Infokrisis.- Quizás el aspecto más dramático de la actual fase de la crisis económica es que no hay gobierno, pero tampoco hay oposición. En efecto, hoy Rajoy ha asumido su papel de sentarse a la puerta de Génova 5 esperando, sin hacer prácticamente nada, que el cadáver de ZP pase por delante suyo. Callaron ante el debate suscitado en torno a las nucleares y a los cementerios nucleares, callaron cuando estalló el debate sobre el empadronamiento de inmigrantes, allí dónde gobiernan su política en relación a la inmigración es exactamente la misma que la que practica el PSOE desde el Estado: subvenciones, subsidios, integración y… ¡nada más!
El pasado 20 de enero, Mariano Rajoy todavía no tenía claro algunos de los elementos del debate sobre la inmigración cuando declaró que todo el problema de la inmigración estriba en “determinar cuál es la capacidad de acogida de España” (¿a estas alturas no está claro que hay más de cuatro millones de los que podemos acoger?), el trabajo que se podría generar para acoger a trabajadores llegados del exterior (de momento ni PP ni PSOE nos dicen como piensan generar puestos de trabajo) y el “coste de los servicios públicos” (la palabra “insostenible” se impone en este tema)… A estas alturas preguntado por Catalunya Radio, sobre la política de inmigración del PP, Rajoy solamente fue capaz de balbucear: “abogo por una política de inmigración ordenada y coherente”… ¿alguien hubiera propuesto una política de inmigración “desordenada e incoherente”…? El PP está instalado en la ambigüedad más absoluta en materia de inmigración.
Esa ambigüedad es la propia de toda la cúpula del PP. Javier Arenas –que ya acaricia el poder en Andalucía tras 20 años de olerlo a distancia– pidió que “se abra un debate sobre la inmigración sin hipocresía, sin cinismo y reconociendo los errores”… sin embargo no explicó cuál sería la posición del PP en ese debate. Pero lo triste no es que en inmigración la política del PP sea absolutamente ambigua y seguidista en relación al PSOE, o que se preocupe solamente por incorporar los votos de la inmigración como ayuda para las próximas elecciones locales.
Lo grave no es esto, sino que lo grave es que en materia económica, fuera de unos cuantos tópicos, tampoco las propuestas están claras: “bajar los impuestos” y “reducir el casto público” son medidas que no bastan para explicar cómo se podrá pasar de un déficit del 14% del PIB al 3% especialmente si no se indica qué impuestos van a descender y en qué partidas se va a reducir el gasto público. Por lo demás, se ignora el tipo de reforma de la contratación laboral que quiere realizar el PP y si aumentará o no los plazos de cotización a la Seguridad Social.
Aunque no lo digan, está claro que el PP adoptará medidas que corresponden a su tradición liberal: reducción de servicios públicos, medidas neoliberales clásicas (abstencionismo del Estado en materia económica, desregulación completa de los mercados, etc.) sin que sean capaces de explicar, cómo disminuyendo impuesto y con un tejido industrial deshecho a fuerza de quiebras y deslocalizaciones, sin un nuevo modelo económico, van a conseguir que despierten algunos sectores industriales y generen empleo ¿qué sectores?, ¿dentro de qué modelo? Más lógico parece pensar que el PP tomará el poder en unas condiciones lamentables de la economía y para evitar un aumento del déficit que nos sitúe fuera de la zona Euro, optará por un reajuste económico brutal que, ni aún así dará resultados beneficiosos para el mercado laboral a la vista de que seguirá sin haber modelo económico y, en el supuesto de que fueran capaces de idear uno y de ponerlo en práctica, todavía se tardaría cinco años en contemplar algunos resultados benéficos.
De ahí que el PP sea la “alternativa a ZP”, pero no la “alternativa necesaria”. Su salida será neoliberal, no hay absolutamente ninguna muestra de que tenga decisión suficiente para abordar un programa de repatriaciones, el único que permitiría disminuir la partida de gastos más importante del Estado, resolviendo la cuestión de la inmigración por vía de las repatriaciones. Preferirá reducir las prestaciones y los servicios a las clases medias españolas antes que atacar los ingresos de la oligarquía económica y disminuir las prestaciones sociales a todos, antes que sacarse encima al lastre de la inmigración.
Es evidente en estos momentos que el PP no responde a más expectativas que la de apuntillar a ZP, pero que:
– Ni tiene una política económica clara que verosímilmente nos pueda sacar de la crisis económica y que en este terreno no va más allá de los tópicos neoliberales.
– No tiene absolutamente ningún interés en afrontar decididamente el problema de la corrupción generalizada porque eso implicaría suicidarse y sacar fuera los trapos sucios de todos, incluidos del propio PP.
– No tiene ningún interés ni ha propuesto medida concreta alguna para resolver el gran lastre de nuestra economía, la inmigración masiva.
En estas condiciones ¿sirve par algo más Rajoy que para echar a ZP? Para nada más. Al cabo de dos años de su gestión veremos como está la sociedad española y cual es el estado de ánimo de sus propios votantes y de la población en general. Pero mucho nos tememos que en 2014 estaremos al límite y las políticas de Rajoy nos habrán situado en pleno estallido social.
El papel histórico y la utilidad del PP es solamente la de echar a ZP, pero una vez sentado Rajoy en La Moncloa le queda sólo aplicar las políticas antipopulares y ultraliberales que desde la oposición solo se atreve a insinuar. Esas políticas no lograrán sacarnos de la crisis que, no es solamente un resultado del zapaterismo, sino que es una crisis sistémica del neoliberalismo… cuyas fórmulas quiere rescatar Rajoy. Tras lu hundimiento de la sigla PSOE, el acto siguiente del drama será el hundimiento de la sigla PP: y a partir de ahí se abren caminos nuevos para nuestro país y la posibilidad de establecer una regeneración política a la que durante 30 años PP y PSOE se han negado a abrir la puerta.
© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen
El pasado 20 de enero, Mariano Rajoy todavía no tenía claro algunos de los elementos del debate sobre la inmigración cuando declaró que todo el problema de la inmigración estriba en “determinar cuál es la capacidad de acogida de España” (¿a estas alturas no está claro que hay más de cuatro millones de los que podemos acoger?), el trabajo que se podría generar para acoger a trabajadores llegados del exterior (de momento ni PP ni PSOE nos dicen como piensan generar puestos de trabajo) y el “coste de los servicios públicos” (la palabra “insostenible” se impone en este tema)… A estas alturas preguntado por Catalunya Radio, sobre la política de inmigración del PP, Rajoy solamente fue capaz de balbucear: “abogo por una política de inmigración ordenada y coherente”… ¿alguien hubiera propuesto una política de inmigración “desordenada e incoherente”…? El PP está instalado en la ambigüedad más absoluta en materia de inmigración.
Esa ambigüedad es la propia de toda la cúpula del PP. Javier Arenas –que ya acaricia el poder en Andalucía tras 20 años de olerlo a distancia– pidió que “se abra un debate sobre la inmigración sin hipocresía, sin cinismo y reconociendo los errores”… sin embargo no explicó cuál sería la posición del PP en ese debate. Pero lo triste no es que en inmigración la política del PP sea absolutamente ambigua y seguidista en relación al PSOE, o que se preocupe solamente por incorporar los votos de la inmigración como ayuda para las próximas elecciones locales.
Lo grave no es esto, sino que lo grave es que en materia económica, fuera de unos cuantos tópicos, tampoco las propuestas están claras: “bajar los impuestos” y “reducir el casto público” son medidas que no bastan para explicar cómo se podrá pasar de un déficit del 14% del PIB al 3% especialmente si no se indica qué impuestos van a descender y en qué partidas se va a reducir el gasto público. Por lo demás, se ignora el tipo de reforma de la contratación laboral que quiere realizar el PP y si aumentará o no los plazos de cotización a la Seguridad Social.
Aunque no lo digan, está claro que el PP adoptará medidas que corresponden a su tradición liberal: reducción de servicios públicos, medidas neoliberales clásicas (abstencionismo del Estado en materia económica, desregulación completa de los mercados, etc.) sin que sean capaces de explicar, cómo disminuyendo impuesto y con un tejido industrial deshecho a fuerza de quiebras y deslocalizaciones, sin un nuevo modelo económico, van a conseguir que despierten algunos sectores industriales y generen empleo ¿qué sectores?, ¿dentro de qué modelo? Más lógico parece pensar que el PP tomará el poder en unas condiciones lamentables de la economía y para evitar un aumento del déficit que nos sitúe fuera de la zona Euro, optará por un reajuste económico brutal que, ni aún así dará resultados beneficiosos para el mercado laboral a la vista de que seguirá sin haber modelo económico y, en el supuesto de que fueran capaces de idear uno y de ponerlo en práctica, todavía se tardaría cinco años en contemplar algunos resultados benéficos.
De ahí que el PP sea la “alternativa a ZP”, pero no la “alternativa necesaria”. Su salida será neoliberal, no hay absolutamente ninguna muestra de que tenga decisión suficiente para abordar un programa de repatriaciones, el único que permitiría disminuir la partida de gastos más importante del Estado, resolviendo la cuestión de la inmigración por vía de las repatriaciones. Preferirá reducir las prestaciones y los servicios a las clases medias españolas antes que atacar los ingresos de la oligarquía económica y disminuir las prestaciones sociales a todos, antes que sacarse encima al lastre de la inmigración.
Es evidente en estos momentos que el PP no responde a más expectativas que la de apuntillar a ZP, pero que:
– Ni tiene una política económica clara que verosímilmente nos pueda sacar de la crisis económica y que en este terreno no va más allá de los tópicos neoliberales.
– No tiene absolutamente ningún interés en afrontar decididamente el problema de la corrupción generalizada porque eso implicaría suicidarse y sacar fuera los trapos sucios de todos, incluidos del propio PP.
– No tiene ningún interés ni ha propuesto medida concreta alguna para resolver el gran lastre de nuestra economía, la inmigración masiva.
En estas condiciones ¿sirve par algo más Rajoy que para echar a ZP? Para nada más. Al cabo de dos años de su gestión veremos como está la sociedad española y cual es el estado de ánimo de sus propios votantes y de la población en general. Pero mucho nos tememos que en 2014 estaremos al límite y las políticas de Rajoy nos habrán situado en pleno estallido social.
El papel histórico y la utilidad del PP es solamente la de echar a ZP, pero una vez sentado Rajoy en La Moncloa le queda sólo aplicar las políticas antipopulares y ultraliberales que desde la oposición solo se atreve a insinuar. Esas políticas no lograrán sacarnos de la crisis que, no es solamente un resultado del zapaterismo, sino que es una crisis sistémica del neoliberalismo… cuyas fórmulas quiere rescatar Rajoy. Tras lu hundimiento de la sigla PSOE, el acto siguiente del drama será el hundimiento de la sigla PP: y a partir de ahí se abren caminos nuevos para nuestro país y la posibilidad de establecer una regeneración política a la que durante 30 años PP y PSOE se han negado a abrir la puerta.
© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen