viernes, 9 de diciembre de 2022

Hitlerismo y ocultismo (3 de 7) – “MILENARISMO ARIOSÓFICO” Y “MILENARISMO HITLERIANO”. HITLER Y LA ASTROLOGIA

 

Falta el nexo tangible e históricamente aceptable mediante documentación o testimonios susceptibles de ser sometidos a crítica, entre las ideas ariosóficas y la figura de Hitler. Existe la idea de que el Führer se inspiró en List para sus ideas milenaristas, pero también aquí hay que poner las cosas en su justo lugar.

En principio, no está claro cuál es el “ciclo ariosófico”. Si bien List alude a un ciclo de “mil años”, Horbiger primero y Otto Rhan después, se refieren, cada uno por su cuenta, a ciclos de 700 años, pero con idéntico afán “milenarista” (entendiendo por “milenarismo” la doctrina que establece un período de tiempo cumplido el cual se produce una renovación del mundo”).

La base del cálculo del “ciclo horbigeriano” era de 700 años y su cosmogonía tenía en cuanta sus múltiplos: 1400, 2100… Este último número era utilizado por Horbiger para asimilar su ciclo al llamado “Gran Mes Cósmico” (el tiempo que tarda en pasar el Sol por delante del punto vernal de un signo zodiacal a otro), pero este ciclo tenía un desfase de entre 20 y 30 años (hoy los astrónomos unánimemente afirman que este “Gran Mes” dura entre 2.113 y 2.160 años). A partir de este error, todas las predicciones del ciclo elaborad por Horbiger son erróneas. Dado que Horbiger se fijó en el cénit del reinado del Emperador Federico II (1245), creía que 700 años después se produciría un fenómeno análogo: la victoria definitiva de Hitler sobre sus enemigos. Horbiger murió en 1931 antes de que Hitler llegara al poder. Su profecía errónea no debe hacer olvidar sus éxitos profesionales y hallazgos en el campo de la siderurgia. En sus trabajos situaba el origen de este ciclo en el 2.245 antes de JC en el origen legendario de Asiria (pueblo enemigo de Israel) y en sus distintas fases (–1.555, cenit del antiguo imperio asirio, el –855, nacimiento del nuevo imperio asirio, etc.), estableció un paralelismo entre Hitler y Antíoco III[1].

El ciclo de List se aproximaba más a lo que se entiende por “milenio hitleriano”. List, veía en el desenlace de la primera guerra mundial, el preludio del Apocalipsis. La derrota de Alemania y la caída de la monarquía le inducían a ver el inicio de un proceso renovador del "universo germánico". List analizó el tema astrológico del pueblo germánico: descubrió una serie de fechas claves: 1914, 1923 y 1932, el inicio de la guerra europea, el pustch de Munich y la subida de Hitler al poder (aproximadamente, la fecha real fue el 30–1–33). En 1897 finalizó sus trabajos destinados a demostrar la existencia de este ciclo[2] en la senda de las concepciones ciclológicas de la Blavatsky. Así como Horbiger se había fijado en su ciclo en la figura de Federico II, List se centró en su padre, Federico Barbarroja, el famoso “rey perdido” e las leyendas germánicas que había desaparecido y, según la tradición, no estaría muerto sino dormido en el interior del monte Kyffhäuser. Esa misma tradición decía que el emperador se levantaría y marchado por los héroes muertos en los campos de batalla participaría en la lucha final contra las fuerzas del mal. List recuperó esta tradición al acabar la Primera Guerra Mundial sugiriendo que los austríacos y alemanes muertos en los frentes entre 1914 y 1918, se reencarnaría en un nuevo ejército mesiánico. Afirmaba que gracias a estos cientos de miles de hombres muertos, el mundo germánico lograría renacer. Y fijaba esa fecha en 1932. Entones renacería el “rey perdido”. Pero el “buen Barbarroja” vivió entre 1122 y 1190. Es evidente que el “milenio” de List no corresponde con el ciclo de “mil años”.

