lunes, 14 de septiembre de 2020

Doriot y el Partido Popular Francés (8 de 10) - El Frente de la Libertad: todo anticomunismo…

El 16 de marzo de 1937 la sección de Clichy (entonces un arrabal de París) del Partido Social Francés dirigido por el Coronel La Roche, una formación de derecha convencional) organizaba una reunión de convivencia en el curso de la cual debía proyectarse una película. El comité del Frente Popular lanzó un llamamiento a la movilización para rechazar la presencia en la ciudad de un partido de la derecha. Un millar de personas se manifestaron en las inmediaciones del cine en el que se encontraban 300 simpatizantes del PSF. A la vista de que los manifestantes mostraban una gran agresividad, la policía intervino para proteger la integridad de los presentes en el interior del cine. Se produjeron varias cargas policiales y enfrentamientos de una violencia inusitada. Fueron recogidos más de 2.000 casquillos de bala en un fuego cruzado entre policías y manifestantes que costó la vida a 7 personas y heridas de diversa consideración a 300, entre ellos 80 gentes de policía. Al día siguiente, la prensa comunista exigía el arresto de La Rocque y de Doriot como responsables del drama. A pesar de que ni Doriot ni el PPF habían tenido nada que ver con los incidentes, la prensa comunista le acusaba de haberlos instigado “pagado por el dinero alemán”. La adulteración de los hechos fue tal que incluso un diario de izquierdas, L’Oeuvre, publico un editorial en el que se acusaba de “intolerancia” al PCF, que aspiraba a que “la libertad que reclamamos se niegue a otros”.

El 24 de marzo, Doriot intervino en su calidad de diputado denunciando el riesgo por el que atravesaban las libertades públicas y sobre el “dinero extranjero”. Sería su última intervención en el parlamento francés. Se preguntó si la libertad de expresión, a la vista de lo sucedido en Clichy, existía todavía en Francia. Denunció que el PCF acusaba a todos sus adversarios de “facciosos” para movilizar contra ellos a todos los partidos del Frente Popular y luego rechazar cualquier responsabilidad en los incidentes cuando, en realidad, sistemáticamente, todas las reuniones de sus adversarios son hostigadas y agredidas sistemáticamente. Dijo: “¿Pueden actuar provocadores cuando se han producido 2.000 disparos? En Clichy lo que ha ocurrido es un verdadero ejercicio de guerra civil” y para demostrarlo recurrió a fragmentos de las tesis del Komintern sobre la guerra civil, los grupos armados de combate y la insurrección. En cuanto al “dinero extranjero”, los datos aportados por Doriot eran incontrovertibles: el PCF en ese momento disponía de 250 funcionarios, todos sus 40 medios de comunicación eran deficitarios, disponía de centenares de comités y organizaciones auxiliares todas subvencionadas, todo, absolutamente todo esto recibía “dinero extranjero”. 

 

Este incidente y las agresiones que el PPF había recibido por parte del PCF, convencieron a Doriot de que iba a ser imposible permanecer durante mucho tiempo en ese terreno indefinido de “ni derechas, ni izquierdas”. Emprendió contactos discretos con el Coronel La Rocque y, a pesar de que éste no se comprometió a nada, Doriot anunció ante el I Congreso del Partido la futura constitución de un “Frente por la Libertad” que debería unir a todos los partidos antagonistas del Frente Popular y especialmente a los más rabiosamente anticomunistas: “Si los comunistas intentan un golpe de Estado, el PPF, que es un partido independiente, cooperará con todas las fuerzas de izquierdas y de derechas, civiles o militares, ciudadanas y campesinas que harán el Frente de la Libertad contra el intento de dictadura soviética”.

Una vez lanzada esta idea, el problema era que el principal partido al que iba dirigido el llamamiento, el PSF de La Rocque, vio como Doriot le disputaba el papel protagonista en la lucha contra el comunismo. Es cierto que el PSF movilizaba cinco veces más efectivos que el PPF, pero también es cierto que se trataba en su inmensa mayoría (salvo los Voluntarios Nacionales, su servicio de orden) de gentes pacíficas y tranquilas, clases medias, pequeños comerciantes, funcionarios y en el terreno del activismo el PPF tenía la iniciativa y se mostraba como un partido mucho más combatiente.

El 27 de marzo, después de celebrado el I Congreso, L’Emancipation National anunciaba que se habían iniciado conversaciones con un cierto número de organizaciones y partidos para articular el Frente por la Libertad. Estas negociaciones llevaron a la convocatoria de un gran mitin en el Velódromo de Invierno el 7 de mayo (con un aforo de 13.000 personas) en el que anunció los dos puntos del Frente de la Libertad: “1º la defensa de las libertades de trabajo, prensa, pensamiento, reunión y del comercio, 2º el respeto absoluto por las instituciones republicanas”. Poco después aparecieron dos obras violentamente anticomunistas. El primero se titulaba El Frente de la Libertad frente al comunismo, publicadas por Flammarion, un folleto de apenas 45 páginas en el que se analizaba la marcha del comunismo francés, el fracaso del socialismo en la URSS y los riesgos del comunismo para Francia. Doriot oponía abiertamente el Frente de la Libertad al Frente Popular y precisaba que el Partido Radical podía estar perfectamente incluido en la operación: “No somos sectarios –escribía Doriot- para nosotros la necesidad de salvar al país está por delante de nuestras pequeñas querellas” y lanzaba la propuesta de que “ningún ataque se realizará contra los partidos que, aun siendo adheridos al Frente Popular, hayan protestado contra los ataques a la libertad”. 

El segundo texto que iba en la misma dirección tenía un centenar de páginas y su título era Todas las pruebas. Paga Moscú que reproducía una serie de artículos publicados en las revistas del PPF sobre los medios de financiación del PCF y el texto del discurso que pronunció en el parlamento tras los incidentes de Clichy.

El 8 de mayo el PPF lanzó un llamamiento “A todos los partidos anticomunistas”. El llamamiento se hizo extensible al Partido Social Francés del Coronel La Rocque, al Partido Republicano Nacional y Social de Pierre Taittinger (surgido de la disolución de las Juventudes Patrióticas), la Federación Republicana de Francia (de Louis Martin, con un importante grupo parlamentario), el Partido Demócrata Popular (pequeña formación de tendencia democristiana), la Alianza Democrática (de centro-derecha dirigido por Paul Raynaud y Etienne Flandin, bisagra parlamentaria), el Partido Agrario (de Pierre Mathé una pequeña formación extremista), el Partido Radical Francés (disidentes del partido radical, nacionalistas, dirigidos por Milliès-Lacroix), el Partido Republicano Radical y el Partido Republicano Radical-Socialista.

De estas fuerzas, el Partido Republicano Nacional y Social y la Federación Republicana dieron su adhesión al Frente de la Libertad. Se sumó también un grupo de personalidades aisladas (entre otras Jean Louis Tixier-Vignancour, diputado del PSF, que en la postguerra alcanzaría fama al defender al general Raoul Salan durante su proceso por la revuelta de Argel y, más tarde). No era mucho, pero era suficiente: solamente la Federación Republicana disponía de un fuerte grupo parlamentario de 57 miembros. Pero el PSF inició las conversaciones poniendo condiciones sobre la independencia del partido y el cese de críticas entre organizaciones adheridas. Doriot acepto las condiciones: “Las críticas mutuas entre los partidos adheridos al Frente de la Libertad serán prohibidas durante la acción común”, pero el PSF siguió eludiendo el compromiso, optando por adoptar una posición centrista como moderador de las tensiones entre la derecha y la izquierda. La Rocque había entendido perfectamente que una operación unitaria desarrollada junto a un partido en vertiginoso ascenso, con mayor capacidad de movilización en la calle, dotado de una base más agresiva y activa, podía beneficiar solamente a esta fuerza de la que el resto no serían más que compañeros de viaje.

Justo cuando se producían las negociaciones para la constitución del Frente por la Libertad tuvo lugar un episodio inesperado y trascendental. El ministro del interior, Marx Dormoy, revocaba de sus funciones como alcalde de Saint-Denis a Jacques Doriot.

