Esta fue toda la influencia ocultista en la cúpula del Tercer Reich: CERO ABSOLUTO. ¿Qué podemos deducir de todo esto. El primer lugar, y acaso lo más importante: es preciso saber distinguir el grano de la paja. Las fugas hacia lo paranormal, le conspiracionismo y el mundo mágico, no siempre resultan ciertos. Las divagaciones de personajes simpáticos y excéntricos, valen para las novelas de ciencia ficción, no para la Historia. Es preciso trabajar con material objetivo que solamente puede ser aportado por la historiografía, en absoluto por amantes del ocultismo y de las “emociones fuertes”. La confusión entre el Hitler ocultista, satanista y creyente en las doctrinas ariosóficas, fanático de la astrología y lector empedernido de Ostara, como hemos visto, no se corresponde con la realidad. Las cualidades de magnetismo personal, incluso de fuerza interior que impresionó a muchos, o las peculiaridades de su carácter pueden interpretarse e integrarse en su biografía de manera racional, sin necesidad de recurrir a la fantasía o tomar El Retorno de los Brujos como verdad revelada.
La
Sociedad Thule tuvo una relación directa con la prehistoria del nazismo, pero a
finales de 1919 el vínculo ya se había roto y el NSDAP estaba bajo el control
de Hitler que profesaba una hostilidad y una repugnancia natural hacia las
secta ariosóficos y los grupos ocultistas völkisch.
Cuando llegaron al poder, los miembros del NSDAP reformaron de arriba abajo el
Estado. Pronto se evidenció que su esfuerzo iba dirigido en dos direcciones: la
modernización de Alemania y su conversión en primera potencia europea en torno
a la cual crear el Nuevo Orden Europeo y la prolongación ad infinitum del régimen mediante la alianza entre las SS y la Hitler Jugend: élite para el nuevo
Estado y una juventud fanatizada que asegurara su futuro. El papel de los
ocultistas no ayudaba en ninguna de las dos direcciones.
Como
hemos visto, personajes tan dispares como Willigut o von Braun, fueron integrados
en las SS. También parece que alguna publicación de la época expuso las teorías
de Hans Horbiger sobre las glaciaciones, o las teorías sobre la “tierra hueca”
y sobre las corrientes geomagnéticas. Algunas de estas orientaciones, pronto se
revelaron quiméricas, otras, por el contrario, siendo prometedoras fueron
explotadas hasta el final. La sensación que produce este cuadro es el de un
régimen que cuando llega al poder está dirigido sobre todo por excombatientes,
activistas y militantes, abiertos a cualquier propuesta nueva que se les haga,
mientras no contenga ecos de liberalismo o de bolchevismo. Tales eran las
fronteras. Dentro de ellas, los nazis dieron muestras de grandes aperturas
mentales: dentro de esas fronteras –insistimos– no pusieron reparos a que se
divulgarán las más variadas teorías. Asumieron e impulsaron la realización de
proyectos inspirados en unas y abandonaron pronto otras.
La
élite del Tercer Reich eran las SS. En ellas, los símbolos, algunos lugares
como Wewelsburg y determinados rituales, habían sido diseñados por
Willigut–Wehistor y por sus colaboradores. Pero en los burgers de las SS, se enseñaba cultura germánica, historia y
prehistoria de Alemania, estrategia y táctica de combate… en absoluto ocultismo
o ariosofía. En 1942, finalmente, las sociedades, publicaciones y
organizaciones ariosóficas fueron prohibidas, disolviéndose todas ellas como se
habían disuelto seis años antes las organizaciones ocultistas.
Para
concluir, podemos recordar lo que hemos dicho antes: que el ocultismo
ariosófico formaba parte de la ideología
völkisch y pangermanista (no todos los völkisch
eran ariósofos, pero sí que todos los ariósofos eran völkisch) y que el universo völkisch era una parte de la Revolución
Conservadora alemana de los años veinte y treinta. El NSDAP, si bien cogió
buena parte de los elementos doctrinales y de los análisis, de la Revolución
Conservadora, se situó fuera de su disciplina. En la medida en que Hitler
construyó la “gran Alemania” y realizó, siquiera brevemente, el ideal
pangermanista, parece lógico que su acción fuera apreciada por la mayoría de
militantes völkisch y por los
ariósofos. Pero esta admiración no era recíproca: Hitler nunca sintió el más
mínimo interés por los pequeños conventículos y las sectas iniciáticas. No hubo
–salvo en la imaginación de sus promotores– “hitlerismo esotérico”.
HITLERISMO Y OCULTISMO (1 DE 7) – EL GRAN
EQUIVOCO Y LA GRAN FALACIA
HITLERISMO Y OCULTISMO (2 DE 7) – HITLER Y
SU PRESUNTA AFICIÓN AL OCULTISMO
HITLERISMO Y OCULTISMO (3 DE 7) – MILENARISMO
ARIOSOFICO Y HITLERIANO
HITLERISMO Y OCULTISMO (4 DE 7) – LA SOCIEDAD
THULE: MITO Y REALIDAD
HITLERISMO Y OCULTISMO (5 DE 7) – HITLER,
UNA EXTRAÑA PERSONALIDAD
HITLERISMO Y OCULTISMO (6 DE 7) – UNA EXCENTRICIDAD
LLAMADA ARIOSOFIA
HITLERISMO Y OCULTISMO (7 DE 7) – ALGUNAS CONCLUSIONES