vestido de negro era despojado de él y de sus joyas; recitaba el oficio del Espíritu Santo, mientras los sacerdotes trazaban con sangre de un ave, signos sobre su cuerpo. Debía trazar un círculo con yeso en el suelo y escribir las palabras sagras: Rap, Yob, Oz, Fa, evocando a las cuatro regionesd el universo. Luego penetra en el círculo, invoca al Ser, se postra con las manos en ángulo recto en espera de apariciones. En el vestíbulo de la logia se colocaban colgaduras negras con sserpientes bordadas; se administraban bebedizos a los novicios que los colocaban en una situación psíquica de máxima receptividad. Tres hombres les colocaban una venda ensangrentada en la frente. Todo esto recuerda más a las misas negras que a los ritos propiamente egipcios.

    En Estrasburgo, durante el año 1783, conoció al cardenal de Rohan y a la condesa de La Motte. Pretendió del primero que gestionara el reconocimiento de su Rito Egipcio ante el papa. Rohan esaba enamorado de María Antonieta y Cagliostro prometió que lograría su amor mediante un conjuro. La condesa de La Motte sabedora que dos joyeros habían armado un fabuloso collar para la reina, que ésta había rechazado por considerar que el erario público estaba ya suficientemente sobrecargado, falsificó una carta dirigida a De Rohan, en donde le comunicaba que deseaba verdaderamente el collar. De Rohan lo obtuvo y se lo entregó a la condesa de La Motte. Descubierta la farsa, Cagliostro, Rohan y La Motte fueron procesados. Cagliostro resultó exhonerado, pero su expulsión de Francia fue inevitable. El "asunto del collar" supuso un primer aldabonazo de lo que luego sería la revolución francesa. Cagliostro fue acompañado hasta las puertas de la Bastilla por una multitud delirante, probablemente más que 10.000 personas que lo vitorearon. Esa misma multitud, menos de tres años después volvería a plantarse ante la antigua Torre del Temple para abatirla.

    La aventura de Cagliostro había llegado al cénit. Seguirá estudiando cábala y alquimia en Basilea, pero finalmente cometerá su gran error marchando a Roma. En la corte papal la masonería egipcia había causado profundo rechazo, se percibía en ella un tufo satánico y no hubo más que recurrir a un antiguo proceso abierto contra Cagliostro por falsificación de moneda, incoado más de tres décadas antes, para encarcelarlo en el castillo papal de Sant'Angelo. Juzgado también por herejía, elñ 7 de abril de 1791 un tribunal lo condena a muerte; la pena será conmutada por prisión perpetua, pero no podrá evitar que su libro de rituales "Masonería Egipcia" sea quemado públicamente junto a su mandil masónico, su cordón y demás objetos rituales, en la Plaza de Minerva. Pocos meses después pidió confesión, intentó arrebatar el cinto del cura enviado al efecto y estrangularle con él, pero el sacerdote se defendió con tal furia que logró desasirse; a partir de este momento las condiciones de detención de Cagliostro se endurecieron y murió poco después en San Leon el 26 de agosto de 1795. Había concluido la peripecia del hombre más sorprendente del siglo XVIII.

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