Infokrisis.- La ablación del clítoris ha llegado a Europa con las riadas migratorias procedentes del Tercer Mundo. Bruscamente, un problema de otras tierras comparte cotidianeidad con nosotros. Desde el punto de vista antropológico, la ablación es una práctica tradicional de zonas islámicas del Africa Negra en las que, no solo no está prohibido, sino que además es una práctica integrada en la sociedad. ¿Debe permitirse a las comunidades originarias de esas zonas, continuar con esta práctica criminal en nuestro país? o por el contrario, la ablación ¿debe ser un delito penado en Europa?
La “ablación” es, según el diccionario, la separación o extirpación de cualquier parte del cuerpo y la “ablación genital femenina”, la mutilación genital o ablación del clítoris. Una práctica que jamás se ha conocido en el viejo continente, ni siquiera períodos prehistóricos.
Europa ha permanecido ajeno al conflicto durante siglos. Hasta no hace mucho se creía que era una rareza antropológica de pueblos primitivos. La llegada de riadas masivas de inmigración a nuestro continente que llevaban con ellos sus tradiciones y costumbres, ha hecho que, bruscamente, hayamos tomado conciencia del drama por el que atraviesan millones de mujeres del Tercer Mundo.
140 MILLONES DE NIÑAS MUTILADAS EN AFRICA
En la actualidad resulta difícil establecer el número de mujeres que han sufrido ablación.
Las cifras más optimistas hablan de más de cien millones, pero, frecuentemente, a partir de datos de la ONU y la UNICEF, se considera que entre 130 y 150 millones de mujeres han sido martirizadas con esta mutilación que les dejará secuelas durante toda su vida.
Los países con mayor número de ablaciones son Nigeria (33 millones), Etiopía y Egipto (24 millones cada uno), Sudán (10 millones), Kenia (7 millones) y Somalia (4’5 millones). Con cifras menores, pero con unos porcentajes extremadamente altos, figuran los países del África Occidental: en especial Malí, Camerún, Costa de Marfil, etc. En países como Djibuti o Egipto entre el 80 y el 90% de las niñas sufren ablación. Según un dosier informativo de INFOMUNDI, se calcula que dos millones de niñas son sometidas anualmente a mutilación genital. Hay aproximadamente seis mil nuevos casos por día, o sea, cinco ablaciones por minuto...
Las mutilaciones se realizan sin ningún tipo de medidas sanitarias. Básicamente la operación consiste en inmovilizar a la niña por sus familiares o atándola a la cama en el momento en que cumple los 7 o 10 años, colocarle unas tablillas sobre cuyas aristas sobresalga el clítoris, y arrastrar un vidrio o un cuchillo sobre las tablillas hasta que arranquen de cuajo el delicado órgano femenino. Existen diversas formas de ablación (ver recuadro), según la parte mutilada sea mayor o menor.
Tal es el destino de las mujeres de buena parte de Africa. No todas sobreviven a la mutilación. Frecuentemente las infecciones acaban con la vida de la niña. Las que sobreviven, además del trauma, padecen secuelas durante toda su vida. Frecuentemente sufren infecciones vaginales, tumores y dolor durante la penetración y el parto. Por supuesto, ignoran durante toda su vida lo que es el orgasmo y el placer sexual intenso.
¿POR QUE MUTILAR A LAS NIÑAS?
Una costumbre tan absurda para los occidentales, debe tener algún arraigo entre las poblaciones que lo practican. En realidad, la ablación femenina tiene un sentido similar a la circuncisión practicada por musulmanes, judíos y buena parte de las poblaciones del Africa Negra. El tránsito de la niñez a la juventud entre los varones viene dado por la amputación ritual del prepucio y, en el caso de las etnias africanas, por la “aventura iniciativa”, frecuentemente la caza de un animal salvaje. La ablación es el equivalente en las niñas. Tanto la circuncisión como la ablación se consideran “ritos de tránsito”. Cuando el joven cumple determinada edad atraviesa esta “iniciación” y pasa a ser considerado “hombre” o “mujer”.
No es raro que en Africa, las niñas esperen la ablación como un tránsito necesario para ser consideradas mujeres. La amputación del clítoris implica “limpieza” y “pureza”. Ese fragmento de carne, extremadamente rico en terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos, es considerada “carne impura” y, por tanto, debe ser amputado. Para acentuar este sentido, las niñas, en algunos países como Somalia, tras ser mutiladas, son lavadas de forma ritual y su cráneo es afeitado.
En la práctica, es evidente que este sistema tiene como único fin el control de la sexualidad femenina. Desde un período ancestral, estas poblaciones han temido que la mujer aprenda los mecanismos del placer sexual y se entregue a ellos, causando la consiguiente “pérdida de honra” del varón. La ablación impide, no solo todo tipo de gozo sexual, sino incluso un dolor, en ocasiones extremo, en el momento de la penetración. Los valores culturales de las sociedades que practican la mutilación genital femenina, transmiten a sus mujeres que cualquier mujer que no haya pasado por esta “purificación”, no es útil para el matrimonio, huirá pronto del hogar y se convertirá en una prostituta.
EL PROBLEMA LLEGA A EUROPA
Evidentemente, en Europa las cosas se ven de otra forma. Si la igualdad sexual todavía no se ha alcanzado, si al menos se percibe un cambio en las costumbres. Nadie discute la tendencia a considerar a la mujer como igualmente digna que el varón. Las religiones europeas, desde la más remota antigüedad -el paganismo celta, o la religiosidad greco-latina- confirieron a la mujer un papel elevado, como esposa, madre y amante, frecuentemente elevadas al papel de diosas.
Esta herencia cultural se ha ido desarrollando hasta nuestros días y generando un progresivo marco de igualdad.
Por eso ha sorprendido todavía más el que, desde hace año y medio, empiecen a llegar a las consultas pediátricas españolas casos de niñas que han sido mutiladas en nuestro país. Hace quince años ya se detectó el primer caso en el Reino Unido y hace sólo cinco en Italia y Francia. Frecuentemente, las familias aprovechan períodos vacacionales en sus países para someter a la niña a mutilación sin los problemas legales que esto podría acarrear en Europa.
