Querido Diario:
Hoy estoy invitado a una paella
en San José de Costa Rica. Ayer me prepararon una tortilla española… Sé que
sigue existiendo España porque hasta aquí llega TVE1 y porque Internet te pone
en contacto con los amigos de la Patria. Por nada más. ¿Quién ha dicho que fuera de España no se está
mejor que en España? ¿Quién ha dicho que en España se come mejor que en
cualquier lugar del mundo? Cualquier lugar es bueno si uno tiene la
imperiosa necesidad de disfrutar de la vida. Los bananos de aquí son
exactamente iguales a los de Canarias. Las piñas que se comen en España proceden
mayoritariamente de aquí. He pasado por campos de cultivo y no hay ni mares de
plásticos, ni sobredosis de pesticidas, vermicidas, fungicidas y abonos
químicos. Las papayas que en España van a 6-8 euros el kilo, aquí apenas
cuestan poco más de un euro. Limones mucho más baratos. Mangos maduros y en su
punto a precios increíbles. ¡Claro que en cualquier país del mundo se come
bien! (y no necesariamente se come diferente). Y, sin embargo, uno siente la necesidad de pensar en
la Patria y de esforzarse en oír su llamada. Cada día me levanto con
ganas de mirar las noticias y de percibir, de entre todas ellas, alguna que
pueda ser considerada como positiva. De esas que obligan a hacer las maletas y
a decir: “Yo debo estar allí”. La llamada de la Patria no es retórica. Es como el sonido de un
diapasón que sirve para afinar otros instrumentos y que se transmite sin
palabras: es una señal para que los que creen que pudiera existir un destino común
para España y para los españoles, estamos esperando. Es la señal que
cada día espero y que nunca se produce. Es la señal que nunca llega. Entre
tanto, es bueno disfrutar del lugar en el que uno se encuentra. Lejos de la Patria, feliz y a la
espera.