Infokrisis.- Nos aproximamos a 2010 que pasará a ser el tercer año de la gran crisis. 2008 fue el año del gran destrozo en la construcción, 2009 el año de las medidas inútiles, el año que vendrá, contrariamente a todo lo anunciado por los gobiernos y las autoridades financieras va a ser el año de la gran crisis de la banca. Se ha equivocado todo aquel que pensara que la crisis de la banca ya había pasado y que la recuperación de la estabilidad del sistema bancario reabriría la espita del crédito y, a partir de ahí, todo iba a ser miel sobre hojuelas y la recuperación estaba cantada.
[Como complemento a este artículo incluimos la primera de las 6 partes del documental El dinero es deuda, estando las otras en el siguiente L I N K]
Las consignas propagadas por la ministra Salgado y el presidente ZParo según las cuales hemos pasado lo peor de la crisis aunque durante unos meses todavía vayamos a soportar tasas de paro insoportables, fueron las aprobadas en la conferencia del G-20 celebrada en Pittsburg en septiembre pasado. Se trataba de sembrar optimismo y trasladarlo a los sectores financieros para que realizaran inversión y pusieran de nuevo en marcha la maquinaria económica. El optimismo debería haberse trasmitido a través de las bolsas y, a través de estas, las empresas -las grandes empresas- obtendrían liquidez suficiente para abordar problemas de innovación tecnológica, inversiones e investigación. Así mismo, el optimismo de las bolsas -muy sensibles al estado de ánimo de los gobiernos- debería inyectarse también a los bancos y el dinero líquido hubiera permitido que estos abrieran el mecanismo del crédito. Pues bien, en estos últimos tres meses se han visto decepcionadas. Ni las bolsas levantan cabeza, ni a los bancos les va mejor, ni los inversores han picado en el anzuelo del optimismo.
El FMI: en estado de alerta
El pasado día 23, el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, señalaba que el 50% de las pérdidas de los bancos podrían seguir ocultas, añadiendo que no habría recuperación ni crecimiento real sin una "limpieza completa" de los balances de los bancos. Los bancos evitan que su situación económica real salga a la superficie; si eso ocurriera, sus acciones, probablemente se hundirían en bolsa, así pues, no es de extrañar que maquillen su contabilidad mediante recursos conocidos por todos (renegociar créditos para evitar ejecutarlos, mantener sin actualizar la tasación de los inmuebles procedentes de hipotecas ejecutadas, presentar créditos fallidos como compras de inmuebles por parte de los bancos, etc.) y que, al menos en teoría deberían ser denunciados y perseguidos por la autoridad monetaria: el Banco de España o, y en su defecto, el Banco Central Europeo. Pero estos organismos han permanecido mudos… hasta el 23 de noviembre.
En una entrevista concedida al diario parisino Le Figaro, Strauss-Khan empezó explicando: "La historia de las crisis bancarias (...) demuestra que no habrá un crecimiento sano sin una limpieza completa del balance de los bancos", para añadir luego "Sigue habiendo pérdidas importantes sin desvelar". Hay algo que preocupa al "patrón" del FMI: el tamaño de las entidades bancaras. Contra más grandes son, sus errores afectan más a la economía mundial. Stauss-Khan se mostró implícitamente partidario de limitar el tamaño de las entidades bancarias cuando propuso pedir una "contribución financiera" a los consorcios bancarios más gigantescos en la medida en que su destino puede afectar a la economía mundial.
Las palabras de Strauss-Khan evidencian que la política de compra de activos tóxicos y bajadas al mínimo (por debajo de la inflación) de los tipos de interés, no han bastado para devolver la salud a la banca. Va a hacer falta que los gobiernos empiecen a pensar en aportar una segunda inyección de ayuda a la banca y todo el problema va a consistir en cómo va a ser tomada esta decisión en países como España en los que el paro (5.000.000 reales y con un 35% de incidencia en la juventud) sigue constituyendo el principal problema, seguido de la caída en picado del consumo a causa del cierre de la espita del crédito y donde está demasiado clara la responsabilidad de la banca en el desencadenamiento de la crisis.
¿Quebrarán los grandes bancos?
Las palabras de Strauss-Khan han arrojado muchas dudas en torno a la salud del sistema bancario mundial. El director del FMI añadió enigmáticamente: "La crisis financiera está casi bajo control, aunque los bancos están muy lejos todavía de haber limpiado sus balances", añadiendo como colofón: "La cuestión es crítica porque aún se puede producir una crisis financiera (…) y la reacción no pude ser la misma: no vamos a ver dos veces la inyección de miles de millones de dólares de dinero público en el sector financiero"… Y, como se trata de no jugarse el prestigio con una afirmación rotunda, la entrevista terminó con una de cal y otra de arena, evidenciando los riesgos de la situación actual: "no creemos en una recaída (...) pero no podemos descartarlo por completo", advierte, antes de precisar que "es necesario mantener los apoyos públicos porque la demanda privada sigue siendo débil y el paro va a seguir aumentando aún durante bastante tiempo".
Unos días antes de esta declaraciones, el Banco de Santander organizó la Segunda Conferencia Internacional de la Banca a la que acudieron representantes de los bancos más importantes del mundo y de varios Bancos Centrales, así como delegados del FMI, la UE, la patronal bancaria y los centros de estudio e investigación sobre economía más importantes (la London School of Economics). Siendo un éxito de asistencia, la reunión constituyó un estrepitoso fracaso en lo que se refiere a las políticas a adoptar y a las medidas a tomar en los próximos años. Rafael Pampillón, profesor del Instituto de Empresa resumió el resultado: "Estando presente lo más granado de la banca y del sistema financiero internacional, no hubo acuerdo en las medidas que deben adoptarse".
Las intervenciones estuvieron en la misma línea que tres días después asumiría Strauss-Khan en Le Figaro. José Viñals, Consejero Director del FMI, sintetizó la situación: "la crisis dista mucho de haberse superado". Dio una cifra astronómica: la banca mundial ha perdido 1,5 billones (trillones anglosajones) y aun quedarían por reconocer otros 1,5 billones de pérdidas adicionales que se irán manifestando en los próximos meses. Estas mistas cifras fueron las reconocidas por el director de la entidad Strauss-Khan.
Lo sorprendente es que hace solamente nueve meses, Nouriel Roubini, el economista judío-iraní nacido en Turquía hace 51 años y hoy profesor de economía en Nueva York, considerado como uno de los "gurús" más prestigiosos de la economía actual, ya había alertado de la situación real de la banca aportando exactamente las mismas cifras que ahora hacía suyas el FMI. Roubini había sido tachado por los expertos gubernamentales de distintos países de "cenizo", pero cierto es que la crisis, de momento ha volatilizado una riqueza equivalente a la producción que realiza España durante tres años…
Las conclusiones a las que llegó Viñals era que los bancos van a tener dificultades para afrontar solos, sin inyecciones de dinero público, las pérdidas que se les vienen encima para 2010 y tendrán dificultades para cumplir con los requisitos mínimos de capital emanadas del G-20. ¿Cómo logrará supera el sistema bancario los 1,5 billones de pérdidas globales previstos por el FMI para 2010? Para Viñals resulta un misterio de dónde saldrán esos 1,5 billones.
El núcleo secreto del negocio bancario
El penúltimo jarro de agua fría arrojado en la Conferencia Internacional de la Banca tuvo como protagonista a Joaquín Almunia en tanto que representante de la UE. Almunia arrojó una de val y media docena de arena: "Hemos evitado el colapso, pero seguimos con una profunda sensación de fragilidad (…) Nadie debe descartar totalmente el riesgo de volver a ver en algún banco o sistema financiera una situación como la que vivimos hace un año". Almunia recordó que en 2010 los requisitos de capital en reserva para la banca aumentarán. Esto requiere una explicación.
Contrariamente a lo que se tiene tendencia a prestar, los bancos prestan un dinero que no es suyo ni está en sus depósitos, sino un dinero que a su vez piden prestado al Banco Central con la exigencia de que mantengan una reserva que, suele estar en torno al 10% del capital deudor. El Banco X quiere realizar un préstamo de 100 y recibe del Banco Central 100 debiendo conservar 10 en las arcas del banco para responder a los problemas de impago y mantener la solvencia. Lo que ocurre es que los bancos a los que les piden préstamos de 100, piden a su vez al Banco Central 110, con lo que la garantía es el propio dinero "creado" por el Banco Central.
Cuando los bancos realizan una mala gestión de sus activos corren el riesgo de que esa cifra pierda valor, puede ocurrir también que hayan falseado la realidad de sus reservas o que una crisis o la inflación, o la volatilidad, hayan hecho que sus reservas disminuyan, incluso que la normativa bancaria de cada país se haya ido relajando, las inspección del Banco Central a los bancos privados hayan ido disminuyendo y haciendo la vista gorda sobre problemas de tesorería compensados con el préstamo interbancario o con la posibilidad de negocios rápidos especulativos. Sea como fuere, cuando estalla la crisis se evidencia que el Banco Central ha impreso papel y que ese papel no se ha traducido en riqueza real.
El proceso de creación de dinero demuestra que el dinero se crea a partir de la deuda, algo que nos sitúa en plena abstracción económica: contra más endeudados están países, ayuntamientos, familias, empresas, eso implica que más dinero se ha impreso… aun cuando ese dinero no tenga como soporte real más que el depósito mínimo al que están obligados los bancos desde que en 1973 Nixon abolió la paridad del dólar con el patrón oro. A partir de ese momento la economía mundial asistió a la creación de dinero artificial a partir de la deuda.
De la economía ficción al mundo real
Es evidente que en períodos de crisis y volatilidad, los gobiernos y los Bancos Centrales precisan aumentar las exigencias de reservas depositadas en los bancos para alcanzar estabilidad y garantizar solvencia… y esto es lo que va a ocurrir en 2010. Para colmo, la deuda pública de los países ya no podrá financiarse con compras de bonos, letras, etc del Estado con dinero prestado… por el Banco Central, lo que implicará que durante un mínimo de 10-15 años seremos los ciudadanos los que deberemos pagar la deuda con nuestros impuestos. La perspectiva, pues, no puede ser más sombría.
Nadie ha explicado hasta ahora por qué los Estados y los Bancos Centrales permitieron la aventura del crédito, cómo era posible que los niveles de dependencia del crédito hubieran crecido hasta un 20% cuando los ingresos de las familias y de los Estados sólo lo hacían un 3%. ¿Cómo es que los banqueros pensaron que eran posibles pagar más y más créditos cuando los ingresos no iban aumentando y la única posibilidad de hacerlo iba en función de extender los tiempos de amortización? ¿Se podría jugar esa partida hasta el infinito?
Toda crisis económica constituye un verdadero terremoto seguido y precedido por réplicas. La versión oficial que hasta ahora han ido difundiendo los gobiernos desde la cumbre de Pittsburg del G-20 celebrada en septiembre pasado consistió en ir tranquilizando a la opinión pública sembrando un optimismo que debería contagiar a los inversores y animarles a reactivar la maquinaria económica. En apenas tres meses esas ensoñaciones se han disipado: no estamos viviendo "réplicas" de la sacudida principal, sino que estamos inmersos todavía dentro del gran terremoto y esto implica: mayores niveles de endeudamiento de los estados, menor consumo y mayores cargas fiscales. En 2010 no nos espera el mejor de los mundos.
(c) Ernest Milà - infokrisis - infokrisis@yahoo.es - ttp://infokrisis.blogia.com- Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.