Info|krisis.- Concluido el mes de agosto y retornados sin excusa a los puestos de
trabajo, falta saber qué nos depara el último cuatrimestre del año. Los dos
tercios de 2014 que hemos consumido han sido particularmente interesantes desde
el punto de vista informativo, pero los próximos meses van a ser, simplemente,
de infarto. Vale la pena, hoy primero de septiembre, dar un repaso a lo que
tenemos ante la vista.
Repasando los dos tercios cubiertos de 2014
Hasta ahora, 2014 va en camino de
ser un “año histórico”. Si ahora terminara el año y juzgáramos lo que ha
representado 2014 para la historia de España, sin duda diríamos que el suceso
más importante ha sido el relevo en la monarquía y lo que ha supuesto la
ceremonia de entronización de Felipe VI. Pero, a la vista de cómo se han hecho
las cosas (muerte de Adolfo Suárez, aparición del libro de Pilar Urbano, mal
estado de salud de Juan Carlos I, campaña de promoción de Felipe-Leticia,
abdicación, ceremonia laico-parlamentaria descafeinada de “entronización”,
consabido viaje de la nueva pareja real a Marruecos) el episodio indica una
banalización creciente de la monarquía y parece tener mucho más impacto en los
lectores de la prensa del colorín que en la política real.
Desde el punto de vista
económico, desde hace seis meses venimos oyendo al gobierno afirmando por
activa y por pasiva que, finalmente, se ha revertido la situación económica y
el país está generando empleo. Realmente los datos económicos positivos empiezan todos los años en el mes de marzo o,
como máximo, en abril (un poco antes de que se inicie el empleo estacional). El
fin del invierno y el inicio de la campaña turística de Semana Santa son los
únicos elementos que favorecen ese repunte anual del empleo. Eso ha generado en
los últimos seis meses un aumento del consumo interior que puede explicarse
precisamente porque este año han aumentado las visitas turísticas a nuestro
país.
Las exportaciones, en cambio, no
han ido bien a la vista del parón de las economías centroeuropeas y de que se
empiezan a notar los problemas generados por la quiebra argentina y la recesión
brasileña, preludio de lo que vendrá. Así como la primera oleada de la crisis
económica tuvo como ejes a los EEUU y a los países PIGS (Portugal, Irlanda,
Grecia, España), siendo primero crisis inmobiliaria, luego crisis bancaria,
luego crisis de deuda soberana y en España y Grecia convirtiéndose en crisis social
y desembocando en una crisis política), la segunda oleada de la crisis de la
globalización está teniendo su eje en Iberoamérica, cuando ya se empieza a
hablar de la futura crisis de la deuda china y del estallido de la burbuja
inmobiliaria en el gigante asiático.
Al gobierno Rajoy no parece
importarle mucho que el empleo que se genera sea “empleo-basura” con ciclos de
tres-cuatro meses de permanencia, fin de contrato y vuelta al paro, y que esté
íntimamente ligado al sector de la hostelería, esto es al aumento del
“turismo-basura” que indica muy a las claras en el callejón sin salida en el
que nos ha llevado el presente modelo económico de nuestro país. Éste nos
conduce aceleradamente a convertirnos en un país de camareros, reponedores de
supermercados y empleados en la limpieza de hoteles, capaz de convertirse en la
meca del peor turismo que pueda concebirse y sin esperanzas de que la tendencia
se vaya a invertir en beneficio de un turismo de calidad, menos masificado, con
más pernoctaciones y más consumo per cápita.
El turismo declinará a finales de
septiembre. Esto hará que las cifras del
empleo vuelvan a ser negativas en octubre y se prolongue esta tenencia hasta el
mes de marzo abril, cuando, de no haber ocurrido aquí una catástrofe, el
turismo de chancletas y botellón, balconing y porro, repuntará de nuevo y con
él el empleo, en un ciclo infernal desde el punto de vista económico y
deprimente desde una óptica patriótica.
Las elecciones europeas de mayo
demostraron la crisis de la “banda de los cuatro” (PP, PSOE, CiU y PNV)
abocados a perder votos. Se evidenció que la crisis del PSOE era estructural
(lo que ha confirmado, además, el hecho de que la elección de Pedro Sánchez
como secretario general no haya impedido que el partido siga perdiendo intención
de voto), que en Cataluña y el País Vasco, los independentistas radicales
habían superado o estaban en trance de hacerlo a los nacionalistas moderados y
que el PP perdía votos. Sin embargo, la gran convulsión se produjo con los
resultados de Podemos que desde
entonces no ha hecho más que mejorar en las encuestas y situarse a la cabeza de
la izquierda.
Raro ha sido el día en que la
corrupción no ha aparecido en los medios de comunicación ligada especialmente a
las comunidades autónomas de Cataluña y Andalucía, hermanadas en esto y con
graves sospechas hacia quienes las dirigieron (y las dirigen). En el caso
catalán, evidentemente, se ha tratado de sacar a la superficie algo que los
jueces de allá y la fraudulenta Oficina Antifraude de la Generalitat no han
estado en condiciones de hacer. Y si esta salida a la superficie de algo que
todos los analistas conocían desde hace décadas (el increíble nivel de
corrupción enfeudado en la Generalitat) se ha producido por la proximidad del
desenlace del “proceso soberanista”, lo cierto es que también se ha revelado
que los sucesivos gobiernos que se han sentado en La Moncloa habían mirado a
otra parte inducidos por la colaboración que recibían de la Generalitat, lo que
no dice mucho hacia la honestidad y moralidad de nuestros gobernantes.
La inmigración ha repuntado en
forma de asaltos masivos dramáticos a
las vallas de Ceuta y, especialmente, de Melilla y a la llegada de oleadas de
pateras. Una vez más se ha percibido la actitud equívoca de Marruecos que ha
permitido estos asaltos (incluso inmediatamente después de la entrevista entre
Felipe VI y Mohamed VI) y la perplejidad de un gobierno que desde hace décadas
se niega a ejercer la autoridad y actuar contundentemente para desarticular un
fenómeno a cuya peligrosidad social y al lastre económico, también se une el
riesgo sanitario que implica llegadas descontroladas de inmigrantes procedentes
de zonas en las que se extienden enfermedades infecciosas y virus tropicales
del que el Ébola es, sin duda, el último ejemplo, pero no el único.
El décimo aniversario del 11-M se
celebró cuando empezaran a salir de las cárceles algunos de los marroquíes
condenados. El gobierno prefirió no dar mucho relieve al aniversario y hacer
oídos sordos a las voces que desde hace años recuerdan que ni la investigación
ni la sentencia llegaron a demostrar nada esencial del crimen, limitándose a aceptar
la versión oficial y dejando un gigantesco agujero negro que recuerda que el
asesinato de 192 sigue impune.
En lo que se refiere al “proceso
de paz”, las protestas de las asociaciones de víctimas del terrorismo no
lograron detener la excarcelación gradual de presos, sin duda, pactas por el PP
antes de ocupar el gobierno, cuando ETA exigió a Zapatero la aquiescencia de
Rajoy para reiniciar las conversaciones.
La eliminación de la selección
española de fútbol del mundial de Brasil supuso un trauma nacional para algunos
superior a lo que pudiera suponer el fallecimiento de un ser querido. Solamente
los hinchas del Atlético de Madrid tuvieron la satisfacción de ver a su equipo
como campeó de la liga. Estas son, desde luego, las noticias más relevantes
desde el punto de vista “cultural” y a la vista de que la cultura, como tal, se
ha ausentado del país sin dejar señas.
Desde el punto de vista
internacional cabe recordar la entrada del conflicto ucraniano en su última
fase con el golpe de Estado de Kiev que situó a una camarilla pro-OTAN en el
poder y el inicio de la secesión de las zonas mineras del Este del país. El
aumento de la tensión en Palestina a raíz del asesinato de tres jóvenes judíos
y de las represalias que siguieron, indica la imposibilidad de resolver el
conflicto por vía de la negociación. En Irak se ha ido desvelando lo que ya era
previsible desde la invasión norteamericana de 2003: que la caída del régimen
laico de Saddan Hussein no supondría el establecimiento de una democracia digna
de tal nombre, sino la liberación del potencial explosivo del fundamentalismo
islámico en la zona. La guerra civil siria, por su parte, ha confirmado lo
mismo: el yihadismo acude al olor a
pólvora y se sitúa a la ofensiva al margen de que el conflicto haya sido
iniciado por grupos más moderados… Hay que decir que ante estos conflictos
internacionales, España ha demostrado tener muy poco que decir. Rajoy se ha
limitado a ponerse a remolque de la OTAN, de la UE y de los EEUU sin aportar
ningún matiz, ni ninguna propuesta propia.
A la vista de este resumen podría
sentenciarse que los dos primeros tercios de 2014 no han sido particularmente
positivos en ningún terreno (salvo la mirada de Rajoy hacia el “vaso medio
lleno”), pero cabría añadir que lo peor está por llegar.
Lo que queda de 2014…
Cronológicamente, el primer
problema que se va a plantear en el último tercio de 2014 es la “cuestión
catalana”. El 11 de septiembre se cumplirá el tricentenario de la caída de
Barcelona en manos de las fuerzas borbónicas. La Generalitat intenta
transformar la fecha en una apoteosis independentista sin el más mínimo respeto
por la verdad histórica, ni por las necesidades actuales de una Cataluña
desertizada industrialmente, con una capital saqueada por el turismo, que por
voluntad de Jordi Pujol agrupa al mayor contingente de inmigrantes islámicos de
todo el Estado y, para colmo, con unos niveles de corrupción tan solo
semejantes a los andaluces.
Todo induce a pensar que la
salida a la superficie de la corrupción impulsada por el gang Pujol ha “hecho
pupa” en el independentismo. A esto se une la firmeza con la que Rajoy afirma
que se “cumplirá la ley”, firmeza simétrica a la que hacen gala Mas y Oriol
Junqueras quienes insisten en que “habrá referéndum el día 9 de noviembre, sí o
sí”… Todo induce a pensar que las dos partes se han tomado la cuestión como una
partida de póker en la que se trata de jugar de farol hasta el límite del
infarto. La correlación de fuerzas juega a favor del Estado: aparte de que las
masas nacionalistas se han ido radicalizando en los últimos dos años, distan
mucho de tener el consenso necesario para alcanzar la secesión incluso en el
caso en que el Estado Español se despreocupara por la suerte de Cataluña.
Incluso puede pensarse que si se celebrara el famoso referéndum, la hipotética
respuesta de las urnas sería ampliamente contraria a la secesión.
En toda esta historia, el
personaje más dramático es Artur Mas, que inicia este proceso a poco de llegar
al poder y tras siete años de verse apeado por los dos tripartitos de
izquierda. Simplemente, para poder negociar con Madrid teniendo ases en la
manga, Mas inyectó fondos en los circuitos independentistas que pronto cobraron
vida propia y superaron los límites que les había marcado Pujol tiempo atrás.
Poco a poco, Más se ha ido viendo superado primero y arrastrado después por la
marea que él mismo creó, disponiendo cada vez de menos margen de maniobra. Tres
años después su situación es extremadamente difícil y, sea como fuere lo que
ocurra luego, ha llegado al final de su carrera política. Las alternativas para
él son pocas.
O bien Mas celebra, contra viento
y marea el referéndum amparado en la ley catalana de consultas que se aprobará
en los próximos días y que será recurrida (y su aplicación paralizada, por
tanto) en el Tribunal Constitucional, o bien la retrasa. Si la celebra de
manera ilegal, la consulta constituirá un fracaso de participación (no más del
35%) y se arriesga a que las presiones sobre Rajoy sean extremas y se vea
obligado a suspender la autonomía catalana y a procesar a Mas por sedición,
dando con sus huesos en la cárcel. Hipótesis remota, por lo demás. Si no
celebra la consulta, ERC le resta su apoyo parlamentario, con lo que Mas se verá
abocado a convocar unas elecciones anticipadas en las que ni siquiera se
presentará y que CiU perderá por goleada, obteniendo ERC el rango de partido
más votado. De ahí la firmeza de Oriol Junqueras que intuye perfectamente que
la consulta jamás verá la luz y que aparentar dureza y aplomo le reportará más
votos desencantados con la ambigüedad de Mas y con las corruptelas de CiU.