Posteriormente, cuando regresan y llevan a la niña a la consulta pediátrica, se evidencia la mutilación. La obligación de los médicos es comunicar el caso a las autoridades. Esto ha hecho que las fiscalías de Barcelona, Madrid, Baleares, Zaragoza y Valencia, tomaran cartas en el asunto ante estos casos.
También se han producido insólitas situaciones en las que los familiares de la niña han solicitado al pediatra que procediera a la mutilación ritual, con cargo a la “seguridad social”. El argumento es simple: si las niñas regresan a Africa sin haber sido mutiladas serán, irremediablemente, repudiadas...
Distintas ONG’s y servicios de Asistencia Social de los Ayuntamientos están intentando llevar campañas de sensibilización e información sobre los peligros que acarrea la ablación y su prohibición en nuestro país. Sin embargo, hasta ahora y según reconoce una asistenta social del Raval, los resultados son mínimos: “La ablación está tan arraigada en aquellas culturas africanas que la niña que esta “entera” es considerada con un rango similar a las prostitutas” y no tiene ninguna posibilidad de inserción normal en su sociedad de origen.
LA ABLACIÓN Y EL ISLAM
En Egipto cada día se mutila a tres mil niñas. El gobierno, haciéndose eco de los llamamientos de la Asociación Egipcia Pro Derechos Humanos, ha multado con 80 millones de pesetas al líder de los teólogos musulmanes por haberse manifestado a favor de la mutilación femenina. Pero éste ha respondido con una fatwa (decreto religioso) contra quienes se opongan a ella, afirmando que merecen la muerte y refiriéndose a la operación como una “práctica loable que honra a la mujer”.
En realidad, la posición del Islam no es uniforme respecto a la ablación. Driss El-Majouni, a cargo de uno de los puntos de oración musulmanes en el barrio de la Ribera en Barcelona, afirma que “El misterio reside en saber de dónde procede la autoridad con la que este teólogo se ha atrevido a realizar esta declaración, habida cuenta que el Corán no menciona la circuncisión femenina”. Y añade: “El Islam es un camino para encontrar la paz, la libertad y el recogimiento espiritual, tanto para el hombre como para la mujer”.
Sin embargo, es evidente que allí donde se practica la ablación, se realiza con fines religiosos y que la religión oficial es el Islam. El-Majouni, afirma que la desinformación que existe en Occidente sobre el Islam es espectacular. “La mujer islámica –nos dice- no es un ser enclaustrado, sumiso y privado de libertad, de movimiento y de pensamiento. De entre todas las religiones tradicionales, desde luego, es la que con más cuidado trata la figura de la mujer”.
Cuando le recordamos el caso de las mujeres afganas o la ablación del clítoris, reacciona inmediatamente con una agresividad poco disimulada: “Vosotros creéis saber que la ablación del clítoris es una costumbre islámica; en realidad no sabéis nada. La ablación es una tradición de ciertas regiones africanas preexistentes al Islam. Se confunde al Islam con las tradiciones machistas, pero no es así. En cuanto a las mujeres afganas, en cada país hay un velo que está mas adaptado a la tradición de siempre. Las mujeres afganas e islámicas no consideran el “chador” [velo] una prenda humillante, sino la que corresponde a su rango de mujeres; ninguna mujer islámica, sin embargo, se pondría una minifalda o un bikini”. Así pues ¿a otras latitudes otras tradiciones? Al-Majouni asiente.
Otras autoridades religiosas islámicas opinan de manera diferente. El pasado día 21 de mayo, La Vanguardia publicaba un artículo titulado: “Un imán de Lérida justifica la ablación si se hace en zonas muy calurosas”. Abdelwahab Houze matizó que en los textos sagrados queda muy claro que esta práctica sólo es defendible en países muy calurosos. Estas declaraciones venían a remolque de otras realizadas por el imán de la otra mezquita local, Morro Jaitch que permanecía ambiguo ante las ablaciones: “Ni hacerla ni no hacerlo son pecado”. Ninguno de los dos mostró su rechazo y, por su parte Jaicht consideró exagerado perseguir en España a los musulmanes que sometan a sus hijas a una escisión del clítoris. La fiscalía de Lérida no encontró indicios de delito en las manifestaciones de los dos imanes que podían haber sido constitutivas de apología de lesiones.
Resulta difícil entender como la ley coránica, efectivamente respetuosa para la mujer –sin tener en cuenta la institución muy coránica de la poligamia y las imposiciones de prendas agobiantes, cuya supuesta aceptación es discutible- desaconseja los tatuajes indelebles y, sin embargo, permanezca impasible ante las horrendas mutilaciones que se cometen en territorios islamizados.
UN PROBLEMA IMPORTADO
Cuando esta atrocidad se comete en los países africanos, no queda más remedio que protestar y presionar a la comunidad internacional para que prohíba esta práctica detestable. El problema es diferente cuando la ablación se comete aquí y ahora.
El escándalo saltó el año pasado cuando el Tribunal de lo Criminal de Seine-Saint Denis (a las afueras de París), juzgó a cinco malienses, acusados de complicidad en la mutilación genital de sus hijas. Los acusados -una pareja y un hombre y sus dos esposas, residentes en Francia- fueron responsables de la ablación de sus siete hijas entre 1985 y 1989. La jueza autorizó la proyección como prueba de un documental que mostraba una operación de ablación. Los abogados de las partes civiles -Liga del Derecho Internacional de las Mujeres, Grupo por la Abolición de las Mutilaciones Sexuales y SOS Mujeres Alternativas- consiguieron que se difundiera el citado vídeo filmado en 1986 y que contiene pasajes gráficos sobre la mutilación genital. La mujer que practicó la ablación del clítoris a las siete pequeñas nunca pudo ser localizada por la policía.
Esto ocurría en marzo de 2000. Un año después, en España empezaban a preocupar los casos de ablación. En junio, una jueza de Mataró prohibió que unas niñas de Malí volvieran a su país dado el riesgo que tenían de sufrir ablación.
Unos días después, la fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) abrió diligencias para investigar seis casos de ablación sufridos por niñas de origen africano que fueron detectados por pediatras de dos centros de salud de Zaragoza.
El fiscal jefe del TSJA, Alfonso Arroyo de las Heras, dicidió investigar los casos de mutilación de clítoris denunciados por el portavoz del grupo socialista del Ayuntamiento de Zaragoza. Según declaró el edil del PSOE, este rito “es un delito, una forma extrema de violencia y marginación de la mujer”, que hay que castigar e investigar, especialmente en hospitales y centros de salud. Igualmente en Banyolas (Gerona), la policía autonómica catalana abrió una investigación por las sospechas que recaían sobre la comunidad gambiana de realización de ablaciones por 15.000 pesetas. La Generalitat advirtió a los médicos de Gerona que extremaran la vigilancia para impedir este tipo de prácticas y comuniquen cualquier tipo de mutilaciones de este tipo.
MUJERES ANTI-ABLACIÓN: PROHIBICIÓN SIN REPRESIÓN
La posición de algunos grupos anti-ablación resulta cuanto menos polémica. Mientras que la Asociación de Mujeres Anti-Ablación de España exige la prohibición de esta práctica en nuestro país, sin embargo, rechazan las medidas penales propuestas por CiU. Prohibición sí... pero si alguien la incumple ¿hay que hacer la vista gorda? Mama Samateh, presidenta de la Asociación desvía la atención: "No veo que la expulsión sea una solución –afirma-; una vez la niña ha sufrido la ablación, tanto si la separan de sus padres como si obligan a toda la familia a regresar a su país de origen, la pequeña va a sufrir más todavía".
Entonces ¿cuál es la alternativa? Mama Samateh nos lo explica así: "nacionalización de los niños nacidos aquí para que tengan los derechos que tiene un niño europeo, es decir, los derechos de unos niños nacidos en países donde la ablación es ilegal; así, si las niñas viajaran a Africa lo harían como niñas españolas y el Gobierno español podría ir a buscarlas o bien avisar a los Gobiernos de esos países para que no permitan que se realice la ablación a niñas españolas en su territorio". Pero, una y otra vez vuelve a negar la posibilidad de medidas represivas contra las padres. Desde el punto de vista occidental resulta difícil pensar en una ley que no tenga, como contrapartida, una sanción penal, cuando se incumple.
LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ACTIVA CONTRA LA ABLACION
La polémica posición de esta asociación no impidió que el Parlamento Autonómico de Cataluña aprobara en junio por unanimidad, una proposición no de ley en la que reclama la creación de una comisión interdisciplinar de expertos, para que diseñe un plan de acción contra la ablación de clítoris a que se somete a algunas niñas de origen africano.
La proposición no de ley, que había sido presentada por todos los grupos parlamentarios (CiU, PSC, PP, ERC e IC-V), reclama al gobierno catalán que impulse varias medidas para incrementar la información sobre esta práctica entre las familias africanas residentes en Cataluña.
Pocos días después de la presentación de esta propuesta, los expertos de la Sociedad Española de Neumología, advirtieron en Coruña de que el paulatino incremento de casos de tuberculosis relacionados con la población inmigrante podría condicionar el control de la enfermedad. No se descarta que, dado el aumento de ciudadanos de países subdesarrollados que llegan tuberculosos a nuestro país, se pueda avivar una enfermedad que se creía casi completamente erradicada. En estos momentos, la proporción de tuberculosis entre los inmigrantes "no es demasiado elevada” —un 10% del total—, según el doctor Caminero Luna a la agencia EFE.
En España hay en la actualidad 240.000 enfermos, lo que supone 61 casos por cada 100.000 habitantes. Entre los inmigrantes encerrados, a principios de año, en la Iglesia del Pino en Barcelona, se contaron seis casos de requirieron hospitalización por tuberculosis avanzada.
Los médicos reunidos en Coruña alertaron sobre la necesidad de establecer estrategias sanitarias sobre el colectivo de inmigrantes, ofreciéndoles accesibilidad al sistema sanitario y efectuándoles al llegar pruebas diagnósticas. Aprovecharon para extender esta advertir sobre los casos de ablación que se estaban detectando especialmente en niñas de Malí, Sudán, Somalia y Sierra Leona residentes en España.
En mayo el Partido Socialista se mostró particularmente beligerante contra la ablación, proponiendo medidas legales concretas. El senador socialista Juan Alberto Belloch aseguró que "no tenemos datos pero sí la convicción de que ya se está practicando también en España” la mutilación genital de las mujeres.
Belloch presentó esta iniciativa junto al portavoz del grupo socialista en el Senado, Juan José Laborda. Laborda asegura que esta propuesta del PSOE "no es oportunista", sino que responde al deseo de su grupo de que los inmigrantes vengan a España y se integren, pero siempre respetando la integridad física y psíquica de sus hijas.
Los socialistas proponen la modificación del artículo 149 del Código Penal, para penar de forma especifica la mutilación genital femenina, la Modificación del artículo 23 de la ley Orgánica del poder Judicial para permitir el enjuiciamiento de aquellos inmigrantes que han practicado la mutilación fuera de España pero se encuentran dentro del territorio nacional.
El senador socialista recordó, además, que a menudo esta mutilación se lleva a cabo con un trozo de cristal, una lata, una cuchilla o una piedra afilada y que cuando no se produce la muerte por hemorragia o cualquier tipo de infección, las secuelas habituales son frigidez, lesiones renales, quistes, depresión, ansiedad o psicosis, entre otras.
Casi inmediatamente se aprobó la proposición no de ley por la que se insta al Gobierno a advertir a los inmigrantes de que la mutilación o ablación genital femenina es un delito castigado en España con penas de entre 3 y 12 años.
Resulta evidente que, para la sociedad española, la ablación del clítoris supone una de las prácticas más horribles que pueda realizar una sociedad contra sus niñas.
Repugna, no sólo la posibilidad de pensar que aquí y ahora, en nuestra tierra, se estén cometiendo estas atrocidades, sino que 130 millones de mujeres hayan sido víctimas de esta mutilación brutal que se practica de forma legal en 25 países y se tolera en otros 40...
[recuadro fuera de texto]
[recuadro I]
UN TESTIMONIO ESCALOFRIANTE
“SI, ME HICIERON ABLACIÓN DEL CLÍTORIS A LOS 8 AÑOS”
UNA MUJER DE MALI NOS RELATA SU CALVARIO
"Sí, me hicieron la ablación del clítoris cuando tenía ocho años, y cada día y noche grito de dolor y de miedo y tengo que mirarme esas cicatrices para poder seguir manteniendo en mi ese poder de lucha que me ha mantenido sin quitarme la vida. Porque yo estoy muerta desde aquel día que mataron mi dignidad y mis derechos como persona. Las cicatrices duelen cada minuto, cada segundo; no tienes un momento en que el dolor no te atenace. Los médicos dicen que ya no puede dolerme, pero yo lo siento igual que aquel día, más intenso aún cuando sé todo lo que aún tengo que seguir sufriendo.
Me lavaron y peinaron con trenzas, las que hacían cuando era una fiesta. Me regalaron una muñeca de paja y mis ojos se abrían risueños y no paraba de saltar y de hablar, de jugar y enseñar mi muñeca a todas las personas. Creí que los días siguientes serían todos así, que siempre tendría una muñeca, unas trenzas recién peinadas, pero pronto esos sueños quedaron rotos, como desde entonces quedó roto mi cuerpo y mi vida.
He repetido muchas veces como me hicieron la ablación del clítoris, pero quiero decírtelo a ti, escribírtelo para que, además, de todo lo que has leído, sepas que lo ha sufrido una persona a la que le puedes poner un rostro, pensamientos y sentimientos. A veces las palabras no son suficientes para expresar todo el dolor, para expresar como son las cicatrices de tu espíritu y de tu cuerpo. Las del cuerpo puedes verlas, te las mando, pero las del espíritu, esas aún nadie ha creado una palabra que pueda definir como me siento. Por ello quiero que cuando leas lo siguiente, te pongas en mi lugar, en esa edad y en la de ahora, en aquellos momentos y en los de ahora.
Me ataron a la cama, tenía ocho años y aunque habían explicado que iban a hacer, y las razones de todo ello, mi mente de niña no alcanzaba a comprender nada, sólo que lo realizaban para que fuera una persona respetada y querida en la comunidad. Cuando me ataron grité llamando a mi madre, pero mi madre era una de las personas que me estaba atando, y mi abuela también. Gritaba y gritaba, escuchaba rezos sin sentido, que no comprendía, y sentí lo que era el dolor, lo que era el dolor, nadie puede expresarlo, nadie puede describir que es, porque es imposible describir como es. Lo hicieron con una cuchilla, sin aplicar ningún tipo de anestesia, sólo agua y esa cuchilla. Me extirparon el clítoris, los labios menores, mayores y cosieron la vulva, dejando un diminuto orificio por el que expulso la orina y la menstruación. Después, aplicaron un poco de yodo y me vendaron. Lo hicieron en mi cama, donde después, cada noche, intentaba dormir y no podía, y cuando años después pude volver a dormir, despertaba con pesadillas atroces en las que volvía a revivir aquellos momentos, con el mismo dolor con los que lo viví en la realidad.
He parido dos niños, y han tenido que abrirme y cerrarme cada vez que tenía que parir uno de ellos. No tengo órganos sexuales; son sólo cicatrices que me recuerdan que he sido madre; he engendrado con dolor y sin goce; he parido con dolor, más allá del propio de cada parto, y no he podido mantener una relación sexual con la persona amada porque no podía soportar ver su rostro cada vez que me poseía, porque su sufrimiento, unido al mío, hizo imposible que pudiéramos seguir caminando juntos".
[recuadro II]
LAS CUATRO FORMAS DE ABLACIÓN
LOS DISTINTOS FORMATOS DEL TERROR
La circuncisión femenina o ablación, adopta diversas formas:
1. La forma menos severa, es conocida como "Sunna" y consiste en arrancar el prepucio del clítoris o de la punta del mismo.
2. Arrancar el clítoris en su totalidad, seguida por la aplicación de huevo u otra substancia adhesiva para favorecer la cicatrización.
3. Arrancar el clítoris y el labio menor.
4. Infibulación o mutilación genital igual a la anterior, más la amputación de la parte interna del labio mayor. Luego la herida es suturada -infibulación- dejándose sólo un pequeño orificio para orinar y, posteriormente, permitir la salida del flujo menstrual. La infibulación produce un gran daño en los genitales externos de la mujer, ricos en vasos sanguíneos, inhibiendo completamente sus sensaciones sexuales.
[recuadro III]
EFECTOS SECUNDARIOS DE LA ABLACION
LOS “DAÑOS COLATERALES”
La ablación se realiza sin los más mínimos cuidados sanitarios. El carácter mismo de la operación y algunos de los tipos de ablación implican necesariamente la aparición de “daños colaterales” que acompañarán a la futura mujer, durante toda su vida:
- La hemorragia que se produce después de la mutilación o dos o tres días después; se debe a que no se ha realizado correctamente la sutura de los vasos sanguíneos.
- Los casos de muerte por hemorragia son numerosos.
- Algunas niñas que han sufrido ablación necesitan transfusiones de sangre.
- El trauma operatorio produce asimismo retención de orina, debido al temor a experimentar dolor y una sensación de ardor al orinar. En algunos casos se producen coágulos que bloquean las vías urinarias.
- Infección a la herida, y en caso más extremo, el tétano, que se transmite a través de los “instrumentos quirúrgicos” no esterilizados.
- Complicaciones de orden ginecológico tales como infecciones crónicas del tracto urinario.
- Dolores durante el período menstrual debido a que la pequeña apertura dejada por la infibulación dificulta el flujo de las secreciones vaginales y de la menstruación.
- Infecciones pélvicas y vaginales a causa del mal drenaje.
- Quistes en la zona donde se ha realizado la ablación del clítoris, etc.
- Las relaciones sexuales son dolorosas y la difícil penetración se acompaña de temor de las niñas al casamiento.
- Parto prolongado y extremadamente doloroso, sobre todo en la segunda fase, cuando se produce la dilatación cervical y la cabeza del bebé tiene que salir.
- Fístulas rectovaginales y de otro tipo; el prolapso de la vagina debido a la prolongada retención del feto.
(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen
La “ablación” es, según el diccionario, la separación o extirpación de cualquier parte del cuerpo y la “ablación genital femenina”, la mutilación genital o ablación del clítoris. Una práctica que jamás se ha conocido en el viejo continente, ni siquiera períodos prehistóricos.
Europa ha permanecido ajeno al conflicto durante siglos. Hasta no hace mucho se creía que era una rareza antropológica de pueblos primitivos. La llegada de riadas masivas de inmigración a nuestro continente que llevaban con ellos sus tradiciones y costumbres, ha hecho que, bruscamente, hayamos tomado conciencia del drama por el que atraviesan millones de mujeres del Tercer Mundo.
140 MILLONES DE NIÑAS MUTILADAS EN AFRICA
En la actualidad resulta difícil establecer el número de mujeres que han sufrido ablación.
Las cifras más optimistas hablan de más de cien millones, pero, frecuentemente, a partir de datos de la ONU y la UNICEF, se considera que entre 130 y 150 millones de mujeres han sido martirizadas con esta mutilación que les dejará secuelas durante toda su vida.
Los países con mayor número de ablaciones son Nigeria (33 millones), Etiopía y Egipto (24 millones cada uno), Sudán (10 millones), Kenia (7 millones) y Somalia (4’5 millones). Con cifras menores, pero con unos porcentajes extremadamente altos, figuran los países del África Occidental: en especial Malí, Camerún, Costa de Marfil, etc. En países como Djibuti o Egipto entre el 80 y el 90% de las niñas sufren ablación. Según un dosier informativo de INFOMUNDI, se calcula que dos millones de niñas son sometidas anualmente a mutilación genital. Hay aproximadamente seis mil nuevos casos por día, o sea, cinco ablaciones por minuto...
Las mutilaciones se realizan sin ningún tipo de medidas sanitarias. Básicamente la operación consiste en inmovilizar a la niña por sus familiares o atándola a la cama en el momento en que cumple los 7 o 10 años, colocarle unas tablillas sobre cuyas aristas sobresalga el clítoris, y arrastrar un vidrio o un cuchillo sobre las tablillas hasta que arranquen de cuajo el delicado órgano femenino. Existen diversas formas de ablación (ver recuadro), según la parte mutilada sea mayor o menor.
Tal es el destino de las mujeres de buena parte de Africa. No todas sobreviven a la mutilación. Frecuentemente las infecciones acaban con la vida de la niña. Las que sobreviven, además del trauma, padecen secuelas durante toda su vida. Frecuentemente sufren infecciones vaginales, tumores y dolor durante la penetración y el parto. Por supuesto, ignoran durante toda su vida lo que es el orgasmo y el placer sexual intenso.
¿POR QUE MUTILAR A LAS NIÑAS?
Una costumbre tan absurda para los occidentales, debe tener algún arraigo entre las poblaciones que lo practican. En realidad, la ablación femenina tiene un sentido similar a la circuncisión practicada por musulmanes, judíos y buena parte de las poblaciones del Africa Negra. El tránsito de la niñez a la juventud entre los varones viene dado por la amputación ritual del prepucio y, en el caso de las etnias africanas, por la “aventura iniciativa”, frecuentemente la caza de un animal salvaje. La ablación es el equivalente en las niñas. Tanto la circuncisión como la ablación se consideran “ritos de tránsito”. Cuando el joven cumple determinada edad atraviesa esta “iniciación” y pasa a ser considerado “hombre” o “mujer”.
No es raro que en Africa, las niñas esperen la ablación como un tránsito necesario para ser consideradas mujeres. La amputación del clítoris implica “limpieza” y “pureza”. Ese fragmento de carne, extremadamente rico en terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos, es considerada “carne impura” y, por tanto, debe ser amputado. Para acentuar este sentido, las niñas, en algunos países como Somalia, tras ser mutiladas, son lavadas de forma ritual y su cráneo es afeitado.
En la práctica, es evidente que este sistema tiene como único fin el control de la sexualidad femenina. Desde un período ancestral, estas poblaciones han temido que la mujer aprenda los mecanismos del placer sexual y se entregue a ellos, causando la consiguiente “pérdida de honra” del varón. La ablación impide, no solo todo tipo de gozo sexual, sino incluso un dolor, en ocasiones extremo, en el momento de la penetración. Los valores culturales de las sociedades que practican la mutilación genital femenina, transmiten a sus mujeres que cualquier mujer que no haya pasado por esta “purificación”, no es útil para el matrimonio, huirá pronto del hogar y se convertirá en una prostituta.
EL PROBLEMA LLEGA A EUROPA
Evidentemente, en Europa las cosas se ven de otra forma. Si la igualdad sexual todavía no se ha alcanzado, si al menos se percibe un cambio en las costumbres. Nadie discute la tendencia a considerar a la mujer como igualmente digna que el varón. Las religiones europeas, desde la más remota antigüedad -el paganismo celta, o la religiosidad greco-latina- confirieron a la mujer un papel elevado, como esposa, madre y amante, frecuentemente elevadas al papel de diosas.
Esta herencia cultural se ha ido desarrollando hasta nuestros días y generando un progresivo marco de igualdad.
Por eso ha sorprendido todavía más el que, desde hace año y medio, empiecen a llegar a las consultas pediátricas españolas casos de niñas que han sido mutiladas en nuestro país. Hace quince años ya se detectó el primer caso en el Reino Unido y hace sólo cinco en Italia y Francia. Frecuentemente, las familias aprovechan períodos vacacionales en sus países para someter a la niña a mutilación sin los problemas legales que esto podría acarrear en Europa.
Posteriormente, cuando regresan y llevan a la niña a la consulta pediátrica, se evidencia la mutilación. La obligación de los médicos es comunicar el caso a las autoridades. Esto ha hecho que las fiscalías de Barcelona, Madrid, Baleares, Zaragoza y Valencia, tomaran cartas en el asunto ante estos casos.
También se han producido insólitas situaciones en las que los familiares de la niña han solicitado al pediatra que procediera a la mutilación ritual, con cargo a la “seguridad social”. El argumento es simple: si las niñas regresan a Africa sin haber sido mutiladas serán, irremediablemente, repudiadas...
Distintas ONG’s y servicios de Asistencia Social de los Ayuntamientos están intentando llevar campañas de sensibilización e información sobre los peligros que acarrea la ablación y su prohibición en nuestro país. Sin embargo, hasta ahora y según reconoce una asistenta social del Raval, los resultados son mínimos: “La ablación está tan arraigada en aquellas culturas africanas que la niña que esta “entera” es considerada con un rango similar a las prostitutas” y no tiene ninguna posibilidad de inserción normal en su sociedad de origen.
LA ABLACIÓN Y EL ISLAM
En Egipto cada día se mutila a tres mil niñas. El gobierno, haciéndose eco de los llamamientos de la Asociación Egipcia Pro Derechos Humanos, ha multado con 80 millones de pesetas al líder de los teólogos musulmanes por haberse manifestado a favor de la mutilación femenina. Pero éste ha respondido con una fatwa (decreto religioso) contra quienes se opongan a ella, afirmando que merecen la muerte y refiriéndose a la operación como una “práctica loable que honra a la mujer”.
En realidad, la posición del Islam no es uniforme respecto a la ablación. Driss El-Majouni, a cargo de uno de los puntos de oración musulmanes en el barrio de la Ribera en Barcelona, afirma que “El misterio reside en saber de dónde procede la autoridad con la que este teólogo se ha atrevido a realizar esta declaración, habida cuenta que el Corán no menciona la circuncisión femenina”. Y añade: “El Islam es un camino para encontrar la paz, la libertad y el recogimiento espiritual, tanto para el hombre como para la mujer”.
Sin embargo, es evidente que allí donde se practica la ablación, se realiza con fines religiosos y que la religión oficial es el Islam. El-Majouni, afirma que la desinformación que existe en Occidente sobre el Islam es espectacular. “La mujer islámica –nos dice- no es un ser enclaustrado, sumiso y privado de libertad, de movimiento y de pensamiento. De entre todas las religiones tradicionales, desde luego, es la que con más cuidado trata la figura de la mujer”.
Cuando le recordamos el caso de las mujeres afganas o la ablación del clítoris, reacciona inmediatamente con una agresividad poco disimulada: “Vosotros creéis saber que la ablación del clítoris es una costumbre islámica; en realidad no sabéis nada. La ablación es una tradición de ciertas regiones africanas preexistentes al Islam. Se confunde al Islam con las tradiciones machistas, pero no es así. En cuanto a las mujeres afganas, en cada país hay un velo que está mas adaptado a la tradición de siempre. Las mujeres afganas e islámicas no consideran el “chador” [velo] una prenda humillante, sino la que corresponde a su rango de mujeres; ninguna mujer islámica, sin embargo, se pondría una minifalda o un bikini”. Así pues ¿a otras latitudes otras tradiciones? Al-Majouni asiente.
Otras autoridades religiosas islámicas opinan de manera diferente. El pasado día 21 de mayo, La Vanguardia publicaba un artículo titulado: “Un imán de Lérida justifica la ablación si se hace en zonas muy calurosas”. Abdelwahab Houze matizó que en los textos sagrados queda muy claro que esta práctica sólo es defendible en países muy calurosos. Estas declaraciones venían a remolque de otras realizadas por el imán de la otra mezquita local, Morro Jaitch que permanecía ambiguo ante las ablaciones: “Ni hacerla ni no hacerlo son pecado”. Ninguno de los dos mostró su rechazo y, por su parte Jaicht consideró exagerado perseguir en España a los musulmanes que sometan a sus hijas a una escisión del clítoris. La fiscalía de Lérida no encontró indicios de delito en las manifestaciones de los dos imanes que podían haber sido constitutivas de apología de lesiones.
Resulta difícil entender como la ley coránica, efectivamente respetuosa para la mujer –sin tener en cuenta la institución muy coránica de la poligamia y las imposiciones de prendas agobiantes, cuya supuesta aceptación es discutible- desaconseja los tatuajes indelebles y, sin embargo, permanezca impasible ante las horrendas mutilaciones que se cometen en territorios islamizados.
UN PROBLEMA IMPORTADO
Cuando esta atrocidad se comete en los países africanos, no queda más remedio que protestar y presionar a la comunidad internacional para que prohíba esta práctica detestable. El problema es diferente cuando la ablación se comete aquí y ahora.
El escándalo saltó el año pasado cuando el Tribunal de lo Criminal de Seine-Saint Denis (a las afueras de París), juzgó a cinco malienses, acusados de complicidad en la mutilación genital de sus hijas. Los acusados -una pareja y un hombre y sus dos esposas, residentes en Francia- fueron responsables de la ablación de sus siete hijas entre 1985 y 1989. La jueza autorizó la proyección como prueba de un documental que mostraba una operación de ablación. Los abogados de las partes civiles -Liga del Derecho Internacional de las Mujeres, Grupo por la Abolición de las Mutilaciones Sexuales y SOS Mujeres Alternativas- consiguieron que se difundiera el citado vídeo filmado en 1986 y que contiene pasajes gráficos sobre la mutilación genital. La mujer que practicó la ablación del clítoris a las siete pequeñas nunca pudo ser localizada por la policía.
Esto ocurría en marzo de 2000. Un año después, en España empezaban a preocupar los casos de ablación. En junio, una jueza de Mataró prohibió que unas niñas de Malí volvieran a su país dado el riesgo que tenían de sufrir ablación.
Unos días después, la fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) abrió diligencias para investigar seis casos de ablación sufridos por niñas de origen africano que fueron detectados por pediatras de dos centros de salud de Zaragoza.
El fiscal jefe del TSJA, Alfonso Arroyo de las Heras, dicidió investigar los casos de mutilación de clítoris denunciados por el portavoz del grupo socialista del Ayuntamiento de Zaragoza. Según declaró el edil del PSOE, este rito “es un delito, una forma extrema de violencia y marginación de la mujer”, que hay que castigar e investigar, especialmente en hospitales y centros de salud. Igualmente en Banyolas (Gerona), la policía autonómica catalana abrió una investigación por las sospechas que recaían sobre la comunidad gambiana de realización de ablaciones por 15.000 pesetas. La Generalitat advirtió a los médicos de Gerona que extremaran la vigilancia para impedir este tipo de prácticas y comuniquen cualquier tipo de mutilaciones de este tipo.
MUJERES ANTI-ABLACIÓN: PROHIBICIÓN SIN REPRESIÓN
La posición de algunos grupos anti-ablación resulta cuanto menos polémica. Mientras que la Asociación de Mujeres Anti-Ablación de España exige la prohibición de esta práctica en nuestro país, sin embargo, rechazan las medidas penales propuestas por CiU. Prohibición sí... pero si alguien la incumple ¿hay que hacer la vista gorda? Mama Samateh, presidenta de la Asociación desvía la atención: "No veo que la expulsión sea una solución –afirma-; una vez la niña ha sufrido la ablación, tanto si la separan de sus padres como si obligan a toda la familia a regresar a su país de origen, la pequeña va a sufrir más todavía".
Entonces ¿cuál es la alternativa? Mama Samateh nos lo explica así: "nacionalización de los niños nacidos aquí para que tengan los derechos que tiene un niño europeo, es decir, los derechos de unos niños nacidos en países donde la ablación es ilegal; así, si las niñas viajaran a Africa lo harían como niñas españolas y el Gobierno español podría ir a buscarlas o bien avisar a los Gobiernos de esos países para que no permitan que se realice la ablación a niñas españolas en su territorio". Pero, una y otra vez vuelve a negar la posibilidad de medidas represivas contra las padres. Desde el punto de vista occidental resulta difícil pensar en una ley que no tenga, como contrapartida, una sanción penal, cuando se incumple.
LA SOCIEDAD ESPAÑOLA ACTIVA CONTRA LA ABLACION
La polémica posición de esta asociación no impidió que el Parlamento Autonómico de Cataluña aprobara en junio por unanimidad, una proposición no de ley en la que reclama la creación de una comisión interdisciplinar de expertos, para que diseñe un plan de acción contra la ablación de clítoris a que se somete a algunas niñas de origen africano.
La proposición no de ley, que había sido presentada por todos los grupos parlamentarios (CiU, PSC, PP, ERC e IC-V), reclama al gobierno catalán que impulse varias medidas para incrementar la información sobre esta práctica entre las familias africanas residentes en Cataluña.
Pocos días después de la presentación de esta propuesta, los expertos de la Sociedad Española de Neumología, advirtieron en Coruña de que el paulatino incremento de casos de tuberculosis relacionados con la población inmigrante podría condicionar el control de la enfermedad. No se descarta que, dado el aumento de ciudadanos de países subdesarrollados que llegan tuberculosos a nuestro país, se pueda avivar una enfermedad que se creía casi completamente erradicada. En estos momentos, la proporción de tuberculosis entre los inmigrantes "no es demasiado elevada” —un 10% del total—, según el doctor Caminero Luna a la agencia EFE.
En España hay en la actualidad 240.000 enfermos, lo que supone 61 casos por cada 100.000 habitantes. Entre los inmigrantes encerrados, a principios de año, en la Iglesia del Pino en Barcelona, se contaron seis casos de requirieron hospitalización por tuberculosis avanzada.
Los médicos reunidos en Coruña alertaron sobre la necesidad de establecer estrategias sanitarias sobre el colectivo de inmigrantes, ofreciéndoles accesibilidad al sistema sanitario y efectuándoles al llegar pruebas diagnósticas. Aprovecharon para extender esta advertir sobre los casos de ablación que se estaban detectando especialmente en niñas de Malí, Sudán, Somalia y Sierra Leona residentes en España.
En mayo el Partido Socialista se mostró particularmente beligerante contra la ablación, proponiendo medidas legales concretas. El senador socialista Juan Alberto Belloch aseguró que "no tenemos datos pero sí la convicción de que ya se está practicando también en España” la mutilación genital de las mujeres.
Belloch presentó esta iniciativa junto al portavoz del grupo socialista en el Senado, Juan José Laborda. Laborda asegura que esta propuesta del PSOE "no es oportunista", sino que responde al deseo de su grupo de que los inmigrantes vengan a España y se integren, pero siempre respetando la integridad física y psíquica de sus hijas.
Los socialistas proponen la modificación del artículo 149 del Código Penal, para penar de forma especifica la mutilación genital femenina, la Modificación del artículo 23 de la ley Orgánica del poder Judicial para permitir el enjuiciamiento de aquellos inmigrantes que han practicado la mutilación fuera de España pero se encuentran dentro del territorio nacional.
El senador socialista recordó, además, que a menudo esta mutilación se lleva a cabo con un trozo de cristal, una lata, una cuchilla o una piedra afilada y que cuando no se produce la muerte por hemorragia o cualquier tipo de infección, las secuelas habituales son frigidez, lesiones renales, quistes, depresión, ansiedad o psicosis, entre otras.
Casi inmediatamente se aprobó la proposición no de ley por la que se insta al Gobierno a advertir a los inmigrantes de que la mutilación o ablación genital femenina es un delito castigado en España con penas de entre 3 y 12 años.
Resulta evidente que, para la sociedad española, la ablación del clítoris supone una de las prácticas más horribles que pueda realizar una sociedad contra sus niñas.
Repugna, no sólo la posibilidad de pensar que aquí y ahora, en nuestra tierra, se estén cometiendo estas atrocidades, sino que 130 millones de mujeres hayan sido víctimas de esta mutilación brutal que se practica de forma legal en 25 países y se tolera en otros 40...
[recuadro fuera de texto]
[recuadro I]
UN TESTIMONIO ESCALOFRIANTE
“SI, ME HICIERON ABLACIÓN DEL CLÍTORIS A LOS 8 AÑOS”
UNA MUJER DE MALI NOS RELATA SU CALVARIO
"Sí, me hicieron la ablación del clítoris cuando tenía ocho años, y cada día y noche grito de dolor y de miedo y tengo que mirarme esas cicatrices para poder seguir manteniendo en mi ese poder de lucha que me ha mantenido sin quitarme la vida. Porque yo estoy muerta desde aquel día que mataron mi dignidad y mis derechos como persona. Las cicatrices duelen cada minuto, cada segundo; no tienes un momento en que el dolor no te atenace. Los médicos dicen que ya no puede dolerme, pero yo lo siento igual que aquel día, más intenso aún cuando sé todo lo que aún tengo que seguir sufriendo.
Me lavaron y peinaron con trenzas, las que hacían cuando era una fiesta. Me regalaron una muñeca de paja y mis ojos se abrían risueños y no paraba de saltar y de hablar, de jugar y enseñar mi muñeca a todas las personas. Creí que los días siguientes serían todos así, que siempre tendría una muñeca, unas trenzas recién peinadas, pero pronto esos sueños quedaron rotos, como desde entonces quedó roto mi cuerpo y mi vida.
He repetido muchas veces como me hicieron la ablación del clítoris, pero quiero decírtelo a ti, escribírtelo para que, además, de todo lo que has leído, sepas que lo ha sufrido una persona a la que le puedes poner un rostro, pensamientos y sentimientos. A veces las palabras no son suficientes para expresar todo el dolor, para expresar como son las cicatrices de tu espíritu y de tu cuerpo. Las del cuerpo puedes verlas, te las mando, pero las del espíritu, esas aún nadie ha creado una palabra que pueda definir como me siento. Por ello quiero que cuando leas lo siguiente, te pongas en mi lugar, en esa edad y en la de ahora, en aquellos momentos y en los de ahora.
Me ataron a la cama, tenía ocho años y aunque habían explicado que iban a hacer, y las razones de todo ello, mi mente de niña no alcanzaba a comprender nada, sólo que lo realizaban para que fuera una persona respetada y querida en la comunidad. Cuando me ataron grité llamando a mi madre, pero mi madre era una de las personas que me estaba atando, y mi abuela también. Gritaba y gritaba, escuchaba rezos sin sentido, que no comprendía, y sentí lo que era el dolor, lo que era el dolor, nadie puede expresarlo, nadie puede describir que es, porque es imposible describir como es. Lo hicieron con una cuchilla, sin aplicar ningún tipo de anestesia, sólo agua y esa cuchilla. Me extirparon el clítoris, los labios menores, mayores y cosieron la vulva, dejando un diminuto orificio por el que expulso la orina y la menstruación. Después, aplicaron un poco de yodo y me vendaron. Lo hicieron en mi cama, donde después, cada noche, intentaba dormir y no podía, y cuando años después pude volver a dormir, despertaba con pesadillas atroces en las que volvía a revivir aquellos momentos, con el mismo dolor con los que lo viví en la realidad.
He parido dos niños, y han tenido que abrirme y cerrarme cada vez que tenía que parir uno de ellos. No tengo órganos sexuales; son sólo cicatrices que me recuerdan que he sido madre; he engendrado con dolor y sin goce; he parido con dolor, más allá del propio de cada parto, y no he podido mantener una relación sexual con la persona amada porque no podía soportar ver su rostro cada vez que me poseía, porque su sufrimiento, unido al mío, hizo imposible que pudiéramos seguir caminando juntos".
[recuadro II]
LAS CUATRO FORMAS DE ABLACIÓN
LOS DISTINTOS FORMATOS DEL TERROR
La circuncisión femenina o ablación, adopta diversas formas:
1. La forma menos severa, es conocida como "Sunna" y consiste en arrancar el prepucio del clítoris o de la punta del mismo.
2. Arrancar el clítoris en su totalidad, seguida por la aplicación de huevo u otra substancia adhesiva para favorecer la cicatrización.
3. Arrancar el clítoris y el labio menor.
4. Infibulación o mutilación genital igual a la anterior, más la amputación de la parte interna del labio mayor. Luego la herida es suturada -infibulación- dejándose sólo un pequeño orificio para orinar y, posteriormente, permitir la salida del flujo menstrual. La infibulación produce un gran daño en los genitales externos de la mujer, ricos en vasos sanguíneos, inhibiendo completamente sus sensaciones sexuales.
[recuadro III]
EFECTOS SECUNDARIOS DE LA ABLACION
LOS “DAÑOS COLATERALES”
La ablación se realiza sin los más mínimos cuidados sanitarios. El carácter mismo de la operación y algunos de los tipos de ablación implican necesariamente la aparición de “daños colaterales” que acompañarán a la futura mujer, durante toda su vida:
- La hemorragia que se produce después de la mutilación o dos o tres días después; se debe a que no se ha realizado correctamente la sutura de los vasos sanguíneos.
- Los casos de muerte por hemorragia son numerosos.
- Algunas niñas que han sufrido ablación necesitan transfusiones de sangre.
- El trauma operatorio produce asimismo retención de orina, debido al temor a experimentar dolor y una sensación de ardor al orinar. En algunos casos se producen coágulos que bloquean las vías urinarias.
- Infección a la herida, y en caso más extremo, el tétano, que se transmite a través de los “instrumentos quirúrgicos” no esterilizados.
- Complicaciones de orden ginecológico tales como infecciones crónicas del tracto urinario.
- Dolores durante el período menstrual debido a que la pequeña apertura dejada por la infibulación dificulta el flujo de las secreciones vaginales y de la menstruación.
- Infecciones pélvicas y vaginales a causa del mal drenaje.
- Quistes en la zona donde se ha realizado la ablación del clítoris, etc.
- Las relaciones sexuales son dolorosas y la difícil penetración se acompaña de temor de las niñas al casamiento.
- Parto prolongado y extremadamente doloroso, sobre todo en la segunda fase, cuando se produce la dilatación cervical y la cabeza del bebé tiene que salir.
- Fístulas rectovaginales y de otro tipo; el prolapso de la vagina debido a la prolongada retención del feto.
(c) Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen