viernes, 15 de octubre de 2010

Hugo Wast, de oficio escritor, de vocación nacionalista y antisemita

Infokrisis.- La conspiración del silencio no siempre alcanza sus objetivos. Los detractores de Hugo Wast no han podido evitar que en Argentina muchas calles lleven su nombre y que, sistemáticamente, bibliotecas públicas de las grandes ciudades recuerden en sus rótulos al que fuera uno de los mejores escritores argentinos del siglo XX. No en vano, cuando murió había vendido tres millones de ejemplares de sus obras. Incluso hoy, después de sesenta años de muro de silencio, sus obras son reeditadas con cierta frecuencia y en Internet 18.100 referencias a Hugo Wast aparecen en Google. En buena medida, los grandes escritores argentinos del siglo XX se nutrieron de las obras de Wast. Sin embargo, lo más habitual cuando acudimos a biografías o historias de la literatura argentina políticamente correctas se limitan a definir a Wast como "escritor antisemita". Y lo era, por supuesto, pero era bastante más: católico, conservador, dotado de una pluma ágil y brillante que se movía bien tanto en relatos cortos como en novelas de gran calado, alguien, en definitiva, que merece ser recordado. Para quien esto escribe constituye un honor recordar la pluma de Hugo Wast y recomendar su lectura para los amantes de la literatura de expresión castellana.

Pinceladas de una vida

La Córdoba argentina es una ciudad muy particular que uno aprende pronto a amar. Situada en el centro de Argentina, su mismo centro es recorrido por el Suquía, un río que en el centro del centro de la ciudad forma la Isla de los Patos. Alta de cota, es batida por el viento pampero, el Zonda, que bate desde los Andes, seco y polvoriento. La zona residencial construida sobre una depresión hace que el smog sea una constante del lugar. Salvo lo populoso de la ciudad y la polución, ese mismo río y ese viento fue el que conoció Gustavo Adolfo Martímez Zuviría quien alcanzaría fama literaria con el nombre de "Hugo Wast".

Wast había nacido en Córdoba en 1883 el mismo día que se estrenaba el signo del Escorpión. No había antecedentes literarios en su familia, sino vocaciones militares. La fortuna familiar le permitió recibir una esmerada educación en los escolapios y luego, iniciado el siglo, seguir estudios de derecho que, aun culminados brillantemente, jamás le interesaron mucho. Desde el bachillerato sabía que la literatura constituía su verdadera vocación y a ella se dedicaría a partir de los 19 años.

Su primera novela, Alegre, que data del tiempo en que había empezado a estudiar Derecho, fue recibida con simpatía en los ambientes literarios argentinos. Menos fortuna tuvo la tesis doctoral con la que debía haber concluido sus estudios de derecho. En 1907 causó cierto revuelo en los ambiente universitarios el que el tribunal rechazara su tesis titulada ¿A dónde nos lleva el panteísmo de Estado? Calificada de "panfleto insolente y sectario". En realidad, Wast no había hecho otra cosa que intentar recuperar el valor de lo humano frente al poder omnívoro del Estado y lo hacía reivindicando la doctrina católica del Santo Tomás de la Summa Teologica. Cómo él, Wast definía como obligación del Estado "el bien supremo de la comunidad". Sostenía igualmente que el Estado debe ser el reflejo en la tierra de un orden superior y trascendente… demasiado para lo que podían soportar sus profesiones racionalistas, librepensadores, positivistas y francmasones. Una segunda tesis -titulada El Salario- fue aprobada a regañadientes al resumir la doctrina social de la Iglesia en este tema, pero técnicamente la tesis era irreprochable y no daba lugar a objeciones.

De todas formas, a esas alturas las calificaciones le resultaban absolutamente indiferentes a Wast que seguía publicando novelas breves, cuentos, comentarios políticos y pequeños ensayos en dos publicaciones: La Nación (el diario fundado por el general Mitre y que siempre ha ostentado una postura católica y conservadora) y Caras y Caretas (rara mezcla de revista de humor de gran calidad que alternaba artículos de gran seriedad periodística, en su redacción se forjó el padre de la caricatura argentina, José María Cao, español de origen gallego). Cuando se casó a los 20 años ya tenía consolidada una fama como novelista, poeta y articulista. Como católico que, Roma fue el destino de su viaje de novios, donde la pareja fue recibida en audiencia pública por el papa Pío X. De ese matrimonio nacerían 10 hijos y llegaría a conocer a varios de sus bisnietos. En su última obra publicada en 1961, un año antes de su muerte, defendía la concepción católica de la maternidad, oponiéndose férreamente al aborto: Autobiografía del hijito que no nació. La obra empieza así: "Mi cuerpo es tan pequeño todavía que no puede ser visto por los ojos de nadie, pero mi alma ya es tan grande como lo será siempre". Sería difícil exponer de una manera más delicada el misterio de la vida y de la naturaleza humana.

De retorno proseguiría sus creaciones literarias alternándolas con el ejercicio de la docencia, primero en un colegio nacional y luego en la Universidad de Santa Fe. Fue en su tercera novela, Flor de Durazno, cuando empleó por primera vez el seudónimo de "Hugo Wast". La novela recibió un clamoroso éxito de la crítica y poco después fue llevada al cine constituyendo un nuevo triunfo, tanto por el guión en sí, como por suponer el debut de un nuevo y joven actor, Carlos Gardel, que luego cosecharía fama en el tango. En 1916, también con el seudónimo de "Hugo Wast" escribiría la que muchos han definido como su mejor obra La casa de los cuervos. Dos años después vuelve a triunfar con Valle Negro que recibirá elogios de Miguel de Unamuno y premio de la Real Academia de la Lengua Española. Apenas ha cumplido los 30 años.

En esa época ya militaba en política, aunque posteriormente reconoció su error de afiliarse al Partido Democrático Progresista. Esta formación que tuvo cierta preponderancia solamente en la provincia de Santa Fe y fundado por Lisandro de la Torre, que anteriormente había participado en la Unión Cívica Radical. En 1914, De la Torre encabezó la candidatura de un PDP que era en realidad una experiencia frentista de socialdemócratas y conservadores de la provincia opuestos a Hipólito Irigoyen. Wast formaba el tándem con De la Torre, pero ambos fueron derrotados. Dos años después, Wast consiguió ser elegido diputado nacional. En ese período, sus obras empiezan a reflejar cierta tensión política que culmina con el ensayo Un país mal administrado.

No duró mucho tiempo en el PDP que abandonó en 1920, al no ser reelegido diputado. El motivo de la ruptura fue el giro socialdemócrata que había protagonizado la formación en Santa Fe mientras él ejercía como diputado en Buenos Aires. En los siguientes 10 años no se dedicará exclusivamente a la creación literaria como profesión, hará algo más: viajar por toda Europa y conocerá los EEUU. En Europa residirá durante unos años en España donde pudo conocer a toda la generación del 98 e integrarse sin dificultad en los trabajos de la Real Academia de la Lengua. Antes de abandonar Argentina recibe varios premios literarios y escribe media docena de novelas que suponen éxitos de ventas. Con Desierto de Piedra ganará el Gran Premio Nacional de Literatura.

En el curso de estos viajes Wast conoce al "gran mundo". Y lo que ve le horroriza. En los EEUU cree percibir que el judaísmo tiene el poder en las finanzas, la economía, las artes y la política. Empieza a teorizar sobre la posibilidad de que exista una "conspiración mundial judía" dirigida desde el "kahal" de Nueva York. A ese tema dedicará una gran obra en dos volúmenes que es tanto una novela como un ensayo. De hecho, la técnica utilizada por Wast en El Kahal es extremadamente novedosa y, en la época solamente tiene parangón con la obra de Gustav Meyrink (especialmente en El Rostro Verde, El Angel de la Ventana de Occidente y El Dominico Blanco; curiosamente, Meyrink también había colaborado con la mejor revista alemana de su tiempo Simplicisimus a imagen de la cual había sido creada Caras y Caretas): el alma del relato no es solamente una descripción de hechos y situaciones, sino de principios e ideas, sabiamente entrelazadas.

Por otra parte, en el curso de su periplo europeo, Wast viaja por los países latinos. Conoce la Italia en la que el fascismo ya ha triunfado. En España se relaciona con los intelectuales de la derecha (Miguel Miura) y con los que se sitúan en el ámbito del fascismo español (Giménez Caballero, Eugenio Montes, Sánchez Mazas). Pero también conoce al naciente nacionalsocialismo alemán y lo que ve le confirma en sus convicciones: ve un movimiento juvenil, las fuerzas vitales de la nación puestas en marcha al servicio de una tarea colectiva, se identifica con los escritos antisemitas de Streicher y asume como propias las tesis racistas del partido nacionalsocialista.

De hecho, desde muy joven, él, católico romano de fidelidad inconmovible, se ha sentido atraído por los viejos mitos del Norte, por las sagas y el tema de la lucha entre la luz y las tinieblas. Su propio seudónimo literario evidencia lo temprano de esta atracción: "Hugo Wast" no es más que la germanización anagramática de su nombre, Gustavo, a la grafía nórdica: "Ghustawo".

La trilogía: el Kahal - Oro - 666

El Kahal y Oro, aparecen en 1935, cuando el nacionalsocialismo ha llegado al poder y empieza a intentar establecer vínculos de amistad y hermandad con grupos de intelectuales y de políticos en toda Iberoamérica. Wast es uno de los hombres contactados por la Embajada Alemana. No es raro. Su novela, El Kahal responde exactamente a las tesis antisemitas difundidas por Streicher. La idea central es la existencia de una conspiración mundial judía dirigida por un "kahal" que dirigiría la vida privada de los judíos de todo el mundo, imparte órdenes, exige lealtad absoluta hasta la muerto, o bien él mismo dicta sentencias de muerte. La sede del "Kahal supremo" está en Nueva York y, en buena medida se identifica con la alta finanza de Wall Street.

Escribe en la novela: "Los cristianos piensan que ser judío es simplemente profesar la religión judaica. No se imaginan que es otra cosa: es pertenecer a una nación distinta de aquella en que se ha nacido o se vive. Suponen que la Sinagoga no es más que el templo del culto israelita. Ignoran que es, además, su Casa de Gobierno, Su Legislatura, su Foro, su Tribunal, su Escuela, su Bolsa y su Club. La Sinagoga es la clave de uno de los hechos más sorprendentes de la historia. Los fenicios, los caldeos, los asirios, los egipcios, los medas, los persas, los cartaginenses, han desaparecido, mientras que los judíos, sus contemporáneos han perforado los siglos, han llegado a nosotros, y con admirable orgullo nacional, se proclama el pueblo anunciado por la Segunda Escritura para dominar el mundo". Denuncia el tratamiento que considera que el Talmud depara a los no-judíos: "Existe una extraña y peligrosa costumbre judía llamada Hazaka (el derecho de explotar los bienes materiales de un goy), en beneficio de quien lo solicite y abone por ello, transacción que se lleva a cabo conforme a las leyes del Talmud en el secreto de la Sinagoga y en presencia de los grandes dignatarios. El concepto que justifica esta operación inmobiliaria se basa en la idea que la Sinagoga es la dueña virtual de todos los bienes en posesión de los idólatras -que venimos a ser nosotros, los no judíos- y tiene derecho a ofrecerlos a sus fieles si alguno de ellos lo pide, y de venderlos al mejor postor".

Sobre estos dos pilares construye su relato:  "Desde que un judío toca los umbrales de la vida hasta que sus despojos, lavados con agua en que se han hervido rosas secas y envueltos en un taled, se entierran en la "casa de los vivos" (Beht hachaim), vive secretamente sometido al Kahal". Y, más adelante, añade en su construcción literaria: "El Kahal es un soberano invisible y absoluto. Comercio, política, religión, vida privada en sus detalles más minuciosos (relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre amos y criados), todo está regido por el Talmud y fiscalizado por El Kahal, que es su expresión concreta. Entre el rabino que hace la doctrina y el Kahal que la aplica, hay una estrecha inteligencia, que el público ignora".

En realidad se trató de una trilogía completada con Oro y 666, cuyos tres volúmenes fueron consumidos ávidamente por las masas iberoamericanas. En poco tiempo, superaron las 20 ediciones de cada título y algunos cientos de ejemplares llegaron a España en pleno conflicto. No hemos podido reconstruir el canal a través del cual esta obra llegó a España, sin embargo, Edgardo Cozarinsky en un artículo publicado en La Nación en 1998 sostenía que la Embajada Alemana en Buenos Aires adquirió la nada desdeñable cantidad de 40.000 ejemplares para distribuirlos en "toda América Hispana"… ¿los pocos cientos de ejemplares que llegaron a España pertenecían a este contingente? No sería de extrañar a tenor de que la Embajada Alemana en Burgos se había preocupado de la difusión del Mi Lucha en España y de otras obras que reforzaban la política y las ideas básicas del III Reich. Y la obra de Wast, en este sentido, era importante para estimular el antisemitismo en los países de lengua castellana.

Sin embargo, la versión alemana realizada por el Dr. J. Würschmidt y que debía ser impresa por la Holle & Co. Verlag de Berlín, no pudo ver finalmente la luz, por los motivos que fueran. Seguramente la causa fue el inicio de la guerra, si bien algunos defensores literarios de Wast han argumentado que el veto se debió a que El Kahal tendía a reducir al problema judío a la cuestión religiosa únicamente prescindiendo del enfoque racial.

Por otra parte, a medida que avanzaba la trilogía, Wast acentuaba sus tendencias antisemitas. De hecho, en 666, el título de la novela ya es suficientemente significativo: Wast, inquieto por el poderío del bolchevismo y del judaísmo que considera hijos de la misma madre y subordinado el primero al segundo, percibe una perspectiva apocalíptica en la que los justos, rebasados y arrinconados por el Anticristo, esperan la renovación del cosmos y la Segunda Venida de Cristo.

La visión escatológica y apocalíptica de 666 es, en buena medida, hija de Las Profecías de Malaquías sobre los últimos papas. Da la sensación de que Wast estuvo interesado a partir de 1944 por todo el patrimonio profético del cristianismo, desde Malaquías a Nostradamus y desde el misterio de Fátima hasta las profecías manifestadas por María en las apariciones reconocidas por la Iglesia.

Una de las profecías que utiliza Wast tiene una inquietante actualidad y se refiere al ascenso del Islam. En 666 en el curso de un diálogo entre tres personajes, uno de ellos interpreta que la cabeza herida de muerte de la bestia citada en el Apocalipsis de Juan, es el Imperio Musulmán. Wast sitúa la reconstucción de un "imperio islámico" a finales del siglo XX y escribe al resoecto: "El haber fomentado el panislamismo se nos muestra ahora como la más terrible equivocación de los hombres en la historia. Hoy forman una sola nación enemiga de Cristo veinte naciones, desde los montes Atlas hasta el golfo de Tonkín: Marruecos, Libia, Egipto, Arabia, Persia, Irak, Afganistán y casi toda la India; cien grados de latitud con 700 millones de hombres que perseguirán a Cristo hasta la muerte, soberbios y sin contrición".

Hugo Wast y España


En los años 30, Wast exaspera sus tendencias antisemitas colaborando asiduamente en publicaciones de esta tendencia que aparecen en toda Iberoamérica, en especial en Argentina. Su amigo, Carlos Silveyra edita en aquel momento Clarinada, en cuya mancheta puede leerse su propio paradigma: "Revista anticomunista y antijudía". La revista, financiada por la embajada alemana, dejó de publicarse solamente tras la derrota del Eje.

El equivalente a la tendencia político-religioso que Wast representaba en Argentina, en España estaba constituida por el círculo formado, antes, durante y después de la guerra y hasta su fallecimiento, por Mauricio Carlavilla. Es más que probable que Wast estuviera en contacto con Carlavilla (a fin de cuentas el universo antisemita en ambos países no era tan grande como para que ambos pudieran frecuentarlo sin, antes o después, llegar a conocerse). Durante los años de la Guerra Civil española, Wast manifestó distintas iniciativas en pro del bando nacional. En 1937 figuró entre los intelectuales iberoamericanos que lanzaron un llamamiento de apoyo a Franco. Los ejes de este manifiesto eran catolicismo nacionalismo, anticomunismo y antimasonería.

Las relaciones de Wast con España serán largas y le facilitarán algunas de las mayores satisfacciones de su vida intelectual. La década de 1950 a 1960 la dedica en buena medida a España. Justo al comenzar la década es nombrado Consejero de honor del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A propuesta del Patronato Marcelino Menéndez Pelayo. En 1954 recibe la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio. Tres años después, la Editorial Fax de Madrid publica sus obras completas en dos volúmenes que serán premiados por el Instituto del Libro Español como "libro mejor presentado". La década termina en 1960 con un largo viaje de seis meses por España, cuando ya cuenta con 82 años.

Wast y su actividad política


El retorno de su periplo europeo en los años 30, coincide con el golpe del general Uriburu que derroca a Hipólito Yrigoyen. Wast, en atención a su prestigio internacional, es nombrado director de la Biblioteca Nacional argentina al frente de la cual permanecerá durante más de 20 años (de 1931 a 1955) multiplicando por tres el fondo de la institución. Renuncia precisamente durante el gobierno de Perón, cuando las relaciones entre éste y la jerarquía católica se han visto ensombrecidas.

Los años treinta suponen para él los años en los que es profeta en su tierra. Ingresa en la Academia Argentina de las Letras, preside la Comisión del Prensa del Congreso Eucarístico Internacional, recibe la Orden de San Gregorio Magno, otorgada por el Vaticano, es nombrado presidente de la Comisión Nacional de Cultura en 1937 e interventor de la provincia de Catamarca en 1940. Cuando llegó al poder el general Ramírez, éste se preocupó de que la educación estuviera en manos de la derecha nacionalista y, en especial de su ala "católico-hispanista". El escritor Jordán Genta fue nombrado interventor de la Universidad Nacional del Litoral y Wast Ministro de Educación, con la oposición de la Federación Universitaria Argentina que fue disuelta. Cuando el 26 de enero de 1944, Ramírez se vio obligado, muy a pesar suyo, a romper relaciones diplomáticas con Alemania, el nacionalismo que lo apoyaba se rompió y el sector dirigido por Wast manifestó su descontento. El Grupo de Oficiales Unidos exigió entonces la dimisión de Ramírez que traspasó el poder al general Edelmiro Farrell. A Wast se debió la instauración de la enseñanza del catolicismo en las escuelas.

En esos años varias novelas suyas habían sido llevadas al cine y, sin duda, la fama y la popularidad de Wast alcanzan su cumbre en 1944. Sin embargo, ese mismo año, fue denunciado como colaborador de la embajada alemana en tareas de espionaje. El escándalo, filtrado por la revista El Pampero de carácter aparentemente nacionalista y de la que algunos sostenían que era un órgano masónico, procedía de informaciones dadas por la embajada norteamericana. Wast debió renunciar al ministerio.

En los años siguientes se adheriría al peronismo, por su carácter pro-eje y nacionalista, pero finalmente, la actitud de Perón, condescendiente hacia los judíos, a los que autorizó a realizar cultos y el reconocimiento del Estado de Israel hicieron que dimitiera de sus cargo de director de la Biblioteca Nacional. Esta vez su decepción de la política es definitiva. Considera que el judaísmo ha gangrenado las raíces del nacionalismo argentino y se refugia en el catolicismo para morir en 1962.

Fue enterrado con el hábito y el cíngulo de padre jesuita. Había escrito: "Un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él". En la hora de su muerte, el escritor cambió la pluma por la sotana.

Enterrando a Hugo Wast

Desde 1962, cuando se cerró el féretro de Hugo Wast, cada día que pasa alguien intenta de nuevo enterrarlo. Su obra es hoy víctima de una gigantesca conspiración del silencio. Martín Prieto en su excelente Breve historia de la literatura argentina (2006) no le menciona ni siquiera de pasada. Mejor borrarlo de la lista no sea que alguien pueda leerlo o interesarse por él... Sin embargo Wast fue el primer escritor argentino que concibió la literatura como un bien de consumo, fue el primer argentino "hacedor de best-sellers" y su obra no solamente consistía en escribir la obra, sino además, en promocionarla. Prescindir de Wast en la literatura argentina sería como prescindir de Blasco Ibáñez en la española.

Muchos escritores argentinos de renombre han expresado en voz bien alta el tributo que deben a la obra de Wast. Uno de ellos, Julio Cortazar, el genial autor Rayuela y de las Historias de Cronopios y de Famas, declaró que las fuentes literarias que influyeron sobre él fueron Verne, Virginia Woolf, Cocteau Mallarmé, Poe, Lautréamont, y algunos otros. De los clásicos reconoce su deuda con Homero, Garcilaso, Dickens y Keats. Y de los oriundos de su patria, Jorge Luis Borges y Hugo Wast... Pero hay que enterrar a Wast so pena de que las nuevas generaciones lo descubran.

Juan Carlos Moreno, amigo personal y biógrafo del escritor, cuenta que la novela Flor de durazno habría agotado más de doscientos mil ejemplares distribuidos en treinta y cuatro reimpresiones y La casa de los cuervos habría tenido treinta y dos ediciones que contabilizarían ciento noventa y dos mil ejemplares vendidos, además de una traducción publicada por MacMillan en Nueva York con notas y vocabulario en inglés para la enseñanza del español, a lo que habría que sumar las exitosas adaptaciones cinematográficas de ambas novelas. Pero hay que enterrar a Wast, por encima de todo: rodear a su obra con el cerco del silencio y evitar que un día u obra pueda obtener de nuevo carta de naturaleza.

El 10 de noviembre de 2002, al celebrarse la IV Exposición del Libro Católico en La Plata, uno de los libros exhibidos era El Kahal. Algunos de los organizadores aprobaron una declaración de condena a la presencia de ese libro que "repudiaban". El arzobispo de La Plata, Monseñor Héctor Aguer, consideró el incidente como "pequeño alboroto municipal". El primer novelista argentino de su generación, gran impulsor de la Biblioteca y de la Hemeroteca Nacional, era "repudiado"… La Nación, el periódico en el que había colaborado durante su juventud dedicó unas líneas al episodio, escritas en 1983 por Martín Alberto Noel: "Tanto en su labor escrita como en su gestión de hombre de Estado, Martínez Zubiría volcó en favor de sus ideas y convicciones los bríos y la vehemencia de su honda fe religiosa. Algunos le reprocharon los desbordes de su prédica de polemista, las asperezas de su intransigencia. Cabe apuntar, en su defensa, que pertenecía a ese linaje de hombres ensalzados por Léon Bloy, en quienes la autenticidad del arrebato sin cálculos y la generosidad de la entrega a una causa justifican inclusive los circunstanciales errores. Porque, si incurrió en ellos, nunca cayó en cambio en ese pecado de tibieza, en esa ambigüedad e hibridez de conducta de ciertos oportunistas de todos los tiempos y lugares".

En 1996, la Policía Federal, en ejecución de una orden judicial, secuestró en una librería porteña varias novelas de Hugo Wast. El diario La Nación volvió a salir en defensa de Wast: "Prohibir la circulación de una obra literaria -aun cuando se invoquen, como en este caso, disposiciones legales dictadas en nombre de la convivencia democrática y social- significa resucitar una de las prácticas preferidas de los sistemas totalitarios y es consagrar la intolerancia cultural en una de sus peores y más oscuras manifestaciones. El secuestro fue ordenado como consecuencia de una denuncia por violación a la ley que prohíbe la discriminación racial. Asombra que la autoridad judicial haya podido incurrir en una equivocación tan grave. Lo que la ley prohíbe es la discriminación que se traduce en actos, no la que pueda surgir de la propuesta ideológica o doctrinaria formulada en una publicación escrita. De lo contrario, se trataría de una ley inaceptable y decididamente inconstitucional, pues ningún legislador puede dictar leyes que vulneren las libertades de pensamiento y de expresión, sin las cuales no es concebible una república respetuosa del pluralismo político y de los derechos individuales".

Wast, precursor de la autoedición

Hugo Wast fue genial, no solamente en la concepción de sus obras, sino en su comprensión del negocio editorial. Pronto intuyó que las grandes empresas editoriales miran por sus intereses mucho más que por los de los autores que escriben las obras o que el mundo de la cultura en general. Fue así como decidió tener el control de su propia obra literaria. Esto hace de él un autor completamente diferente a cualquier otro que hubiera existido en su época e incluso en la actualidad. Como se sabe, el negocio editorial consiste en que unas empresas, absolutamente desinteresados por los contenidos que difunden lo hacen simplemente ante la perspectiva de obtener suculentos beneficios. Otro tanto ocurre con el mundo de la distribución. Los autores, generalmente, confían su obra a "agentes literarios" que cobran a comisión sobre los derechos de autor. Esto hace que el dueño efectivo de la producción literaria no sea el propio autor sino sus "agentes" o a la editorial a la que ha confiado sus "derechos de autor". En esto radica la miseria del intelectual moderno: en que ni es dueño de sus obras, ni tiene control sobre ellas, ni puede asegurar cual es su difusión, ni trabaja para una empresa que cree en su propia producción literaria. Hugo Wat quiso romper con todo esto y logró independizarse del mundo de la gran edición. Hoy, miles de escritores harían lo mismo si conocieran la peripecia intelectual y profesional de Wast.

A partir de 1932 todas las primeras ediciones fueron publicadas por el autor con los sellos de Agencia General de Librería y Publicaciones y Editorial Bayardo; Wast también asumió la distribución, actuó como moderno agente. En 1930 participó en la reunión del PEN Club en Varsovia firmando contratos para publicar cuatro novelas suyas en Polonia. De retorno a América, pasó por los EEUU donde firmó un contrato por la publicación en inglés de otros cuatro libros. Según su biógrafo, fue uno de los primeros escritores argentinos "que en aquellos años adornaba sus libros con carátulas llamativas, de buen gusto artístico" y llegó a decir que "antes de pensar el argumento de una novela, pensaba en el papel con que iba a editarla". Wast no fue solamente escritor, fue también editor, distribuidor, fue su propio agente comercial. Wast, en definitiva, amaba el libro y la cultura.

En la actualidad, los derechos literarios de su obra son gestionados por el Instituto Hugo Wast (Av. Córdoba 1567 4p 7 CAPITAL. Tel 4811-6540 - institutohugowast@ciudad.com.ar, institutohugowast@fibertel.com.ar, disponiendo de web con la url: www.hugowast.com.ar para difundir su obra, biografía, cartas, fotos, anécdotas, vida pública; que su familia.

© Ernesto Milà - infokrisis - infokrisis@blogia.com - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.