jueves, 14 de octubre de 2010

Lucha antiterrorista y “mercancía averiada”. El yihadismo es un riesgo ¿también en Europa?

Infokrisis.- Existe terrorismo islámico, pero hay que poner las cosas en su lugar. El 50% de los procesados en España por pertenencia a grupos terroristas islámicos resultan absueltos.  O la policía no hace bien su trabajo, o los juzgados fallan o es la ley la que se queda corta… o simplemente no existe terrorismo islámico en nuestro país.  El terrorismo residual de ETA está agonizando y el terrorismo islámico todavía no se ha manifestado. ¿Desaparecerá el primero, irrumpirá el segundo? Tales son las grandes cuestiones de la lucha antiterrorista en España.  ¿Hasta qué punto existe un terrorismo yihadista real y hasta que punto algunos medios están sobreactuando para justificar sus posiciones pro judías en el conflicto de Oriente Medio y pro norteamericanas? ¿Dónde está el “terrorismo islámico”? Bush llamó a la “lucha contra el terrorismo islámico, pero ¿habrá cambio de política con Obama?



Desde 2002 se suceden las desarticulaciones de “redes de terrorismo islámico” en España. Si dejamos aparte los atentados del 11-M que, tal como reconoce la sentencia, no tuvieron nada que ver con Al Qaeda ni con grupos organizados, se ha producido mucha detención para tan poca actividad terrorista islámica. En efecto, si tomamos en consideración las notas policiales, en España desde 2001 se han detenido a casi tres centenares de “presuntos terroristas islámicos”. No todos han llegado a ser procesados y muy pocos han sido condenados y, cuando lo han sido, las sentencias han sido notablemente inferiores a lo pedido por la fiscalía. Algo no encaja: demasiadas detenciones, muchas absoluciones y, sobre todo, afortunadamente, ningún atentado firmado por la franquicia Al Qaeda, ni por nada similar. De hecho, ni siquiera los atentados del 11-M pueden ser, en rigor considerados como “islamistas” a tenor de que, realmente, ha sido imposible identificar al “autor intelectual” del crimen. Así pues, se han producido casi docena y media de redadas sobre grupos que no han sido capaces siquiera de lanzar un miserable cóctel molotov contra una sinagoga. Lo dicho: algo no encaja.

El diario barcelonés La Vanguardia publicaba el pasado 11 de abril una amplia información sobre el resultado de los juicios contra el presunto terrorismo yihadista en España. Del total de 89 acusados que desde el año 2005 han sido juzgados en la Audiencia Nacional en distintos procesos relacionados con el terrorismo islamista, 42 fueron absueltos por la propia Audiencia Nacional o, posteriormente, tras recurrir sus condenas por el Tribunal Supremo. Esto supone que el 47% de los procesados no fueron condenados. Asimismo las distintas sentencias dictadas a lo largo de los últimos cuatro años siempre redujeron considerablemente las peticiones de pena solicitadas por la Fiscalía.

Garzón en el ojo de la polémica

Es significativo que buena parte de las instrucciones de estos procesos los haya realizado el personaje más polémico de la judicatura española: Baltasar Garzón. Su nombre aparece en media docena de sumarios y, como no podía ser de otra manera, especialmente en los más polémicos. La llamada “Operación Dátil” tuvo resonancia internacional. Desarrollada en noviembre de 2001, Garzón procesó a 24 personas acusados de haber programado nada menos que los atentados del 11-S en Nueva York. En base a la instrucción de Garzón, la fiscalía pidió para el líder del grupo, Abu Dahdah y para sus compañeros 223.231 años de prisión que finalmente se quedaron en 27 años para éste y penas de 6 a 12 años para otros miembros del grupo, mientras que 6 resultaban absueltos.  El Supremo, además, rebajó la pena a menos de la mitad para “Abu Dahdah” al considerar que formaban una célula terrorista pero no vinculada a ningún atentado concreto. Empezaba el misterio de los “terroristas sin atentados”.

Análoga relevancia tuvo la “Operación Lago” contra el llamado “comando Dixán” integrado por seis inmigrantes islámicos enviados a prisión el 24 de marzo de 2004, así mismo, por Baltasar Garzón. La sentencia publicada en febrero de 2007 condenaba a un total de 13 años de prisión a cinco acusados, absolviendo a un sexto que pasó más de dos años en cárcel. La sentencia los absolvió de la acusación de “conspiración para cometer atentados” y de “tenencia de explosivos”… el “explosiva” era jabón de lavadora y según la tesis del FBI serviría para hacer “napalm casero”. Otros 11 islamistas detenidos inicialmente fueron puestos en libertad sin llegar siquiera a ser procesados. La debilidad de indicios (la sentencia era exhaustiva demostrando que ni existía “voluntad tendencial” de dedicar el jabón para fabricar cócteles molotov, ni existía material alguno con el que pudiera hacerse ni el explosivo ni el detonante) hizo que la principal acusación cayera como un plomo en una piscina. Los supuestos líquidos explosivos eran, por cierto, materiales para la limpieza de piscinas. Los condenados recurrieron al supremo que rebajó aún más las penas.

La gota que colma el vaso: Operación Nova

No menos espectacular fue la “Operación Nova”, bautizada adivinen por quién, que llevó a 30 personas a la cárcel acusadas de crear células islamistas en el interior de las cárceles y pretender volar la Audiencia Nacional valiéndose de un camión cargado con 500 kilos de explosivo. De los juzgados, 10 resultaron absueltos y el resto vio considerablemente reducidas las penas solicitadas por la fiscalía. De un total de 455 años pedidos, el tribunal condenó a 20 a 173… Como suele ocurrir, el Supremo rebajó aún más las penas, absolviendo a 14. Sólo una quinta parte de los detenidos por Garzón fueron condenados a penas menores.

La sentencia del Supremo fue la gota que colmó el vaso: ¿para qué tanta detención, tanta alarma social y tanta primera página si, al final, las principales acusación caen, la mayor parte de los procesados son absueltos y las condenas suponen una mínima fracción de las peticiones fiscales? Fuentes de la Audiencia Nacional y del Ministerio del Interior declararon que son los riesgos de un trabajo de “prevención del terrorismo”. La excusa es buena, pero difícil de creer. ¿La policía es capaz de desarticular grupos terroristas que ni siquiera se han manifestado hasta impedir que en siete años no hayan sido capaces de lanzar ni un solo cóctel molotov? Si se compara el medio islamista (difícil de penetrar a causa de su origen, su lengua, su religión, su carácter étnico diferenciado) con el kale-borroka (fácil de penetrar en razón de que buena parte está formada por porreros y chavales jovencísimos) ¿cómo es posible que grupos de adolescentes con el cerebro lavado por el nacionalismo radical vasco estén en condiciones de realizar constantes acciones de hostigamiento y en cambio células muy difíciles de penetrar por la policía no hayan sido capaces, insistimos, ni siquiera en los momentos más duros del conflicto de Gaza, lanzar un cóctel molotov contra una sinagoga? ¿Qué terrorismo es este que no es capaz de dejar ni una sola huella de su existencia –esto es, un atentado– a lo largo de siete años? Algo así no tiene precedentes en los anales del terrorismo moderno.

La cosa está más clara si se tiene en cuenta que todas las informaciones sobre terrorismo islámico en España tienen su origen en el FBI, la CIA, el Departamento de Justicia norteamericano o el Departamento de Estado. Muy pocas –y que sepamos nosotros, ninguna– se han basado en datos investigados directamente por la policía española. Garzón ha sido siempre, no lo olvidemos, el ariete de estas operaciones: se sabe por ejemplo que los datos que llevaron a la Operación Lago, procedían del FBI.

Rubalcaba, por su parte, nunca aclara cómo una policía como la española que habitualmente se queja de falta de traductores de árabe, logra localizar a células islamistas con tanta facilidad y en número tan elevado… ni por qué las condenas en firme dictadas por el Supremo no tienen nada que ver con la alarma social generada por los titulares de la prensa en el momento de las detenciones.

El pasado 24 de marzo, nueve de los catorce procesados en la Operación Tigris  fueron puestos en libertad, entre ellos el considerado “jefe del grupo”. Se trataba de la enésima célula terrorista desarticulada esta vez en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona). La liberación llega pocos días antes de que se conozca la sentencia lo que implica que la mayoría o serán absueltos o serán condenados a penas inferiores al doble de los años que llevan en prisión preventiva. Sobre ellos pesaba la acusación de ayudar a huir a varios presuntos implicados en el 11-M. Inicialmente, la operación se vendió a la opinión pública como la desarticulación de una trama dedicada a reclutar combatientes para Al Qaeda. De aquello no queda nada, tan solo tres acusados en prisión. El procesamiento, como no podía ser de otra forma, fue ordenado por Baltasar Garzón…

¿Terrorismo islámico en España?

No vamos a ser nosotros quienes neguemos la existencia de terrorismo islámico. En IdentidaD hemos sostenido frecuentemente que el Islam es en el siglo XXI la única religión en nombre de la cual se mata y se muere. La religión islámica y sus consideraciones en torno a la “pequeña guerra santa” y su forma histórica de expansión guerrera, son suficientemente elocuentes como para que nadie se llame a engaño. Es bueno ser precavido sobre las derivas que en cualquier momento puede aportar el islamismo.

España, por lo demás, ha sido escenario de atentados  reivindicados o ejecutados por el terrorismo islámico. El 12 de abril de 1985, por ejemplo, tuvo lugar el atentado en el restaurante “El Descanso” de Madrid, reivindicado por la Yihad Islámica. Fallecieron 18 personas y otras 82 resultados heridas. A pesar de ser un restaurante frecuentado por norteamericanos de la base de Torrejón, todos los muertos eran españoles como podía esperarse por la hora en que se cometió (las 22:30, hora en la que ningún norteamericano cena…). La investigación fue archivada por desconocerse el autor del atentado y sólo se reabrió en 2005 al identificar un testigo protegido a Mustafá Setmarian como uno de los presuntos autores materiales. Sin embargo, es dudoso que este testigo acertara a identificar en su reconocimiento un rostro que vio hace 20 años y que vuelve a ver en una sola y mala foto. El indicio es tan débil que apenas merece ser considerado.

En Semana Santa la imagen de Garzón estaba tan erosionada ante la opinión pública que decidió dar un golpe de efecto, dirigiendo su atención hacia Guantánamo y las cárceles secretas de la CIA. El 11 de abril, en el tramo final de la Semana Santa, Garzón instó a la Comisaría General de Información y al Servicio de Información de la Guardia Civil a obtener noticias sobre el paradero de Mustafá Setmariam Nasar, supuesto “número cuatro de Al Qaeda”, preso en una cárcel secreta de Estados Unidos, con el objeto de lograr su extradición a España. Garzón formuló el mismo requerimiento a la Interpol de EE UU, Reino Unido, Siria, Pakistán y Afganistán. El terrorista, sirio nacionalizado español y casado con una madrileña, está imputado en el sumario de la operación Dátil. El servicio secreto pakistaní, ISI, lo entregó a la CIA a cambio de 5.000.000 de dólares. Se ignora si todo el historial servido por la CIA sobre Setmariam es auténtico o una simple construcción a afectos de mantener el mito del terrorismo islámico.

En España, la Yihad había actuado, supuestamente, en tres ocasiones en el año 1984. Dos en Marbella y una en Madrid, pero nunca contra ciudadanos españoles. En Marbella, atentó contra el propietario del diario kuwaití Al Anbas, Jalid al Marzook (resultó ileso) y contra el súbdito saudí Nasser Abdul Aziz (asesinado). En Madrid, se le achacó el intento de asesinato del libanés Elías Jousset Assad Awad, un supuesto confidente del Mossad (servicio secreto israelí).  Así pues, sí parece que existiera alguna forma de terrorismo islámico en España.

En los últimos años 80 fueron detenidos en Barcelona los miembros de una célula de Hezbollah a la que se incautaron algunas armas. Y desde 1996, cuando se inició la riada migratoria, se ha producido la fuga hacia España de elementos que habían militado en grupos terroristas islámicos argelinos y realizado atentados en aquel país. Durante la guerra civil argelina estos grupos fueron literalmente masacrados y desorganizados y algunos supervivientes hicieron todo lo posible por apartarse de la militancia activa y olvidar su pasado en España, perdidos entre la inmigración. Hasta 2003, cuando se aludía a “terroristas islámicos” detenidos en España, frecuentemente se estaba refiriendo, en rigor, a ex terroristas islámicos que habían cometidos actos terroristas en Argelia y que estaban “descolgados” de las organizaciones en las que inicialmente militaron.  

Las zonas privilegiadas de la yihad

Es evidente que en algunas zonas del planeta existen grupos terroristas islámicos muy operativos: en Palestina, por ejemplo, empeñados en la lucha contra Israel; en Afganistán y en Iraq encuadrando, más que grupos terroristas, a la “insurgencia”, esto es a movimientos de resistencia nacional-islamistas contra los ocupantes. ¿Hasta qué punto puede llamarse “terrorismo” a las acciones cometidas por estos grupos en zonas de combate? Es más propio llamarlas “resistencia” o “insurgencia” y, tienen mucho más que ver con las acciones de los maquis franceses contra los ocupantes alemanes en la Segunda Guerra Mundial que con los atentados de ETA.

Existe también terrorismo en zonas de conflicto en las que el Islam pugna por imponerse frente a otros grupos étnico-religiosos: ocurre en varios países africanos y asiáticos. Este terrorismo –al que podemos llamar “resistencialista”– estaba hasta hace poco reducido a Palestina y vinculado exclusivamente a la problemática del conflicto árabe-israelí. Pero también aquí hay que pronunciarse con extrema prudencia. A principios de los años 80, el Mosad israelí estimuló la creación de grupos chiítas en Palestina a fin de romper el monopolio de Al Fatah sobre la resistencia y poner palos en los engranajes de la maquinaria dirigida por Yaser Arafat.

A partir de las invasiones de Afganistán e Iraq, se extendió a estos países. Así mismo en el conflicto serbio-bosnio apareció un terrorismo islámico, que se prolongó a la región de Kosovo. Así mismo en el Cáucaso, el terrorismo islámico emergió en Chechenia y tuvo a Shamil Basayef a su líder más sanguinario. No hay absolutamente ninguna duda que ese terrorismo estuvo estimulado por la CIA a efectos de crear dificultades en el flanco sur a Rusia y a su aliado yugoslavo. La prueba más fehaciente es la facilidad con que se produjo la independencia de Kosovo y el hecho de que el gobierno de ese nuevo Estado, una mezcla de terroristas, bandidos, narcotraficantes y delincuentes, celebrara su independencia sacando a la calle cientos de banderas norteamericanas.

También el terrorismo islámico ha aflorado en el Norte de África y en la llamada “franja del Shäel”. Se trata de países de mayoría islámica que sufren grandes problemas sociales generados por un crecimiento demográfico exagerado en los últimos treinta años, atrasos seculares, inadecuación de los sistemas productivos, ausencia total de clase media y altos niveles de corrupción: es fácil para un fundamentalista islámico  resaltar que las clases políticas de esos países contradicen en su día a día los versículos del Corán. A partir de ahí, el conflicto está servido. Se trata de un problema interior de estos países en los que el islam es la única religión tolerada.

En otros países asiáticos en los que existen comunidades islámicas más o menos grandes, se han producido conatos de terrorismo fundamentalista, especialmente en la India y Pakistán que componen una de los escenarios más “calientes” del planeta. La existencia de fuertes comunidades islámicas en el noroeste de la India está haciendo que su nivel de convivencia con los fieles hinduistas, vaya empeorando. En general, desde 2002 las relaciones entre ambas comunidades se están deteriorando aceleradamente y los recientes atentados de Bombay evidencian la existencia de una tensión insoportable.

En definitiva, existe terrorismo islámico en tres escenarios diferentes: en zonas de conflicto armado abierto, en zonas de mayoría islámica o en zonas en las que el Islam es fuerte y debe convivir con otras religiones igualmente fuertes.

¿Puede llega a haber terrorismo islámico en España?

Hasta ahora, afortunadamente, no se ha manifestado el terrorismo islámico en nuestro país. Es lógico: las comunidades islámicas, hasta ahora son minoritarias. En esos casos, el propio Corán recomienda la estrategia del enmascaramiento, la mano tendida y la moderación. Es la que cualquier otro estratega recomendaría. Desde el punto de vista militar esta situación es la que corresponde a una “defensiva estratégica”. Pero, no debemos olvidar que en algunas zonas de nuestro país se han formado auténticos guetos en los que la inmigración islamista es ya mayoritaria. Esta situación es particularmente visible en Catalunya y en zonas de Andalucía y Levante y apenas visible en Madrid, donde la inmigración procedente de países islámicos es minoritaria.

Catalunya es hoy la tierra de promisión del Islam venido del Magreb, Pakistán y África. Sin duda no es por casualidad que buena parte de las redadas contra presuntos terroristas islámicos hayan tenido lugar en aquella autonomía. Además, Catalunya acumula riesgos: está gobernada por un tripartito que nada conoce de la personalidad islámica, ni siquiera de la historia del islam, el área de orden pública está en manos de Joan Saura, seguramente la persona menos capacitada para la tarea y que sólo aspira a evitar todo roce con el Islam, cediendo en todo aquello que exijan; y, para colmo, no existen unidades militares operativas en toda la autonomía que capaces de responder a una insurrección islámica. Los acuerdos autonómicos han hecho que la Guardia Civil desapareciera de Catalunya y que el orden público quedara en manos de la policía autonómica, hasta ahora sin experiencia en esta materia. Si en algún lugar de España pueden producirse conatos de terrorismo islámico, Catalunya es la más vulnerable de todo el Estado: con una comunidad islámica amplísima, con la mayor tasa de paro de España, muy mal gobernada (en materia de orden público y seguridad ciudadana, incluso desgobernada) y sin capacidad de reacción.

En zonas de Levante y Andalucía, la acumulación de inmigración islámica es, inferior, pero sigue siendo notable. Aun así, ni siquiera en Catalunya existe una densidad suficiente de población islámica como para que pudieran desatarse hoy procesos yihadistas. Hoy no, pero a la vista de la tasa de crecimiento demográfico de las comunidades islámicas, en 20 ó 25 años la situación puede haber dado un giro decisivo. De la situación de “defensiva estratégica”, los islamistas pueden pasar a un “equilibrio de fuerzas”. En esa circunstancia sí que se pueden dar las condiciones para la aparición de un terrorismo islámico digno de tal nombre y no los simulacros mediáticos que hemos visto hasta ahora.

Un futuro negro, pero aún evitable

A medida que avanza la islamización de Europa, las resistencias son cada vez mayores, hasta el punto de que, salvo en países como en España, en donde el gobierno Zapatero experimenta la irreprimible tendencia de aliarse con países islámicos moderados (Turquía y Marruecos), en el resto de Europa va a ser difícil que la islamización llegue más allá de donde ya ha llegado. La vista gorda en el Reino Unido terminará con el gobierno de Gordon Brown.

Sin embargo, a medida que crezca la oposición y que la demografía islámica siga creciendo, aumentarán las tensiones. Si bien es cierto que no puede exigirse a los islamistas que renuncien a su religión (Europa es tierra de libertades, incluso para los enemigos de la libertad), si es cierto que debería impedirse la difusión de determinados fragmentos del Corán. Y en este sentido es preciso apoyar las iniciativas populares que van a favor de impedir la difusión sobre territorio europeo de las ideas de guerra santa, de las concepciones discriminatorias hacia la mujer. ¿Supondría eso desnaturalizar la religión islámica? Es posible, pero la legalidad europea está por encima de una religión no europea que solamente ha llegado aquí con la inmigración.

No hay que tener miedo a afrontar los problemas con perspectiva histórica: hoy no hay terrorismo islámico en Europa, pero mañana puede haberlo. Así pues es preciso conjurar el riesgo actuando en dos direcciones: de un lado, impedir la difusión del islam, radical o moderado, pero que contenga llamamientos de odio y beligerancia. Y en esto no puede haber matices: la difusión de todas las referencias del Corán a la “pequeña guerra santa” y a la lucha contra los infieles debe ser prohibida por ley, guste o no guste a los islamistas y a sus amigos. Es cierto que la Biblia contiene también párrafos beligerantes, especialmente en el Antiguo Testamento… pero ni la Iglesia hace de ellos el eje de su prédica, ni incitan a nadie a matar y morir por su fe. No puede decirse lo mismo del Islam.

Todo esto hace que en Islam deba ser considerado como una religión completamente diferente a cualquier otra existente actualmente sobre territorio europeo y, como tal, no puede acogerse al mismo estatuto de libertad religiosa que el catolicismo, el protestantismo o el budismo. El Islam precisa un estatuto diferenciado como credo socio-religioso, no como religión a secas.

El número de conversos europeos al Islam es mínimo en relación al total, apenas un 0’1%. El núcleo principal evidentemente procede de bolsas de inmigración de países islámicos. Está claro, pues, que si se quiere evitar la aparición de terrorismo islámico, es preciso conjurar riesgos y el primero es admitir sin límite inmigración procedente de países islámicos. ¿Es una medida discriminatoria? No, es una medida selectiva: cada país tiene el derecho de seleccionar aquella inmigración que desea tener y, no hay en el mundo, ni un solo país que aspire a tener una inmigración conflictiva o que pueda llegar a serlo.

La crisis económica y la inestabilidad creciente en el Magreb hacen que estemos sentados sobre un barril de pólvora. De nosotros, los pueblos de Europa, va a depender que seamos capaces de conjurar la explosión o que amplias zonas de nuestro continente pasen a ser “zonas de expansión del Islam” y sus partidarios alcancen la etapa de “ofensiva estratégica”, es decir, la etapa insurreccional como en Afganistán, Iraq o Palestina.

Hoy no existe terrorismo islámico en España, mañana puede haberlo. Las alarmas solamente deben sonar ante riesgos reales. Las famosas operaciones Datil, Lago, Nova, casos como el del Comando Dixán, no pueden convertirse en un eterno y grotesco “que viene el lobo, que viene el lobo”. Lo importante no es desarticular a enemigos inexistentes sino afrontar el problema conjurando riesgos de futuro muy reales: la inmigración islámica debe volver a sus países de origen, el Islam no puede ser considerado como una religión más, Europa no convertirse en tierra de predicación del Islam.

[recuadro fuera de texto]

El terrorismo islámico en Europa y la respuesta

En Francia se cometieron atentados islamistas en metros en 1995 y en Londres 10 años después. Así mismo, en Holanda resultaron asesinados el periodista y documentalista Theo Van Gogh (por un fanático islamista marroquí) y Pym Fortune (por un ecologista a causa de la postura anti-islamista de la víctima). Estas oleadas se iniciaron con la fatwa contra el escritor Salman Rushdie en 1985 y alcanzaron su punto álgido en noviembre de 2005 con los incidentes que sacudieron Francia durante 20 días en los que los barrios más agitados demostraron ser los de mayoría islámica. Incidentes análogos tuvieron lugar en los cinturones industriales ingleses. En ese país, el número de asistentes a las mezquitas ya ha superado el de quienes acuden a las iglesias anglicanas y el Islam es prácticamente la religión con más audiencia de las islas británicas. En 2005, un diputado, Boris Johnson intentó una iniciativa parlamentaria para prohibir la lectura pública o privada de gran número de fragmentos del Corán a la vista de que consideraba que expandía el odio y la discriminación. Un año después, Patrick Sookhdeo, miembro del Instituto para el Estudio del Islam y el Cristianismo, solicitó la prohibición de una traducción del Corán explicando que “expone una estrategia que pretende matar a los infieles y hacerles la guerra”.

En Italia, con una evolución del fenómeno islámico bastante similar a nuestro país, salvo que allí has reacciones y reticencias contra la expansión de esta religión son mayores, Roberto Calderoli, coordinador de la Liga Nord escribió en 2005 que "el Islam debía ser declarado ilícito hasta que los islamistas estén dispuestos a renunciar a los elementos de su seudo doctrina política y religiosa que glorifica la violencia y la opresión de otras culturas y religiones”.

En los países nórdicos, habitualmente de orientación liberal en sus costumbres y libertades, se han producido, así mismo, iniciativas para detener la difusión del islam a la vista de la secuelas de odio susceptibles de generarse. El problema mundial desencadenado en Dinamarca a raíz de las protestas islámicas por la publicación de unas caricaturas inofensivas en un semanario de poca circulación, fue el toque de atención del riesgo que implicaba el islam para la libertad de expresión y generó numerosas iniciativas. En Noruega, el Partido del Progreso de Kristiansand procuró prohibir el Islam en el 2004. En Alemania, el Bundesverband der Bürgerbewegungen intentó hacer otro tanto el Corán en el 2006 debido a su incompatibilidad con la constitución alemana. En 2007, se estrenó la iniciativa danesa "Stop a la islamización de Dinamarca" exigiendo la prohibición de ciertas partes del Corán y de su difusión en las mezquitas, calificándolas como anticonstitucionales.

Así mismo, en Febrero de 2008 se firmó en Anvers (Flandes) la carta base de la Coordinadora Europea de Ciudades sin Mezquita, suscrita entre otras organizaciones y medios, por la revista IdentidaD en nombre de España, que constituye la primera movilización popular contra para detener la islamización de Europa. Por lo que se refiere a España, en Sevilla, en Premiá de Mar, en cualquier ciudad de España en la que se pretende abrir una gran mezquita, se producen movilizaciones populares que obligan a las autoridades a dar marcha atrás. Existe la sensación generalizada de que una mezquita es algo molesto: España es tierra de campanarios, no de muecines ni minaretes.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen