viernes, 15 de octubre de 2010

Los Gays vistos por un hétero (VII de VII). En los senderos de la mitología gay

Vale la pena ver como un gay se ve a sí mismo y como ve al mundo; así el mundo sabrá como tiene que mirarlo y como es visto. Y no creo que al "mundo" (me refiero al mundo heterosexual, es decir a la mayoría) le guste conocer los matices de la "mirada homosexual", pero, en cualquier caso, resulta curioso.

Si ustedes quieren ahorrarse la lectura del siguiente capítulo, se lo resumiré diciendo que el mundo gay practica una desconfianza endémica hacia el mundo no gay, teñida frecuentemente de hostilidad y enmascarada con conceptos de respeto, tolerancia mutua, igualdad y buen rollito. Hay que decir que el movimiento gay es heteróclito y abarca un amplio espectro que va desde los discretos que permanecen apalancados bajo la protección del entablillado del armario, hasta los intolerantes que consideran que la sociedad gay no tiene nada que aprender ni porque equipararse con la heterosexual y que es ésta la que debe seguir el ejemplo de aquella.

Pero, en general, para el movimiento gay militante, cualquier tipo de objeción -por pequeña que sea-, toda reserva mental que albergue un hétero hacia los aspectos más extremistas de las reivindicaciones del mundo gay es susceptible de ser considerada como un acto hostil; finalmente, en este capítulo, sacarán, en conclusión, la sospecha de que el mundo gay sólo puede tener la iniciativa en una sociedad que ha perdido el paradigma de normalidad, es decir, una sociedad en situación de 3D: "Decadencia, Desintegración y Derribo".  

La buena conciencia del exilio

Todos vivimos, en mayor o menor medida, una situación de exilio psicológico. Y los gays, podemos creerles, aún más. De hecho su reflexión sobre el mundo empieza (y con cierta frecuencia termina) con ese lamento. Habitualmente veo a una mujer, me gusta y sé que si tengo aplomo y habilidad, puedo iniciar una maniobra de aproximación. Y esto en un 96-97% de la población. Un gay ve un culito respingón que le atraiga y sabe que puede optar a él, sólo en el 3-4% de los casos. Mal asunto. Esta, y no otra, es la fuente de todas las tragedias del movimiento gay: desear algo que en el 96-97% de los casos le está vedado. Y la situación no mejorará; aunque las reservas que en otro tiempo haya tenido la sociedad hacia la homofilia, desaparecieran completamente y se instaurara el reinado de la tolerancia,  el 96-97% seguiría siendo hétero y dando calabazas a otras pretensiones. Esto es algo que intuyen los representantes más extremistas del movimiento gay y por eso claman por la segregación: son los héteros quienes deben de asumir los valores y comportamientos de la sociedad gay. No al revés  Algo, evidentemente, inviable. Estos seguirán viviendo exiliados por siempre jamás.

Hace años me tocó escribir un libro sobre el catarismo. A decir verdad, el tema ni me apasionaba, ni siquiera me interesaba, pero esto es Catalunya y un pedido es un pedido, así que, le dediqué al tema un par de meses. Hubo algo en la espiritualidad cátara que ahora me recuerda exactamente al mundo gay. Ya verán porqué lo digo. El caso es que el libro empezaba con algo, aparentemente, tan poco cátaro como el cuento de la bella y la bestia (o el bestia). Cito de la introducción de aquella obra: "La Bella y la Bestia" es algo más que una cuidada película de dibujos animados. ¡Quién diría que este cuento para niños, encierra la perífrasis simbólica de la doctrina cátara! La Bestia, es ese ángel prisionero de Satán que, tras la "caída", se ha visto arrojada a un cuerpo desagradable y horrendo. La única forma de que el ángel caído pueda recuperar su estado de belleza natural es mediante la redención por el Amor. Y ese amor debe venir de una dama pura.  Sería difícil resumir con más sencillez la temática que popularizó el catarismo hace  más de setecientos años: el mundo es imperfecto y malvado por que faltan en él caridad y amor. Bastará con intr