Junqueras sabe que la alternativa al referéndum son las elecciones anticipadas…
y que las ganará indiscutiblemente. El año terminará en Cataluña,
previsiblemente, con la convocatoria de elecciones autonómicas para Enero.
A partir de Octubre la sonrisa de
Rajoy se disipará: las cifras macroeconómicas dejarán de ser “favorables” y se
demostrará la triste realidad de que dependemos completamente del turismo, es
decir… de un negocio estacional. Las cifras del paro repuntarán de nuevo. Por
otra parte, se percibirá sin sombra de dudas que el empleo que se ha creado a
lo largo del año ha sido simplemente estacional con un altísimo nivel de
rotación y que el 80% de los contratos apenas han supuesto trabajo durante
cuatro meses antes de reingresar en las listas del paro. La estructura
económica de nuestro país está configurada de tal manera que el paro es
endémico y el empleo desde hace décadas se concentra mayoritariamente en
sectores con poco valor añadido (hostelería, construcción y agricultura). La
hostelería está sometida a los gustos del turismo, a la situación internacional
(caída del turismo magrebí y turco favorecen la llegada a España de turistas de
Europa Occidental) y a la posición modesta de otros competidores (Croacia,
Eslovenia, Chequia) que no durará siempre. Sin olvidar que un pequeño incidente
generado por independentistas o
yihadistas podría simplemente cortar en seco la llegada de turistas y un
desplome del PIB en apenas unos meses.
El repunte del paro provocado por
el fin del trabajo estacional se unirá a la desaceleración de la economía europea
(a la que va a parar una parte sustancial de nuestras exportaciones) y a la
recesión de las economías argentino-brasileña que contribuirán a revitalizar la
crisis de la globalización iniciada en 2007. Cuando se convoquen las elecciones
municipales y autonómicas de mayo de 2015, la campaña se iniciará con el mal
sabor de boca de esta crisis y su repercusión en el empleo y la sensación de
que la palabra de Rajoy vale tanto como la de Zapatero o de cualquier otro que
le haya precedido, lo que permite entrever que los resultados para el PP serán
limitados y que perderá algunas grandes ciudades y el control de algunas
comunidades autónomas en las que hoy gobierna.
La acumulación de casos de
corrupción producida en los últimos años no parece que vaya a desembocar en el
último tercio de 2014 en juicios públicos. Tanto la trama Gürtel, como el caso
de los EREs, si bien han superado la fase de instrucción, no se ha concretado
todavía una fecha para su celebración y en cuanto al destino procesal del gang Pujol (y de otros casos que puedan
aparecer hasta que se sustancie el conflicto soberanista en Cataluña) ni
siquiera se han abierto las instrucciones. En cuanto al Caso Urdangarín, a
medida que se dilate su instrucción, y vaya quedando atrás la abdicación de Juan
Carlos I, la corrupción en el entorno de la Casa Real tenderá a identificarse
con la imagen del nuevo monarca en lugar de estar ligada al precedente. De ahí
que, de entre todos, éste posiblemente sea el caso que aparezca antes en los
tribunales, pero difícilmente en el cuatrimestre que se inicia ahora.
Parece inevitable que se produzca
una recomposición de la izquierda en torno a Podemos, a la vista de la tendencia iniciada a partir de las
elecciones europeas y de la incapacidad del PSOE para superar su crisis
estructural. La falta de talla política de Pedro Sánchez, evidenciada en sus
dos meses de gestión, siembra las más serias dudas sobre el futuro de este
partido. Con una Izquierda Unida en descomposición y un tránsito por goteo
hacia Podemos, el silencio
atemorizado de Equo ante el ascenso
de su inmediato competidor, es inevitable que el partido de Pablo Iglesias, si
consigue superar su dinámica asamblearia y pone orden en sus estructuras
organizativas, se convertirá antes de las elecciones municipales en vector
principal de la izquierda.
Todo esto induce a pensar que una
vez resuelta la fecha mítica del 9-N en la que probablemente lo único que pase
sea que Artur Mas se vea obligado a convocar elecciones anticipadas, el
problema catalán quedará conjurado, como mínimo hasta que no se siente un
gobierno de izquierdas en La Moncloa, gobierno que no podrá sino surgir de una
coalición entre un PSOE declinante, un Podemos
aun capaz de suscitar el entusiasmo propio de las utopías y una IU enfrentada
al dilema “desaparición o tocar poder como socio secundario”. Solamente en esas
circunstancias un gobierno español podría autorizar la convocatoria de un
referéndum en Cataluña de efectos imprevistos.
El último cuatrimestre de 2014
demostrará en primer lugar el error de pensar que estamos ante un nuevo ciclo
de “vacas gordas” y que el problema del paro dista mucho de estar resuelto
incluso en una mínima parte. Demostrará, así mismo, la crisis de confianza del
electorado ante las opciones tradicionales y aumentará la sensación de que se
está acabando un ciclo político. La ausencia de juicios públicos contra la
corrupción (y la posibilidad de que aparezcan más casos) aumentará el encono de
la población contra la clase política, una población que quiere ver ya de una
vez por todas sustanciados los innumerables procesos abiertos o en vías de
incoarse y necesita, de una vez por todas, ver a políticos de primera fila,
entrando en fila en la cárcel.
El nombramiento de algún español
(¿De Guindos, Arias Cañete?) para ocupar puestos de relevancia en la
administración de la UE sería para Rajoy un argumento más para “vender” su idea
de “eficacia en la gestión, discreción en la actuación”. Pero, difícilmente
esta idea podría llegar al grueso del electorado mucho más pendiente de lo que
ocurre en el barrio que de las novedades llegadas de Bruselas por importantes
que sean. Por otra parte, el nombramiento de un miembro del PP para un cargo de
relevancia internacional, dará argumentos a la oposición para recordar el caso
de Rodrigo Rato. Sin olvidar que los comisarios españoles de la UE,
frecuentemente, han realizado una gestión completamente aséptica y alejada de
cualquier forma de patriotismo.
La publicación del dato de que
medio centenar de “españoles” figuran entre los yihadistas que combaten en Siria ha conseguido desplazar el eje del
terrorismo al fundamentalismo islámico y exige medidas para frenar las
generosas concesiones de nacionalidad en virtud del ius solis de las que la aparición repentina de yihadistas es solamente una de las muchas consecuencias del
problema, siendo la primera en importancia, el desfiguramiento creciente de la
identidad española.
El problema de la inmigración,
como la caída en picado de la calidad del turismo, deberían de obligar al gobierno
a tomar medidas, especialmente por las repercusiones que tienen la llegada
constante de oleadas de inmigrantes subsaharianos convertidos en verdaderos
transmisores de enfermedades víricas. En cuanto al turismo, el gobierno debería
plantearse con el verano aún caliente, si el turismo-basura es el modelo que
deseamos y necesitamos. Ahora bien, si tenemos en cuenta la velocidad con la que
el gobierno Rajoy suele procesar los datos cotidianos, la respuesta a todos
estos problemas no se producirá desde luego en 2014 y suerte tendremos si el
gobierno hace algo antes de las próximas elecciones generales.
Cuando oigamos el primer mensaje
de Navidad de Felipe VI en el que nos hablará de estar unidos y tener un
destino común, mantener una actitud optimista y constructiva a pesar de los
nubarrones internacionales y las dudas sobre el futuro… la audiencia será
indudablemente más baja que en años anteriores, indicativo que la desconfianza
creciente que alberga la población ante la clase política. Y es que el sistema
se va marchitando progresivamente como la naturaleza en otoño, su base social
se ve cada vez más erosionada como los árboles que a partir de ahora empezarán
perder hojas…
© Ernesto Milá – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com –
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