Si alguien piensa que Marlaska no controla nada más que los bares
de Chueca, la calle Ferraz y los caminos a la Moncloa, está en lo cierto. En el resto de España, la
situación de la seguridad pública se está degradando aceleradamente. Solo ayer
dos Guardias Civiles fueron asesinados alevosamente por una narcolancha y diez
mujeres resultaron agredidas por el mismo individuo en el Metro de Barcelona.
Individuo detenido y puesto inmediatamente en libertad. Esto contrasta con el
ejemplo de El Salvador que demuestra que cuando hay voluntad política, la
delincuencia queda contra las cuerdas.
BUKELE, ¡VEN A SER NUESTRO PRESIDENTE!
El caso de El Salvador demuestra como un país puede pasar de ser
el más peligroso de Iberoamérica a ser el más seguro de esa misma área en
apenas dos años. Basta con tener voluntad política y dejarse de echar
balones fuera. Además, el electorado lo recompensa: en las elecciones
pasados del 4 de febrero, ocho de cada diez electores, apoyaron su gestión. Es
el resultado de atender a problemas reales y no crear problemas imaginarios.
Bukele no es un genio de la política. Era un empresario que
desempeñaba el cargo de alcalde electo en un pueblo próximo a El Salvador y
luego alcalde de esta capital, en tanto que miembro del Frente Farabundo Martí
de Liberación Nacional (FMLN, el partido de izquierdas que, junto con ARENE,
derechas, se repartían el poder desde el final de la guerra civil de los años
80). Expulsado del partido por sus constantes discrepancias con la forma de tratar
los asuntos económicos y de orden público del FMLN, creó su propia formación.
Elegido presiden en 2019, ambos problemas estaban resueltos: el
problema económico, reduciendo impuestos -abolió, por ejemplo, el impuesto a
la gasolina, con la contrapartida de que en caso de que los trasportistas
aumentaran desmesuradamente su margen de beneficios les haría devolver el
dinero- e inyectando “dinero virtual” en la economía convirtiendo el bitcoin en
moneda de curso legal.
DOS NOTICIAS EN LA ESPAÑA DEL PEDROSANCHISMO
Todo esto viene a cuento de dos noticias aparecidas ayer en la
prensa española. Las dos lamentables, aunque de muy distinta índole. La primera
ha sido la agresión a varias mujeres realizada por un individuo joven en el
Metro de Barcelona que fue grabada por las cámaras de seguridad. Se
trataba de un inmigrante marroquí (dato que evitan mencionar -como es de
rigor- los medios de comunicación “oficialistas”). Se sabe que, como mínimo,
han sido 10 las mujeres agredidas, permaneciendo una de ellas en grave estado. Lo
más sorprendente es que el agresor, detenido poco después -se trata de un
pequeño delincuente conocido por la policía y detenido en innumerables
ocasiones- ¡ha sido puesto en libertad tras pasar por el juzgado de guardia!...
a pesar de que nada garantiza que proseguirá con estas agresiones y de que se
trata de un perturbado absoluto que no está en condiciones de llevar una vida
normal.
La segunda noticia es aún más impactante. Dos Guardias Civiles
asesinados por una narcolancha. Dejan tres huérfanos. Sí, inmediatamente,
se produjeron detenciones de cinco narcoterroristas… veremos en qué año los
juzgan y la detención de esa basura social no basta para compensar la pérdida
de dos vidas humanas. Además, los vídeos del incidente demuestran que gentes
de Barbate, desde la costa, jaleaban a los narcos. Transmitimos nuestro
pesar por estas muertes a sus familias y a los miembros de la Benemérita.
Ahora toca reflexionar sobre todo esto.
“ALTO O DISPARO…” TRES VECES Y ASUNTO RESUELTO
Hemos visto decenas de grabaciones en las que helicópteros y
lanchas de la Guardia Civil localizaban narcolanchas y emprendían con ellas el
juego del gato y el ratón. Juego intolerable, pero permitido desde los años 90
por los sucesivos ministros del interior que se han ido sucediendo, populares y
socialistas. Intolerable porque esas lanchas
no transportan otra cosa que drogas. Miente quien diga que se limitan a
transportar resina de hachís, que prácticamente hoy es legal y cuyo consumo
parece desdramatizado. Habitualmente estas lanchas transportan “drogas duras”
(cocaína y heroína) por la facilidad para su desembarco y con la complicidad de
autoridades policiales en Marruecos. Por lo tanto, se trata de un juego que
en la inmensa mayoría de las ocasiones ganan los narcotraficantes que luego
distribuyen venenos que destrozan personas, familias y tejidos sociales.
Lo más sorprendente es que este “jueguecito” podría evitarse
fácilmente. La Guardia Civil lo sabe: simplemente
consiste en repetir tres veces el consabido “Alto o disparo… alto o disparo…
alto o disparo”. Es posible que la primera narcolancha se lo
tomara a la ligera… pero, si recibía una granizada de balas como aviso, es seguro
que, a partir de la segunda, pararían motores, levantarían los brazos y el
cargamento de droga podría ir directamente al crematorio.
Es sencillo, ¿verdad? Basta con decir: “Alto o disparo…”
tres veces, solo tres y dar un disparo de advertencia. Tampoco hay que apuntar a matar. Basta con inutilizar la lanza.
Pero, aquí, la vida de un narcotraficante se ve que vale más que la de unos
miles de jóvenes lanzados a la toxicomanía, la mayoría de los cuales morirán o,
ellos y sus familias, verán sus vidas marcadas. La pregunta claro -la que se
hizo Bukele y la que debemos hacernos nosotros- es: “¿Qué está por delante
los ‘derechos humanos’ de los narcos o la salud y la seguridad de la población?”.
Para nosotros está claro. Quien no lo tenga claro, tiene, en realidad, un
problema: ejercer como plañideras de los “derechos humanos de los delincuentes”,
permaneciendo ajeno al sufrimiento de las víctimas
AGRESIONES GRATUITAS GENERADAS POR EL “SÍNDROME DEL RECHAZO”
En cuanto al “incidente” del metro de Barcelona, personalmente me
ha conmovido. No tiene precedentes en España, aunque hemos visto grabaciones
similares en todos los metros de Europa Occidental. Es un fenómeno
relativamente reciente y frecuente, muy fácil de explicar: siempre los
protagonistas pertenecen a grupos étnicos no europeos.
O bien sufren psicopatías, o tienen el “síndrome del rechazo”:
rechazados por alguna mujer europea, lo atribuyen a “racismo y xenofobia”, o
bien, simplemente, comprueban -como comprobamos cada día millones de europeos-
que no tienen acceso a todos los escaparates de consumo o a disponer de
deportivos de alta gama o a comprar sobre áticos en bloques de lujo o a lucir
relojes de precios superiores a cinco cifras… Eso suele ocurrir, lo sabemos
todos, y no nos importa en absoluto o, simplemente, nos resignamos.
Pero hay gentes que llegaron a Europa Occidental -esa meca del
consumo- pensando que pronto dispondrían de una fortuna como Zinedine Zidane o
Samuel Etóo, que podrían disponer de mujeres blancas a cascoporro y que
millones de ellas se abrirían a sus propuestas sexuales. Y resulta que no.
Frustración tras frustración, al no comprender ni integrar en la psique, la
realidad de Europa, desata un singular deseo de violencia y un ejercicio
insensato de agresividad.
Es la reacción propia del niño pequeño e inmaduro al que se le
niega un capricho…
CONCLUSIONES DESESPERANZADAS Y AIRADAS
Esto tipo de episodios, hasta no hace mucho, eran ignorados por
los medios, ocultados por las autoridades y desconocidos por la población. Hoy,
sin embargo, diariamente aparecen vídeos en todos los países de Europa
Occidental que dan cuenta de esta violencia gratuita e insensata desatada por
inmigrantes (o hijos de inmigrantes) frustrados, contra ciudadanos europeos.
Especialmente, contra mujeres.
Lo más grave es que el detenido haya sido puesto en libertad, a
pesar de tratarse de un detenido por pequeños delitos en múltiples ocasiones.
Demuestra la irresponsabilidad de un ministro del interior, cuya incompetencia
ha sido manifiesta desde el mismo día de su nombramiento (hoy, la situación
del “orden público” está MUCHÍSIMO PEOR que hace cuatro años y en vías de
empeorar mucho más, visiblemente y a diario). Pero el ministro permanece
atrincherado en las coctelerías de Chueca, preocupado solamente porque los tractoristas
no lleguen a Ferraz (la parada siguiente, es Moncloa) y por los “derechos humanos”
de los tripulantes de narcolanchas…
El caso Bukele enseña que la solución a los problemas es simple:
basta con tener voluntad política, encerrar a los delincuentes en las cárceles,
ponerlos fuera de la calle y pensar más en los derechos de los ciudadanos
honrados. Pero, cuando se tiene la cabeza en una
amnistía imposible, en una agenda 2030 suicida y el propio presidente celebra como
una “victoria feminista” una canción en la que se trata a la mujer de “zorra”, es
que nos encontramos en un “mundo al revés”, aquel poema de José Agustín
Goytisolo, en el que aparecía un “lobito bueno al que maltrataban todos los
corderos” y “un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado”.
Ese es el mundo al que nos ha llevado el pedrosanchismo.