lunes, 7 de julio de 2025

CUANDO LA AGONIA DEL SANCHISMO ES LA AGONÍA DE UN PAÍS (2) - LOS TRES TIPOS DE CORRUPCIÓN


TRES TIPOS DE CORRUPCIÓN

Existen tres tipos de corrupción: la política, la económica y la humanitarista. Los tribunales, la UCO, actúan solamente contra la corrupción económica. En teoría, la corrupción política debería solventarse mediante los procesos electorales, dando por supuesto que el electorado castiga a las opciones corruptas y premia a los partidos “honestos”. Pero esto es mucho suponer.

Creer que el electorado castiga a la corrupción es una falacia: el elector entrega a su voto, en el 90% de los casos, ignorando lo que el partido tal o cual va a hacer con él e incluso sin haber estado al tanto de la actualidad política desde el día en que nació. Ciertamente, el electorado va variando: sigue existiendo el voto cerril “se vota a los que siempre se ha votado” (fundamentalmente en medios nacionalistas periféricos), pero actualmente, se vota más “en contra de" que “a favor de” (alguien con “tanto carisma” como Feijóo solo puede ser votado por aquellos que, sobre todo, quieran ver a Sánchez descabalgado). ¿La corrupción? Afecta, pero cada vez afecta menos y la prueba es la defensa del PSOE ante las acusaciones de corrupción.

En teoría, en el parlamento deberían solventarse los casos de corrupción política. Pero el parlamento sirve para poco: aprobar leyes por parte de mayoría y crear “comisiones de investigación” que nunca han servido absolutamente para nada. El perjurio, por ejemplo, no tiene absolutamente ninguna repercusión y es el pan de cada día en todas las comisiones.

El desarrollo en los últimos días de la investigación sobre la corrupción de la cúpula sanchista demuestra muy a las claras que la corrupción política precede a la corrupción económica.

En efecto, Sánchez llega al poder después de garantizar buenos negocios a todos sus socios regionalistas e independentistas. Comprar el voto en el parlamento es tan corrupto como entregar una obra pública a una empresa que se ha comprometido a pagar una mordida. Y Sánchez lleva siete años en el poder realizando esta práctica corrupta. La constitución se lo permite: hay que recordar que Sánchez perdió las elecciones generales. Buena parte del país lo quería fuera de juego, tras la caída de Rajoy ya se había visto su fuste y sus intenciones: “todo por la poltrona moncloita”. Estaba muy claro que se trataba de un enfermo mental, un psicópata del poder, del que ahora sabemos que los primeros traicionados y engañados, fueron los propios pipiolos del PSOE (el pobre Madina, la no tan pobre protectora de corruptos, Susana Díaz y todos los que no estaban suficientemente enfermos de poder que rechazaron nombramientos y promesas de seguridad a cambio de hacer lo que le cúpula de la organización exigía).

Ahora sabemos que Sánchez derrotó a Rajoy ofreciendo al PNV obra pública. No existe la menor duda de que compró la mayoría parlamentaria que hizo del partido derrotado en las elecciones de 2023 el partido que ha gobernado despóticamente España, el partido del saqueo y de la mentira, de la vergüenza y la humillación, que nos ha sumido en el aislamiento internacional y en la peor situación social de la historia de la Europa contemporánea.

Les dio a los independentistas, todo lo que le pidieron… sin tener en cuenta que los indepes catalanes estaban derrotados, maltrechos y desmovilizados después del ridículo fracaso del “procés”, le dio, primero a Podemos y después a Sumar, todo lo que exigieron para satisfacer su imaginario de izquierda “alternativa”. Podemos se cubrió de gloria con sus leyes aprobadas (desde la que disminuyó las penas a violadores, hasta la que defendía los “derechos de las mascotas” y que, en la práctica no ha tenido la más mínima repercusión a nivel de calle), Sumar lleva años batallando por las 35 horas y el aumento del salario mínimo, pero, de hecho, lo único que ha conseguido es un aumento espectacular del “absentismo laboral”.

La estupidez de los “aliados catalanes” de Sánchez es algo con lo que ha sabido jugar de maravilla: ha condonado 17.500 millones de deuda de la generalitat ¡gobernada por el sacristán Illa, el “filósofo” de la pandemia y de las mascarillas (ese que cada día reza para evitar que la UCO se acuerde de su existencia)! Ha negociado con Bildu y con Junts a través de Cerdán. Con los primeros ha puesta en la calle a matarifes etarras que hubieran merecido décadas de prisión. Con los segundos, una amnistía (en la que Puigdemont sigue en el “exilio”) declarando que con ella ha llegado la “pacificación” a Cataluña. En realidad, la “pacificación” se impuso después de que los niños de la CUP se fueran de vacaciones y dieran por concluida su etapa de adolescentes violentos.

Los últimos mohicanos del independentismo, ir vosotros mismos a verlos, se reúnen todos los viernes tarde delante de la estación de Fabra i Puig. Si vais a eso de los 19:00 horas los veréis en pleno: con suerte una docena de abuelos avinagrados, alguno con silla de ruedas. Lamentablemente, el ayuntamiento de Collboní no ha dispuesto cerca una UCI móvil para casos de deshidratación. Durante el gobierno de la Colau esa ínfima minoría (que nunca pasó de dos docenas de descerebrados) estuvieron durante más de cuatro años interrumpiendo el tráfico de la avenida Meridiana los viernes tarde. Y la Colau, comprensiva ella y siempre dispuesta a defender causas con mucho inri (recuérdese su inefable “Welcome refugies”), siempre envió a fuerzas de la policía municipal para evitar el linchamiento de estos pobres merluzos, por parte de automovilistas enfurecidos que trataban de entrar o salir de la ciudad por su arteria más populosa.

En el fondo, la política de Sánchez en relación a Cataluña ha consistido en convencer a sus socios nacionalistas e indepes de que, ya que el Tribunal Constitucional había reconocido que la independencia era imposible, la única vía no era la secesión de Cataluña, sino la extinción del Estado Español en Cataluña. Y para eso ha sido comisionado “don mascarillas”, Salvador Illa… el perro fiel de Sánchez en la región. De hecho, si los indepes no insisten más en el referéndum (lo poco que lo hacen es de cara a la galería) es porque, de convocarse hoy, daría un resultado MUY NEGATIVO a la independencia.

Sánchez llegó a ser candidato del PSOE gracias a la “corrupción política” (altas falseadas, crowfounding visiblemente fake, votos falsos) traicionando a su propio partido. Derrotó a Rajoy gracias a proponer al PNV la entrega de obra pública a gente próxima a él. Llegó, finalmente, a la Moncloa tras unas elecciones que había perdido, comprando los votos a todas las fuerzas políticas que lo apoyaron: votos (corrupción política) a cambio de contratos (corrupción económica) o a cambio de determinadas prebendas.

Sánchez, desde el día 1 de su llegada a La Moncloa, en lugar de gobernar, ya se dedicó a situar en los puestos clave del Estado a su trata de corruptos y corruptores.

Sumar ha dicho que hay “corrupción” porque hay “empresarios corruptos”, algo en lo que podemos estar relativamente de acuerdo. Pero vale la pena ir mucho más lejos: la peor de todas las combinaciones es la presencia en el poder de un gobierno que, desde que llegó a la política, no ha hecho otra cosa más que jugar sucio, la de unos aliados -Sumar entre otros- que políticamente indigentes, verdaderos ceros a la izquierda y que sin prestar apoyo al sanchismo, estarían en las listas del paro político y laboral, junto con tiburones empresariales dispuestos a robar el alicatado de un baño a la competencia por mucho que tengan que pagar una comisión más alta que el valor de la reforma.

Pero no debemos olvidar la corrupción “humanitarista” en la que ni la UCO, ni juzgado alguno osan entrar.