Ahora bien, si es rigurosamente cierto que Hitler en un discurso pronunció una frase sobre el “Reich de los mil años” que fue abundantemente reproducida por la propaganda de Goebbels… como consigna en absoluto con el sentido que le dieron los ariósofos. Para estos el milenio era un concepto que tenía que ver con la renovación del cosmos. Para Hitler era un simple recurso de la propaganda de masas. Existe apenas una coincidencia en el nombre no en los contenidos. Ninguno de los caminos de Hitler pasa a través de la ariosofía, ni directa ni indirectamente. El NSDAP se ubicó –especialmente durante los años 20– en la corriente del pensamiento Völkischer, pero, especialmente a partir de 1928, cuando se convirtió en el partido mayoritario de esta corriente, fue atenuando este carácter y acentuando el de “movimiento popular”. Pero, pronto, desde el otoño de 1919, cuando se incorporó Hitler al Partido Obrero Alemán, ya se preocupó de sustraer la pequeña formación a la influencia de la Sociedad Thule. Año y medio después, cuando asumió la presidencia del NSDAP ya no quedaba absolutamente nada de esa influencia. Algunos cuadros ariosóficos permanecieron en el partido (los Hess, los Rosemberg, los Frank), pero ya completamente desvinculados de la influencia de la Sociedad Thule.

Como en todo movimiento de masas, existió dentro del NSDAP –partido que contó con 3.000.000– entre sus filas existía una muestra de todos los sectores del país y, seguramente, algunos antiguos miembros de la ONT o de la Germanenorder, o del Reichhammerbund, o de la Sociedad List, o lectores de Ostara o de cualquier otra publicación ariosófica pudieron incorporarse al partido, pero nunca tuvieron ninguna importancia, ni organizaron tendencia alguna, ni siquiera pudieron evitar que, finalmente, las organizaciones ariosóficas fueran prohibidas en 1937 y al año siguiente un decreto prohibiera la propaganda ariosófica. 

Quienes consideran que el NSDAP, el Tercer Reich o el propio Hitler, estuvieron condicionados por la propaganda ariosófica, carecen de elementos objetivos y de pruebas razonadas para sostener tal afirmación. Quienes ven en algunos aspectos del Tercer Reich un reflejo de las delirantes doctrinas ariosóficas, sufren una terrible y triste confusión. Lo que hubo de irracional en el nacional–socialismo deriva del romanticismo que le precedió y que se había mantenido con más vigor que en cualquier otro lugar de Europa durante el Segundo Reich. La Primera Guerra Mundial fue el traumatismo que puso en crisis al “viejo orden” burgués que tanto atacó Hitler en Mi Lucha[3], liberó energías que habían estado contenidas hasta ese momento, sobre las cuales “surfeó” el nacional–socialismo en sus 15 años de ascenso al poder utilizando una mezcla de idealismo, racionalidad, fría determinación, propaganda agresiva y política de masas. Ni buscando con microscopio encontraríamos en el NSDAP las mistificaciones, las “revelaciones secretas”, las excentricidades, las muestras del ocultismo más bajo y gratuito del que siempre hizo gala la ariosofía en todas sus corrientes. Como demostraremos más adelante, la arosofía no era más que una forma de teosofísmo blavatskysmo germanizado. Siendo el teosofismo el eje central del ocultismo de aquella época.

Hitler y su presunta “afición” por la astrología

El mito de un Hitler que precisaba casi de manera compulsiva de las predicciones astrológicas es también un mito de la “propaganda de guerra”. Origina para responsabilizar a Hitler del incendio del Reichstag. En aquella época (tal como constata aquel probo militante comunista que Arthur Koestler) los partidos de izquierda estaban seguros de que Hitler y su entorno eran los responsables del incendio pero –como ellos mismos reconocen– carecían de pruebas para demostrarlo. Aprisa y corriendo, el agit–prop bolchevique en el exilio elaboró el llamado Libro Pardo en el que reunían sospechas, rumores e invenciones oportunistas para tratar de demostrar esta posibilidad. Después de la guerra, ni siquiera los interrogatorios –a mendo despiadados– a que fueron sometidos los dirigentes de las SS y del SD, en torno a aquel episodio, no dejaron traslucir ninguna responsabilidad por parte de los nacional–socialistas en el episodio. Providencialmente, seis años después del final de la Segunda Guerra Mundial apareció el episodio del incendio del Reichstag pudo vincularse a los nazis a través de la figura de Erich Hanussen, un famoso vidente, mentalista y astrólogo de la época. Básicamente se explicaba la muerte de Hanussen afirmando que tuvo una visión en la que eran los propios nazis quienes incendiaban el Reichstag. Cuando el incendio se produjo, para los dirigentes nazis era necesario borrar la “pista” que constituía Hanussen y sus visiones en estado de trance… No hay, por supuesto, ningún historiador de prestigio que acepte esta teoría que, sin embargo, por canales completamente diferentes a las de la “línea bolchevique”, sigue reptando como una “serpiente de verano” ochenta años después de que el Reichstag ardiera.

En la noche del 25 al 26 de febrero de 1933, el periodista Paul Marcus, corresponsal de La Hoja de las 12, asistió en Berlín a un espectáculo de magia y mentalismo protagonizado por Hermann Steinscheneider (a) “Erik Jan Hanussen”. Sus espectáculos causaban admiración en el Berlín mundano de principios de los años 30 y disponía de una clientela selecta que le pagaba generosamente sus predicciones realizadas en estado de trance hasta el punto de que había abierto su propio teatro en la Lietzenburgerstrasse, el Palacio del Ocultismo.

La noche en la que se encontraba presente Marcus, Hanussen hizo subir al escenario a la actriz María Paudler a la que hipnotizó. Solía hacerlo para que en estado de trance realizara predicciones sobre acontecimientos futuros. Y pronto, la actriz empezó a relatar sus visiones: "Veo campos benditos. Alemania es feliz. Los alemanes aplauden a su líder... Pero él aún tiene enemigos que intentan un último golpe pero su resistencia será inútil...", añadiendo tras una vacilación, "¿Qué sucede?... Oigo disparos... La gente grita...", refirió la actriz, poniendo en pie a parte del público. "¿No hay fuego?", preguntó, sugerente, el adivinador. "Sí, todo está en llamas... Veo el edificio de Wallot", respondió ella, en clara alusión al edificio del Reichstag, diseñado como hemos visto por el arquitecto Paul Wallot. "Los criminales están en los talleres... Son los comunistas...". Y cayó desmayada entre aplausos frenéticos de los asistentes. Marcus, a la vista de lo que había sido el espectáculo redactó el artículo que se imprimió para la edición del día siguiente. Ni el periódico era muy importante, ni en aquellos momentos, salvo el círculo de incondicionales del ocultismo, Hanussen gozaba de un prestigio particular.

En 1951, el propio Marcus recordó aquella noticia intrascendente cuando se comentaba que Hanussen lograba sus predicciones recibiendo confidencias obtenidas mediante borracheras y sobornos, lo que implicaba que si a través de la actriz Maria Paudler había dado la noticia del incendio del Reichstag era porque alguno de sus amigos de las SA o del NSDAP–AO, le habían hecho la confidencia de que estaban a punto de incendiar el Reichstag. Marcus añadió en esa tardía fecha que al día siguiente Hanussen llamó al director de La hoja de las 12 para pedir por favor que no se publicara la noticia. La dirección del periódico se limitó a recortarla y borrar numerosos detalles de la predicción. En cuanto a la actriz, María Paudler, en sus memorias publicadas tras la guerra, en la misma época en la que Marcus reavivaba el asunto, sostenía que, efectivamente cayó en un trance provocado por Hanussen y vio llamas atribuyendo a Hanussen el resto del relato[4]. El 25 de marzo de 1933

Hanussen había nacido en Viena en 1889 y era de origen judío a pesar de que afirmaba ser miembro de la aristocracia danesa. Se conocen los nombres de sus padres: Siegfried Steinscheneider, actor y bedel de la sinagoga vienesa y Julie Kohn, cantante.  Fue a principios de los años 20 cuando Hanussen empezó a realizar espectáculos de mentalismo a los que asistían personalidades de relieve en la sociedad alemana. Su origen judío era un secreto a voces por lo que parece difícil que pudieran, como se ha dicho, interesarse por él y confiar en sus servicios, prominentes miembros de las SA y del NSDAP. La leyenda cuenta que Hanussen conoció  personalmente a Hitler y le enseñó las técnicas de control de masas, la utilización de gestos y de pausas en los discursos para ganar la atención del público. Sin embargo no se aporta ninguna prueba al respecto y cuando Hitler empieza a destacar como orador de masas, hacia 1921, todavía Hanussen es poco conocido así que es difícil que se conocieran y ningún historiador serio ha admitido que jamás se produjera un encuentro entre ambos.


Fue a partir de 1928 cuando se convirtió en una celebridad, reuniendo fondos suficientes lanzar una revista de astrología y adivinación,
Hanussen Magazine y el Bunte Wochenschau, revista de información quincenal que incluía amplios espacios dedicados a la astrología y también tuvo recursos para abrir su Palacio del Ocultismo. El santo de los santos del local era una gran mesa circular. Los asistentes colocaban sus manos sobre el vidrio con símbolos iluminados desde abajo, las luces de la sala se atenuaban y en ese clima inquietante, Hanussen realizaba sus predicciones y leía el futuro a los asistentes.

Todavía no se ha resuelto el misterio de su asesinato poco después del incendio del Reichstag, el 25 de marzo de 1933, sin embargo, en aquel momento nadie relacionó su muerte con el episodio. En la postguerra, como hemos visto, Paul Marcus reavivó el tema y se sugirió la posibilidad, no ya de que Hanussen hubiera contado con información privilegiada procedente de altas esferas del NSDAP (algo, insistimos, muy poco creíble en razón de su universalmente conocida ascendencia judía), sino de que hubiera hipnotizado a Van der Lubbe para que éste cometiera el crimen[5]… Ambas versiones se han repetido hasta la saciedad en libros poco escrupulosos, habitualmente destinados a admiradores del ocultismo[6]. Parece obvia la falsedad que supone afirmar que Hanussen era el “mago de Hitler” y ninguna “fuente primaria” ha conseguido establecer que Hitler hubiera mantenido, ni directamente, ni a través de terceros, relaciones con el desgraciado vidente y astrólogo.

La otra fuente de la que derivaría la propensión de Hitler a las predicciones astrológicos derivaría de su militancia en la Sociedad Thule. En el universo ariosófico en el que se adscribía esa organización, la astrología tenía un papel relevante: en tanto que forma de pensamiento pre–moderno y mágico, la astrología, sería una “ciencia sagrada” cuyos arcanos conocían los antiguos germanos. Jörg Lanz von Liebensfels, fundador de la Orden del Nuevo Temple, escribió un tratado de astrología ariosófica[7] y, tras abandonar Munich en 1920, Rudolf von Sebotendorff fundó una revista astrológica[8] y se dedicó a la práctica de esta técnica adivinatoria para ganarse la vida. Entre 1921 y 1923 escribió no menos de siete tratados de astrología que gozaron de gran prestigio entre los astrólogos alemanes de su época a causa de su precisión y claridad. Dirigía la revista desde Bad Sachsa en el Harz, hasta que en 1923, se estableció en Lugano donde terminó su estudio sobre los derviches turcos y sus relaciones con los alquimistas y rosacruces.

Luego, en 1924, Sebotendorff permaneció en Suiza todo el año. Luego volvió a Turquía, país que para él ejercía una atracción especial y que tanto le había dado a lo largo de su vida. Por caminos insondables que, sin duda, tiene que ver con sus relaciones con la masonería, entre 1926 y 1928 fue cónsul honorario de México en Estambul. Pasó los años 1929 y 1931 viajando por América Central y EEUU. En 1933 volvió al Munich que había abandonado tras la libración de la ciudad por los Cuerpos Francos en 1920. El NSDAP acababa de llegar al poder y pensó que podía hacer valer sus méritos pasados. A fin de cuentas, entre los altos jerarcas del partido se encontraban tres a los que conocía bien (Hess, Rosenberg y Frank). Pero su libro no fue bien acogido en las esferas del régimen y su pretensión de haber allanado el camino al NSDAP no era precisamente la línea que deseaba la dirección del Reich. En 1934 fue encarcelado durante un breve período por las SA del 20 de enero al 2 de marzo de 1934, según consta en la ficha que sobre él se conserva en el Centro de Documentación de Berlín. Los que pretenden que la Sociedad Thule “controlaba” la vida del Tercer Reich tendrán dificultad en porqué el fundador y alma incuestionable del grupo fue tratado así y terminó, de nuevo en Turquía como “chivato” del responsable de los servicios secretos alemanes en aquel país. Años después, su superior Herbert Rittlinger lo pintó como un pobre diablo con aires de grandeza cuyas informaciones no servían absolutamente para nada. Cuando Turquía declaró la guerra a Alemania, el barón recibió fondo que le permitieron vivir modestamente durante un año. Al acabar la guerra, Rittlinger[9] volvió a Estambul donde le informaron que Sebotendorf se había suicidado el 9 de mayo de 1945, fecha de la rendición de Alemania[10].

Es evidente que en el NSDAP, como en toda la sociedad alemana de la época, la astrología tenía una nutrida corte de admiradores. Algunas de las fuentes doctrinales próximas al NSDAP, el grupo de la “revolución conservadora” al que se adscribía el historiador Oswald Spengler, tenían una consideración completamente negativa sobre esta técnica. Para el autor de La Decadencia de Occidente, cuando una “religión tradicional” cae o pierde vigor, no es sustituida por un período de racionalidad, sino que, por el contrario registran un ascenso de lo irracional. Para Spengler, la astrología forma parte de lo irracional y, junto con otras creencias y mancias supersticiosas formaban parte de lo que llamaba “segunda religiosidad”: “Esta segunda religiosidad no tiene nada de creadora ni original, pues es el retorno de la religiosidad primitiva después de la etapa racionalista, religiosidad ahora vivida y expresada de otra manera en ese “sincretismo popular que nunca falta en este estadio en ninguna cultura”[11]. 

En tanto que parte de las creencias de las masas, muy popular en la Alemania del primer tercio del siglo XX, era compartida por miembros del NSDAP… de la misma forma que era compartida por alemanes de cualquier otra tendencia política o incluso apolíticos. La extensión del NSDAP y su carácter de partido de masas hacía que cualquier tendencia socio–cultural o moda arraigada en la sociedad alemana de la época, estuviera presente entre la militancia del NSDAP. Es un fenómeno, simplemente, estadístico y no hay en ello nada de extraño.

A lo largo del siglo XIX, la astrología había estado ausente en la cultura alemana y no será sino hasta la irrupción del movimiento teosófico con la Blavatsky que retornará. Antes de 1914 la Sociedad Teosófica implantada en Alemania era la veta a partir de la cual se había reconstruido una nueva generación de astrólogos y de publicaciones dedicadas a la astrología. Tampoco hay nada de extraño en ello: en Inglaterra y Francia se había reproducido el mismo fenómeno.

En 1905 se publica el primer manual alemán de astrología y el 1909 emerge la figura de Brandker–Pracht, iniciador de la astrología moderna en Alemania. Ese mismo año empieza a publicarse, Zodiakus, primera publicación periódica dedicada a este tema. Luego se constituirá en Leipzigm la Astrologische Rundschau que prolongará su existencia hasta 1938. Hasta ese momento, la astrología alemana es una reproducción de la que también ha revivido en el Reino Unido de la mano del teósofo y astrólogo Alan Leo que penetra en el Segundo Reich a través de un discípulo de este, W. Becker. La crisis de la Primera Guerra Mundial, la derrota de Alemania, la ruptura de la Sociedad Teosófica alemana y la formación de la Sociedad Antroposífica, la crisis permanente de la República de Weimar, la hiperinflación y todas las catástrofes socio–económicas y política que sufrirá Alemania desde 1914, generarán la desesperación necesaria para que la astrología crezca sobre un campo de cultivo ya abonado. En 1922, en el Munich que empieza a registrar una masiva presencia del NSDAP tiene lugar el Primer Congreso Astrológico Europeo. Weimar será el clima en donde esta práctica alcance su cénit en Alemania, alcanzando incluso a representantes de las clases medias y profesionales con la creación de la Deutsche Kultur Gemeinschaft zur Pflege der Astrologi, hasta el punto de que, incluso, Carl Gustav Jung se creerá obligad a interpretar en términos de su particular psiquiatría, este fenómeno y otros pertenecientes al “mundo mágico”.

Contrariamente a la tesis defendida por El Retorno de los Brujos y por la saga de textos a que se generó a partir suyo, el Tercer Reich constituyó un período excepcionalmente negro para historia de la astrología alemana. Los astrólogos empezaron a ser mal vistos. Oficialmente, el NSDAP no puede permitir que la diferencia entre arios y judíos no sea aplicada a la predicción astrológica y que para ambos se levante la misma carta astral. Esta hostilidad tuvo su traslación en términos legislativos: en 1938 la legislación contra los grupos ocultistas logró que la Sociedad Teosófica Zenit desapareciera y el almanaque astrológico publicado por E. Ebertin y que gozaba de extraordinaria popularidad debiera cesar de publicarse.

Hubo astrólogos, por supuesto, que estaban afiliados al NSDAP o que, al menos, eran favorables a la política de Hitler. Es normal en un país en el que la astrología gozaba de tanta popularidad. Algunos de los astrólogos que compartían las ideas ariosóficas veían con buenos ojos al nuevo régimen. Se suele citar entre estos a Karl Ernst Krafft. Nacido en Suiza, es cierto que era antisemita. Se instaló en Alemania como traductor y colaboró con distintos medios de prensa cuando Hitler ya había ascendido al poder. Se le ha llamado con frecuencia “el astrólogo de Hitler”… difícilmente podría serlo cuando el 9 de junio de 1941 fue arrestado por Gestapo muriendo de tifus unos años después en el camp de Buchenwald. Se ha dicho que su arresto se debió al papel que jugó en el vuelo de Rudolf Hess a Escocia (20 de mayo de 1941). Se dijo que tenía a Hess y a Himmler como clientes y que gracias a ellos pudo introducirse en la élite del nacionalsocialismo. También se ha dicho que profetizó el atentado que sufrió Hitler en 1939 el 8 de noviembre en Munich. Pero la historia es confusa: Krafft escribió la predicción a un amigo suyo, el doctor Heinrich Fesel, dando como fechas probables para que “la vida del führer estuviera en peligro” entre el 7 y el 10 de mayo. Fesel no dio importancia a la carta y la archivó. Tras producirse el atentado, Fesel telegrafió a Hess notificando el episodio. Arrestado y llevado a la oficina central de la Gestapo en Berlín, según esta versión, convenció a la policía de seguridad de que gracias a la astrología podían prevenirse ataques de adversario, poniendo al servicio de las autoridades sus capacidades predictivas. Donde la historia ya se vuelve completamente increíble es cuando mezcla a un agnóstico y descreído doctor Joseph Goebbels como vehículo de las ambiciones de Krafft. Goebbels estaría “obsesionado” por las cuartetas de Nostradamus y habría encargado a Krafft el descifrado de la obra que éste habría iniciado en 1940. Se sabe, en cualquier caso, que nunca se entrevistó con Hitler. La afirmación de que gracias a él el führer retrasó la Operación Barbarroja (ataque a la URSS) es manifiestamente falso (se conocen perfectamente los motivos que hicieron imposible atacar unos meses antes: la acción italiana sobre Yugoslavia que obligó a Hitler a intervenir en los Balcanes).

Las fuentes de todas estas informaciones no están contrastadas y no son registradas por ningún historiador de prestigio. Por otra parte, como hemos visto, parte de las informaciones son manifiestamente falsas (Goebbels interesado por Nostradamus o el retraso de la Operación Barbarroja). Por otra parte, la versión dada en 1941 por Louis de Wohl, durante la convención de Cleveland de la Federación Americana de Astrólogos, según la cual Hitler estaba tomando decisiones militares en la guerra bajo el asesoramiento de los “mejores astrólogos alemanes que conspiraba para que Alemania atacara a EEUU”, es apenas un chiste. La declaración iba acompañada por la predicción de que Alemania invadiría los EEUU en la primavera siguiente gracias a la posición de dos planetas “maléficos”. Hoy se sabe que la inteligencia británica estaba detrás de esa declaración cuyo objetivo era cambiar el sentir aislacionista de la opinión pública norteamericana y decantarla hacia la causa aliada. Se sabe, así mismo que la inteligencia británica propagó por todo el mundo predicciones astrológicas interesadas sobre el curso de la guerra. Dichas predicciones eran redactadas en Londres por un joven novelista y el MI5 se encargaba de filtrarlos en la prensa de todo el mundo. Se trataba solamente de “guerra psicológica”. Si los aliados utilizaron esta táctica es previsible que los alemanes la utilizaran también… lo que no implica que nadie, en ambos bandos, se la tomara en serio. Era, simplemente, un método para influir en la opinión pública y desmoralizar al adversario, insertando.

Los astrólogos preocupados por la historia de su sistema de predicciones, unánimemente reconocen que la astrología solamente experimentó un resurgir en Alemania con posterioridad a 1945. No hay, desde el punto de vista de la documentación histórica objetiva y aceptable, absolutamente nada que permita pensar que la astrología estuvo presente entre la cúpula del Reich. Y, por supuesto, ni la más mínima sospecha de que la astrología mereciera el más mínimo interés por parte de Hitler.



[1] Cf. Nazisme et esoterisme, Ernesto Milà, Ed. Pardés, Puiseaux 1987, págs. 126 y sigs.

[2] Goodrick–Clarke, op. cit., pág. 119. Contiene estos conceptos ens u obra Die Religion der Ario–Germanen (Zurich 1910, págs. 92 y sigs.) y extrae los datos sobre los que trabaja de la obra de Die Geheimlehre, H. P. Blavatsky, 2 vols., Leipzig, 1897–1901) (ídem, pág. 119).

[3] En Mi Lucha el término “burgués” aparece citado en 51 ocasiones, siempre con unas connotaciones peyorativas. En buena medida la crítica que Hitler realiza al “viejo orden” guillermino es una crítica a la burguesía y en este punto es quizás donde el pensamiento de la Revolución Conservadora está más presente en el corpus doctrinal hitleriano.

[4] Cfr. Artículo Steinschneider, el 'adivinador de Hitler' que predijo el incendio del Reichstag, http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/26/internacional/1361892847.html

[5] Así se dice en Wikipedia, edición alemana: http://en.wikipedia.org/wiki/Erik_Jan_Hanussen

[6] Entre otras obras: Claves esotéricas del III Reich, José Lesta, El archivo del misterio, EDAF, Madrid, 2005,  pág. 60 y sigs., Los secretos de Hitler, Abel Basti, Editorial Sudamericana, e–books. Es curioso constatar que todas estas obras (de las que pueden fácilmente existir dos docenas) copian todos los mismos textos, apenas sin modificaciones, citando siempre los mismos tópicos: La Sociedad Vril, el Dragón Verde, etc, etc. En ambientes ocultistas goza, sin embargo, de cierta consideración la obra de Robert Ambelain, Los arcanos negros de Hitler (Robinbook, Barcelona, 2005) que en las páginas 226–229 alude ampliamente a Hanussen… reiterando los tópicos habituales uniéndolos a cierta erudición en materia de ocultismo, masonería y martinismo que caracterizaban al autor.

[7] Jörg Lanz von Liebenfels, Praktisch–empirisches Handbuch der ariosophischen Astrologie ("Manual práctico–empírico de astrología ariosófica"). Düsseldorf: 1926 – 1934

[8] Astrologische Rudschau, cuyo primer número apareció en octubre de 1920 (Goodrick–Clarke, op. cit., pág. 215.

[9] A decir verdad, en esta fase de su vida, la vida de Herbert Rittlinger es mucho más interesante y elocuente que la de su subordinado, un ya muy maduro Sebotendorff. En efecto, Rittlinger fue escritor, fotógrafo, explorador, pionero del piragüismo y… espía. Sus libros hasta los años cincuenta se llegaron a tiradas de un millón de ejemplares. Desde muy joven recorrió el mundo acompañado por un kayak. En 1936 fue famoso su exploración por el Amazonas que recorrió desde su cabecera del Marañón a Huallaga con un pequeño barco de su propiedad. Al comenzar la Segunda Guerra Mundil fue soldado de la Wehrmacht en la campaña de Francia y luego entró en el círculo de colaboradores del Almirante Canaris. Disfrazado de mercader llegó en 1942 junto a su mujer a Estambul donde ejerció su trabajo para la Abwher hasta la ruptura e relaciones entre Alemania y Turquía. Su libro Geheimdienst mit beschränkter Haftung (Inteligencia de responsabilidad limitada) es la obra que habitualmente se utiliza para reconstruir los últimos años de Sebottendorf. La obra se subtitulaba Informe desde el Bósforo. un capítulo poco conocido de la historia contemporánea de primera mano. Falleció de un cáncer en 1978.

[10] Los datos sobre la última etapa en la vida de Sebottendorf están recogidos de Les racines occultistes du nazismo, op. cit., pág. 215–216.