Infokrisis.- Se han visto pocos burkinis en las playas, pero muchos velos en las ciudades. Todos los veranos tienen su “serpiente” (noticia de escasa entidad que ocupa durante días las primeras planas de los informativos). El verano de 2009 la serpiente fue el “burkini”. Acrónimo de “burka” y “bikini” se trata de un bañador especialmente diseñado para las mujeres islámicas que solamente deja al descubierto cara, manos y pies. Su diseñadora incluso tiene página en Internet. Aparecido en Australia, ha llegado a Europa causando múltiples comentarios. ¿Se trata de una polémica inofensiva? ¿No es acaso un tema menor? Sí, pero de él se desprenden múltiples consecuencias antropológicas y culturales que obligan a reconocer la incompatibilidad entre la civilización islámica y la europea y la imposibilidad de un “mestizaje cultural” entre ambas.
Sin duda no es un prenda glamurosa y ni una sola europea en su sano juicio aceptaría lucirla, y mucho menos en una playa. La primera sensación que produce es de asfixia. ¿Cómo es posible que bajo el calor del sol alguien, en plena playa, pueda lucir una prenda que solamente deja menos de una décima parte del cuerpo al descubierto? No sin cierta ironía, su diseñadora, explica que el burkini es la mejor protección contra los rayos solares y contra la arena… El modelito se debe a la australiana de origen libanés Aheda Zanetti, musulmana, que se dice, al mismo tiempo, amante de los deportes. Así mismo, ha añadido que el burkini permite reflejar la multiculturalidad de Sidney.
La capucha del burkini es independiente del resto, con lo cual, las islamistas más descocadas pueden quitárselo en un alarde de exhibicionismo susceptible de hacerlas acreedoras de 50 bastonazos en algunos países árabes. La prenda ha sido puesta a la venta en Europa por Woortman Sportwar en tres tallas: “recatada”, “deportiva” o “ajustada” y en varios colores.
Piscinas, burkinis y comunistas
El 1 de agosto se impidió el acceso a la piscina de Emerainville (en la banlieu parisina) a una mujer que solía acudir con burkini. Carole, la mujer musulmana en cuestión de 35 años, había podido utilizarlo sin ningún problema en días anteriores así que rechazó la prohibición y se dirigió a la comisaría de policía más cercana para dejar constancia de lo ocurrido: en su opinión, un caso de "segregación". Por tanto presentará una demanda judicial como muestra inequívoca de “xenofobia y racismo”.
Las cosas estaban claras en la piscina de Emerainville: el reglamento de las instalaciones no permite bañarse vestido. Uno de los responsables del centro, Yannick Decompois, aseguraba que el problema político o religioso, sino "simplemente de higiene". Añadía: "Esta mujer puede venir con velo a la piscina. No tendremos ningún inconveniente", reconociendo que el error fue el haberle permitido usar el burkini en ocasiones precedentes.
Uno de los que apoyaron a la dirección de la piscina fue André Gerin, diputado comunista y miembro de la comisión parlamentaria que analiza la proliferación del uso del burka en Francia, quien consideró este caso como una muestra más de "provocación militante". Al parecer el PCF ya ha entendido el mensaje de su propio electorado: si no quiere desaparecer del todo, debe, al menos, tratar de defender los derechos de los franceses. Más vale tarde que nunca. Gerin añadió que: "No podemos aceptar eso; la reacción que tuvo la mujer al acudir a la policía y anunciar su intención de recurrir a los tribunales prueba que se trata de una cuestión política y militante”.
La opinión del alcalde no coincidía en absoluto con la de Gerin. Su alcalde, Alain Kelyor (miembro de la UMP) está más en la línea de la dirección de la piscina: "este caso no tiene nada que ver con el Islam, sino con las normas de higiene que no permiten que alguien se bañe vestido", explicó. Kelyor está en la misma línea que Sarkozy: quitar hierro al asunto y encauzarlo como un problema menor que no tiene nada que ver con la religión ni con la política. Todo va bien, pues, en la Francia multicultural.
En cuanto a la joven, se trataba, no de una inmigrante, sino de una francesa convertida al islam desde hace siete años. Tras un viaje a Dubai, volvió emocionada con el burka que viste habitualmente en su vida cotidiana. Y, claro está, en la piscina, lo que se terciaba era el burkini…
Carole –europea de nacimiento, islamizada de corazón- no renuncia a presentar su demanda por “discriminación”. Ciertamente, la policía se negó a admitirla afirmando que no percibía indicios de ningún delito y que el reglamento de la piscina era concluyente al respecto (“nada de bañarse vestidos”…). La interesada anunció que pediría apoyo a SOS Racismo y al Movimiento contra el Racismo y para la Amistad de los Pueblos, los dos grupos más activos del lobby pro-inmigracionista. Añadió también –seguramente para dar la razón al diputado comunista Gerin que: "Pienso seguir luchando para que las cosas cambien, y si no lo lograré tampoco descarto que me vaya de Francia"... quizás a Dubai, donde compró su primer burka país que, sin duda, mucho más compresivo con este tipo de prendas.
Holanda: mano tendida al islam (bajo presión)
El burkini tampoco ha sido bien recibido en la muy liberal sociedad holandesa. La piscina pública de la ciudad de Zwole (norte del país), prohibió su uso en horarios regulares, argumentando que espanta a los usuarios que acuden a nadar con trajes de baño normales. El director de la instalación, Hans Meijer, propuso a las musulmanas que deseasen utilizar ese tipo de bañador horarios especiales, igual que sucede con los nadadores nudistas. El Ayuntamiento amenazó con retirar la subvención de 1,5 millones anuales que concede a la piscina en caso de persistir esta “discriminación”. Así pues, la piscina hubo de rectificar la decisión.
Naturalmente, el Ayuntamiento de Zwole actuó horrorizado por la estigmatización que estaba realizando el director del Centro Holandés para el Desarrollo Multicultural (FORUM), Sadik Harchaoui, había criticado previamente que el director de las instalaciones hubiese hecho "de su gusto una norma". No sin cierto cinismo, Harchaoui declaró que el uso del 'burkini' contribuye "a la participación e integración" de las mujeres musulmanas y, además, no viola ninguna regla. Pocos días antes, la secretaria de Estado de Deporte, Jet Bussemaker, destacó recientemente en el Parlamento holandés que el 'burkini' da a las mujeres musulmanas "la oportunidad de poder nadar en instalaciones públicas". El Ministerio de Sanidad considera, además, que el 'burkini' - cumple todos los requisitos de seguridad o higiene que se le puede pedir a un bañador o biquini ordinarios.
A partir de 1 de julio, el burkini es importado por la empresa holandesa Woortman Sportwar y vendido a través de Internet por 150 euros. Dorelies Woortman (que no tiene aparentemente nada que ver con el islam sino que simplemente se trata de una comerciante deseosa de ampliar los horizontes de su negocio) ha explicado que los "pedidos llegan por centenares desde Europa, y por miles desde el Norte de África", y añade: "el burkini ha hecho felices a muchas mujeres, porque les permite nadar con gusto, además de secarse con rapidez y de ser ligeramente impermeable".
El fondo de la cuestión
Tras las polémicas habidas en toda Europa sobre el uso del "hijab", el "niqab" o la "burka", distintas formas de velo islámico, la polémica sobre el burkini es más de lo mismo. Hay dos posiciones diferentes: o bien se reconoce que el velo y el burkini son peculiaridades de la cultura islámica, completamente inofensivos y sin implicaciones, que gustará más o menos, pero que no supone una amenaza para el ordenamiento jurídico de los países occidentales, o bien se ve en el velo (y consiguientemente en el burkini) un imperativo de la religión islámica que contraviene las normas sobre laicismo unánimemente aceptadas en Occidente. Y si eso es así, el uso del velo islámico debería de prohibirse salvo en la intimidad de los hogares (y siempre y cuando no fuera considerado como una imposición y fuera libremente aceptado por la mujer). Otro tanto cabría decir sobre el burkini, sin olvidar que en esta prenda concurre otro problema que es la cuestión higiénica. No se ve exactamente la idoneidad de una prenda de la que se dice que es… casi impermeable, especialmente en las playas en donde se trata justamente de que el cuerpo entre en contacto con el yodo y con otros minerales presentes en las aguas marinas.
El diario francés Le Monde (cursiva), utilizando cifras dadas por los “servicios de inteligencia” que en este momento apenas 367 mujeres utilizan el “burka” en toda Francia. Así pues, el diario progresista francés resaltaba que no se trata de un problema “grave”, sino que afecta a exiguas minorías. Sin embargo, esa(ésa) no es la cuestión: las infecciones en el organismo también se inician con unas pocas células que apenas suponen nada comparadas con la totalidad del organismo.
El fondo de la cuestión radica pues en situarse ante esta disyuntiva: o los islamistas se asimilan a una sociedad laica y, por tanto, renuncian a los aspectos más extremistas del islam, o las sociedades europeas les tienden la mano aceptando sus usos y costumbres. Lo primero es difícil: renunciar a la idea de una sociedad teocrática supone renunciar al principio fundamental de la concepción islámica del poder (la unión entre el poder espiritual y el poder temporal en la “umma” comunidad política regida por los principios islámicos). Ni hay salida posible: el Islam solamente puede “moderarse” a condición de dejar de ser islam.
La otra actitud, la que promueve SOS Racismo y entidades similares tiene consecuencias indeseables: obliga necesariamente a la promulgación de una doble legislación, valida una para medios islámicos (y que autorice la poligamia, la ablación del clítoris para determinados grupos étnicos, la sumisión de la mujer, etc.) y que no sería sino la sharia aceptada en Occidente como forma jurídica para individuos de religión islámica, coexistiendo con otra norma judicial aplicable a Europeos (europeos): un continentes, dos etnias, dos culturas… El principio de “dos etnias, dos sistemas judiciales” que repugna al sentido común, sin embargo, ya está siendo defendido en Europa por algunos colaboracionistas: en el Reino Unido por el obispo de Canterbury, en Suiza y Holanda por medios ultraliberales y, por supuesto, por el lobby inmigracionista.
La falacia de la “integración”
La “integración” es uno de esos conceptos ambiguos que a fuerza de repetirlos constantemente han alcanzado el rango de dogmas políticamente correctos. La “integración” deja suponer una “coexistencia pacífica” entre dos comunidades étnicas y culturales, cada una de las cuales mantienen sus rasgos propios, respetando a la otra.
Sin embargo, lo que la letra pequeña no explica es que la “integración” siempre se ha mostrado posible entre comunidades muy parecidas entre sí, cultural y antropológicamente contiguas. Los españoles inmigrantes no tuvieron ninguna dificultad en integrarse en la sociedad europea de los años 60 y 70, a causa de esa contigüidad antropológico (antropológica)… De hecho, los inmigrantes españoles que decidieron permanecer en aquellos países están “asimilados”, es decir, son completamente inseparables de la comunidad recetora.
Nada de todo esto es posible con el islam: con él no existe contigüidad sino brecha antropológica y cultural. Y entre los planes del islam no figura su intención de “evolucionar”. Este tema del burkini es importante especialmente por esto.
El bikini en las playas europeas es algo completamente desdramatizado y ni siquiera en la España de los años 60, cuando se introdujo masivamente, produjo resistencias, a pesar de la patina nacional-católica que cubría el país en aquel momento. Casi tres mil años de arte occidental han demostrado que el desnudo no tiene porqué incitar necesariamente a la concupiscencia y que en las playas es posible utilizar bikinis o top-less sin que se produzca una inflación de mirones. El sexo y la sexualidad están integrados en nuestra vida cotidiana como algo normal. En el Islam, por el contrario, el cuerpo de la mujer sigue siendo considerado como fuente de concupiscencia y, por tanto, ocultarlo al máximo es garantía de “salvación”…
No es una concepción que no haya existido en Europa durante cierto tiempo, pero no es menos cierto que el islam está atrasado entre 400 y 500 años en relación a la marcha de la cultura europea. Podemos imaginar lo que supondría si ahora mismo un europeo asumiera la defensa de los valores de la castidad tal como fueron descritos en el Concilio de Trento. Quinientos años de diferencias culturales son demasiados como para que pueda ser posible la convivencia.
¿Entonces? Entonces no queda más remedio que plantear el problema de manera descarnada: Europa no puede modificar ni su legislación ni sus costumbres, Europa no puede eludir el problema de fondo que supone la incompatibilidad del islam con los valores europeos. No hay más solución que la asimilación o la repatriación. Es así de simple. Por lo demás, personas como Carole que aceptan ir embutidas en un burkini que les da una imagen risible y grotesca, más propia de pitufos que de islamistas, lo que precisan es un buen psiquiatra
[recuadro fuera de texto]
En España “sin problemas” por supuesto. El PSOE no cree necesario legislar sobre el velo islámico
Cuando toda esta polémica sobre el burkini estaba viva en toda Europa, la secretaria de política internacional del PSOE, Elena Valenciano, declaró que no se debe legislar sobre el uso del velo islámico en la escuela pública porque su uso «no es un problema en España». Valenciano dejó claro que no cree que la futura ley Orgánica de Libertad Religiosa deba extenderse al uso del velo por parte de las alumnas o de las profesoras de la escuela pública. «Hay que dejar ese asunto a la negociación entre la escuela, la familia y la niña», manifestó. Se puede ser más surrealista pero no más absurdo.
En estos momentos en España hay más de 1.500.000 de islamistas. Realmente poco si tenemos en cuenta que en Francia residen 4.000.000 y 3.000.000 en Alemania. Pero, aquí, desde luego, tampoco pasan desapercibidos.
La presencia de hijos de inmigrantes en los colegios españoles ha aumentado considerablemente en los cinco últimos años. De 80.687 que había matriculados en el curso 1998-99 se ha pasado a 303.827 en el 2002-2003 y a 900.000 en 2008.
En enero del año 2002 saltó a los medios de comunicación el primer conflicto importante entre la dirección de un centro escolar y la comunidad musulmana en España. Ocurrió en un instituto de El Escorial que prohibió a la niña Fátima Elidrisi asistir a clase con el velo musulmán. La Consejería de Educación había asignado a Fátima un colegio concertado, pero su padre se negó a que asistiera a un centro católico y dijo que la niña se quedaría en casa hasta que le dieran plaza en un instituto público. Poco después sería admitida en el Instituto Juan de Herrera de la localidad madrileña. La directora del centro al ver que Fátima acudía al instituto con la cabeza cubierta le pidió que dejara el velo en la entrada como hacían las otras niñas marroquíes. Su padre se negó. El asunto se resolvió cuando la Consejería de Educación “convenció” a la directora de que era mejor escolarizar a la niña con velo que no escolarizarla.
En esos días se supo que ciertas niñas se habían negado a hacer gimnasia en un colegio de Málaga; que algunos niños exigían comidas especiales; y que incluso algún adolescente marroquí había protestado porque no estaba dispuesto a recibir lecciones ni órdenes de ninguna mujer por muy profesora que fuera.
En el instituto de El Escorial, las niñas marroquíes que antes de la llegada de Fátima dejaban su velo a la entrada del colegio, porque preferían estar en clase sin él, ahora ya no lo dejan. Al parecer se sienten más a gusto si permanecen todo el día púdicamente cubiertas. Los imanes integristas van sustituyendo a otros más moderados en las mezquitas que hay en España. España está cambiando ante nuestros ojos y algunos se niegan a verlo.
En la España de Zapatero –tal es la doctrina oficial- no hay problema con el velo islámico. Y, por lo demás, en este país proclive a la burla, a la chanza y al chiste fácil, el futuro del burkini es más difícil que el del Papa Benedicto XVI en una mezquita de Dubai.
[Recuadro II]
El velo islámico en Europa
La legislación varía en los distintos países europeos y, por tanto, no existe unanimidad en el continente sobre el uso o prohibición del velo islámico:
Reino Unido: Las escuelas pueden decidir sobre la vestimenta de sus alumnos y no existe una legislación estatal generalizada. Se han producido demandas judiciales contra colegios que prohibieron el burka (totalidad del cuerpo cubierta salvo cara, manos y pies). Los tribunales fallaron contra las demandas.
Alemania: Existe una sentencia de septiembre de 2003 en el que el equivalente a nuestro Tribunal Constitucional falla a favor de una maestra que quería utilizar el velo islámico en sus clases. La sentencia reconoció que los Estados federados (länders) pueden cambiar las leyes locales si lo desean. Cuatro länders prohibieron el uso del velo a los maestros y funcionarios públicos.
Francia: En 2004 introdujo la prohibición del velo (y de otros símbolos religiosos visibles: la cruz cristiana, el martillo de Thor, etc.) en escuelas estatales, como forma de aplicar el laicismo propio de la legislación francesa. Sin embargo, el uso del velo es admitido en escuelas islámicas y en las universidades públicas.
Italia: En el norte de Italia, a partir de 2004, se rescató la legislación que prohibía el uso de máscaras que impedir el uso del burka. Un año después el parlamento aprobó leyes anti-terroristas que convertían en infracción la ocultación del rostro. Posteriormente se aprobó una legislación que prohíbe el velo islámico.
Bélgica: Algunos ayuntamientos han prohibido el uso del velo que cubre la totalidad del cuerpo. No existe ninguna legislación estatal que impida el uso del burka, a pesar de los incidentes que se han producido por esta materia.
Holanda: Existe la prohibición de usar el burka en lugares públicos. Los medios progresistas holandeses han criticado esta medida que consideran atentatoria contra los derechos civiles.
Rusia: prohibición de utilizar velo islámico en gestiones administrativas y en fotos de documentos de identificación.
© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen
Sin duda no es un prenda glamurosa y ni una sola europea en su sano juicio aceptaría lucirla, y mucho menos en una playa. La primera sensación que produce es de asfixia. ¿Cómo es posible que bajo el calor del sol alguien, en plena playa, pueda lucir una prenda que solamente deja menos de una décima parte del cuerpo al descubierto? No sin cierta ironía, su diseñadora, explica que el burkini es la mejor protección contra los rayos solares y contra la arena… El modelito se debe a la australiana de origen libanés Aheda Zanetti, musulmana, que se dice, al mismo tiempo, amante de los deportes. Así mismo, ha añadido que el burkini permite reflejar la multiculturalidad de Sidney.
La capucha del burkini es independiente del resto, con lo cual, las islamistas más descocadas pueden quitárselo en un alarde de exhibicionismo susceptible de hacerlas acreedoras de 50 bastonazos en algunos países árabes. La prenda ha sido puesta a la venta en Europa por Woortman Sportwar en tres tallas: “recatada”, “deportiva” o “ajustada” y en varios colores.
Piscinas, burkinis y comunistas
El 1 de agosto se impidió el acceso a la piscina de Emerainville (en la banlieu parisina) a una mujer que solía acudir con burkini. Carole, la mujer musulmana en cuestión de 35 años, había podido utilizarlo sin ningún problema en días anteriores así que rechazó la prohibición y se dirigió a la comisaría de policía más cercana para dejar constancia de lo ocurrido: en su opinión, un caso de "segregación". Por tanto presentará una demanda judicial como muestra inequívoca de “xenofobia y racismo”.
Las cosas estaban claras en la piscina de Emerainville: el reglamento de las instalaciones no permite bañarse vestido. Uno de los responsables del centro, Yannick Decompois, aseguraba que el problema político o religioso, sino "simplemente de higiene". Añadía: "Esta mujer puede venir con velo a la piscina. No tendremos ningún inconveniente", reconociendo que el error fue el haberle permitido usar el burkini en ocasiones precedentes.
Uno de los que apoyaron a la dirección de la piscina fue André Gerin, diputado comunista y miembro de la comisión parlamentaria que analiza la proliferación del uso del burka en Francia, quien consideró este caso como una muestra más de "provocación militante". Al parecer el PCF ya ha entendido el mensaje de su propio electorado: si no quiere desaparecer del todo, debe, al menos, tratar de defender los derechos de los franceses. Más vale tarde que nunca. Gerin añadió que: "No podemos aceptar eso; la reacción que tuvo la mujer al acudir a la policía y anunciar su intención de recurrir a los tribunales prueba que se trata de una cuestión política y militante”.
La opinión del alcalde no coincidía en absoluto con la de Gerin. Su alcalde, Alain Kelyor (miembro de la UMP) está más en la línea de la dirección de la piscina: "este caso no tiene nada que ver con el Islam, sino con las normas de higiene que no permiten que alguien se bañe vestido", explicó. Kelyor está en la misma línea que Sarkozy: quitar hierro al asunto y encauzarlo como un problema menor que no tiene nada que ver con la religión ni con la política. Todo va bien, pues, en la Francia multicultural.
En cuanto a la joven, se trataba, no de una inmigrante, sino de una francesa convertida al islam desde hace siete años. Tras un viaje a Dubai, volvió emocionada con el burka que viste habitualmente en su vida cotidiana. Y, claro está, en la piscina, lo que se terciaba era el burkini…
Carole –europea de nacimiento, islamizada de corazón- no renuncia a presentar su demanda por “discriminación”. Ciertamente, la policía se negó a admitirla afirmando que no percibía indicios de ningún delito y que el reglamento de la piscina era concluyente al respecto (“nada de bañarse vestidos”…). La interesada anunció que pediría apoyo a SOS Racismo y al Movimiento contra el Racismo y para la Amistad de los Pueblos, los dos grupos más activos del lobby pro-inmigracionista. Añadió también –seguramente para dar la razón al diputado comunista Gerin que: "Pienso seguir luchando para que las cosas cambien, y si no lo lograré tampoco descarto que me vaya de Francia"... quizás a Dubai, donde compró su primer burka país que, sin duda, mucho más compresivo con este tipo de prendas.
Holanda: mano tendida al islam (bajo presión)
El burkini tampoco ha sido bien recibido en la muy liberal sociedad holandesa. La piscina pública de la ciudad de Zwole (norte del país), prohibió su uso en horarios regulares, argumentando que espanta a los usuarios que acuden a nadar con trajes de baño normales. El director de la instalación, Hans Meijer, propuso a las musulmanas que deseasen utilizar ese tipo de bañador horarios especiales, igual que sucede con los nadadores nudistas. El Ayuntamiento amenazó con retirar la subvención de 1,5 millones anuales que concede a la piscina en caso de persistir esta “discriminación”. Así pues, la piscina hubo de rectificar la decisión.
Naturalmente, el Ayuntamiento de Zwole actuó horrorizado por la estigmatización que estaba realizando el director del Centro Holandés para el Desarrollo Multicultural (FORUM), Sadik Harchaoui, había criticado previamente que el director de las instalaciones hubiese hecho "de su gusto una norma". No sin cierto cinismo, Harchaoui declaró que el uso del 'burkini' contribuye "a la participación e integración" de las mujeres musulmanas y, además, no viola ninguna regla. Pocos días antes, la secretaria de Estado de Deporte, Jet Bussemaker, destacó recientemente en el Parlamento holandés que el 'burkini' da a las mujeres musulmanas "la oportunidad de poder nadar en instalaciones públicas". El Ministerio de Sanidad considera, además, que el 'burkini' - cumple todos los requisitos de seguridad o higiene que se le puede pedir a un bañador o biquini ordinarios.
A partir de 1 de julio, el burkini es importado por la empresa holandesa Woortman Sportwar y vendido a través de Internet por 150 euros. Dorelies Woortman (que no tiene aparentemente nada que ver con el islam sino que simplemente se trata de una comerciante deseosa de ampliar los horizontes de su negocio) ha explicado que los "pedidos llegan por centenares desde Europa, y por miles desde el Norte de África", y añade: "el burkini ha hecho felices a muchas mujeres, porque les permite nadar con gusto, además de secarse con rapidez y de ser ligeramente impermeable".
El fondo de la cuestión
Tras las polémicas habidas en toda Europa sobre el uso del "hijab", el "niqab" o la "burka", distintas formas de velo islámico, la polémica sobre el burkini es más de lo mismo. Hay dos posiciones diferentes: o bien se reconoce que el velo y el burkini son peculiaridades de la cultura islámica, completamente inofensivos y sin implicaciones, que gustará más o menos, pero que no supone una amenaza para el ordenamiento jurídico de los países occidentales, o bien se ve en el velo (y consiguientemente en el burkini) un imperativo de la religión islámica que contraviene las normas sobre laicismo unánimemente aceptadas en Occidente. Y si eso es así, el uso del velo islámico debería de prohibirse salvo en la intimidad de los hogares (y siempre y cuando no fuera considerado como una imposición y fuera libremente aceptado por la mujer). Otro tanto cabría decir sobre el burkini, sin olvidar que en esta prenda concurre otro problema que es la cuestión higiénica. No se ve exactamente la idoneidad de una prenda de la que se dice que es… casi impermeable, especialmente en las playas en donde se trata justamente de que el cuerpo entre en contacto con el yodo y con otros minerales presentes en las aguas marinas.
El diario francés Le Monde (cursiva), utilizando cifras dadas por los “servicios de inteligencia” que en este momento apenas 367 mujeres utilizan el “burka” en toda Francia. Así pues, el diario progresista francés resaltaba que no se trata de un problema “grave”, sino que afecta a exiguas minorías. Sin embargo, esa(ésa) no es la cuestión: las infecciones en el organismo también se inician con unas pocas células que apenas suponen nada comparadas con la totalidad del organismo.
El fondo de la cuestión radica pues en situarse ante esta disyuntiva: o los islamistas se asimilan a una sociedad laica y, por tanto, renuncian a los aspectos más extremistas del islam, o las sociedades europeas les tienden la mano aceptando sus usos y costumbres. Lo primero es difícil: renunciar a la idea de una sociedad teocrática supone renunciar al principio fundamental de la concepción islámica del poder (la unión entre el poder espiritual y el poder temporal en la “umma” comunidad política regida por los principios islámicos). Ni hay salida posible: el Islam solamente puede “moderarse” a condición de dejar de ser islam.
La otra actitud, la que promueve SOS Racismo y entidades similares tiene consecuencias indeseables: obliga necesariamente a la promulgación de una doble legislación, valida una para medios islámicos (y que autorice la poligamia, la ablación del clítoris para determinados grupos étnicos, la sumisión de la mujer, etc.) y que no sería sino la sharia aceptada en Occidente como forma jurídica para individuos de religión islámica, coexistiendo con otra norma judicial aplicable a Europeos (europeos): un continentes, dos etnias, dos culturas… El principio de “dos etnias, dos sistemas judiciales” que repugna al sentido común, sin embargo, ya está siendo defendido en Europa por algunos colaboracionistas: en el Reino Unido por el obispo de Canterbury, en Suiza y Holanda por medios ultraliberales y, por supuesto, por el lobby inmigracionista.
La falacia de la “integración”
La “integración” es uno de esos conceptos ambiguos que a fuerza de repetirlos constantemente han alcanzado el rango de dogmas políticamente correctos. La “integración” deja suponer una “coexistencia pacífica” entre dos comunidades étnicas y culturales, cada una de las cuales mantienen sus rasgos propios, respetando a la otra.
Sin embargo, lo que la letra pequeña no explica es que la “integración” siempre se ha mostrado posible entre comunidades muy parecidas entre sí, cultural y antropológicamente contiguas. Los españoles inmigrantes no tuvieron ninguna dificultad en integrarse en la sociedad europea de los años 60 y 70, a causa de esa contigüidad antropológico (antropológica)… De hecho, los inmigrantes españoles que decidieron permanecer en aquellos países están “asimilados”, es decir, son completamente inseparables de la comunidad recetora.
Nada de todo esto es posible con el islam: con él no existe contigüidad sino brecha antropológica y cultural. Y entre los planes del islam no figura su intención de “evolucionar”. Este tema del burkini es importante especialmente por esto.
El bikini en las playas europeas es algo completamente desdramatizado y ni siquiera en la España de los años 60, cuando se introdujo masivamente, produjo resistencias, a pesar de la patina nacional-católica que cubría el país en aquel momento. Casi tres mil años de arte occidental han demostrado que el desnudo no tiene porqué incitar necesariamente a la concupiscencia y que en las playas es posible utilizar bikinis o top-less sin que se produzca una inflación de mirones. El sexo y la sexualidad están integrados en nuestra vida cotidiana como algo normal. En el Islam, por el contrario, el cuerpo de la mujer sigue siendo considerado como fuente de concupiscencia y, por tanto, ocultarlo al máximo es garantía de “salvación”…
No es una concepción que no haya existido en Europa durante cierto tiempo, pero no es menos cierto que el islam está atrasado entre 400 y 500 años en relación a la marcha de la cultura europea. Podemos imaginar lo que supondría si ahora mismo un europeo asumiera la defensa de los valores de la castidad tal como fueron descritos en el Concilio de Trento. Quinientos años de diferencias culturales son demasiados como para que pueda ser posible la convivencia.
¿Entonces? Entonces no queda más remedio que plantear el problema de manera descarnada: Europa no puede modificar ni su legislación ni sus costumbres, Europa no puede eludir el problema de fondo que supone la incompatibilidad del islam con los valores europeos. No hay más solución que la asimilación o la repatriación. Es así de simple. Por lo demás, personas como Carole que aceptan ir embutidas en un burkini que les da una imagen risible y grotesca, más propia de pitufos que de islamistas, lo que precisan es un buen psiquiatra
[recuadro fuera de texto]
En España “sin problemas” por supuesto. El PSOE no cree necesario legislar sobre el velo islámico
Cuando toda esta polémica sobre el burkini estaba viva en toda Europa, la secretaria de política internacional del PSOE, Elena Valenciano, declaró que no se debe legislar sobre el uso del velo islámico en la escuela pública porque su uso «no es un problema en España». Valenciano dejó claro que no cree que la futura ley Orgánica de Libertad Religiosa deba extenderse al uso del velo por parte de las alumnas o de las profesoras de la escuela pública. «Hay que dejar ese asunto a la negociación entre la escuela, la familia y la niña», manifestó. Se puede ser más surrealista pero no más absurdo.
En estos momentos en España hay más de 1.500.000 de islamistas. Realmente poco si tenemos en cuenta que en Francia residen 4.000.000 y 3.000.000 en Alemania. Pero, aquí, desde luego, tampoco pasan desapercibidos.
La presencia de hijos de inmigrantes en los colegios españoles ha aumentado considerablemente en los cinco últimos años. De 80.687 que había matriculados en el curso 1998-99 se ha pasado a 303.827 en el 2002-2003 y a 900.000 en 2008.
En enero del año 2002 saltó a los medios de comunicación el primer conflicto importante entre la dirección de un centro escolar y la comunidad musulmana en España. Ocurrió en un instituto de El Escorial que prohibió a la niña Fátima Elidrisi asistir a clase con el velo musulmán. La Consejería de Educación había asignado a Fátima un colegio concertado, pero su padre se negó a que asistiera a un centro católico y dijo que la niña se quedaría en casa hasta que le dieran plaza en un instituto público. Poco después sería admitida en el Instituto Juan de Herrera de la localidad madrileña. La directora del centro al ver que Fátima acudía al instituto con la cabeza cubierta le pidió que dejara el velo en la entrada como hacían las otras niñas marroquíes. Su padre se negó. El asunto se resolvió cuando la Consejería de Educación “convenció” a la directora de que era mejor escolarizar a la niña con velo que no escolarizarla.
En esos días se supo que ciertas niñas se habían negado a hacer gimnasia en un colegio de Málaga; que algunos niños exigían comidas especiales; y que incluso algún adolescente marroquí había protestado porque no estaba dispuesto a recibir lecciones ni órdenes de ninguna mujer por muy profesora que fuera.
En el instituto de El Escorial, las niñas marroquíes que antes de la llegada de Fátima dejaban su velo a la entrada del colegio, porque preferían estar en clase sin él, ahora ya no lo dejan. Al parecer se sienten más a gusto si permanecen todo el día púdicamente cubiertas. Los imanes integristas van sustituyendo a otros más moderados en las mezquitas que hay en España. España está cambiando ante nuestros ojos y algunos se niegan a verlo.
En la España de Zapatero –tal es la doctrina oficial- no hay problema con el velo islámico. Y, por lo demás, en este país proclive a la burla, a la chanza y al chiste fácil, el futuro del burkini es más difícil que el del Papa Benedicto XVI en una mezquita de Dubai.
[Recuadro II]
El velo islámico en Europa
La legislación varía en los distintos países europeos y, por tanto, no existe unanimidad en el continente sobre el uso o prohibición del velo islámico:
Reino Unido: Las escuelas pueden decidir sobre la vestimenta de sus alumnos y no existe una legislación estatal generalizada. Se han producido demandas judiciales contra colegios que prohibieron el burka (totalidad del cuerpo cubierta salvo cara, manos y pies). Los tribunales fallaron contra las demandas.
Alemania: Existe una sentencia de septiembre de 2003 en el que el equivalente a nuestro Tribunal Constitucional falla a favor de una maestra que quería utilizar el velo islámico en sus clases. La sentencia reconoció que los Estados federados (länders) pueden cambiar las leyes locales si lo desean. Cuatro länders prohibieron el uso del velo a los maestros y funcionarios públicos.
Francia: En 2004 introdujo la prohibición del velo (y de otros símbolos religiosos visibles: la cruz cristiana, el martillo de Thor, etc.) en escuelas estatales, como forma de aplicar el laicismo propio de la legislación francesa. Sin embargo, el uso del velo es admitido en escuelas islámicas y en las universidades públicas.
Italia: En el norte de Italia, a partir de 2004, se rescató la legislación que prohibía el uso de máscaras que impedir el uso del burka. Un año después el parlamento aprobó leyes anti-terroristas que convertían en infracción la ocultación del rostro. Posteriormente se aprobó una legislación que prohíbe el velo islámico.
Bélgica: Algunos ayuntamientos han prohibido el uso del velo que cubre la totalidad del cuerpo. No existe ninguna legislación estatal que impida el uso del burka, a pesar de los incidentes que se han producido por esta materia.
Holanda: Existe la prohibición de usar el burka en lugares públicos. Los medios progresistas holandeses han criticado esta medida que consideran atentatoria contra los derechos civiles.
Rusia: prohibición de utilizar velo islámico en gestiones administrativas y en fotos de documentos de identificación.
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