Esta medida constituyó un bombazo en la sociedad francesa. Hasta ese momento, pocos alcaldes habían sido apartados de su función y, nunca en ciudades tan importantes. Cuando se había producido una medida así era por franco delito de incapacidad o por corrupción generalizada en la administración municipal. El 25 de mayo, el ministerio del interior publicó una nota lacónica en la que informaba de que “Considerando según se desprende una investigación llevada en Saint-Denis que se han producido graves abusos e irregularidades, el señor Doriot es considerado como responsable en su calidad d alcalde”. Detrás de esto, como se vio posteriormente no había nada más que la intención del PCF de erosionar el nombre de Doriot, desposeerlo de su cargo y enfangar el nombre de uno de sus disidentes, indudablemente, el que más ascendiente seguía teniendo sobre la clase obrera. Pocos días después, el ministro del interior, al encontrarse con Doriot en el parlamento intentó estrecharle la mano, a lo que este se negó: “Un ministro del interior que se respete nunca estrecharía la mano de un corrupto”, a lo que Dormoy repuso: “Tu honor no ha sido nunca puesto en duda. No es por faltas al honor por lo que he revocado, sino simplemente por consideraciones administrativas”. Veamos cuáles eran tales faltas.

El informe de los inspectores enviados por el ministerio a la alcaldía de Saint-Denis indicaba, efectivamente, que aquel ayuntamiento atravesaba graves dificultades económicas. El informe mencionaba algunos datos contrastables: se había contratado exceso de personas. Solamente en materia de policía municipal, la plantilla era desmesurada, 591 agentes. Muchos gastos de desplazamiento y subvenciones para organizar fiestas locales, no estaban justificados o habían ido a parar a amigos. No era nada nueva, ni siquiera nada espectacular, nada que no se hubiera producido en miles de municipios franceses. Luego estaban algunas posibles comisiones pagadas por compras de carbón inglés de primera calidad para las escuelas públicas de la ciudad. Se había comprado mucho carbón (lo que podía explicarse por el servicio que se pretendía dar en las escuelas) pero a un precio excesivamente alto (lo que era más difícil de explicar). La cuestión era dónde habían ido a parar estas enormes sumas. Quedó claro que ni Doriot ni el resto de concejales habían visto incrementado su patrimonio personal. Era cierto que los responsables del ayuntamiento disfrutaban de un “agradable” tren de vida, pero no se habían producido bruscos enriquecimientos personales. Lo más probable es que además de no reparar en gastos, parte del dinero fuera a las arcas del partido para financiar las actividades de lanzamiento. Por otra parte, no hay que olvidar que la popularidad de Doriot en su ciudad, derivaba especialmente de los servicios sociales que prestaba la municipalidad y que el ayuntamiento costeaba en buena medida.

Hoy se sabe que fue el PCF quien presionó a Dormoy para que destituyera a Doriot. Se sabe también que la acusación no llegó a los tribunales y que Doriot, unos meses después, la destitución fue anulada y se sabe, finalmente, que este episodio tuvo un efecto inmediato en Doriot quien aumentó su anticomunismo. Su primera medida, una vez destituido, consistió en dimitir de su cargo como consejero municipal del departamento del Seine. Aprovechando esos momentos de desmoralización, el PCF lanzó folleto –Nosotros acusamos- contra Doriot en el que se incluía el informe de la inspección municipal. Dicho folleto incluía también ataques contra las posiciones del PPF en materia internacional, especialmente sobre la guerra de España. El PCF aprovechó la hostilidad creciente del PPF contra los republicanos españoles como tema de movilización. Dicha simpatías evidenciarían la simpatía y sintonía de Doriot con Hitler. Los “métodos hitlerianos” utilizados en el bombardeo de Guernica, serían los mismos que Doriot intentaba aplicar sobre la sociedad francesa. Todo esto era, evidentemente, exagerado, sin embargo, el PCF se cebó sobre el giro del PPF hacia la derecha que suponía la creación del Frente de la Libertad.

Doriot respondió: “Mi obra en Saint Denis es visible y duradera”. Enumeraba sus logros y las medidas sociales que había aplicado en un largo artículo aparecido en L’Emancipation el 19 de junio. Sin embargo, en las elecciones que siguieron para elegir nuevo ayuntamiento la lista del PPF apenas obtuvo el 38% de los votos. La cifra es engañosa: la campaña del PCF registró más que nunca la llegada del “oro de Moscú” en cantidades ingentes, toda la militancia comunista de la Banlieu parisina fue movilizada para esta campaña en la que el PCF (y, por extensión, el Frente Popular), se jugaban su prestigio y su futuro. La Rocque, por su parte, consciente de que una victoria comunista debilitaría a Doriot, desmovilizó a sus partidarios y optó por abstenerse. Resultó elegido alcalde de Saint Denis Fernand Grenier, el candidato de la izquierda.

Todos los testimonios de aquellos momentos indican que cuando se hicieron públicos los resultados electorales, Doriot cayó en un estado de abatimiento. Renunció también a su escaño de diputado (“Cuando un hombre no representa ya a la mayoría política de su circunscripción, debe abandonar”, dijo en esa ocasión). A partir de ese momento, Marcel Marschall, lo sustituiría en la alcaldía. Los comunistas proseguirán sus campañas de agosto a noviembre de 1937 para que el ministerio del interior disolviera el consejo municipal y agitaron una campaña de prensa contra Doriot y el PPF. A pesar de todo, el recurso de Doriot contra su destitución, fue admitido y fallado por el Consejo de Estado de manera favorable el 3 de diciembre de 1937. Un millar de doriotistas se penetraron esa tarde ante la alcaldía expulsando sin miramientos a sus adversarios. Otro gentío, en la calle, cantaba el “France, libére-toi!” y vitoreaba al PPF y a Doriot. En el interior del ayuntamiento. Grenier fue acosado por los partidarios de Doriot. Sin embargo, el jefe del PPF que  había rechazado figurar en la lista electoral, no pudo ser nombrado de nuevo alcalde, a pesar de lo cual, el episodio fue utilizado por el partido para un relanzamiento de su sección en Saint-Denis que elevó la cifra de afiliados en ese municipio a 2.499 a finales de abril de 1938. El carné número 3.000 se entregó en el curso de un mitin en el Teatro Municipal, correspondiendo al antiguo secretario de una célula comunista… Se trataba de una vidente exageración, sin embargo, el PPF logró recuperar con creces el terreno perdido en aquella ciudad. La ofensiva comunista contra Doriot había sido detenida.

Pocos meses después cambiaron completamente las condiciones políticas en Francia. En Frente Popular, a partir de enero de 1938 había entrado en una agonía que se prolongó hasta la constitución del gobierno Daladier el 10 de abril, dando la experiencia por concluida. Ese período coincidió con el momento de mayor auge del PPF (300.000 afiliados reivindicados en enero de 1938). La subida del nuevo gobierno hizo que el anticomunismo del PPF estuviera fuera de lugar. Poco antes de la disolución del Frente Popular tuvo lugar el II Congreso dl PPF en la sala de Magic City ante un millar de delegados y un millar de invitados. El partido reivindicó entonces 250.000 afiliados cuando se abrieron las sesiones el 11 de marzo de 1938.

 

Pocas horas antes, ese mismo día, el ejército alemán había entrado en Austria y proclamado el Anschluss, desequilibrando de nuevo el panorama europeo. El II Congreso se inició, pues, con el impacto de la anexión de Austria y con un enrarecimiento de la situación internacional Parte del discurso de Doriot estuvo dedicado a analizar estos episodios.

Doriot denunció el hecho consumado de la entrada del ejército alemán en Austria como una violación de todos los tratados firmados por este país. La acción, según él, había sido posible por la debilidad francesa: “La independencia de Austria no podía ser mantenida, garantizada, más que por el apoyo exterior de Francia, Italia e Inglaterra”, dijo. El abandono por parte de Francia e Inglaterra, habían propiciado la constitución del eje ítalo-alemán. En el mismo congreso, en la sesión de la tarde, mientras Hitler hacía su entrada triunfal en Viena, Bertrand de Jouvenel tomaba la palabra en la tribuna del congreso para relatar su entrevista con Mussolini el 4 de junio de 1936: entonces el dirigente italiano le había prometido que defendería Checoslovaquia y Austria… “Dígaselo a Blum. Mañana mismo firmo el tratado si lo quiere así”. Pero de retorno a París, el mensaje entregado a Jouvenel no fue oído por su destinatario. Francia, a partir de la guerra de Abisinia se había ido alejando progresivamente de Italia y dejando que este país, especialmente tras el desencadenamiento de la guerra de España, se fuera aproximando a Alemania. Así pues, Doriot tenía razón en su interpretación: la falta de orientación firme de la política exterior francesa había permitido mostrar su debilidad y modificar radicalmente el mapa europeo. La Gran Alemania se había consumado.

Doriot propuso siempre una política de paz en Europa. En tanto que nacionalista francés, no podía admitir que el equilibrio continental fuera desequilibrado en favor de Alemania. Sabía perfectamente que el Anschluss suponía convertir a Alemania en la potencia hegemónica en la Europa continental y temía que eso pudiera desembocar en una nueva guerra. Lo único que podía, en su opinión, cortar la vía a esa posibilidad, era el estrechamiento de relaciones entre Francia e Italia. Esta propuesta no se realizaba en función de los subsidios concedidos por Ciano al PPF, sino después de una apreciación objetiva de la política europea y de sus condiciones.

Otro de los elementos en los que Doriot insistió era en la necesidad de reconocer el hecho consumado que se había producido en España: la Republica estaba virtualmente vencida. Desde el principio del conflicto no había sido capaz de vencer en ninguna batalla y constantemente había ido perdiendo terreno  en beneficio de las fuerzas franquistas. Había, pues, que entablar negociaciones con Franco e integrar al Estado que sustituiría a la República en la alianza franco-italiana. Doriot se había interesado por los sucesos en España desde que una delegación de excombatientes de las Brigadas Internacionales compuesta por una quincena de voluntaria repatriados se había entrevistado con él e incorporados al PPF. Estos nuevos afiliados le dieron datos muy concretos sobre el papel criminal que André Marty, antiguo conocido de Doriot en su período de militancia en el PCF, encarcelado con él y luego convertido en uno de sus mortales enemigos dentro del partido, había desempeñado entre las Brigadas Internacionales. Marty, conocido como “el verdugo de Albacete” y “el carnicero de Albacete”, nombrado “inspector general de las Brigadas, estaba practicando una política de eliminación de los anti-stalinistas, fusilando sistemáticamente a los opositores ante la menor falta de disciplina o excusa, especialmente a los trotskistas y anarquistas. Desde este encuentro, Doriot encontró en la intervención de Stalin en la guerra civil española un argumento recurrente para sus campañas anticomunistas. Su tesis era que el triunfo del comunismo en España reforzaría al PCF. En julio de 1938 realizó una larga visita a España acompañado por Claude Popelin, encargado por el PPF de mantener contactos con el movimiento franquista y con Falange Española. En la edición de L’Emancipation del 26 de agosto se publicó una fotografía de Franco ante un mapa de España con el siguiente titular: “El liberador de España”, elocuente de la toma de posición adoptada por el partido.

 

Sin embargo, la actitud ante Alemania no fue modificada. Doriot reconoció a Hitler algunos valores, pero siguió criticando, desde una órbita nacionalista francesa, los movimientos reivindicativos de Hitler en pro de la recuperación de los territorios con mayoría germano parlante. Dijo en el curso del II Congreso: “La revolución hitleriana ha devuelto a Alemania su autoridad, su prestigio, su libertad, su fuerza y también un poco de su imprudencia de antaño. Esta revolución nacional popular, como todas las revoluciones, está orgullosa de su obra. Parece que Francia no haya advertido completamente lo que ha significado la llegada al poder de los nazis: victoria contra el bolchevismo, victoria más lenta, pero no menos decisiva, contras las viejas fuerzas tradicionales de Alemania; victoria pacífica contra los tratados de paz y sus defensores. Es esta triple victoria lo que hace de Hitler y de su partido el dueño incontestable de Alemania y, creo, que durante mucho tiempo. Para el alemán medio, Hitler es el hombre que ha borrado la derrota, la colonización interior por el bolchevismo y, en parte, la injusticia social. Esto basta para asegurar la solidez del régimen. Los que creen, por instigación de los emigrados, que bastarían algunos cañonazos para derribar a Hitler y al nazismo se equivocan completamente”. ¿Y la conclusión? Que es preciso suscribir con Alemania urgentemente un pacto de  o agresión, basado en el hecho positivo y favorable, de que Hitler ha afirmado en repetidas ocasiones que nunca reivindicará Alsacia y Lorena. Si no se trabaja en dirección a un pacto de este tipo, el fantasma de la guerra penderá siempre sobre las cabezas de los europeos: “Lo peor es no hacer nada. Es dejar a otros pueblos negociar solo con Alemania o con Italia, como lo hace Inglaterra en estos mismos momentos”. Hasta aquí, el análisis es de una lucidez y de una claridad poco corriente en la Europa de aquel momento.

Doriot deseaba que Checoslovaquia resolviera la cuestión de los Sudetes con Alemania. Pero en caso de que un acuerdo de este tipo no fuera posible, Francia debía proteger la integridad territorial de Checoslovaquia y ser fiel a los tratados firmados con este país. Eso, afirmaba, podía detener la “imprudencia” alemana en la cuestión de los Sudetes.

Otra de las miradas de Doriot en política exterior era China, país al que el Komintern lo había enviado para negociar con el Kuomintang. Para Doriot, China era el gran riesgo que tenía Stalin clavado a sus espaldas. Dada su enorme población, China era la clave para el dominio mundial y no era raro que el Kremlin estuviera interesado en los sucesos de aquel país. Sobre los EEUU, Doriot hablaba poco, lo suficiente como para percibir que constituía un riesgo para Europa. En aquel momento, en el que la política francesa (y el periodismo francés) apenas era capaz de discernir los sucesos que ocurrían en el interior del territorio nacional, llamaba la atención los conocimientos de Doriot (que indudablemente procedían del período en el que sirvió como “soldado del Komintern”) internacionales en todo el mundo. Doriot hubiera podido ser un ministro de asuntos exteriores con un conocimiento pleno sobre la materia, planes y directrices nuevas que, probablemente, habría hecho imposible el que los acontecimientos en Europa se sucedieran en la dirección fatal en la que finalmente se encarrilaron a partir de 1939. Su actitud era la de un realista pragmática, no oportunista, en tanto que sus posiciones estaban dictadas por el nacionalismo del que se reclamaba, al cual nunca traicionó.

Era inevitable que, tras analizar la política internacional, en las seis horas de discurso, Doriot abordara la cuestión del Frente de la Libertad. No pudo evitar criticar la actitud del Coronel La Rocque y de su PSF: “¡Ya basta! A partir de hoy, propondremos a los partidos que han aceptado el Frente de la Libertad, designar un candidato común. Si el PSF quiere, estamos dispuestos a discutir con él una candidatura única, en la dignidad y en la igualdad. Si rechaza, contaremos nuestros votos y en la segunda vuelta apoyaremos por el candidato antimarxista con más posibilidades”.  Previendo la objeción que pudieran formular algunos sobre si esto no suponía un deslizamiento a la derecha, Doriot dijo: “he vivido lo suficiente la política francesa como para atribuir importancia a la diferencia entre derecha e izquierda”. Añadió que prefería hablar lealmente con “quienes han aceptado la unión propuesta para combatir el comunismo, aun cuando sean de derechas, que hacer por ejemplo el juego a Paul Reynaud que quiere llevar los comunistas al poder”.

Concluido el congreso, Doriot volvió a tender una puente con La Rocque, pero la gestión resultó tan inútil como las anteriores y, a partir de ahí, las relaciones entre ambos partidos se volvieron particularmente agrias. En mayo de 1938 estallaron violentos incidentes en Argel entre militantes del PPF y del PSF. Poco después el Buró Político de Doriot publicó un comunicado haciendo recaer sobre el PSF las responsabilidades por el fracaso de las negociaciones emprendidas por ambas partes. Por su parte, en el boletín del PSF publicó un artículo criticando a Doriot como un antiguo cómplice de Abd-el-Krim y como un dirigente de convicciones cambiantes y oportunistas.

El Frente por la Libertad, se había revelado como un fracaso pero solo aparente. Doriot se había visto respaldado por los 57 diputados de la Federación Republicana. Es cierto que estos pensaban servirse del PPF como “mano de obra” para su próxima campaña electoral. Doriot era perfectamente consciente de esto: sobre 59 diputados del Frente por la Libertad, 57 eran miembros de la Federación Republicana. Sin embargo, él disponía de la militancia y de la organización suficiente como para extraer beneficios de la alianza. Los hechos, sin embargo, se desarrollarían de manera muy diferente en los meses siguientes.