¿Trabajaba Puigdemont para Soros? ¿era un títere en sus manos? ¿O,
más bien, seguía las malévolas instrucciones del Kremlin? El tema parecía
olvidado hasta que se conoció el resultado de las últimas elecciones generales.
Incluso en Cataluña, para todos aquellos que no eran televisionarios de TV3,
Puigdemont era apenas un recuerdo confuso: “un tío que dio que hablar unos
meses y luego se eclipsó como tantos otros”. Pero, recientes
investigaciones judiciales han puesto sobre el tapete las conexiones de Puigdemont
con Moscú, lo que parece atribuir algo de seriedad a lo que, hasta hace poco,
eran rumores de prensa. Esto ha hecho que, aquellos que se sienten patriotas y,
de paso, ven en Putin a un líder político digno de tal nombre, hayan reavivado
el fantasma de Soros: “No, Puigdemont seguía las consignas de Soros que
quiso repetir en España lo que ya había logrado en Yugoslavia”. ¿Con qué versión
nos quedamos? ¿Qué pueden pensarse de todo ello? Resumimos: son vías muertas,
la esencia del “procés independentista”, nunca fue por esos derroteros.
¿QUÉ PINTA SOROS EN LA AVENTURA DE PUIGDEMONT?
Era habitual, antes del “procés”, especialmente en medios
antimundialistas, atribuir responsabilidad a Georges Soros en la aventura
independentista de Puigdemont. Como siempre, estos rumores han generado mucha
polvareda, pero, no sólo no ha quedado nada demostrado, sino que, a medida que se rasca un poco en esa dirección, la
teoría parece completamente desprovista de coherencia y verosimilitud. Todo lo
cual no implica que Soros siga siendo uno de los personajes más odiosos del actual
panorama mundial.
En su momento, me preocupó por reunir datos que contribuyeran a
aclarar esta posibilidad. Simplemente, no existían. No consta que Soros haya
dado ni un miserable dólar para las campañas que precedieron al referéndum
independentistas. Es más, en Cataluña, la fundación de Soros, la Open
Society Institute, es minúscula y solamente existió a partir de 2016. El
seudo referéndum frustrado tuvo lugar en 2017, pero resulta imposible encontrar
una relación de “causa” a “efecto” (como ya comenté en el post PARALELISMOS HISTÓRICOS:
PUIGDEMONT, MACIÀ, COMPANYS, FUERA DE ESPAÑA).
En el artículo mencionado comentaba que:
“Soros es miembro del Council Foreing Relations,
sin duda el grupo de presión más poderoso (y más antiguo) de los EEUU y utiliza
como medio “amable” de penetración en los países en los que mantiene intereses,
la Open Society Institute. Pues bien, esta fundación mantiene una antena
en Cataluña con el nombre de Iniciativa Sociedad Abierta para Europa (calle
Elisabets, 24, Barcelona) dirigida por Jordi Vaquer del que apenas existen
datos en Internet y es una de esas personas que visiblemente buscan proteger
sus actividades con el anonimato.
La aportación de Soros al independentismo catalán,
hasta ahora se ha reducido a una casi simbólica aportación de 27.049 dólares
donados a Diplocat (un embrión de “ministerio de asuntos exteriores” de
la Generalitat de Cataluña), para financiar unas “jornadas sobre xenofobia y
euroescepticismo” celebradas en 2014. En la misma dirección fue otra aportación
de 24.973 dólares transferidos por Soros al CIDOB para otro seminario sobre el
mismo tema. El CIDOB (Centro de Información y Documentación Internacionales en
Barcelona) fue fundado por grupos vinculados al cristianismo progresista de
1973, pasando a ser una fundación privada en 1979. Se le considera un think–tanks
especializado en política internacional, obviamente relacionado con la
Generalitat (que lo subvenciona) y vinculado internacionalmente al Real
Instituto de Estudios Internacionales con sede en Chathan House (Londres).
La fundación dirigida por Vaquer no parece desarrollar
una actividad particular y el conjunto de 50.000 dólares entregados por Soros a
entidades catalanas son apenas una gota de agua comparado con lo que ha
invertido la Generalitat en el proyecto secesionista. Así pues, no es Soros
quien está detrás, ni siquiera quien aporta seguridades al grupo dirigente del
proyecto”.
No hay que olvidar, además, que los intereses inmobiliarios de
Soros son mayores en Madrid y residuales en Barcelona. Aunque solamente fuera por instinto de conservación de sus
caudales, apoyar al “procés” hubiera representado un riesgo extraordinario para
el financiero que lo habría enfrentado, no solo al gobierno español, sino al de
la Unión Europea (que, tampoco hay que olvidar, es una “unión de Estados
Nacionales”, no de “regiones independizadas”, algo sobre lo que están
particularmente sensibilizados las dos columnas de la UE: Francia y Alemana, en
donde el independentismo de las regiones tendría a su favor muchos más
argumentos que en España).
Ahora bien, otro dato a tener en cuenta -y que resulta definitivo para
descartar la implicación de Soros en la bufonada independentista- es que Puigdemont
dio una conferencia en Chathan House, la sede londinense del Instituto de Relaciones
Exteriores en mayo de 2016. Soros es miembro de este grupo de presión… así
que por ahí podría existir una relación. Pero no…
La conferencia resultó lamentable:
no hablaba ante periodistas dispuestos a tragarse cualquier dato económico por
fantasioso que fuera, sino con financieros, expertos en relaciones
internacionales y gentes de lo que suele llamarse “la intelligentsia”.
Sobre aquella conferencia, escribí en el post citado anteriormente:
“En su discurso [Puigdemont]alardeó de estar apoyado
por “millones de personas en las calles”, pero no convenció sobre las garantías
jurídicas, ni sobre la legalidad del proceso secesionista, únicos argumentos
que interesaban al mundo del dinero que se mueve en el Chathan House. Los datos
que ofreció no coincidieron con los que ellos disponían de fuentes directas
(estudios del Banco Central Europeo y del FMI, especialmente). El discurso de
Puigdemont en aquel foro fue el típico “discurso electoral”, una mera
enumeración publicitaria y voluntarista sobre la inédita “República Catalana
independiente”.
Su falta de realismo provocó ironías entre los dueños
de Chathan House que conocen mucho mejor que él la situación de la economía
mundial y las implicaciones de la propuesta independentista. En la parte final
del discurso, procuró tranquilizar a los asistentes garantizando que el proceso
independentista sería “tranquilo y pacífico” (lo que alejaba, incluso, la
posibilidad de que el “complejo militar–industrial” también representado en esa
institución tuviera oportunidad de lucrarse…). A partir de ahí cometió errores
en cadena”.
Dar una conferencia en Chathan House y, especialmente, departir
con los “hombres más poderosos del mundo” (o con sus testaferros), supone ser
examinado por ellos. Y Puigdemont no superó el examen. En la web de la institución están registradas todas las
conferencias que ha dado alguien significativo. La de Puigdemont ni siquiera se
publicó, ni tampoco ningún medio londinense se hizo eco del evento (Vilaweb, vinculada
a la gencat, en cambio, la publicó íntegramente) y, para colmo, una periodista
española le recordó que su proyecto, en el mejor de los casos, tenía apenas el
favor del 37% del censo electoral… Suspenso total. Esa conferencia -que
suelen olvidar los analistas- demuestra que, como mínimo, a partir de esa
fecha, el mundo de la “intelligentsia” cortó cual relación y apoyo que hubiera
podido existir antes con Puigdemont.
Soros, en esos mismos meses, estaba apoyando -y sigue haciéndolo-
con millones de euros desde 2011, a fundaciones de apoyo, defensa y promoción
de la etnia gitana. Ese chorreo de dinero llegó
también a España, de lo que se deduce que, si Soros hubiera tomado partido a
favor de la aventura independentista, las asociaciones gitanas catalanas, se
hubieran hecho eco entusiasta, aunque solamente fuera para mostrar
agradecimiento a Soros. Y ocurrió todo lo contrario: ni los gitanos catalanes
del Raval, ni de Gracia, mostraron el más mínimo interés en el “procés”. Más
aún: le fueron completamente hostiles. Entre otras cosas, porque el bar en el
que se reunían en Gracia, el bar Resolís, en la plaza del Raspall, que
terminó cerrando sus puertas y en la época del “procés”, se convirtió en local
de la CUP del barrio…
Es probable que, el mundo del dinero valorara los pros y los
contras de la aventura independentistas. El dinero, como se sabe, es cobarde.
Huye de riesgos. Y, para cualquiera que tuviera una mínima noción de economía y
de relaciones internacionales y fuera capaz de prever efectos, apostar por
Puigdemont y su aventurilla, era una riesgo innecesario, peligroso y condenado desde
el principio al fracaso.
CUANDO PUTIN SUSTITUYE A SOROS
Muchos de los que en 2017 aludían una y otra vez a Soros, unas
semanas después giraron su atención hacia Vladimir Putin. Había buenos motivos
para ello. Desde 2014, las relaciones entre Rusia y la OTAN se habían agriado a
causa del Dombas y de las regiones que optaron por separarse de Ucrania,
declararse independientes y federarse con Moscú. Esa polémica fue en aumento
hasta que, en febrero de 2022, las tropas rusas se vieron obligadas a defender
estas regiones de los ataques de fuerzas irregulares ucranianas (que habían
causado 14.000 muertos desde el inicio del conflicto) y a rechazar la
pretensión de Zelensky de integrarse en la OTAN. Así pues, desde febrero de
2022, los gobiernos occidentales han tratado de encontrar argumentos de todos
los colores para cargar las tintas contra Putin. Uno de ellos, ha sido su
presunto impulso al golpismo independentista catalán.
Pero las cosas tampoco tienen mucha lógica y los indicios son
pobres y poco significativos. En primer lugar, porque, en aquellos mismos
días del “procés”, emisoras oficiales rusas ironizaban sobre lo que estaba
ocurriendo en Cataluña. Un programa de humor (que trabajaba con datos servidor
por los servicios de seguridad soviéticos), telefoneó a la ministra de defensa
de la época, Dolores de Cospedal, comunicándole que Puigdemont era “agente de
Moscú” con el nombre de ¡“Cipollino”! (en italiano “cipollini” es
cebollino y, como se sabe, reiteradamente, los independetas han sido
calificados como “çeballuts”, cebollinos, así pues, el humorista sabía
lo que se decía) y que el 50% de los turistas rusos que visitan Barcelona, son miembros
del KGB… La Cospedal tomó la información en serio y, desde el botones del Museo
del Hermitage, hasta la momia de Lenin, prorrumpieron en carcajadas. Sobre este
episodio, ya escribimos un post el 19 de noviembre de 2017 titulado “CIPOLLINO”
Y LA “PARTICIPACIÓN RUSA” EN LA “CRISIS CATALANA” y a él remitimos para más
información.
Luego estaba la lógica: obviamente, los funcionarios rusos
destacados en misión diplomática en España debieron informar a su gobierno
sobre las posibilidades de la asonada indepe y cómo podía evolucionar. También
aquí hay que recordar el método y el detalle necesario con el que suelen
realizarse estos informes: el “procés” no tenía la más mínima posibilidad de
éxito, ni siquiera -aunque los agentes de Putin hubieran invertido fondos, asesores
y materiales- podía pensarse en que la crisis se agravaría con una insurrección
popular capaz de debilitar a un país de la OTAN.
Si ahora se ha reavivado la presunta intervención rusa en el
proceso independentista -seguramente utilizando informes generados ad hoc por
la CIA y remitidos al Ministerio de Justica, práctica que lleva realizándose
desde principios del milenio, en especial, con casos de “terrorismo islámico”- es
por la tensión internacional y por el conflicto ucraniano, cuando conviene
presentar a Rusia como “el eje del mal” que “pretendía romper España”. Habría
que aludir, más bien, al “eje de los tontos” que llamarón a todas las puertas
posibles buscando apoyos para su aventurilla. Ahora bien, ¿por qué acudieron a Rusia…?
UNA MENTIRA INDEPE, EN EL ARRANQUE DE OTRA MENTIRA ANTI-INDEPE
Lo incuestionable, en el actual estado de las investigaciones, no
es que Putin tratara de apoyar al independentismo catalán, sino, al revés, que algún
miembro del entorno de Puigdemont trató de contactar con el gobierno ruso. Y esta es seguramente una de las partes más bufas de aquella
aventura.
En efecto, porque, mientras Puigdemont, por un lado, y los dirigentes
de ERC por otra, repetían al unísono que “Cataluña seguiría siendo miembro
de la Unión Europea” y la voz de su amo, TV3 u otra personalidad de “indudable
valía” como Joan Laporta, repetían que “Catalunya será el nuevo Estado de
Europa” ¡todos ellos eran perfectamente conscientes de que estaban
difundiendo una mentira! El más listillo entre ellos, un empresario que
siempre había hecho su carrera a la sombra de la gencat y había protagonizado
algunos negocios de import-export con Rusia, se ofreció a contactar con
el gobierno de aquel país para tratar de paliar el vacío internacional que se
abriría en Cataluña después de la secesión, que en medios independentistas se
daba como segura.
Lo más probable es que los contactos existieran, pero -como le
ocurrió a Puigdemont en Chathan House- no pasaran el primer filtro de calidad. Los periodistas de TV3, de La Vanguardia y del Avui-PuntDiari,
del Ara y de Catalunya Radio, el indepe de a pie, el chaval de la
CUP, el funcionario de Junts, el afiliado a ERC cuyos ojos de empañaban cada
vez que veía una “estelada” en un balcón, todos ellos podían autoengañarse
sobre las posibilidades del independentismo. Un servicio de inteligencia, un
Estado, una corporación financiera, no.
DESPUÉS DE TODO ¿HUBO ALGÚN CONTACTO INCONFESABLE?
Mi impresión es que los indepes, a medida que se acercaba la
fecha del seudo-referéndum y ver el vacío de apoyos internacionales, empezaron
a preocuparse. Creo suponer que contactaron con todo lo contactable. No me
extrañaría que, cualquier día, aparezca la información de que contactaron con
la Liga Árabe (a fin de cuentas, dada la presencia de musulmanes en Cataluña, existían
muchas más posibilidades de que una Cataluña independiente se integrara en esta
organización que en la OTAN o entre los aliados de Moscú), con Irán o Arabia
Saudí, y sobre todo con el Estado de Israel que siempre ha contado con predicamento
en los medios “militaristas” de CDC y que ayudó a la gencat en la constitución
de su policía regional. Tampoco me extrañaría que hubieran enviado cables a
Maduro o a la República Popular China… ¡Qué más da!
Aquel proyecto, en sí mismo, “terrorista” (en la medida en que a muchos catalanes les causó verdadero
terror el no saber que iba a ocurrir el día después del seudo-referéndum, en la
medida en que se invirtió cantidades terroríficas del presupuesto público en
publicidad, formación de comisiones de “desconexión”, redacción de proyectos
constitucionales por parte de asesores no precisamente baratas… porque ¡daban
el seudo-referéndum como ganado antes incluso de celebrarse!: todo lo cual hace
que aquello fuera “terrorismo” y generase “alarma social”, tanto o más que los
40 días que se pasaron los alegres muchachos de la CUP y del Tsunami quemando
contenedores y cristales en el centro de Barcelona) nunca fue un proyecto
asentado sobre bases serias y sólidas, era (como la aventura de Prats de Molló
de Macià en 1926 o como la asonada de Companys en 1934) un proyecto loco, fatuo,
prendido con alfileres, producto de calentones mutuos después de ágapes de
partido, que no fue tomado en serio por nadie más que por los medios de
comunicación catalanes subvencionados por la gencat (la parsimonia con la
que el propio Rajoy afrontó el “procés” fue buena muestra de que ni siquiera lo
consideraba desestabilizador). Fue así como llegó a la población.
Es inútil buscar responsabilidades y apoyos exteriores: nunca existieron,
nunca pudieron existir porque ningún gobierno, ni ningún grupo de presión, se
hubiera jugado sus caudales o hubiera apostado su prestigio por una causa
protagonizada por el atajo de mediocres, irrelevantes y cantamañanas que
formaban el gobierno de la gencat, presidido por el más triste y gris de todos ellos:
Carles Puigdemont.
De haber recibido el aprobado por parte de Soros, de Putin o de
cualquier otro centro de poder estatal o privado, el proyecto se habría
encarrilado de otra manera. Pero, digámoslo ya, ni
ahora, ni en Prats de Molló, ni en 1934, ni durante la guerra civil, ni en los
40 años que siguieron, el independentismo demostró tener cuajo suficiente para
afrontar riesgos, peligros, sacrificios y renuncias. Ezra Pound escribió: “Cuando
un hombre no está dispuesto a luchar por sus ideas, o sus ideas no valen nada o
él no vale nada”.
Y la historia de la gencat democrática, demuestra que los
indepes solamente están dispuestos a luchar para mejorar su situación personal,
eso sí… “en el nombre de Cataluña”. Ahí tenéis en Waterloo, a Carles
Puigdemont, siete años ya, a pan y cuchillo, con séquito y guardaespaldas,
pagados por no se sabe quién (pero me temo que por el bolsillo de los catalanes).
Es, igualmente, significativo que muchos “exiliados” indepes (Marta Rovira,
Rubén Wagensberg, Ana Gabriel) hayan optado por instalarse en Suiza, el país
-con mucho- más caro de Europa y en el que resulta imposible llevar una vida
digna con ingresos mensuales inferiores a 5.000 euros…
No, definitivamente no: nadie significativo ha apoyado a los indepes, aunque hayan llamado a todas las puertas posibles. Nadie estaba dispuesto a comprometerse en una aventura construida con el mismo material de las ambiciones desmedidas o las fantasías infantiles y que fue siempre la cobardía, la mentira y el error personificados. De no ser por el pedrosanchismo, nadie se acordaría hoy ni de Puigdemont ni de aquella triste aventura… salvo, claro está, las cada vez más magras audiencias de TV3.