Querido Diario:
La extrema-derecha ha perdido no menos de media docena de
oportunidades en los últimos 40 años. La primera de todas fue cuando
Blas Piñar concentró en torno suyo a las masas que rechazaban los desajustes de
la transición y, en lugar de convertir aquella corriente de simpatía en un
movimiento político, optó por hacer de él un ente semi-religioso con la mirada
permanente vuelta hacia atrás. Volvió a fracasar cuando se deshizo Fuerza Nueva
y apareció El Alcázar para agrupar a
las “fuerzas nacionales” en lo que fue Juntas Españolas, un proyecto que salió
mal desde el principio entre el aroma de la estafa. Volvió a salir mal cuando,
después de un esfuerzo de teorización (a fin de cuentas lo que faltaban eran
nuevos planteamientos) Democracia Nacional cayó en manos de un pobre diablo
cuyo único mérito fue salir, hará más de trece o catorce años, en el programa
de Mª Rosa Quintana y creerse llamado a altos menesteres… aventura que adquiere
sus dimensiones reales cada año en el acto del 12-O en Montjuich con 200
personas llegadas de toda España. No han sido los únicos fracasos de la extrema-derecha pero sí los más
espectaculares. Cada uno, eso sí, ha tenido una menor envergadura que el
anterior. Como si el ambiente ultra se replegara en sí mismo, cada vez más
aislado, cada vez más menudo, cada vez más enclenque.
Es el precio de no entender los signos de los tiempos.
Blas Piñar no entendió que la constitución de 1978 exigía la existencia de un
partido político convencional que pudiera competir con cualquier otro y no una
fuerza político-religiosa (o más bien, religioso-política), con formaciones
paramilitares juveniles. El Alcázar no
entendió que el franquismo había quedado atrás y que jamás volvería y la prueba
de su levedad es que de Juntas Españolas no quedó apenas ni el recuerdo. En cuanto
a DN es apenas un pequeño e irrelevante círculo que acaba de cumplir 20 años y
es más minúsculo hoy que cuando se fundó, nada de lo que pueda decir o proponer
parece interesar mucho a casi nadie.
Vivir en la era de la globalización implica que nada
puede entenderse sin comprender antes los procesos de la ideología
humanista-universalista y los objetivos de la mundialización. ¿Quieres
hacer acción política? Bien, pues antes de ello te tienes que dotar de un método crítico que te permita
comprender tu época. Si no la entiendes, si no llegas a concebir los procesos
económicos y culturales de la globalización, anclarás tu trabajo político en el
vacío. Sólo cuando se entiende lo que está pasando, se pueden formular
programas, establecer estrategias y sólo entonces vale la pena realizar
activismo. De lo contrario, el activismo es un trabajo de Sísifo, un intento de
vaciar el océano con un dedal. Tiempo perdido.
La semana pasada, parece ser que
alguien en el programa Cuarto Milenio habló del “Plan Kalergi”
y eso ha sido considerado como si, finalmente, se reconocieran los méritos de
la conspiracionismo de la extrema-derecha. Conozco bastante bien los ambientes
y los personajes que aparecen regularmente en Cuarto Milenio e incluso con alguno he mantenido colaboraciones y
cierta amistad… pero en
modo alguno es un programa “solvente”, ni creíble en lo que se refiere a
política (diga lo que diga). El desgaste de los temas que le son habituales
(apariciones, espíritus, arqueología misteriosa, extraterrestres, etc) es tal,
que si Cuarto Milenio quiere
sobrevivir necesariamente tiene que buscar otros contenidos. De ahí que se
hablara del Plan Kalergi…
Y a todo esto ¿alguien me puede dar una fuente
documental, sólo una, que autentifique el Plan Kalergi? No vaya a ser
que resulte tan falso como los Protocolos
de los Sabios de Sión (que ni son verdaderos, ni se cumplen…). Porque a
veces, un rumor, una mala traducción, se convierten para algunos en una inefable
certidumbre. ¿Saben de qué hablan quienes hablan del “Plan Kalergi”? ¿saben
realmente quién era el tal Kalergi…? Sería bueno que se informaran. “Entender los procesos de la
modernidad” no quiere decir seguir la corriente conspiranoica, ni darla por
buena, solamente porque ha aparecido en Cuarto
Milenio. No seamos infantiles.
Decíamos que la extrema-derecha
ha tenido tres grandes fracasos en cuarenta años. Mientras no se arme de una
solida crítica política y económica, seguirá siendo irrelevante o, lo que es
peor, freaky, oscilando entre el arcaísmo
y la astrakanada chillona. Estéril siempre. Y de todo esto, líbrenos aquel que
haya organizado este perro mundo.
LA IZQUIERDA SE HA FRAGMENTADO TANTO QUE HACE FALTA UNA GUÍA PARA SABER
QUIEN ES QUIÉN Y DÓNDE ESTÁ CADA CUAL DENTRO DEL PUZZLE
Tras las elecciones europeas,
todo inducía a pensar que en torno a
Podemos se polarizaría la izquierda. El PSOE quedaría disminuido, IU,
simplemente estaría a un paso de la extinción y el partido de Pablo Iglesias
acabaría siendo el eje central y mayoritario de la izquierda española. Bueno,
pues no ha sido así. La
izquierda es hoy un mosaico tan absolutamente fragmentado y con imposibilidad
de reconstruir su unidad, que recuerda los tiempos de la Segunda República.
Porque, no es que estas
facciones de izquierdas estén divididas, es que, además, se odian entre sí.
Ninguna de ellas ha surgido de un proyecto concreto y autónomo: todas ellas son
extremadamente similares entre sí, sus divisiones son meras querellas
personales, en absoluto diferencias políticas o programáticas.
Los cuadros de Podemos
han surgido, sobre todo, de los segundas filas de Izquierda Unida, hartos de
chupar banquillo años y años y quedar fuera de las nóminas de cargos públicos o
las asesorías. No es raro que hayan roto cualquier contacto de cara a
una futura unidad de acción. En cuanto a La Izquierda del tándem Baltasar
Garzón – Beatriz Talegón, es, simplemente, un ejercicio de freakysmo político que no llegará muy lejos pero que, en cualquier
caso, servirá para dividir un poco más si cabe el voto de la izquierda. Además,
ni IU ni Podemos creen en la sinceridad de intenciones del antaño “juez
estrella”, hoy ex juez estrellado, ni de la ex jefa de las Juventudes
Socialistas de la que se ignora incluso si tiene ideas más allá de cuatro
tópicos progres, compartidos por otra parte con IU y Podemos. Ambos, Garzón y
Talegón, están al frente de una miríada de siglas irrelevantes, cada una de las
cuales está celosa de mantener su independencia y su “poder territorial”,
véase: Verdes,
el Partido Humanista, Ezquerra Berdeak y Nova Esquerda Socialista Gallega.
Esta es otra de las
características de la nueva fase de la izquierda española: no solamente su fragmentación,
sino que cada grupo está formado por varios agregados inorgánicos, muchos de
carácter local, con sus estructuras propias, minúsculos, y algunos de
dimensiones ridículas. Realmente Podemos ni siquiera es capaz de evaluar
hoy lo que tiene, ni saber si lo que tiene lo tendrá el 20-D o una parte se le
habrá pasado a IU o a La Izquierda o formará otra nueva candidatura. En el
cuadro que presenta hoy Libertad Digital, ni siquiera se menciona a Equo, ni tampoco aparecen los grupos de
izquierdas soberanistas.
En lo que se refiere al PSOE,
éste partido también da muestras de una extraordinaria atomización que viene de
lejos (por su estructura “federal”) y por las tendencias en las que está rota
cada “federación”.
¿A qué se debe este puzle?
Primero la socialdemocracia renunció al marxismo, luego al PCE se le hundió la
URSS, a partir de ese momento ya no quedaron referencias doctrinales ni
políticas claras para la izquierda. Para colmo, vino la crisis y se demostró
que el fracaso de la socialdemocracia: entre defender los intereses de los
trabajadores y de la banca, optó por defender estos. Luego, el individualismo y las
rivalidades surgidas del mero oportunismo (que aparece cuando desaparece la
doctrina) hicieron el resto. La izquierda española es como esas piritas
que pueden romperse una y otra vez en fragmentos cada vez menores reproduciendo
las formas de los fragmentos mayores.
AZNAR SIGUE DEFENDIENDO LA INTERVENCIÓN DE SU GOBIERNO EN LA CUMBRE DE
LAS AZORES Y LA ESTRATEGIA DEL CAOS DE LOS EEUU
Cuando se compara a Aznar con
Zapatero, su figura queda magnificada y engrandecida a tenor de la irrelevancia
de aquel que fue elevado al poder gracias a las bombas del 11-M. La comparación
con Felipe González es más complicada y puede medirse, especialmente, por sus
errores (¡y qué errores!). Además de la corrupción, el gran pecado de felipismo
fue negociar un acuerdo infame con la UE y acceder a una reconversión
industrial que liquidó a sectores enteros de nuestra industria estratégica. El
de Aznar, lo sabemos todos, fue triple: abrir las puertas a la inmigración por un lado, estrenar
un nuevo modelo económico que era pan para entonces y hambre para después y,
finalmente, implicarse más que ningún otro líder continental en la guerra de
Irak.
De lo primero –la inmigración-
Aznar siempre se ha sentido más que orgulloso. En cuanto a su modelo económico
que nos precipitó de cabeza a la crisis en 2008, dice estar todavía más
orgulloso. Y respecto a la guerra de Irak sigue sosteniendo en solitario (cuando
Bush prefiere callarse y la mala conciencia ya no deja dormir a Blair) que
aquello nos beneficio como nada. Aznar, obviamente, peca de orgullo.
Parece como si Aznar estuviera en
permanente campaña electoral (aun cuando hace tiempo que dice estar retirado de
la política) o firmando estupideces neoliberales (propias de un analfabeto político)
en la Fundación FAES. Aznar
se niega a confesar públicamente que aquella aventura oportunista y miserable
que fue la invasión de Irak, sin existir NI UNA SOLA EXCUSA VÁLIDA ha costado
trece años de caos en la región, millones de desplazados, destrucción de
naciones enteras, sin contar los muertos. Parece increíble que José María Aznar
pueda conciliar el sueño. Hace falta ser un verdadero psicópata para no
sentir el remordimiento por estas decisiones tan absolutamente criminales y
asesinas.
No podemos sentir sino asco, náusea y repugnancia
por la abyección de la que hace gala en cada declaración y por ese intento
velado de querer seguir presentándose como salvapatrias a la primera ocasión
que se le presenta. ¿Y
nuestros soldados que murieron allí por nada? Llevados de manera
irresponsable por Aznar, otro irresponsable los retiró demostrando a tirios y a
troyanos que España no era
un aliado seguro. ¿Ese es el aumento del peso de España en la escena
internacional? Eso lo que es, es pura basura propia de alguien que se
acostumbró a comer de la mano de Bush y que ahora ladra desde las tinieblas del
olvido para evitar que las voces de los muertos afecten a su conciencia. La
única duda que tenemos es si Aznar comentará todo esto en familia en lengua
catalana.
EL CIRUJANO PLÁSTICO DE BELEN ESTEBAN CONDENADO… PERO NO POR EL
DESTROZO QUE LE HA HECHO A LA POLIGONERA
Si repasamos alguna foto de Belén
Esteban hace unos 15 años, veremos el rostro de una chica discreta, incluso guapita,
sin ser espectacular, con cierto encanto juvenil y un aire espontáneo que
seguramente fue lo que cautivó a Jesulín, el torero. La imagen que nos muestra con demasiada frecuencia
la Esteban de hoy es la fealdad personificada, desagradable y a la que cuesta
mirar sin sentir cierta sensación de repugnancia física. Cuando habla es
todavía peor. La repugnancia física se convierte en rechazo moral. Sería
difícil que en un solo personaje esté aunada de manera tan esperpéntica la
fealdad física y la fealdad moral. Ella es así. Es un personaje ¿hecho a sí
mismo? En absoluto, la pobre poligonera podía haber seguido siendo una chica
discreta, hubiera vivido tranquila con la pensión de su ex hasta que hubiera
pillado a otro chorbo. Pero se ve que la chica era ambiciosa y a falta de
cualidades, la única de la que podía alardear era su desparpajo para expresar
su ausencia de ideas y su falta de conexiones neuronales.
A la chica la han hecho así y una de las personas que más
ha participado en esta creación realizada a golpe de cincel de cirujano
plástico y a latigazo de bótox, ha sido Manuel Tafalla, un nombre que no
dirá nada a nadie. Aclaremos que es cirujano plástico, sí, ese que ha operado una y mil veces a la Esteban
y el responsable último de que la cara de la poligonera se haya convertido en
el paradigma de la fealdad. Como Dios los crea y ellos se juntan, el
cirujano –que tenía un restaurante en la costa alicantina- ha sido condenado
por presentar una denuncia falsa contra una empleada. Vaya usted a saber qué le
movió al desatino. Hace falta ser un desaprensivo y, para colmo, poco hábil en
su profesión, para hacerle al rostro de la Esteban lo que este falsario
(falsificó un parte médico de lesiones) le ha hecho.
Lo más preocupante del caso es
que las denuncias falsas parecen haberse convertido en los últimos tiempos en
algo tan frecuente que buena parte de la saturación de los juzgados se debe
precisamente a esta moda. Tafalla
ha sido condenado por denuncia falsa. Es una excepción, la norma es que casos
como éste se archiven. Y son demasiados. Este tipo ha pagado por lo que
ha hecho pero su condena (una multa de 8.000 euros) es poco comparado con la indemnización
que tendría que pagar a la sociedad española. En efecto, cuando uno hace zapping
y de repente le aparece el rostro de la Esteban –y no es Hallowyn, ni la noche
de Walpurgis- se siente sobresaltado por la fealdad de un rostro cincelado por
este fulano. Y eso no tiene perdón de los dioses del Olimpo.