Las fuerzas progresistas andaban descompuestas a pesar de que todo
inducía a que Macron se impondría en las elecciones francesas: el problema no
era “ganar”, sino el margen con el que Macron se imponía. Y ha sido pequeño. A
pesar de que se haya certificado en varias ocasiones la muerte política de
Marine Le Pen, lo cierto es que, poco a poco va mejorando sus posiciones. Esta
segunda vuelta de las elecciones francesas, casi nos obliga a realizar algunos
comentarios, especialmente en la repercusión que puedan tener en España.
0. EN RECUERDO DE PIRRO DE EPIRO
Sus soldados le apodaban “el águila”. Fue uno de los grandes generales
de su época y rey de Macedonia. Fue de victoria en victoria, hasta la derrota final.
Esta ocurrió en Italia cuando acudió en ayuda de los tarentinos enfrentados a
la República Romana. Venció en dos ocasiones, pero sufrió tales pérdidas que
auguró su futura derrota en Benevento. Llegó a la batalla con las tropas
desmoralizadas por las pérdidas sufridas en los anteriores encuentros
victoriosos. Las bajas sufridas cuando se le desmadraron los elefantes, le
obligaron a huir a Epiro y perder la Magna Grecia. Las Legiones Romanas habían
demostrado tener tácticas más efectivas que las falanges macedónicas. Hoy se
alude a “victorias pírricas” a la política, cuando una candidatura ha ganado
por un estrecho margen de votos. Lo que ha ocurrido en Francia con Macron es
una “victoria pírrica”.
1. LA DESAPARICIÓN DE LOS PARTIDOS TRADICIONALES
Imaginad una España sin PP y sin PSOE. Pues bien, eso es lo que ha ocurrido en Francia: las opciones cuyo recorrido vital abarcaron la vida de la Vª República, simplemente, se han volatilizado, como ocurrió en Italia tras la operación “Manos Limpias”. Si tenemos en cuenta que el Partido Socialista gobernó Francia con François Hollande hasta 2017 y que en Italia, democristianos y socialistas gobernaron hasta 1994, para luego ingresar en el basurero de la historia, parece lógico que el centro-derecha y el centro-izquierda español se vayan preparando para lo que puede ser su apocalipsis final (que no dudamos ocurrirá entre aromas de corrupción y olores pútridos). Ni el PSOE debía de haberse reconstituido tras la guerra civil (a la vista de que fue uno de los responsables de la misma), ni el centro-derecha debía de haberse empeñado en convertirse en la alternativa tan inútil como “soft”, a la izquierda.
Una ojeada a la política internacional, incluido el conflicto de
Ucrania y, por supuesto, las elecciones francesas, indican lo que venimos reflejando
desde hace algunos meses en info-krisis: a saber, que los campos reales se han
reducido a dos (con todos los matices que se quieran). O se están con la
globalización y el mundialismo, con los objetivos del Foro Económico Mundial y
con la ideología emanada de los laboratorios de la UNESCO, o bien se está en
posiciones contrarias. No hay término medio: y los que aspiran a encontrarlo,
quedarán aislados por unos o por otros. Es, a fin de cuentas, lo que ha pasado
en Francia y lo que está pasando en Ucrania. Los campos están cada vez mejor
definidos:
- a un lado “populismo”, “euroescepticismo”, “identidad”, “decoupling con la OTAN”.
- al otro lado “neoliberalismo”, “igualdad”, “agenda 2030”, “con la OTAN”, “Europa como pieza de la globalización”.
Insistimos: puede haber matices. Pero solo hay dos campos. Y este
es el único patrón interpretativo de la realidad que hoy debería manejarse.
3. LA “GRAN ACUSACIÓN” CONTRA EL “POPULISMO”
La acusación que realiza a coro la progresía sobre el carácter de “extrema
derecha” de la candidatura de Marine Le Pen es gratuita. Y una vez más, falsa,
como lo es la acusación de que una victoria de la “extrema-derecha recortaría
las libertades”. De hecho, las fuerzas “populistas”, han ganado elecciones en
Italia y han gestionado el poder, siguen en el poder en varios países de Europa
Central y del Este y, si considerásemos a Trump también en el pelotón de los “populistas”,
veríamos que allí donde han estado presentes en el gobierno no se ha producido,
ningún cambio legislativo de envergadura, ni mucho menos recortes a las “libertades”.
¿A qué viene continuar con esa monserga de que la “extrema derecha populistas” “amenaza
a las libertades”? (A no confundir “libertades”, con propuestas procedentes de
minorías que solamente afectan a esas minorías y que, en ningún caso son prioritarias
para la vida de una nación)
3. LO QUE OCURRE EN FRANCIA, AFECTA A ESPAÑA
Recordemos que a poco de llegar ZP al poder, convocó un estúpido
referéndum sobre la “constitución europea”. Apenas votó el 40% del censo. A
pesar del desinterés evidente, ZP consideró el resultado un “triunfo” personal:
el 80% se había declarado a favor, votando una “constitución” que, incluso para
los que la apoyaron, era completamente desconocida y el gobierno no había hecho
nada para aclararla. Si recordamos esto -que no fue más que una anécdota en la
estupidez generalizada del período “zapateriano”- es porque, aquel “gran éxito”
se diluyó a las pocas semanas cuando el 29 de mayo de 2005, con una
participación del 70%, ganó el NO a la “constitución europea” por 55 a 45. Y
dos días después, el 1 de junio, la non nata “constitución europea” descarriló
definitivamente en Holanda, cuando el zapatearían 61% de los electores que
acudieron a las urnas votaron en contra. A ZP le quedó el consuelo de que en
Luxemburgo el electorado, por los pelos, eso sí, apoyó el proyecto. Si recordamos
esta anécdota es porque, lo que ocurre en Francia y en Alemania repercute
inmediatamente en la periferia europea. España es -mal que nos pese- “periferia”.
(Quizás la iniciativa de Aznar de formar un eje hispano-polaco de naciones de
tamaño medio de la UE para contrabandear el peso de las dos “locomotoras”
europeas, no iba tan desencaminado. Lo errado era que la iniciativa tenía como
objetivo apoyar la intervención norteamericana en Iraq…).
Y lo que ocurre en Francia es que los “dos campos” de los que
hablábamos, no solamente han quedado definidos por las candidaturas de Macron y
la Le Pen, sino que la distancia entre ambos se va acortando más y más y mucho
más. En la segunda vuelta de las presidenciales francesas de 2017, Macron
venció con el 66,10% de los votos, y Marine Le Pen apenas obtuvo un 33,90. Y
esto con un 74,56% de participación. En total: 20.275.122 para el candidato
mundialista, globalizador y neoliberal y 10.644.118 para la candidata
nacionalista, euroescéptica y populista. Pero, el resultado de ayer había
acortado extraordinariamente las distancias: Macron se hizo con 18.779.809
votos, esto es, 1.495.313 votos MENOS que en 2017, mientras que la Le Pen obtenía
13.297.728 votos, es decir: 2.653.610 votos MAS. Y esto con una abstención del
1,7% puntos más que en 2017 y con 48.474.914 ciudadanos con derecho a voto. De ahí
que la primera constatación es: si después de cinco años contando con el apoyo
de los medios de comunicación y con la ventaja que da el disponer de los
resortes de poder, Macron ha vencido por un margen mucho más estrecho que hace
cinco años, habrá que pensar que, de un momento a otro, puede darse el cambio y
que si éste no se ha dado en esta ocasión, ha sido porque el electorado de
Macron, en buena medida ha conseguido movilizar a los votantes procedentes de
la inmigración que veían peligrar “paguitas” y subsidios.
5. LA SOMBRA DEL GALLO FRANCÉS PLANEARÁ SOBRE EL TABLAO ANDALUZ
Hoy sabemos que habrá elecciones anticipadas en Andalucía y que
serán antes del verano. Aquí el PSOE puede vivir una verdadera debacle: todavía
no se ha repuesto de haber protagonizado la mayor estafa y el mayor desvío de
fondos públicos a arcas privadas en democracia: el caso de los EREs. La Junta
de Andalucía, se había convertido, durante el “régimen socialista andaluz” en
una cueva de ladrones que ni siquiera actuaban con recato y prudencia, disimulo
y mano -nunca mejor dicho- izquierda. Ahora, el PSOE lo está pagando. Y,
milagro será, si en las próximas semanas, no cae sobre la cabeza del PSC la
nefasta y nefanda gestión de Illa al frente del ministerio de sanidad en la
primera fase del Covid, en donde la compra de mascarillas dejará empequeñecido
el caso Almeida… El problema para el PSOE es que, históricamente, su mayoría
absoluta siempre ha dependido de los resultados en las dos regiones que en
donde era mayoritario: Cataluña (el PSC) y Andalucía. Así pues, y vale la pena
recordarlo: el PSOE nunca más -óigase bien, nunca más- podrá volver a gobernar
con mayorías absoluta en el Estado. Deberá suscribir siempre algún tipo de
alianza, con su izquierda (como ha hecho en esta legislatura) o con la derecha
(como le exigen en la UE a la vista de la olla de grillos que ha demostrado ser
Podemos y las tres o cuatro fracciones en las que hoy está desintegrado). Nuestra
interpretación de lo que ha ocurrido en el PP en los últimos tres meses puede
sintetizarse así:
- Casado estaba inhabilitado para abrir una nueva vía de aproximación PP-PSOE. Era preciso un “hombre nuevo”.
- Casado, además, había permitido la aproximación del PP a Vox en Madrid y en Castilla León. Y Vox se sitúa, precisamente, al “otro lado”: en posiciones populistas.
- Núñez Feijóo se abre camino a la jefatura del PP, marcando distancias con Vox y aproximándose al PSOE como “interlocutor válido”.
- El PSOE responde atacando, no al PP, sino a un sector del mismo: el madrileño, tomando como objetivo a Almeida para debilitar a Ayuso, con la excusa de las comisiones cobradas por el “escándalo de las mascarillas gestionadas por los niños bien”.
- El objetivo del PSOE es debilitar a la corriente del PP favorable a un acuerdo con Vox y, por eso mismo, facilitar la hegemonía de la tendencia que ve en el PSOE al único interlocutor de Feijóo.
Si a estos añadimos que de los tres partidos nacidos después de la
crisis de 2008-2011 (Ciudadanos y Podemos) están muertos, el beneficiario del
fenómeno que podemos llamar “simplificación de los frentes” que ha ocurrido e
Francia no puede ser otro que Vox. Lo veremos en las próximas elecciones andaluzas.
El PP procurará obtener mayoría absoluta. Parece difícil que lo logre. Se verá
obligado a pactar con alguien: si Feijóo es consecuentes con lo que ha prometido,
ese alguien no puede ser más que con lo que quede del PSOE. Y esto
desencadenará, inmediatamente, una reacción, a modo de electroshock entre los
votantes de este partido. Quizás se tarde unos años más en reproducir un
esquema parecido al francés, pero, mejor que nos hagamos a la idea de que las
siglas y los equilibrios de centro-derecha y centro-izquierda que hemos
conocido hasta ahora, quedarán liquidados también en nuestro país y que la
nueva ordenación política, establecerá -también aquí- dos campos: o a está al
lado de la globalización y el mundialismo o se está del lado del populismo, la
identidad y el euroescepticismo.
¿Y Francia? En un mes habrá legislativas… a dos vueltas. Allí los partidos tradicionales intentarán salvar lo salvable y aislar a los “populistas”. Podemos intuir lo que ocurrirá: habrá algunos diputados más del RN, pero no los que correspondería, en buena lógica a una formación cuyo aliento siente Macron en el cogote. Es lo que tienen las elecciones a dos vueltas: hechas para mantener ad infinitum, el estatus de los partidos tradicionales.
ANEXO: UNA PEQUEÑA ANÉCDOTA PERSONAL
En este panorama excepcionalmente lineal, se ha comentado mucho
las declaraciones de Julia Otero, periodista crepuscular, a Jordi Ebole. La
Otero, siempre ha jugado su carta progre. Superficial y progre. Con olor a alcanfor
y completamente fuera de juego. Ha criticado a Vox. De manera superficial, casi
de manera ignorante; a lo progre, vamos. Vox puede ser objeto de muchas
críticas, pero no desde luego de la que la ha acusado la Otero: especialmente
porque en el interior de Vox hay muchas mujeres en cargos de dirección. No es,
por tanto, de recibo, que haya acusado dramáticamente a Vox de “querer enviar
las mujeres al hogar”… Pero, los progres son así.
Contaré una anécdota sobre la Otero: durante varios años tuvo en
su programa de radio en Onda Cero, como comentarista de pago, al juez Fernández
Oubiña. No era, ni siquiera en aquella época, un juez particularmente apreciado.
De hecho, era uno de los jueces más criticados, soto voce: se contaban cientos
de anécdotas sobre él, la mayoría de ellas, machistas -esas que tanto aborrece
la Otero-. Contaré la mía: Fernández Oubiña me había enviado a prisión, con una
condena de DOS AÑOS por delito de “manifestación ilegal”. Ingresé en prisión:
ni siquiera se me reconoció la prisión preventiva de tres meses que cumplí en
Alcalá Meco (sobre 24 meses de condena, hice 18 e, incluso, la consellería de "justicia" de la gencat ordenó al equipo de clasificación y tratamiento que al
valorar mi caso, se indicara el nombre de los que habían votado a favor de mi
puesta en libertad condicional, excepción que llamó la atención a los miembros
del equipo: pero no había más remedio a la vista de mi buena conducta, medios
de vida, estabilidad familiar y cumplimiento de la condena…).
El caso fue que, después de dos meses de estar en prisión, el “testimonio de sentencia” todavía no había llegado a la prisión Modelo de Barcelona y, por tanto, no se podía iniciar mi clasificación. Mi esposa fue a pedir el documento una y otra vez al juzgado, recibiendo largas por parte de los funcionarios. Hasta que se plantó: “no voy sin el testimonio de sentencia”. Así que los funcionarios se lo comunicaron al juez que, en lugar de ordenar que se entrega el documento de una puñetera vez, ordenó que mi esposa fuera llevada al calabozo y procesada por desacato (hubo juicio y salió absuelta).
Era imposible que la Otero desconociera la trayectoria machista, dictatorial, despreciativa con las mujeres de este juez. Imposible, porque la conocía toda la judicatura de Barcelona. Pues bien, la feminista Julia Otero, la progresista Julia Otero, lo contrató durante años. Para que ahora vaya diciendo que las mujeres de Vox lo que quieren estar en casa y con la pata quebrada...
Por cierto, Oubiña y yo éramos vecinos. Me lo crucé un día. Bajo la vista. Los progres son
así, se reconocen entre ellos, pero son incapaces de hablar -ni siquiera de mirar-
con alguien que no sea de su misma pasta.