viernes, 15 de octubre de 2010

Año decisivo. Catástrofe cantada.

Infokrisis.- Todavía es pronto para conocer el destrozo que la crisis económica –pero no solamente la crisis económica- ha traído al sector turístico. Las primeras cifras hablan de un descenso del 14% en el número de visitantes y de una caída del 20% en los ingresos del sector. Las cifras del paro que se soportarán entre octubre de 2009 y abril de 2010 (los meses “bajos” en el empleo) van a ser dramáticas. Los 5.000.000 de parados que parecían imposible hace 18 meses se van a superar con creces y los especialistas que analizan la situación con mas realismo halan de 5.500.000 de parados reales antes de fin de año. ¿Y 2010? La esperanza de Zapatero es que la monstruosidad de estas cifras se vaya atenuando en los próximos meses. ¿Se atenuará o seguirá creciendo?

El riesgo es precisamente ese: que la ralentización de la actividad económica contraiga todavía más el mercado laboral y siga habiendo un proceso de desertización laboral, quizás no a la misma velocidad que en los últimos 18 meses, pero si una pérdida de puestos de trabajo por goteo. Durante los meses “buenos” de creación de empleo se remontará algo la tendencia (esto es de junio a septiembre) y durante los meses “malos” (de septiembre a mayo) seguirán destruyéndose empleo. Lo saben todos los economistas. El único que parece ignorarlo es ZP.

La esperanza de Zapatero

A ZP y a su equipo, hoy por hoy, le interesan más las cifras esperanzadoras que se generen en los EEUU o en Alemania y Francia que la miserable realidad del país que están gestionando. Su esperanza –en estos momentos su única esperanza de sobrevivir a las próximas elecciones- es que la locomotora franco-alemana y la reactivación económica en los EEUU arrastren el crecimiento de la economía española. Basta ver la fe del carbonero con la que ZP alude a alguna pequeña cifra que pueda resultar esperanzadora en aquellos países.

Zapatero cree saber que el electorado es voluble y olvida pronto las estrecheces de ayer, si en el momento de celebrarse las próximas elecciones, al menos puede alardear de algunas cifras esperanzadoras. En su contra juega el hecho de que si se llegara al final de la legislatura (lo que tampoco está tan claro), las elecciones tocarían en marzo del 2012: un mes “bajo” en el empleo. Y solamente 10.000 parados más en febrero podrían sepultarlo electoralmente.

Pero ¿qué otra esperanza podría tener ZP? Sus medidas se han demostrado absolutamente ineficaces: la banca gracias pudo afrontar sus pagos el pasado diciembre gracias al dinero público, pero aquel auténtico toque a rebato de ZP con la excusa de que así se abriría la espita del crédito se ha demostrado falsa y mendaz. En cuanto al Plan E, el coste por puesto de trabajo creado ha sido excesivo, sus beneficios sociales fugaces y, finalmente, ni siquiera ha podido generar empleo estable en la construcción que es, a fin de cuentas lo que se perseguía. El resto de medidas no han tenido ni el más mínimo impacto en la economía. No es raro que a estas alturas ZP piense que la economía española solamente reaccionará dejándose arrastrar por una oleada de actividad económica en EEUU y en el eje franco-alemán.

Por su parte, el comisario Almunia –miembro del PSOE, no se olvide- sigue siendo poco optimista respecto a la situación económica. Así lo ha declarado en dos ocasiones sucesivas a lo largo del mes de agosto: “España saldrá de la crisis, pero lo hará más tarde que otros países europeos” y “La economía española todavía tardará en reactivarse”. La cuestión es: ¿se reactivará algún día?

Una economía en vía muerta

Zapatero lleva diez meses hablando del “cambio de modelo económico”, pero ni una sola medida –absolutamente ni una- de las adoptadas por el gobierno va en esa dirección, de lo que cabe deducir que la economía española carece en estos momentos de “modelo”. El anterior ya ha fracasado (basado en turismo, construcción y bajo coste de la mano de obra mediante la importación masiva de trabajadores), pero sigue sin haber nada que lo sustituya. Entonces ¿de dónde van a salir los nuevos empleos? A estos se une el fenómeno de la deslocalización que sigue vivo y activo y que genera, por sí mismo, un cambio de modelo… a peor: las empresas españolas dejan de ser plantas productoras de bienes, para convertirse en redes comerciales que colocan en el mercado productos fabricados en el exterior. ¿Quién dijo que no había un nuevo modelo? El problema es que ese es el modelo de la globalización, esto es, el modelo que interesa al gran capital, no a las clases trabajadoras españolas.

Hablando con concejales socialistas (pero también populares) de pueblos de pequeña y mediana entidad, da la sensación de que todavía creen que en un próximo futuro el sector de la construcción reverdecerá como en sus mejores tiempos. Otro tanto ocurre con el turismo: la patronal a de hostelería aceptando el criterio del gobierno piensa que el bache es solamente temporal y pasajero, debido a la crisis económica. En breve, todo remontará…

Se equivocan: aún hoy se siguen construyendo más viviendas de las que se están vendiendo. En estos momentos solamente se está vendiendo un 14% de las viviendas de nueva construcción y todavía hoy es posible ver a constructores “valientes” que, seguramente compartiendo la esperanza gubernamental de que el bache pasará pronto, siguen construyendo bloques de viviendas… Incluso “el Pocero” paradigma de la zafiedad inmobiliaria de este país, proclama que, cuando “suban los populares” todo irá bien y que, de momento, se va a construirles viviendas a los guineanos…

Lo que los especialistas consultados dicen es otra cosa: cuentan que en los últimos 18 meses el precio de la vivienda se ha desplomado un 25%, pero que de aquí a los próximos 18 meses el desplome puede ser todavía mayor. Así pues en mayo de 2011, el precio de la vivienda puede ser un 50% inferior al que tenía en abril de 2008. Lo que traducido quiere decir que el precio de la vivienda se situará prácticamente en los niveles que tenía en 2002 y ni siquiera está claro que en mayo de 2011 se vaya a producir todavía un repunte del precio. El mercado es el mercado… y ante el exceso de oferta de viviendas, el mercado responde bajando los precios. Hay 3.000.000 de viviendas en venta en nuestro país y aun en el supuesto de que se vendieran al ritmo que en el período 2000-2007 tardarían 12 años en venderse. Por eso la construcción no repuntará en mucho tiempo.

En cuanto al turismo, ya dijimos en el IdentidaD-19 que la crisis es un aspecto coyuntural solamente de la bajada de visitantes; los nuevos destinos turísticos en el Este de Europa especialmente, los cambios de gusto de la población, la pacificación de casi toda la antigua Yugoslavia, el cambio climática que hace que cada vez más turistas nórdicos se queden en su país y los cambios en la sociedad española (encarecimiento del precio de los servicios, aumento desmesurado de la delincuencia y mano de obra sin experiencia en la atención al público a causa del empleo masivo de inmigrantes), hacen que las previsiones de un aumento del 5% anual hasta el 2050 sean hoy un cuento de niños que ningún economista puede tomar en serio por mucho que fueran difundido por la Organización Mundial del Turismo.

Ni hostelería ni construcción podrán protagonizar un enderezamiento de la economía española. ¿Puede aparecer otro sector productivo con energía suficiente como para tomar el relevo? No, es más, los signos son completamente pesimistas y tienen que ver con el creciente endeudamiento público. A medida que el Estado va emitiendo deuda pública, logra que cada vez más capital inversor vaya absorbiendo cada vez más compromisos de pago suscritos por el Estado que, en principio, es más solvente que las empresas privadas. Por tanto, del dinero disponible para la inversión, el Estado, al emitir deuda, absorbe una parte sustancial (en estos momentos se calcula que entre el 65 y el 70%), lo que quiere decir que cada vez llega menos dinero a las empresas.

Las empresas, por su parte, no pueden disponer del crédito bancario, al haberse cerrado la espita del crédito y persistir la inestabilidad y las sospechas de insolvencia de muchas instituciones bancarias. Esto lo compensaban empresas recurriendo, mediante la bolsa, a la inversión privada. Pero hoy, cada vez hay menos dinero para apoyar a la empresa privada: el Estado se ha convertido en una bomba aspiradora de capital financiero.

El Estado ahora a la empresa privada, tal es el diagnóstico. Contra más deuda contraiga el Estado, más asfixia generará indirectamente en la empresa privada. Pero el Estado tiene otro recurso para salir del bache…

La inevitable subida de impuestos ¿a quién?

Si el Estado gasta más, deberá de ingresar más necesariamente. Además, la emisión de deuda implica necesariamente el pago de un interés, es decir, de más gasto. Así pues, finalmente, “alguien” tiene que pagar la deuda: el sufrido ciudadano a través de sus impuestos.

Antes del verano pasaron casi desapercibidas las subidas de impuestos en la gasolina y en el tabaco. ZP prefirió no anticipar el estallido social (inevitable por otra parte) retrasando la subida de impuestos del alcohol. Con todo el consumos de cerveza descendió un 15% en el último año. Mala señal, porque la caña de cerveza es una de las pocas alegrías que el español medio se ha podido permitir incluso en tiempos de crisis. Después del verano ZP ya no va a poder subir más los impuestos sobre gasolina y tabaco, sin duda los más lucrativos (a pesar de que el consumo de tabaco ha caído brutalmente no tanto por las campañas en su contra como por efecto de la crisis y la venta de tabaco en rama y de papel para liar, ha alcanzado máximos históricos).

La única vía es la subido de los impuestos. El 21 de agosto, José Blanco, ministro que a la postre está resultando completamente gris y anodino, lanzó la voz de alarma: “Va a ser necesario que los impuestos sobre las rentas más altas suban”, lo que traducido quiere decir que todos aquellos cuya vida dependa de una nómica van a tener que pagar más. Sí, porque cuando los socialistas aluden a las “rentas más altas” ¡se están refiriendo a la clase media!

La prueba de esto es que cuando en plenas vacaciones el Consejo de ministros aprobó una renta de 420 euros para trabajadores en paro que hubieran agotado otras prestaciones, se preocupó de acompañas la medida de tales condiciones que solamente un 3% de los parados sin ninguna percepción, ha podido acogerse a ella. Es preciso, por ejemplo, que la suma de los ingresos de ambos cónyuges en paro no sea superior al 75% del salario mínimo interprofesional o que no se cobre ninguna otra pensión ni ayuda…

La “gran medida social” del verano, estaba completamente deshinchada el 20 de agosto cuando miles de parados habían acudido a las oficinas de empleo a solicitar la prestación y se habían encontrado que, por unos motivos u otros, no tenían derecho a ella: solo el 3% regresó con el formulario para cobrar 420 euros durante seis meses. Pero la crisis será mucho más duradera y tampoco esta fórmula habrá resuelto nada más que unos titulares durante unos días. La deuda pública, además, aumentará.

Ruptura del diálogo social


Era inevitable. Zapatero, como Pilatos, se había lavado las manos: dejó a los “interlocutores sociales” que negociaran entre ellos, para no quemarse y para salir solamente en la foto cuando llegaran a un acuerdo. Pero era inevitable que terminaran enfrentándose. Así pues, hemos estado soportando durante algo más de un año, la ficción de que existía un “diálogo social”, cuando lo que existían eran posiciones encontradas que nada ni nadie iban a ser capaces de resolver.

En este tipo de negociaciones, está claro que cada parte aspira a resolver todos sus problemas y a extraer las mejores condiciones. Además, cada parte representa a sectores sociales muy concretos: la patronal no puede regresar a sus asambleas y explicar que todo sigue igual, con más impuestos, con unas cuotas de la seguridad social que son a la postre un gravamen sobre los salarios, sin posibilidades de deshacerse trabajadores poco eficaces, etc. En cuando a los sindicatos, en esta negociación también se la juegan. Cada vez está más extendido el rumor de que los sindicatos se muestran complacientes antes ZP y no entran a matar, simplemente porque el gobierno ha comprado al peso a sus cúpulas… lo cual, por otra parte, es rigurosamente cierto en lo que se refiere a UGT (pago de las deudas pendientes a cambio de sumisión sindical) y solo en menor medida a CCOO (Toxo, el nuevo secretario general, sigue estando mudo y con un perfil completamente desdibujado, quizás como contraste a la envergadura física de su pred
ecesor Fidalgo y a su mayor claridad de ideas).

Roto el diálogo social ¿qué queda? Lo normal sería que el gobierno se plantara y dictara a las partes las medidas necesarias, no tanto para que pudieran salvar la cara ante sus respectivas fuerzas sociales, sino para que la economía española arrancara. Y, además, el gobierno tendría que predicar con el ejemplo, esto es, someterse él mismo al criterio de los técnicos y expertos en economía en lugar de dilapidar dinero para amamantar a bolsas de electores, alardear de verdaderos acuerdos de financiación autonómica en lugar de blufs para asegurar que tal o cual partido nacionalista apoye los próximos presupuestos y, por supuesto, dejar de tirar el dinero en subvenciones a excentricidades de todo tipo, reducir el número de ministerios, etc., etc. Algo, en definitiva, que el gobierno ZP no va a hacer.

¿Entonces qué perspectiva social tenemos por delante? Si no hay diálogo social, la única alternativa es el fin de la paz social, y el enfrentamiento patronal-sindicatos. No importa si los sindicatos mayoritarios intentan aplacar los ánimos de los trabajadores: ni CCOO, ni UGT van a salir indemnes de su pasividad previa. En los dos últimos años (desde la huelga del transporte de julio de 2008) los sindicatos independientes se han ido reforzando y ganando posiciones. El gobierno puede controlar a dos cúpulas sindicales a base de óbolos y gabelas, pero no puede hacer lo mismo con decenas de sindicatos de rama. En las próximas movilizaciones obreras que se avecinan para otoño vamos a ver frecuentemente al sindicalismo independientes desbordar a los sindicatos amaestrados. La pregunta siguiente va a ser: ¿entonces qué representatividad tienen esos dos sindicatos mayoritarios como únicos interlocutores de la patronal en el “diálogo social”?

Si es cierto que terminaremos el año con 5.500.000 de parados reales, toda la sociedad española tiene un problema, pero sobre todo el mundo del trabajo: urgen medidas, pero nadie es capaz de adoptarlas. El gobierno, vergonzosamente ausente del “diálogo social” (al carecer en este terreno, como en cualquier otro, de propuestas realistas) se ha traducido un posiciones inencontrables entre patronal y sindicatos. Si no hay diálogo, habrá choque. Y 5.500.000 parados son la garantía de que ese choque se va a producir a lo largo de 2010, el año político que ahora empieza.

(c) Ernest Milà - infokrisis - infokrisis@blogia.com - http://infokrisis.blogia.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.