viernes, 15 de octubre de 2010

Aribau: buceando en los orígenes de la Renaixença (II de IV). Aribau, presunto carbonario

info-Krisis.- En la historia del siglo XIX catalán suelen aparecer personajes que han alcanzado fama (Anselm Clavé, Narcís Monturiol, Ildefons Cerdá, etc.) de los que prácticamente se oculta que pertenecieron a asociaciones secretas y grupos conspirativos. Y esa militancia no era un mero “detalle” secundario en sus vidas: si se tuviera en cuenta que Clavé o Monturiol eran comunistas utópicos en la línea de Etienne Cabet, se entendería el por qué se aprestaron a propagar el canto coral entre los trabajadores o de dónde procedía el interés en la navegación submarina o por qué las manzanas del Eixample barcelonés tienen forma ochavada (18). A nadie que haya estudiado mínimamente la vida y la obra de estos tres personajes de la cultura catalana del XIX se le ocurrirá disociar su militancia política de las aportaciones que realizaron; es más, si realizaron unas aportaciones concretas fue en función, solamente de sus creencias políticas y como aplicación de las mismas. De ahí que tenga importancia fijar si Aribau era o no carbonario o si, como mínimo estaba implicado en el universo conspirativo liberal de la primera mitad del siglo XIX.

De la infancia de Aribau se sabe lo justo con alguna duda y varias imprecisiones. Se sabe que nación el 4 de noviembre de 1798 y que era hijo de una familia acomodada cuyo patrimonio derivaba del comercio. Estudió en el Seminario Conciliar de Barcelona, le apasionó la lectura de los clásicas y entre 1814 y 1816 estudia ciencias varias. De ese período se polemiza sobre un defecto en la pronunciación que le hacía hablar con dificultad. Unos atribuyen este defecto a una segunda dentición anormal y otros a un susto que le produjo la irrupción en el domicilio familiar de soldados franceses para detener a su padre (19). Parece ser que ese defecto nunca lo terminó de superar y le acompañó durante toda su vida.

En 1815, a poco de abandonar las tropas francesas Barcelona, Aribau participa en la constitución de la Sociedad Filosófica en a que figuran también Ignasi Savall, Francisco Llaró, Antoni Monmany, Miquel Antón Martí, Ramón Muns, Somponts i Llobet, López Soler. Todos son amigos, jóvenes y atraídos por los ideales de la ilustración, todos con ganas de obtener fama literaria. El cenáculo intelectual tuvo corta vida y se disolvió en 1821. El alma de la Sociedad fue Francisco Llaró i Vidal. Manuel de Montoliu que es a quien seguimos en esta parte, estudió toda la documentación de la Sociedad Filosófica, depositada en la Acadèmia de Bones Lletres. La Sociedad tenía tres secciones: Metafísica, Física, y Oratoria y Poesía. Su boletín tenía el pretencioso nombre de Periódico Erudito. Los artículos no se firmaban con el nombre sino con un seudónimo. El de Aribau era “Ubariso”. El de López Soler, “Lopecio”; “Silvio” el de Savall; “Montano” el de Muns… ¿eran los “nombres iniciáticos” con los que en aquella época era habitual que utilizaran los miembros de las sociedades sacretas? No hay que descartarlo en absoluto. Todos ellos comparten los mismos ideales constitucionalistas; son antiabsolutistas y en sus reuniones parece que hablan más de política que filosofía. 

La revista apareció de junio de 1815 a 1820. Montoliu define el nivel de la revista como “mediocre y pedante” (20). Aparecen artículos irreverentes y anticatólicos. Hay continuas referencias a Adam Smith, Rousseau, la Enciclopedia, el marqués de Caracciolo. Las traducciones son de obras que ya gozaban de reconocida fama en Europa y que llegaron tarde a España. Contrariamente a lo que algunos han dicho, en la Sociedad Filosófica no hay ni rastro de romanticismo. Aribau lo descubre entre 1820 (cuando la Sociedad Filosófica ya está agonizando) y 1823 (21).

En 1815 la masonería todavía no se había reconstruido en Barcelona. Se sabe que, en aquellas primeras logias traídas por las tropas napoleónicas, iniciaron a algunos barceloneses, pero lo más probable es que se tratada de “afrancesados” y que siguieran a las tropas napoleónicas en su retirada. Por tanto, hay que descartar influencia masónica en la Sociedad Filosófica, por lo menos en sus primeros pasos. Por otra parte, la trayectoria de los miembros de la sociedad y del propio Aribau les caracteriza como opositores a la presencia francesa y, por tanto, necesariamente exteriores a las logias. Como se sabe, en aquel momento la masonería internacional estaba fracturada en dos grandes tendencias: las logias de obediencia francesa (en general republicanas, laicas y liberales) y las logias de obediencia inglesa (conservadoras y teístas). Antes de la entrada de las tropas napoleónicas existían logias en España de obediencia inglesa, sin embargo, el carácter anticatólico de los textos difundidos por la Sociedad Filosófica impide reconocer influencia de esta rama de la masonería. Sin embargo, el marasmo de la guerra de la independencia y las convulsiones políticas inmediatamente anteriores debieron arrasar completamente con esta masonería. Cuando, Domingo Badía (a) “Alí-Bey”, decide realizar su viaje a La Meca, previniendo que necesitará ayuda y apoyos en el curso de su expedición decide ingresar en la masonería, pero debe de ir a Londres para hacerse iniciar (22). Son los últimos años del reinado de Carlos IV y de la presencia de Godoy, lo que indica que ya en esa época, inmediatamente anterior a la invasión napoleónica, la masonería de obediencia inglesa se había extinguido en España.

En cuanto a la Sociedad de los Caballeros Comuneros no se había constituido todavía y los primeros carbonarios italianos solamente llegarían a Barcelona en 1820, coincidiendo, eso sí, con el cambio de actitudes en el interior de la Sociedad Filosófica y con su disolución.

Así pues, resulta extremadamente difícil establecer si existió detrás de la Sociedad Filosófica alguna influencia organizada de grupos secretos que operaban en su interior y mucho más difícil todavía establecer de dónde venía esa influencia. En cualquier caso, no hay ninguna duda de que, al menos en su juventud, todos sus miembros fueron liberales y constitucionalistas. El recurso sistemático al seudónimo (practicado en la Orden de los Iluminados de Baviera, en buena medida formada por intelectuales y artistas, y en la masonería, no deja de ser sospechoso y permite pensar que detrás pudiera haber algo más que una simple hermandad literaria compuesta por jóvenes pedantes.

En el caso de Aribau, no sólo él sino también su padre, son constitucionalistas convencidos, opositores a Fernando VII y partidarios de la Constitución de Cádiz. El padre debe exiliarse y la madre enferma. Bonavertura Carles Aribau debe entonces ponerse a trabajar en el comercio (en Casa Dodero). Desde el principio colaborará en el estallido de la revolución liberal de 1820 (23).

Así mismo, tampoco hay que olvidar que en el primer tercio del siglo XIX, la actividad política liberal se desarrolló casi siempre en condiciones políticas muy precarias, a un paso de la clandestinidad y con un riesgo permanente de sufrir la represión. No es raro, por tanto, que los liberales se organizaran desde el principio en organizaciones secretas juramentadas (como el carbonarismo o la comunería) o siguiendo la tradición del siglo XVIII en cenáculos intelectuales tras los que se ocultaban otras intenciones. De no ser así, la Sociedad Filosófica sería como mínimo un foco de actividad liberal, una agrupación de admiradores de las modas enciclopedistas y de la Ilustración, llegadas a España con retraso.

La Sociedad Filosófica terminó disolviéndose e integrándose en la Academia de Buenas Letras de Barcelona en 1821. Las fichas de ingreso de los nuevos socios son de fecha 4 de junio. Poco más de veinte días después, el 26 de junio de ese año, uno de los miembros de la Sociedad Filosófica, López Soler, será nombrado secretario general de la institución (24). Se trataba de uno de los activistas constitucionalistas más exaltados. Aribau ingresa también en la Academia (25).

Aribau, a todo esto, ha publicado en 1817 su primer libro que lleva el título de Ensayos poéticos, escrito en castellano y que resume sus intervenciones en los cenáculos de la Sociedad Filosófica entre 1815 y 1817. En 1820 es un revolucionario (26) que no duda en ponerse del lado de Riego cuando promueva el movimiento constitucionalista. Aribau escribe versos que se popularizarán pronto y el famoso himno:

Libertad, libertad sacrosanta,
nuestro numen por siempre serás:
podrás vernos morir en tus aras,
que vivir en cadenas, jamás!
(26)

Sigue colaborando en ese período con Ramón López Soler (27), el más exaltado de los miembros de la Sociedad Filosófica con el que incluso escribe un nuevo himno político del que vale la pena transcribir un fragmento:

Mientras tú a los esclavos persigues
Oh, Lopecio, con fiero clamor,
Yo pretendo cantar a los libros,
Que no en vano soy libre y cantor.
Benjamín, los loores recibe
De un extraño que te es superior,
Que tú eres francés y cautivo
Y yo soy español y señor. (28)


El texto es de 1920 y es casi un paradigma de los ideales constitucionalistas de la época e incluso del estilo: declamatorio, desgarrado, arrebatado y nacionalista. Sin embargo, poco a poco se irá moderando (a diferencia de López Soler que morirá antes de llegar a la madurez con el mismo radicalismo que le acompañó desde la adolescencia). En esa época absolutamente nada vincula a Aribau a algo que pudiera considerarse remotamente como precedente del regionalismo catalanista. Es liberal de la época y, por tanto, nacionalista español, sin más matices. En esa misma época, para demostrarlo, colabora con las publicaciones liberales más famosas de la época: empieza colaborando con El Constitucional, pero sus artículos son criticados por demasiado moderados; pasa luego a La Voz de la Razón, en donde Josep Mª Poblet dice que el moderado es él (29). Colaborará con otras muchas revistas (la más fluida con El Vapor, otra portavoz de los liberales exaltados). Sigue sin aparecer el catalanismo por ningún sitio. Estos artículos, además, los escribe siempre en castellano. Para colmo, tras la peripecia de la Sociedad Filosófica, Aribau pone en marcha junto con el editor Rivadeneyra la Biblioteca de Autores Españoles que publicará las obras de Cervantes y de Leandro Fernández de Moratín. En los tres primeros volúmenes de esta obra Aribau colabora redactando ediciones críticas, introducciones y cuidando los detalles de la edición de estos autores españoles. Tampoco aquí aparece ningún prurito catalanista. De esa época datan también poemas en castellano incluidos en su primera obra –Ensayos Poéticos- de 1817. Uno de ellos es curioso porque nos sitúa en plena temática panteísta. Aribau creo que la Creación es la mejor prueba de la existencia de Dios. Y cuando alude a la “creación” se está refiriendo a la naturaleza, de ahí que la naturaleza sea la manifestación de Dios y pueda llegarse a éste a través de su contemplación (30). Panteísmo ingenuo y juvenil de un  poeta castellano nacido en Catalunya que en ese momento apenas tiene 19 años. Igualmente significativo es que en la introducción a esta obra Ramón Muns i Seriñá, otro miembro de la Sociedad Filosófica, aluda a la poesía como “la primera fuerza civilizadora del mundo” y remita a la Edad de Oro y al mito de Orfeo, temas… que se repiten en la simbólica masónica de aquella época con singular reiteración y que en Barcelona están muy presentes en el bagaje simbólico que acompaña la decoración del Parque del Laberinto (31).

Las sospechas de que a partir de 1820, cuando Aribau se vincula al carbonarismo se basan en tres pruebas circunstanciales que, por sí mismas no demuestran nada, pero sí que contribuyen a generar la noción de una “duda razonable”. Estas pruebas circunstanciales son tres:

- La colaboración de Aribau junto a Ignacio Villavecchia, comerciante italiano afincado en ese momento en España.

- A esta relación sigue la creación por parte de Aribau de la revista El Europeo, que encarnaba el título de la asociación carbonaria creada por Garibaldi, en esos mismos años, Joven Europa y que en España contó con una sucursal.

- El hecho de que en Barcelona se albergaran durante el trienio liberal a 600 carbonarios italianos que vivieron arracimados en la calle Industria, a la derecha de las Ramblas, próximos al puerto de la ciudad. De la actividad propagandística de estos carbonarios surgió la rama española de la secta secreta conspirativa.

Estos hechos pueden encadenarse unos a otros y todos aparecen justo en el momento en el que la Sociedad Filosófica, radicada en Barcelona (puerta de entrada del carbonarismo) se disuelve. A falta de un estudio más pormenorizado es posible pensar que es precisamente la difusión de las ideas carbonarias a partir de 1820, cuando se produce el desembarco masivo de carbonarios italianos en Barcelona, es el factor desencadenante de la ruptura dentro de la Sociedad Filosófica. Es, en cualquier caso, curioso que la diferencia que hay entre la Sociedad Filosófica y las iniciativas posteriores de Aribau consiste en que, a partir de 1820 asume el romanticismo como idea filosófico-existencial y da un tinte romántico a sus publicaciones. El Europeo será considerado como el vehículo de introducción de las ideas románticas en España. Pero es que, el romanticismo en Italia se identifica completamente con los ideales carbonarios y especialmente es encarnado por la figura de Garibaldi, a medio camino entre el agitador político heroico y el condotiero renacentista.

No es solamente cuestión del título. La presencia carbonaria en la redacción de El Europeo es asfixiante. Colaboran en su redacción el inglés Cook y los italianos Galli y Montegia, los tres conspicuos conspiradores carbonarios. Por otra parte, todo esto es inseparable de la vinculación, justo en ese momento, de Aribau al industrial italiano Villavecchia del que, muy probablemente, surgieron, sino la totalidad, al menos lo esencial de los fondos gracias a los cuales fue posible lanzar la publicación El Europeo, una de las mejores revistas de su tiempo y que trascendía la idea de una pequeña revista de agitación y propaganda realizada por liberales exaltados.

La vida de El Europeo será breve, apenas seis meses. El primer número salió el 18 de noviembre de 1823 y el último el 24 de abril de 1824. El pie de imprenta demostraba que la publicación se realizaba desde Barcelona impulsada por un “grupo de intelectuales que se daba a sí mismo el nombre de Escuela Romántico Espiritualista” (32). La militancia carbonaria de dos de ellos, Luigi Monteggio y Fiorenzo Galli, está fuera de duda y la vinculación de Cook a los círculos místico-románticos con vinculaciones a grupos masónicos o próximos a la masonería. Carl Ernst Cook, contrariamente a lo que se tiene tendencia a pensar, no era inglés sino alsaciano y se le considera uno de los introductores del romanticismo en España a donde llegó como exiliado liberal (33). Se trasladó pronto a Menorca en donde fundó un colegio que alcanzó pronto prestigio científico. De ahí salió el frenólogo y masón Mariano Cubí. Emigró a Italia para participar en los combates por la unificación del país, junto a Mazzini y Garibaldi. Aunque se ignora si perteneció a la carbonaría, se alineó siempre junto a carbonarios y es con ellos con los que en 1821 se convierte en un exiliado más llegado de Italia a Barcelona. En la Ciudad Condal conocerá a Aribau y a López Soler y junto con Moteggio y Galli fundarán El Europeo. En ese momento las preocupaciones de Cook no son solamente políticas, sino que sigue orientaciones muy comunes en aquella época entre los liberales exaltados: se interesa por el magnetismo animal de Franz Anton Mesmer y por la frenología de Sprunz, Gall y Mayer, aspectos de un conocimiento en evolución que todavía no había conseguido abandonar su etapa pre-científica (34).

Se suele enfatizar que el Europeo fue la primera publicación que difundió los ideales románticos en España de manera organizada y sistemática. Eso es innegable, pero no es menos innegable, que estaba fundada y promovida por cinco liberales exaltados de los que dos son carbonarios, sobre Cook existe la seguridad de que también lo fue, y sobre Aribau y Ramón López es fácil pensar que se sintieron atraídos por el carbonarismo y dispuestos a difundir su ideario identificado con el romanticismo (35).

Cuando se empieza la publicación de El Europeo, el trienio liberal ha concluido con la entrada de los “Cien mil hijos de San Luis”. La agitación política debe moderarse, sino se quiere terminar en prisión o algo peor. Esto explica el carácter literario de la publicación El Europeo y el que el elemento político haya pasado a un plano secundario. En los ambientes liberales la experiencia de la Santa Alianza y su operación en España cortando radicalmente el trienio liberal, tuvo un extraordinario impacto. Empezaron a pensar que, de la misma forma que las monarquías europeas actuaban unificada y solidariamente, las fuerzas liberales debían de hacer otro tanto. De ahí que, a partir de entonces, los liberales empezaran tempranamente a aludir a la “idea europea”. En 1836, distintas asociaciones carbonarias nacionales  creadas a la imagen y semejanza de Giovine Italia, la organización de Mazzini y Garibaldi, fundaron Joven Europa que evidencia que la idea europea estaba viva en el carbonarismo (36).

De 1924 a 1836 median doce años. A la revista El Europeo le cabe el honor de haber albergado al primer núcleo carbonario que comprendió que para afrontar la ofensiva de la Santa Alianza era preciso una alianza entre los liberales europeos.

A partir de ese momento, la actividad política de Aribau disminuye y se reduce solamente a la publicación de artículos en distintas revistas, cada vez más moderadas. Y en Madrid funda el periódico El Corresponsal y más adelante, cuando este desaparece, vuelve a colaborar con El Constitucional así como con una publicación nueva: La España… En esa época publica la Oda a la Patria (37).


NOTAS

(18) En nuestra obra Guía de la Barcelona Mágica (op. cit., págs.. 218-225) tocamos brevemente esta temática. Existen rastros documentales suficientes de que Clavé, Monturiol y Cerdá compartían el ideal de Etienne Cabet expuesto en su libro Retorno a Icaria. El propio Monturiol tradujo al castellano esta obra en 1848 que fue publicada por la Imprenta y Librería Oriental de Martín Carlé y reeditada en 1985 por Ediciones Orbis, SA. Durante su estancia en el Empordá en calidad de perseguido político, Monturiol observó los sufrimientos de las familias de los pescadores cuando salían a la mar y su “amor a la humanidad” le indujo a inventar un navío insumergible, el submarino. En cuanto a Clavé, su impulso por el canto coral deriva de que tal como explica Cabet en su obra (pág. 60-61, entre otras muchas referencias) el canto refuerza la solidaridad y la unión entre las personas. Cabet explicaba que los icarianos cantaban mientras trabajaban. En cuanto a Cerda, tal como expusimos en la Guía de la Barcelona Mágica, ideó el Eixample en función de las inspiraciones que extrajo de la lectura de Cabet, cuando éste aludía a que Icaria era una ciudad circular con grandes avenidas rectilíneas y con manzanas cuadradas. Cerdá se limitó simplemente a diseñar sus manzanas de tal manera que contuvieran la cuadratura del círculo (problema que no tiene solución matemática pero sí geométrica) ante la imposibilidad de que el Eixample fuera circular como proponía Cabet. Mantuvo, eso sí, la consigna de trazar avenidas rectilíneas para que “pudiera circular un aire más limpio” (Cabet, op. cit., pág. 71). El hecho de que el nombre de Icaria quedara grabado en el callejero barcelonés es suficientemente significativo de la importancia que tuvo el comunismo utópico en aquella ciudad. Sorprendentemente ni la Generalitat ni el Ayuntamiento de Barcelona han realizado medida alguna para recuperar este pasado, seguramente porque no tenía absolutamente nada que ver con el regionalismo catalanista que se ha intentado en todo momento convertir en el eje y en la clave de bóveda de la sociedad catalana.

(19) Poblet, op. cit., pág 19.

(20) Manuel de Montoliu, op. cit., pág. 47: “En general, els trevalls originals del socis de la Filosófica no pasan dels limits de una mediocritat bon xic pedantesca” (Traducción: “En general, los trabajos originales de los socios de la Filosófica no superar los límites de una mediocridad muy pedante”.)

(21) Manuel de Montoliu, op. cit., pág. 49.

(22) Hemos tocado este tema en nuestro artículo “Alí Bey, aventurero y descendiente del profeta”, publicado en Saber Mas, Barcelona 1998, pág, 23-25 y en el blog infokrisis: http://infokrisis.blogia.com/2009/021304-ali-bey-aventurero-y-descendiente-del-profeta.php

(23) Constitución Catalana y cortes de Cataluña. Excerpta vuitcentista de Peguera, a càrrec de Ramon López Soler, Jaume Ribalta i Haro, Universitat de Lleida. http://www.raco.cat/index.php/RevistaDretHistoric/article/view/27898/27732

(24) Jaume Ribalta, op. cit., pág. 4 y también http://lletra.uoc.edu/ca/autor/bonaventura-carles-aribau

(25) http://lletra.uoc.edu/ca/autor/bonaventura-carles-aribau

(26) Jaume Ribalta, op. cit., pág. 5

(27) Una biografía literaria de Ramón López Soler, puede encontrarse en el artículo Ramón López Soler, el romanticismo en su teoría y en su práctica, http://www.cervantesvirtual.com/portal/romanticismo/actas_pdf/romanticismo_8/cremades.pdf

(28) Citado, entre otros por Josep Mª Poblet, op. cit., pág. 21.

(29) Josep Mª Poblet, op. cit., pág. 21.

(30) Citado por Manuel de Montoliu, op. cit., pág. 50.

(31) En nuestra obra Misterios de Barcelona, Editorial PYRE, Barcelona 2001, pág. 9-27, realizamos un análisis simbólico e histórico del Parque del Laberinto y establecimos que su decoración atiende a los patrones de la mitología griega redividos por el neoclasicismo del siglo XVIII, pero también anotamos que, determinados detalles, hacen que la cosa no sea tan simple: esos mismos temas mitológicos aparecen también en la decoración de la Casa Xifré en Barcelona (véase la misma obra, páginas 28-42) y ahí ya es posible demostrar que están vinculados a la franc-masonería y al martinismo.

(32) Antonio de Montoliu, op. cit., pág. 54

(33) Los datos sobre Cook han sido extraídos de http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Ernest_Cook

(35) Sobre la frenología y la figura de Mariano Cubí de un lado y el mesmerismo de otro, véase el artículo publicado por nosotros en infokrisis: Mariano Cubí y las glorias de la frenología, en donde se aportan datos sobre las relaciones de Cubí y de los frenólogos con la masonería. http://infokrisis.blogia.com/2008/121202-mariano-cubi-y-las-glorias-de-la-frenologia.php

(35) Véase la totalidad de la obra El Socialismo Romántico, de Sarane Alexandrian, Editorial Laia, Barcelona 1985, que en su mayor parte está dedicado al socialismo utópico, a las conspiraciones carbonarias, al comunismo icariano y al positivismo tardío que entran perfectamente en este contexto político-liberal-espiritualista.

(36) En 1931 Mazzini fundó Giovine Italia que fue completamente desarticulada tras la conspiración fallida en Savoia en 1834. Un año antes, Mazzini fundó Goivine Europa en Berna con el fin de “coordinar a los pueblos europeos que aspiraban a la independencia nacional”. Estaban presentes representantes de Suiza (La Jeune Suisse), Polonia (Joven Polonia), Joven Alemania (cuya actividad era de socorros mutuos y difusión cultural entre los emigrados alemanes). En 1836, la asociación había dejado de existir, cuando ya se habían formado grupos similares en toda Europa, incluida España. La asociación Joven España fue generada por carbonarios. Así mismo existió Joven Inglaterra que contó al Disraeli entre sus afiliados.

(37) Para ampliar todos estos datos puede consultarse la obra de Antonio de Montoliu, op. cit., págs. 45-59 y Josep Mª Poblet, op. cit., págs.. 21-23.

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