jueves, 14 de octubre de 2010

El momento político (IV de VI) 4. La descomposición del zapaterismo y la crisis de la socialdemocracia

Infokrisis.- El actual gobierno de Zapatero está completamente agotado y da muestras inequívocas de descomposición. El hecho de que Viviana Aido siga con sus obsesiones zafias e ignorantes –la última de todas, proponer que el feminismo sea “asignatura troncal” en la Universidad, sin que ya nadie se preocupe mucho de lo que dice o deja de decir– y el que la Fernández de la Vega esté completamente desahuciada políticamente, son solamente los signos más externos de que el zapaterismo se encuentra en pleno proceso de descomposición con todo lo que ello implica.

Los síntomas de esta descomposición no dejan de multiplicarse. El llamamiento de Rajoy en el parlamento a los diputados del PSOE a principios de marzo no estaba carente de sentido: “Necesitamos que las cosas cambien y en mano de ustedes está el cambiarlas”, dijo a los diputados socialistas el presidente del PP… en un claro llamamiento a las bases del PSOE para que “hagan algo”, llamamiento interesado porque dentro de dos años, cuando presumiblemente Rajoy haya llegado a La Moncloa puede encontrarse una situación de quiebra técnica del Estado que a partir de ese momento gestionará. No se trata, pues, de aplicar medidas paliativas de la crisis entonces, cuando será mucho más profunda, sino ya a partir de ahora. Era una verdadera llamada a la “rebelión de las cúpulas” del PSOE.

ZP se presenta a las próximas elecciones –lo cual está por ver– cosechará un fracaso que arrastrará a la sigla PSOE sobre el lodo. Los mismos socialistas advierten este riesgo y, horrorizados, se están dando cuenta de que ZP ha colocado a sus más mediocres peones al frente del partido (Leyre Pajín)  e intentan rescatar la sigla ligándola a Pepinho Blanco… que, a fin de cuentas, no sería más que un puente entre el pasado marcado por la sigla “ZP” (completamente amortizada y que no volverá a suscitar entusiasmos) y el futuro de nuevo marcado por la sigla “PSOE”. La sigla “ZP” empieza a ser un lastre para el socialismo.

En 2011 tendrán lugar las próximas elecciones autonómicas en las que el PSOE solamente tiene asegurada hoy Extremadura. En Baleares la multialianza socialista con la “princesita Munar” le ha hecho perder toda credibilidad y arrastrarla en sus escándalos de corrupción. En Andalucía, ni siquiera los millones de euros aportados en 18 de marzo para ampliar el PER y reducirlo a 20 días de peonadas, servirá para mejorar la posición electoral del PSOE, desbordado ya por el PP y que solamente aspira a gobernar en coalición con lo que quede de IU. En Galicia, el PSOE afronta una crisis que prácticamente lo ha borrado del mapa y tardará en recomponerse. En Aragón, Madrid y Valencia retroceden y los candidatos “zapateristas” temen no poder ni siquiera alcanzar el 30% de los votos. En Canarias, López Aguilar ni está ni deja de estar, impidiendo la reorganización del PSOE en esa zona.

José María Barreda, presidente de Castilla La Mancha, ha pedido en dos ocasiones la renovación del gobierno central… a pesar de ser un zapaterista ungido por el propio ZP. Montilla y los socialistas catalanes nunca más volverán a votar por la candidatura de Zapatero en un próximo congreso del PSOE, ni nunca podrán aportar de nuevo su mayoría en Catalunya (como tampoco la podrá aportar el PSOE andaluz) para reelegir a Zapatero. 

La figura de Zapatero es cuestionada por los diputados guerristas, por la vieja guardia felipista e incluso por los de Izquierda Socialista. Incluso los barones socialistas a los que él mismo respaldó para que ascendieran a su plaza, temen respaldarlo públicamente para evitar ser arrastrados por él en su caída. Para colmo, en Catalunya, el PSC se prepara para una hecatombe histórica en las elecciones de noviembre, permaneciendo hoy 10 puntos por debajo de CiU.

El próximo congreso del PSOE toca en julio de 2012, si no tiene lugar –como es previsible– un congreso anticipado que certifique la defunción inevitable del zapaterismo. Zapatero es un cadáver político amortizado completamente y será inevitable que arrastre al PSOE en su caída. Pero esta crisis del socialismo español hay que enmarcarlo dentro de la crisis de la socialdemocracia europea que es estructural y no solamente coyunturas como podría pensarse a raíz de la situación del zapaterismo en España.

Se aproximan los días en los que el zapaterismo pasará del poder al basurero de la historia, sea la forma que tenga el “socialismo” que le sustituirá parece muy claro que no tendrá nada que ver con los contenidos del zapaterismo. Y esto generará un elemento muy interesante: una de las columnas sobre las que se mantiene el sistema político español desde 1978, está tocado y hundido porque a la crisis zapaterista se une la crisis de la socialdemocracia europea. El hundimiento del PSOE será uno de los elementos que facilitarán la recomposición de fuerzas políticas y es una condición sine qua non para proceder a una regeneración política del país.


La crisis de la socialdemocracia europea

Pero el “zapaterismo” no es más que la resultante de la crisis de la socialdemocracia europea que ha ido perdiendo progresivamente identidad en los últimos 30 años y actualmente se encuentra desdibujada. El “zapaterismo” no hizo más que sustituir la ideología socialdemócrata por esa extraña doctrina hecho a base de “buenismo”, “progresismo”, “feminismo”, igualitarismo a ultranza, ingeniería social  teniendo como denominador común el humanismo universalista de la UNESCO. Era una alternativa a la socialdemocracia que de hecho certificaba la muerte política de ésta. Y el invento ha fracasado. La crisis económica se ha comido en apenas dos años este proyecto., mientras la socialdemocracia ha seguido decayendo en toda Europa.

En 2002, la socialdemocracia gobernaba en 15 países europeos, hoy solamente gobierna en cinco (España, Portugal, Grecia, Reino Unido y Hungría), estando a punto de despedirse del poder al menos en tres (Grecia, Portugal y España). Y esto ocurre justo cuando el “rival” de la socialdemocracia, el liberalismo, afronta otra crisis de gran envergadura.

La socialdemocracia en la forma que hemos conocido tuvo su origen en 1959 cuando los socialistas alemanes abandonaron oficialmente el marxismo y la lucha de clases para mostrarse favorables a la OTAN y aceptar la democracia liberal. Esta corriente tardó veinte años en llegar a España. En mayo de 1979, el PSOE rechazo la renuncia al marxismo, pero en el Congreso Extraordinario celebrado ¡cuatro meses después! la aceptó finalmente. Desde entonces el Partido “socialista”, ha sido, en realidad “socialdemócrata”… e incluso durante el breve tránsito de Almunia por su dirección, propuso la habitual consigna de “unidad de la izquierda”. Sin embargo, la llegada de Zapatero supuso una convulsión porque llegaba alguien sin formación cultural “socialista” y con una vaga percepción de lo que era la “socialdemocracia”. El PSOE se convirtió en un partido que, en lo económico tenía muy poco que decir, y en lo doctrinal desplazaba su centro hacia la “ingeniería social” (igualitarismo, humanismo–universalista, derechos de los gays, facilitar el divorcio, el talante, la negociación con ETA, la doctrina de la “renuncia preventiva”, etc, es decir, todo lo que constituyó el “alma” de la primera legislatura de Zapatero).

En ese momento (2007–8) el PSOE no quería ver lo que se venía encima: la mayor crisis económica de nuestro país. Esta crisis era hija del ultraliberalismo y de la globalización… pero ni la socialdemocracia, ni el zapaterismo supieron generar entusiasmo popular hacía una sigla que primero se había negado a “hacer la revolución”, luego había aceptado la economía capitalista, que había dejado de ser represente de las clases trabajadoras para convertirse en adalid de las clases medias urbanas acomodadas… y que, para colmo, abandonaba a su suerte a los mileuristas, a los jóvenes precarizados, a las fracciones de la clase media asfixiadas por la crisis y en trance de proletarización y a los trabajadores autóctonos en beneficio de los “nuevos proletarios”, los inmigrantes… ni en España, ni en Europa, la socialdemocracia hizo nada en beneficio de estos grupos sociales: simplemente se limitó a resolver (temporalmente) la papeleta a la banca y a los amigos de la propia socialdemocracia.

Desde hace 30 años la socialdemocracia europea ha multiplicado sus desmanes:

- Ha ido estimulando la destrucción de los sectores públicos y las privatizaciones a ultranza, ha destruido cualquier rastro de Banca Pública,

- Ha favorecido los planes de jubilación privados,

- Ha dado a la banca tratos preferenciales,

- Ha propuesto sistemáticamente la prolongación de la edad de jubilación,

- Se ha negado a grabar a las grandes fortunas optando por aumentar los impuestos a las clases medias,

- Se olvidaron las políticas de “pleno empleo” (que contribuían a hacer aumentar los salarios),

- Se redujeron las ventajas sociales (en España inherentes al paternalismo franquista),

- Se privatizaron los servicios públicos (en lugar de mejorarlos e impulsarlos)…

Por todo ello se ha podido hablar en rigor de un “social–liberalismo”, más que una socialdemoracia. La socialdemocracia (en España fue muy evidente durante el felipismo)

Cuando llegó la crisis económica, ni una sola medida activa fue tomada contra los responsables de la misma: la banca, la patronal inmobiliaria, la especulación, la globalización. Pero hubo algo más. Recientemente dos socialdemócratas, Gordon Brown y Zapatero apoyaron la elección de Durao Barroso para presidir la Comisión Europea… Barroso es, como mínimo un hombre contradictorio, maoísta en su juventud, luego devenido ultraliberal, fue el cuarto nombre de la Conferencia de las Azores, el anfitrión al fin y al cabo. Esa Unión Europea, es la que ahora percibe solamente una salida a la crisis de España, Grecia y Portugal, a través de un reajuste brutal y de programas de austeridad que harán caer en poco tiempo a estos tres gobiernos socialdemócratas

En estas circunstancias el mensaje socialdemócrata ha quedado completamente vacío. La izquierda se ha difuminado: ya no existen ni radicalismo, ni anarquismo, ni socialismo marxista, ni comunismo estaliniano, ni dentro de poco existirá la socialdemocracia.

Europa ha dejado de ser la “tierra de promisión” del socialismo que ha pasado a otros horizontes, especialmente en Iberoamérica con los gobiernos de Bolivia, Venezuela y Ecuador… pero esto queda demasiado lejos y, por lo demás, allí hay mucha más demagogia social e indigenismo que socialismo o socialdemocracia.

Mientras las formas de socialismo europeo se encuentran cada vez más desgastadas y ya no están en condiciones de responder a las exigencias de los grupos sociales que hasta hace poco habían constituido su electorado tradicional, la derecha se muestra incapaz de recuperar el favor de esos grupos, ampliándose cada vez más las bolsas de abstención y la ampliación de la brecha entre el electorado y el sistema político.

La izquierda y, en particular, la izquierda socialdemócrata, está agonizando ante nuestros ojos y está dejando un campo libre que hasta no hace mucho explotaba en propiedad: el de los derechos de los trabajadores y las clases más desfavorecidas, el de las políticas sociales y redistributivas. Es el precio de haberse entregado a los grupos oligárquicos y de haberles hecho el juego. La deserción de la izquierda ha dejado libre un terreno en el que tardarán todavía en asentarse nuevas opciones políticas, y en el que nuestro partido tiene una opción de insertarse a condición de hacer de la lucha contra la inmigración masiva, contra la corrupción generalizada y contra la crisis económica y contra la globalización en defensa de las clases trabajadoras.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen