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sábado, 9 de agosto de 2025

REVISTA DE HISTORIA DEL FASCISMO Nº XIV: ALFRED ROSENBERG: TEÓRICO DE LA RAZA (antología de textos)

Si hoy viviera Alfred Rosenberg explicaría la liquidación de Europa y su desa­parición como uno de los actores de la política internacional, como efecto del caos étnico en el que está ha sumergido el continente. Podría alardear de ha­ber figurado entre los primeros en advertir las consecuencias de una de sus te­sis centrales: cuando se produce una mezcla racial, el espíritu de un pueblo se “apaga” y su “voluntad formativa” se extingue. Porque ese es, finalmente, el resumen del legado intelectual que nos ha dejado Alfred Rosenberg. Y que, se quiera o no aceptarlo, es uno de los temas de actualidad en nuestro tiempo. En este volumen de la Revista de Historia del Fascismo, no vamos a preocuparnos de las vicisitudes recientes de Europa y de la problemática posición con la que la Union Europea afrontar el futuro. Ya hemos dicho, donde corresponde –en nuestro blog Info|Krisis– que la UE amenaza con ser el “islote woke” mundial. El único. Es aquí, y solamente aquí, en el territorio de la Unión Europea, en donde se sigue creyendo en el ultraprogresismo, en la ideología “humanitarista” hecha de igual­dad a ultranza, de “cancelaciones” para quien no la comparte en su totalidad, de confusiones entre “sexo” y “género” y, por supuesto de “corrección política” cuya aplicación en el terreno étnico y antropológico es de obligado cumplimiento con el llamado “multiculturalismo” En otros continentes, el “wokismo” o bien nunca ha podido penetrar, o bien, tras hacerlo ha desencadenado en su contra la “revolución del sentido común”. Pues bien, en el extremo opuesto al wokismo de nuestros días, se encuentra el pensamiento de Alfred Rosenberg, elaborado hace un siglo. Con este volumen y las notas preliminares queremos ofrecer una panorámica sobre su vida y el análisis de las ideas del que fuera el ideólogo más conocido del NSDAP.

SUMARIO

Rosenberg: una vida y una obra al servicio del “Volk” (una introducción a su vida y su obra

ANTOLOGÍA DE TEXTOS

I. RAZA E HISTORIA DE LA RAZA

RAZA Y ALMA DE LA RAZA

II. LA RELIGION NÓRDICA

III. KULTUR: LA ESTETICA VOLKISH

BEETHOVEN

NIETZSCHE

GOETHE

LA PINTURA

LOS CAMINOS DEL ARTE

SOBRE LA LUCHA ACTUAL DEL ARTE

EL ARTE “VOLKISH”

¿REVOLUCION EN LAS BELLAS ARTES?

EL EXPRESIONISMO

EL ARTE ALEMÁN

EL CINE

IV. EL ENEMIGO

CODIGO MORAL JUDIO

V. EL ESTADO IDEAL

EL MOVIMIENTO NACIONALSOCIALISTA

 

CARACTERÍSTICAS:

Dimensiones: 15 x 23 cm

Páginas: 230

Portada: cuatricomía con solapas peliculada (EMINVES)

Portada: cuatricomía (Amazon)

Ilustrada

Precio Venta al Público EMINVES (eminves@gmail.com): 20,00 € + 4,00 € gastos de envío

(descuentos del 50% para pedidos superiores a 9 ejemplares)

Precio Venta al público AMAZON:  22,88 €








miércoles, 9 de octubre de 2019

Acaba de aparecer el nº 63 de la REVISTA DE HISTORIA DEL FASCISMO MONOGRÁFICO: OSWALD MOSLEY Y EL FASCISMO BRITÁNICO



Supone un inmenso placer el haber traducido la obra de nuestro amigo Rémy Tremblay sobre Sir Oswald Mosley. Debemos reconocer que mientras traducíamos esta obra (publicada, inicialmente en la Revue d’Histoire du Nationalisme) hemos rectificado muchas de nuestras opiniones sobre el fascismo británico. A nadie se le escapará, tras la lectura de estas páginas, que Mosley, además de fascista, fue un adelantado a su tiempo y un correcto analista de la economía, de la política y de la sociedad del Imperio Británico, hasta el punto de adelantarse en sus previsiones más de sesenta años, a las líneas básicas de lo que hoy conocemos como “globalización” y “multiculturalismo”. Posiblemente, entre los dirigentes del fascismo internacional sea una de las figuras más preclaras. Hemos considerado necesario traducir e incluir como anexo las entrevistas realizadas a Mosley después de la Segunda Guerra Mundial y en la que expone su juicio sobre los fascismos y su mutación de nacionalista británico fascista a militante neo-fascista europeo. Estas entrevistas han sido extraídas de la obra Oswald Mosley: du fascisme au nationalisme européen (Ed. Ars Magna, 2019)

Contenido

> Cronología        7
> Introducción    9
> Origen y niñez               11
> La guerra para acabar con todas las guerras    16
> El Tory (laborista)        21
              Los inicios en el parlamento.      24
              El matrimonio con Cynthia.         25
              Los irlandeses cuestión que entorpece  27
              Independiente, contra la finanza              30
              Una campaña electoral difícil      33
              Un viaje al país del “tío Sam”      34
              Las acusaciones de su padre       35
              La cuestión social             38
              Un “notable” discurso de renuncia          40
> El Nuevo Partido          45
              Apenas creado, atacado por todas partes             47
              La unidad a realizar         48
              Una tentación que no es unánime           50
              Los rojos están atacando              52
> El fascista        55
> La British Union of Fascists (BUF)         72
              La camisa gris será para jóvenes              74
              La muerte de Cynthia     76
              El último encuentro con Hitler   78
> Una cierta respetabilidad         82
              Enfrentándose a los agitadores. 83
              Una oposición pagada   86
              En el punto de mira de algunos judíos    87
> Hacia Westminster     90
              Desarrollar su propia prensa      92
               Adaptar estructuras militantes 93
               Una nueva cita con los votantes              95
               Los tumultuosos amores del rey              96
               La batalla en los barrios rojos    99
               Las municipales de marzo de 1937          104
               Separaciones dolorosas               106
> Hacia la guerra              110
               Una campaña por la paz              112
               Pedir el rearme no es un delito 114
               Mujeres en acción          117
> Durante la guerra        120
               Ante una opinión pública belicista          121
               No se colabora sin entregar nada            123
               El campo de concentración inglés           125
               Rumore contra Mosley y sus amigos      128
               La enfermedad que le dio la libertad     129
> El Europeo      132
               Escribir para justificar   133
               Defendiendo una concepción de Europa             135
               ¿Superar el corporativismo?      137
               La raza primero               138
               Primero Irlanda               141
               La internacional de Malmoe      142
               La revista The European              144
               Anticipándose a Enoch Powell  146
          La declaración de Venecia 147
> Bibliografía     151
> Oswald Mosley: Las entrevistas de postguerra               155
               LA ÚLTIMA GUERRA (The Last War, 1961)             156
               ATAQUE Y CONTRAATAQUE (Attack and Counterattack, 1965)    166
               HITLER Y MUSSOLINI (Hitler and Mussolini, 1965)             173
               SOBRE RAZAS, JUDÍOS Y OTRAS COSAS (About Races,
              Jews and other Things!, 1967)        186
              ENTREVISTA PARA FIRING LINE (por William F. Buckley Jr,
              el 25 de marzo de 1972)           214

DATOS TÉCNICOS

Revista de Historia del Fascismo nº 63 - Dossier Monográfico
Páginas 252
Tamaño: 15 x 21 cm
Cubierta: cuatricomía, plastificada y con solapas
Impreso en papel offset blanco de 80 grs.
25 ilustraciones
Precio de Venta al Público: 20,00 € (+4,00 gastos de envío)
Precio distribuidores: 50% descuento por pedidos superiores a 9 ejemplares del mismo número.
Pedidos: eminves@gmail.com




Crónicas desde mi retrete (24) OSWALD MOSLEY - PER ENGHAL Y EL PRIMER NEOFASCISMO EUROPEISTA


Oswald Mosley fue con Per Enghald, el único de los líderes de los partidos fascistas históricos que siguió en activo en sus países de origen tras el marasmo que supuso la Segunda Guerra Mundial. Personajes como Leon Degrelle u Horia Sima, debieron abandonar sus países, partir para el exilio y limitarse a mantener sus ideas, pero sin posibilidades de poder difundirlas en sus respectivos países. Resulta curioso constatar que, tanto Mosley como Enghald parecen estar en el origen del “neofascismo europeísta” por el que luego circuló Jean Thiriart y tantos otros. La apreciación no es completamente exacta. De hecho, a principios de los años 30, distintas revistas -especialmente Die Tat- afectas al área de la “revolución conservadora” alemana, ya habían mostrado esa tendencia europeísta que luego incorporaron al Tercer Reich. Seguir estas evoluciones es algo curioso.

Cualquier observador imparcial puede llegar a la conclusión de que, de no haber estallado la Segunda Guerra Mundial, Alemania, antes incluso de 1945, hubiera hecho gravitar toda la economía europea en torno suyo. Era el resultado de la política “racial” hitleriana que consistía en unir a todos los territorios poblados por ciudadanos de lengua alemana en una sola nación. Tras los acuerdos de Munich, este plan estaba casi completo, a falta de llegar al acuerdo sobre el “corredor de Danzig”. Parece evidente que un bloque de 100 millones de ciudadanos, unidos en torno a un régimen con una alta capacidad industrial y tecnológica y excepcionalmente estable, hubiera hecho que todas las economías europeas gravitaran en torno suyo, y eso implicaba también que Berlín hubiera sido -como, de hecho, se estaba convirtiendo- en el centro político de Europa.


El grupo Die Tat, desde finales de los años 20, ya contemplaba esta hipótesis en tres círculos:
- el primero el “germánico” (lo que luego sería el Tercer Reich),

- luego el danubiano (la llamada Mittleleurope) y, finalmente,
- un tercer círculo que abarcara a todo el continente europeo.
Tales eran las tres etapas de crecimiento económico en los que se basaba el Tercer Reich. El resultado final era una “Europa alemana”… ¿por conquista militar? No, por el peso de la economía alemana.

Cuando, durante la guerra, especialmente, tras la Operación Barbarroja, el Reich insistió en la idea de “nuevo orden europeo” y en la incorporación de voluntarios de todos los países europeos a la lucha antibolchevique, no estaba haciendo nada más que aportar un contenido político-emocional al proyecto económico continental. Per Enghald, presidente del Nysvenska Rörelsens y director del Vägen Framät, y Sir Oswald Mosley, presidente del Union Movement, después de 1945, asumieron la idea de construcción de una “Europa unitaria y comunitaria” en un momento en el que nadie hablaba aún, ni de Unión Europea, ni de Mercado Común y, solamente, el Movimiento Federalista Europeo, surgido al calor de los Coudenhove Kalergi en los años 20.

El fascismo sufrió una mutación al transformarse en neo-fascismo tras la derrota de 1945. El nacionalismo quedó en segundo plano en relación a la afirmación europeísta. Es cierto que, los partidos electoralistas (básicamente, el MSI, y más adelante el Socialistische Reichspartei, convertido luego en NDP) volvieron a utilizar el “nacionalismo” como argumento electoral (las masas siempre van más retrasadas en relación a las necesidades de su tiempo), pero lo cierto es que la gran aportación de Mosley y de Enghald después de 1945, fue recuperar el hilo paneuropeista presente en el nacional-socialismo y transformarlo en “nacionalismo europeo”.


Recientemente, hemos traducido para el número 63 de la Revista de Historia del Fascismo una serie de entrevistas realizadas a Mosley en la postguerra, así como una biografía sobre el personaje escrita por nuestro amigo quebecois, Rémy Tremblay. Mientras nos dábamos cuenta de la lucidez y de la novedad que aportó el personaje en cada momento de su vida, meditábamos sobre cómo fue posible que las masas que aplaudieron a Mosley en 1948 en su primer mitin de postguerra en Trafalgar Square, en el que proclamó la necesidad de la unidad europea, pasados los años, se convirtieran en primeros detractores de aquel proyecto y tomaran la vía del “brexit”.

Es fácil interpretar lo que ocurrió: Mosley no se equivocó en absoluto en sus apreciaciones, ni sobre el plano económico (veía la globalización y el multiculturalismo como los grandes peligros que aquejaban a Europa y, particularmente, al Reino Unido, desde principios de los años 30), ni sobre Europa (que sigue siendo hoy más necesaria que hace 70 años). Lo que Mosley en 1948 no podía prever es que la bandera de la “unidad europea” la asumieran los que han terminado siendo grandes valedores de la globalización en nuestro continente.

En efecto, después de un primer período en el que la Comunidad Económica Europea se “vendió” como un intento para racionalizar las relaciones económico-comerciales entre Francia y Alemania y evitar una guerra entre ambas generaciones, luego, ya en los años 70, pasó a ser una excusa para “democratizar” el Sur de Europa con el atractivo de ampliar las relaciones comerciales de países que iban más atrasados en el desarrollo económico, con mano de obra más barata y con la zanahoria de las subvenciones para el desarrollo. Luego cayó el muro de Berlín, y cuando parecía que la unidad europea estaba al alcance de la mano, bruscamente nos dimos cuenta de que la Unión Europea no era nada más que la pieza continental de la globalización.

El proyecto de crear una Europa libre, fuerte e independiente, autosuficiente en materia económica y que exportara excedentes de producción a cambio de las materias primas necesarias, quedó completamente desnaturalizado. Y entonces surgió la consigna: “Sí a Europa, no a esta Europa”.

Mosley, ya no pudo ver esta fase. Falleció en París en diciembre de 1980, ocho años después de haber abandonado la dirección de la Union Movement que dio vida al National Front, por un lado, y a la League of Saint Georges por otro. La traducción de textos de Mosley, nos ha dado ocasión para reflexionar sobre tres aspectos:
1) Las diferencias entre el fascismo y el neo-fascismo y la mutación histórica y doctrinal que supuso el tránsito de uno al otro.

2) El carácter europeísta del primer neofascismo, impulsado por Per Enghald y por Oswald Mosley que luego perfiló y recuperó Thiriart en el área francófona.
3) El juicio crítico que el neofascismo realizó del fascismo histórico y que Mosley resumió en las entrevistas que le realizaron en la posguerra medios de comunicación de primera fila.
El neofascismo tuvo que cargar con la losa de la derrota y de la criminalización. Pasará el tiempo, pasarán las décadas y los siglos y llegará el día en el que algún historiador, manejando biografías, documentos, declaraciones y manifiestos, llegará a la conclusión de que el primer neofascismo de la postguerra (el desarrollado entre 1948, fecha en que se inició la “guerra fría” y 1973, fecha en la que concluyó el período de expansión de la economía mundial y se inició el tiempo de las grandes convulsiones y transformaciones del capitalismo), fue excepcionalmente lúcido en sus previsiones, ponderado en sus críticas y realista en sus juicios. 

Si no fue más lejos, si Mosley nunca recuperó su escaño en la Cámara de los Comunes y si Per Enghald tuvo que contentarse con presidir la creación del Movimiento Social Europeo en 1951 que falleció víctima del electoralismo de unos y del extremismo verbalista de otros. Pero, sobre todo, porque sobre ellos pesaba el estigma de la derrota.


martes, 19 de septiembre de 2017

ACABA DE APARECER LA REVISTA DE HISTORIA DEL FASCISMO Nº 52


El número LII de la Revista de Historia del Fascismo, correspondiente al verano de 2017, ya está a disposición de los lectores con un dossier especial sobre el escritor norteamericano de novelas de terror, Howard Phillips LOVECRAFT y sus relaciones con el fascismo.


DOSSIER – CULTURA FASCISTA
> FASCISMO Y RACISMO
EL ROSTRO OCULTO DE HOWARD PHILLIPS LOVECRAFT
por Wilfried Grimwald
Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) constituyó, junto con Edgar Allan Poe, la vanguardia de la novela fantástica y de terror norteamericana de la que se han alimentado, de momento, cuatro generaciones. Y sin embargo, Lovecraft era lo que hoy se llamaría un “supremacista blanco”, orgulloso de su raza, de su origen teutónico que, además, de ser racista en sus convicciones personales, era favorable a los fascismos de los años 30. Conocemos por su correspondencia (publicada recientemente) sus opiniones personales que, por su crudeza, especialmente en materia racial y por su hostilidadad hacia los afromaericanos, generalmente se suele silenciar. Pero, además, a pesar de que jamás se dedicó a la política ni expresó sus opiniones en público, el análisis de su correspondencia personal permite percibir que estaba próximo al “socialismo fascista”. ¿Es preciso, por todo ello, quemar a H. P. Lovecraft, colocar su obra en el “índice” de los libros condenados o, simplemente, ignorarlo? En lo que a nosotros se refiere, nos hemos limitado a recordar que forma parte de la “cultura fascista”.
Páginas 5-49


FASCISMOS DEL ESTE
> Ucrania y su fascismo (III de IV)
El nacionalismo ucraniano durante la guerra
Por Michele Rallo
Tercera entrega de la traducción de la obra de L’Ukraina e il suo fascismo (Michele Rallo, Edizioni Settimo Sigillo, Roma, 2016), que abarca el período de la proclamación unilateral del Estado Ucraniano Independiente por parte de los seguidores la OUNR/OUN-B, la actividad de los batallones Natchtigal y Roland, la respuesta del sector melnykita (la OUN-M) que no podían sido generar una respuesta por parte de los alemanes. El autor describe las distintas actitudes de las autoridades de ocupación (unos favorables y otras hostiles a la independencia ucraniana), la radicalización de la situación y, finalmente, la formación de la División Waffen SS Galitzia, no como unidad ucraniana, sino galitziana.
Páginas 50-84


FALANGE INTELECTUAL
> La colaboración falangista en Acción Española
Los intelectuales azules y la derecha alfonsina (II de IV)
Por Ernesto Milà
En nuestra obra Espacio y Área de Falange Española aludimos ampliamente a la revista Acción Española . Se trataba de una revista monárquica, laboratorio ideológico de la derecha radical española que intentaba crear cuadros políticos para cuando sonara la hora de la restauración. Eso era todo. También dijimos en aquel trabajo que la revista formaba parte del dispositivo estratégico constituido por los monárquicos alfonsinos en el momento en el que advirtieron que la República no era un régimen transitorio sino que iba para largo y establecieron en septiembre de 1932 (después del fracaso de la “sanjurjada”) una estrategia de desgaste que concluyera en un golpe de Estado . Tal estrategia se basaba en seis puntos, el primero de los cuales era actualizar la doctrina monárquica y realizar un esfuerzo intelectual, siendo los otros cinco el crear un partido alfonsino (que sería Renovación Española), trabajar a los medios militares (lo que se hizo mediante la creación de la Unión Militar Española), establecer una red de contactos en el exterior con gobiernos “amigos” (Italia), resolver las querellas dinásticas entre alfonsinos y carlistas y favorecer el desarrollo de fuerzas políticas que pudieran tener arraigo en ciertos sectores político–sociales (se estaba aludiendo a impulsar un movimiento fascista en España, lo que justificó la llegada de fondos, primero a las JONS de Ledesma y luego a la Falange de José Antonio).
Páginas 86-121


TRIBUNA LIBRE
> NEUSCHWABENLAND Y LA OPERACIÓN HIGHJUMP
¿EN BUSCA DE UN REDUCTUS AD HITLERUM?
Por J. Magro
Lo estratégico y remoto de la Antártida durante el siglo XX ha despertado el interés de numerosas naciones y aventureros por motivos geopolíticos o científicos. También ha suscitado hipótesis peor o mejor razonadas. Entre ellas, la existencia verosímil de al menos una base alemana por parte del gobierno del Tercer Reich, que habría sido el objetivo de la fracasada Operación Highjump del año 1947. En 2017 se cumplen los 70 años de aquella efeméride. Desde entonces, la historiografía se pregunta si su tarea principal fue la de rastrear los residuos del último contingente alemán o por si el contrario no es más que una recreación legendaria de una teoría sugestiva para la historia.  Pero disponemos de una serie de testimonios directos e indirectos que nos documentan de la estrecha relación de los alemanes y la Antártida que tiene un trasfondo de verdad. Aunque poco conocida, la historia de una posible retirada Antártida por parte de un nutrido grupo de jerarcas del Tercer Reich fue contemplada en su tiempo. La versión oficial de la historia, al menos, afirma que los aliados derrotaron Alemania en un gran esfuerzo coordinado.
Páginas 122-154


TERCER REICH
> La construcción del TERCER REICH
Remilitarización de Renania, el Anchsluss, la cuestión de los Sudetes, Memel y el corredor de Danzig...
Por Ernesto Milà
Ofrecemos el primer capítulo de la obra “La construcción del Tercer Reich” que aparecerá en noviembre. La obra nos muestra las distintas reincorporaciones territoriales de los territorios amputados a Alemania después de la Primera Guerra Mundial y la reunificación de los territorios históricos germanos. Nos muestra también cuál era la política exterior del Tercer Reich y cómo estaba el tablero europeo en los años treinta. En esta introducción se insiste en que la solución de la “cuestión nacional” se abordó cuando ya se había resuelto la “cuestión social”. Y que el rearme del país fue la consecuencia de los sucesivos fracasos en la política de paz hacia Inglaterra y Francia.
Págs. 156-202


TEXTOS DE REFERENCIA DOCTRINARIOS DE LA REVOLUCIÓN ALEMANA
Edmond Vermeil
Segunda Parte: Moeller Van den Bruck
Iniciamos la publicación, por primera vez en lengua castellana, de la obra de Edmond Vermeil Doctrinarios de la Revolución Alemana (1918-1938) cuya primera edición fue publicada por Ed. Fernando Sorlot en París, el año 1938. Vermeil (1878-1964) fue un historiador francés especializado en la historia alemana. La obra ha sido objeto de sucesivas reediciones pero nos hemos atenido al texto original publicado en 1938. Se trata de un libro sobre la historia doctrinal del nacionalismo alemán en el siglo XX. Por sus 391 páginas desfilan todos los pensadores nacionalistas que tuvieron relieve en el período de las entreguerras. La primera parte está dedicada a “los apóstoles tardíos de un renacimiento espiritual” (Ratheanu, Keyserling, Mann), luego a la obra de Oswald Spengler. En la segunda parte, revisa aquellos autores “a la búsqueda de un orden nuevo” (Moeller van den Bruck y los miembros del grupo Die Tat). En la tercera se dedica, específicamente a los doctrinarios propiamente nacional-socialistas (Hitler y Rosenberg, Günther, Ley, Feder, Darré y Goebels). Esta obra es complementaria a aquella otra escrita por Armin Moheler que hemos traducido en parte en estas mismas páginas, La revolución conservadora. Hemos elegido para dar una primera muestra de su contenido, las páginas dedicadas a Moeller  van den Bruck (de las que presentamos aquí la primera parte). En sucesivas ediciones de la RHF publicaremos los distintos capítulos de esta obra.
Páginas: 204-231

CARACTERISTICAS

Título: Revista de Historia del Fascismo nº 52
Verano 2017
Lema: "Ni apologistas ciegos, ni detractores sistemáticos; así fue una parte del siglo XX"
Tamaño: 15x21 cm
Páginas 240
Portada: en cuatricomía, peliculado brillante y con solapas
Abundantemente ilustrada
Precio: 18,00 euros (+4 de gastos de envío)
Suscripción España: 6 números 100 euros - 12 números 200 euros
Precios especiales a librerías y grupos o por cantidad y colecciones 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Cancionero del franquismo



Durante cuarenta años los jóvenes que militaron en las Falanges Juveniles, en el Frente de Juventudes y en la Organización Juvenil Española, cantaron unas canciones que expresaban sus principios, su concepción del mundo y su doctrina. Esta obra pretende analizar la ideología de esa época en función de estas canciones que subsistieron y se fueron renovando incluso hasta los años 80. Algunas de ellas habían sido ritmos de los partidos fascistas y del nacionalsocialismo alemán y fueron adaptadas con mejor o peor fortuna, indicando también una sintonía con esas ideologías y con ese tiempo. No hemos pretendido realizar una "historia" del cancionero juvenil del franquismo y de la Falange, sino simplemente utilizar sus estrofas para penetrar en la mentalidad de aquellos jóvenes.


miércoles, 20 de febrero de 2013

Acaba de aparecer la Revista de Historia del Fascismo



REVISTA DE HISTORIA DEL FASCISMO
SUMARIO DEL NÚMERO XIX

CONFLICTO
El Pacto germano-soviético. ¿Pacto contra natura? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Para qué?
Ernesto Milá
El 23 de agosto de 1939 se firmó en Moscú el oficialmente llamado «Tratado de no agresión entre el III Reich y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas». Una semana después se iniciaba la II Guerra Mundial. Ambos episodios estaban íntimamente unidos, pero aún hoy, casi 75 años después de aquel acuerdo se discuten sobre las verdaderas intenciones de las dos firmantes. Nuestro propósito es revisar el episodio histórico e intentar extraer algunas conclusiones, la primera de las cuales será que el régimen nacionalsocialista no estaba interiormente tan cohesionado como se ha pensado, sino que existían distintas tendencias contrapuestas.

domingo, 22 de mayo de 2011

Revista de Historia del Fascismo – V


Infokrisis.- Acaba de aparecer el número V de la Revista de Historia dle Fascismo que contiene distintos artículos que, sin duda, interesarán a los amantes de la historia. Con la consigna de Ni apologistas ciegos, ni detractores sistemáticos: así fue una época del siglo XXI esta publicación ofrece una amplia panoplia de artículos sobre el fascismo, el pre-fascismo y el neofascismo.
Sumario Revista Historia del Fascismo - V
Revisiones
Cuando las SS negociaban con el sionismo… Repatriando judíos a Palestina
Pocos lo quieren reconocer. Al parecer no conviene a na­die salvo a la verdad histórica recordar que entre 1935 y 1939, el SD negoció la repatriación de los judíos ale­manes a Palestina y varias decenas de miles lograron alcanzar la “tierra prometida”. Es una verdad incómoda pero ahí está. Seguir este episodio semidesconocido y habitualmente oculto nos servirá para explicar algunos giros de la política del III Reich en relación a Palestina. También nos adentraremos en el “Plan B” que se abrió al producirse la ocupación de Francia: el envío de los judíos europeos a Madagascar. Otro episodio no menos enigmá­tico que trataremos en un próximo volumen de la RHF.
Derecha fascista
Calvo Sotelo, alma de Renovación Española
De entre todos los “fascistizados”, sin duda la figura de José Calvo Sotelo es la más interesante hasta el punto de que, algunos lo han considerado como el representan­te por excelencia del “fascismo español” por encima de José Antonio Primo de Rivera. En realidad, la gran mani­festación propiamente fascista inmediatamente anterior a la Guerra se dio con ocasión del entierro de Calvo So­telo cuatro días antes del 18 de Julio. Apenas tenía 47 años.

miércoles, 18 de mayo de 2011

¿PERO AÚN VOTAS, MERLUZO?

Infokrisis.- El movimiento Democracia Real Ya ha saltado bruscamente a la primera página de la actualidad, desplazando la competición electoral. A falta de disponer de más datos sobre este movimiento y como contribución al debate, publicamos el texto completo –previo a la corrección- de nuestra obra ¿AÚN VOTAS, MERLUZO? que se publicó en 2004 y del que se vendieron 4.000 ejemplares. Y lo hacemos porque, en buena medida, se apuntaban entonces problemas que Democracia Real Ya ha puesto en el tapete siete años después. [Por cierto, si a alguien le interesa el texto impreso de esta obra que se ponga en contacto conmigo a través de ernestomila@yahoo.es]

INTRODUCCION

Lo más sorprendente de la democracia española es que los partidos mayoritarios sigan siendo mayoritarios, a la vista de que lo que verdaderamente es mayoritario, son sus errores y esa sensación generalizada de hastío, sino de náusea, que hemos vivido en los últimos años: el caso GAL, la guerra de Irak, la relación Carod-Rovira/ETA, etc. Pero da la sensación de que el votante está constreñido, por aquello del “voto útil” a decidir entre el PP o el PSOE y en la periferia, entre estos y CiU o PNV. Hace veinte años se hablaba de la “joven democracia española”. Pero ha llovido mucho desde entonces. Hoy la democracia española, como cualquier otra, ha alcanzado su estado de madurez y la prueba es que no existen movimientos golpistas de derechas o insurreccionales de izquierdas que atenten contra nuestro ordenamiento político. Lo que no implica que sea perfecto. Pero esta es otra historia.

martes, 15 de marzo de 2011

Revista de Historia del Fascismo - III - Acaba de aparecer



Sumario número III correspondiente a Marzo 2011:

TENDENCIAS
Henri De Man y el “socialismo ético”
Capítulo de Nè destra nè sinistra. La nascita dell’ideologia fascista, Zeev Sternhell, Akropolis, Nápoles 1984, págs. 119-139.
En España no existe ninguna obra relevante sobre Henri de Man y su “neosocialismo” o “planismo” que influyó ampliamente en los “no conformistas de los años 30”. De ahí que hayamos decidido presentar esta traducción de profesor Sternhell que ilustra la vida y la obra de este socialista que abandonó el marxismo hacia ese espacio gris que existió con el fascismo.
BIOGRAFIAS
Hugo Wast, de oficio escritor, de vocación nacionalista y antisemita
La conspiración del silencio no siempre alcanza sus objetivos. Los detractores de Hugo Wast no han podido evitar que en Argentina muchas calles lleven su nombre y que, sistemáticamente, bibliotecas públicas de las grandes ciudades recuerden en sus rótulos al que fuera uno de los mejores escritores argentinos del siglo XX. No en vano, cuando murió, Wast había vendido tres millones de ejemplares de sus obras. Incluso hoy, después de sesenta años de muro de silencio, sus obras son reeditadas con cierta frecuencia y en Google aparecen 18.000 referencias a su vida y obra. En buena medida, los grandes escritores argentinos del siglo XX se nutrieron de las obras de Wast. Sin embargo, lo más habitual cuando acudimos a biografías o historias de la literatura argentina poíticamente correctas se limitan a definir a Wast como “escritor antisemita”. Y lo era, pero era bastante más que eso: católico, conservador, dotado de una pluma ágil y vigorosa que se movía bien tanto en relato cortos como en novelas de gran calado, alguien, en definitiva, que merece ser recordado. Para quien esto escribe constituye un honor recordar la pluma de Hugo Wast y recomendar su lectura para los amantes de la literatura de expresión castellana.

martes, 14 de diciembre de 2010

ESTUDIO SOBRE EL FASCISMO (III). LAS COMPONENTES DEL FASCISMO: EL SINDICALISMO REVOLUCIONARIO


A partir de 1902 y hasta 1905, Mussolini evoluciona “en la estela del sindicalismo revolucionario” (1). Se encuentra exiliado en Suiza y permanece allí entre julio de 1902 y noviembre de 1904 colaborando asiduamente con la publicación L’Avenire del lavoratore, semanario del Partido Socialista Italiano en ese país y luego con Il Proletario, igualmente socialista y publicado en Nueva York. Zeev Sternhell cree posible que durante la permanencia de Mussolini en Lausana asistiera a las clases de Vilfredo Pareto (2). En esa época también se nutría de Marx (“el más grande de los teóricos socialistas” como había escrito) y el profesor Sternhell ve también influencias de Rosa Luxemburgo, Guesde y Jean Jaurès, pero también de Georges Sorel y Antonio Labriola… Seguramente Sternhell tiene razón cuando dice que en esa época Mussolini era “un militante socialista intelectualmente a la deriva”.

Labriola había militado desde 1895 en las filas del socialismo napolitano y en 1898 debió exiliarse a Suiza a causa de su participación en los motines que tuvieron lugar ese año en Italia. En el exilio tomó contacto con Vilredo Pareto y luego, ya en Francia, conoció las ideas de Georges Sorel que incorporó a su revista. En 1900 volvió a Italia y dos años después fundó en Milán Avanguardia Socialista con la que Mussolini colaboraría prácticamente desde su fundación. Esta publicación se convirtió en el portavoz de la corriente “revolucionaria”, también llamada “sindicalista revolucionaria”, dentro del PSI (3).

En aquellos años, a pesar de militar en el socialismo, las ideas de Mussolini rebasaban con mucho los altos muros de esta formación y se sentía próximo al anarquismo (4) aunque después adoptara las tesis del sindicalismo revolucionario tal como en aquel momento las estaba exponiendo Georges Sorel en Francia. Por si había alguna duda, apoya la huelga general (5) de septiembre de 1904 en la más pura tradición sindicalista-revolucionaria. Uno de los temas en los que insistía Sorel era en la importancia de la violencia como arma del proletariado. Había llegado a escribir: “nos vemos conducidos a preguntarnos si ciertos actos criminales podrían tornarse heroicos, o por lo menos meritorios, por razón de las consecuencias que sus autores esperaban de ellos en pro de la felicidad de sus conciudadanos” (6). Y por si esto no quedara suficientemente claro, añadía: “todo puede salvarse si mediante la violencia logra el proletariado consolidar de nuevo la división de clases, y devolver a la burguesía algo de energía” (7). Así mismo, cuando Sorel recordaba la gesta de las Termópilas, era inevitable que sus palabras tuvieran un eco en el joven Mussolini: “Saludemos a los revolucionarios igual que los héroes espartanos que defendieron las Termópilas y contribuyeron a mantener la luz en el mundo antiguo” (8). Este continuado “piropeo” y esta incorporación de la violencia al proyecto político sindicalista revolucionario fue heredado posteriormente por el fascismo mussoliniano. La revolución rusa de 1905 terminaría situando el tema de la violencia en el centro del debate radical en Europa. Y con mucha más razón en Italia donde el año anterior se habían producido insurrecciones obreras en varias zonas y una gran huelga general en el verano de 1904 como represalia por uno de estos estallidos de violencia y la represión subsiguiente en Castelluzzo. Las acciones de protesta habían sino iniciadas por Labriola y su Avanguardia Socialista.

Esta corriente considera que la acción sindical debe ser independiente de la actividad y de los objetivos de los partidos políticos. La marcha hacia la formación de esta corriente había sido larga desde sus primeros despuntes con Fernand Pelloutier hasta su concreción final con Georsel Sorel. En Italia, la corriente nació en el seno del partido socialista de la mano de Arturo Labriola y Alceste De Ambris.

En 1898, Labriola se entrevistó con Sorel en París. En Italia habían aparecido capas de trabajadores extremadamente combativas especialmente en las ciudades industriales del norte, carecían de tradición sindical (9). De estos núcleos derivaría en 1907 la formación de la Unión Sindical Italiana.

La influencia de Sorel y de Pelloutier desembocó en la creación de una forma de sindicalismo revolucionario en Italia muy parecido al de la CNT en España.  El sindicato debía de ser para sus impulsores el “nuevo principio directivo de una sociedad”, solamente así se evitaría que el sindicalismo fuera “la extensión de la sociedad burguesa” (10). Al frente de la nueva formación se encontraba Alceste de Ambris que ya había destacado desde 1906 en el ala radical de la CGL (11) que cristalizó en un grupo minoritario que actuó con el muy soreliano nombre de Acción Directa compuesto por varias decenas de miles de trabajadores. Tras acusan a la CGL de no apoyar las huelgas de los ferroviarios y marineros crearon un Comité de Resistencia. Al año siguiente se produjo otra oleada de huelgas y al concluir se reunión Acción Directa en su segundo congreso cuando contaba con 150.000 afiliados (la CGL tenía en la misma época 300.000 y los sindicatos cristianos 100.000).


En medio de un clima de agitación contraria a la guerra de Libia, el Congreso de Módena (1912) proclamó la constitución de la Unión Sindical Italiana dirigida por Alceste de Ambris. Su primera declaración era tan soreliana como nietzscheana (“el proletariado debe confiar únicamente en sus propias fueras…”) (12). Mientras los sucesos de la llamada “semana roja” de Ancona (13) aumentaron el prestigio combativo de la USI, la política intervencionista creó disensiones internas dentro de la USI. De un lado la mayoría permaneció contraria a la guerra, obligando a De Ambris y a otros miembros de la dirección a dimitir el 14 de septiembre de 1914 y constituir la Unióne Italiana del Laboro.

La actividad de la nueva organización fue nula durante 1914-17, pero en la última falta consiguió popularizar sus tesis defendidas a través de la publicación L’Italia Nostra en cuyo primer número podía leerse: “nuestro objetivo es la guerra contra el sistema capitalista y contra todas las instituciones que le sostienen”. El lema de la revista estaba dirigido a los nacionalistas: “La Patria no se niega, se conquista” (14).

En 1918, tras el fracaso de la huelga general de Parma, empezó a aparecer la revista La Lupa dirigida por Paolo Orano que intenta sintetizar en un único esfuerzo a los nacionalistas de Corradini y a los sindicalistas revolucionarios de Labriola. Eran los tiempos en los que los nacionalistas hablaban continuamente de “naciones proletarias” con un lenguaje que encontraba eco en el sindicalismo revolucionario que terminó por aceptar las tesis de Orano (15), cuando ya los sindicalistas revolucionarios se habían aproximado a las tesis nacionalistas y habían participado activamente en las actividades  intervencionistas.

Mussolini acogió con elogios desde Il Popolo d’Italia la fundación de la UIL e incorporó varios elementos de su programa al de los Fasci di Combattimento e incluso en la tardía época de la República Social Italiana se pueden encontrar en su programa de “socialización” algunos elementos que aparecieron por primera vez en el Segundo congreso de la UIL (5 y 6 de enero de 1919). Mussolini desde su periódico apoyó todas y cada una de las propuestas e iniciativas de Edmondo Rossoni, secretario general del sindicato. Poco después, en 1921, Rossoni pasará a dirigir la Camera del Laboro de Ferrara constituida por los fascistas y un año después se afilia oficialmente al Partido Nacional Fascista siendo el padre de la Carta del Trabajo después de promover la fusión en un organismo único de los sindicatos obreros y de los patronales, que dará origen al Estado Corporativo del Ventennio.

Conclusión

La formación doctrinal del “primer Mussolini” era la propia de un militante de la izquierda radical compuesta por dosis de marxismo extraídas directamente de los textos clásicos escritos por Marx y Engels, interpretaciones y aportaciones del marxismo extremista alemán con Rosa Luxemburgo y sindicalistas revolucionarios franceses e italianos. No es sólo un periodista que se enardece ante la máquina de escribir, sino que es también y sobre todo un agitador de masas, sin duda el más prestigioso a partir de 1912.

El intervencionismo hará que algunos sindicalistas revolucionarios terminen confluyendo con los agitadores nacionalistas de la ANI y con los futuristas exaltados de Marinetti. El fascismo, a partir de la reunión de la plaza de San Sepolcro se configura pues como una síntesis de estas corrientes de la que surgirán las tres tendencias del fascismo: el ala izquierda, indudablemente, está representada por el sindicalismo revolucionario de la UIL y por los seguidores de Mussolini llegados del socialismo.

Hubo pues, algo de izquierdismo en el fascismo de los orígenes y esta corriente jamás se terminó de eclipsar del todo durante el Ventennio, luego volvería a emerger de nuevo en el programa de socialización de la República Social a partir de 1943. En el Congreso de Roma en el curso del cual los Fasci di Combatimento se transforma en Partido Nacional Fascista (noviembre de 1921), Dino Grandi resumió el programa del fascismo como representante de una tendencia “de izquierdas”: “Libertad, nación, sindicalismo: el Estado debe resumirse en una grande y potente jerarquía de sindicatos”. Dos meses después, Rossoni organizó la Confederación Nacional de las Corporaciones Sindicales que en agosto de 1922 contaba con 458.000 afiliados (16). En ese mismo congreso de transformación, Mussolini, en cambio, abandonó completamente sus posiciones “de izquierdas” y “acentuó su giro a la derecha” (17) negando la lucha de clases, evitó pronunciarse sobre la monarquía, e hizo todo lo posible por presentar su aspecto más moderado y “centrista”. Pasarían todavía unos meses antes de que Mussolini aceptara la monarquía: “La Corona no está en juego, con tal de que la Corona no quiera entrar en el juego. ¿Está claro?” había dicho en Udine el 20 de septiembre de 1922 (18).

Tras haber visto las distintas componentes del fascismo (el socialismo mussolinisno, el sindicalismo revolucionario, el nacionalismo y el futurismo) puede concluirse que en la medida en que se trató de una síntesis, ésta fue imperfecta: en algunos elementos (Farinacci, Orani) la “izquierda fascista” estuvo siempre encarnada; en ellos el sindicalismo (primero “revolucionario” y luego “nacional”) mantuvo siempre su personalidad y sus perspectivas de un “fascismo social”. Como en todo equilibrio inestable entre “lo nacional” y “lo social” o se mantiene el equilibrio o se tiende hacia un lado o hacia otro. En los nacionalistas, ocurrió otro tanto: desde el principio se interesaron más por lo nacional, por la expansión del Imperio y por el irredentismo a despecho del aspecto “social” del fascismo.

El “adaptacionismo” mussoliniano se prolongó hasta la Marcha sobre Roma. En su concepción de la política, lo importante era aproximarse de manera implacable a los objetivos propuestos, sea como fuere. No es que Mussolini fuera un “maquiavelista”, sino que en su óptima, un fin (la “revolución fascista”) justificaba los medios. Porque Mussolini aprendió pronto –probablemente a través de su lectura de Sorel y de sus observaciones empíricas- que “sin poder no hay revolución posible”. Se trataba por tanto de ir agregando fuerzas para alcanzar una masa crítica suficientemente compacta y con base social como para poder lanzarse a la conquista del poder con garantía de éxito.

El 25 de octubre, durante el congreso del PNF de Nápoles, alguien lanzó un llamamiento a la insurrección: “Fascistas: en Nápoles llueve ¿qué es lo que esperamos?”. Fue el pistoletazo de salida de la Marcha sobre Roma. El fascismo “uno y trino” se abalanzaba sobre el poder…


Notas:

(1)          Z. Sternhell, op. cit., pág. 298.

(2)          Ibídem., pág. 298. “¿Os acordáis de la teoría de las elites de Vilfredo Pareto? Es probable que se trata de la concepción sociológica más genial de los tiempos modernos, una concepción que nos enseña que la historia no es más que una sucesión de elites dominantes” había escrito Mussolini en el artículo titulado Intermezzo polémico, en La Lima, 25 de abril de 1908.

(3)          Labriola era uno de esos exponentes del sindicalismo revolucionario socialista que compartía tesis con los anarquistas y que no tenía empacho en reconocer su perter¡nencia a la masonería de la que fue Gran Maestre del Gran Oriente de Italia entre 1930 y 1931. En 1906 fue co-director de la revista sindicalista-revolucionaria Pagine Libere que se publicó en Lugano hasta 1911 que fue favorable a la intervención italiana en Libia pero que luego terminó criticando a los mandos militares por la forma de conducir la guerra. Solamente en 1913 se separó definitivamente del sindicalismo revolucionario para ser elegido diputado socialista. Fue un destacado intervencionista de izquierdas y cumplió varias misiones internacionales para el gobierno una vez Italia entró en guerra. En 1920-21 fue ministro de trabajo en el último gobierno de Giolitti. Exiliado en Francia a causa de la llegada del fascismo, en diciembre de 1935 retornó al país sin ser molestado, mostrándose favorable a la intervención en Etiopía. De 1936 a 1943 fue colaborador de Nicola Bombacci en la revista mensual La Verità que propugnana un “socialismo nacional” y se situaba “a la izquierda” del régimen fascista. Tras la guerra fue elegido diputado en la Asamblea Constituyente y luego senador en 1948.

(4)      Z. Sterhnell, op.cit., pág. 298. Dice textualmente: “Simpatiza con el anarquismo, pero al final opta por las tesis del sindicalismo revolucionario”.

(5)          La “huelga general” es el mito recurren del sindicalismo revolucionario. Hasta finales del siglo XIX, la huelga había sido utilizada con fines de presión sobre los gobiernos y las patronales, pero Georges Sorel introdujo en sus Reflexiones sobre la violencia, aprovechando las experiencias sobre la huelga general consideró que la huelga general era el mito a través del cual se iniciaría la revolución social. No solamente se trataba de paralizar la actividad del Estado y, por tanto, colapsarlo, sino que además se trataba de impulsar el control obrero sobre la producción. El mismo desarrollo de la “huelga general” reforzaría los lazos de solidaridad, el espíritu revolucionario y la conciencia de clase de los trabajadores. El propio Sorel la calificó como “mito”, es decir, el relato de un hecho extraordinario. Cfr. Georges Sorel: apóstol de la violencia (Daniel Kersffeld, Colección Razón Política, Ediciones del Signo, buenos Aires 2004), en donde se define a la “huelga general” como una “creencia destinada al combate que se encargará de retomar la inteligibilidad de los principios fundamentales del marxismo”, (pág. 80).

(6)          Citado en Los monstruos políticos de la modernidad: de la revolución francesa a la revolución nazi. María Teresa González Cortés, Ediciones de la torre, Madrid 2007, pág. 289.

(7)          Idem, pág. 289

(8)          Reflexiones sobre la violencia, George Sorel, Alianza Editorial, Madrid 1976, cap. II, apartado III.

(9)          R. Paris, op. cit., pág. 40-41.

(10)     R. París. op. cit., pág. 41-42

(11)     CGL: Confederazione Generale del Laboro, sindicato italiano fundado en 1906 que llegó a agrupar a 250.000 trabajadores antes de la guerra con una orientación moderada. Tras autodisolverse durante el Ventennio fascista, se reconstruyó al acabar la guerra con el nombre de Confederazione Generale Italiana del Lavoro (CGIL).

(12)     R. Paris, op. cit., pág. 44.

(13)     Junio de 1914. Ver Nota 13 de la primera parte de este estudio.

(14)     Citado por Z. Sternhell, op. cit., pág 211.

(15)     R. Paris, op. cit., pág. 42, quien añade: “bajo su forma soreliana, el sindicalismo revolucionario no era entonces mucho más que un nacionalismo de izquierda, anunciando con ello el intervencionismo de izquierdas de 1914”. Z. Sternhell en El nacimiento…, op. cit., pág. 209, plantea idénticas tesis.

(16)     R. Paris, op. cit., pág. 96-97.

(17)     Ibidem, pág. 96

(18)     A. Tasca, op. cit., pág. 279.

(19)     I. Bolinaga, op. cit., pág. 49

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