sábado, 16 de octubre de 2010

Marruecos, “el aliado”… o el patriotismo zapateriano

Infokrisis.- Tenemos un presidente del gobierno que raramente se entera de algo y que dista mucho de pensar en función de los parámetros de una lógica racional, sino razonable. Cuando uno encuentra que individuos mediocres, sino por debajo de la media, al frente de los destinos de nuestro país, no puede por menos que dudar sobre las bondades de la partidocracia. Lo que está ocurriendo ante nuestra vista –habituada a los sainetes políticos tras cinco años de zapaterismo- es la quiebra del sistema político. Un episodio de importancia histórica que solamente la insignificancia política de Zapatero puede hacer que esté pasando casi completamente desapercibido.

Pequeña historia del zapaterismo

Es bueno recordar por qué Zapatero está al frente del gobierno español: es secretario general del PSOE gracias a los votos aportados en el congreso del PSOE del 2000 por la delegación del PSC presidida por Maragall, un político ya entonces mermado físicamente. Llama la atención la endeblez política de Zapatero en aquel momento. Un diputado mudo de provincias reunió a la ejecutiva del PSOE de León y les propuso su programa… cuyo primer punto ¡era la defensa y el impulso de la inmigración en una provincia que en aquella época apenas tenía un centenar de inmigrantes! Zapatero llegó a la cabeza del PSOE con un equipo mediocre construido según el “principio de Peter” según el cual un incompetente sitúa como colaboradores a gente aún más incompetente que él para no ver su posición amenazada.

Era difícil que en un período de crecimiento económico y con un gobierno de mayoría absoluta, el PP dejara escapar la posibilidad de una reelección. Sin embargo, la nefasta gestión de Aznar de la cuestión de Irak, su alineamiento radical con las posiciones anglosajonas y la famosa foto de las Azores le crearon un problema que, en realidad, por sí mismo, no era suficiente como para apearlo del poder. Entonces llegaron las bombas del 11-M, la provocación, la intoxicación, la mala gestión de la crisis… y la sustitución de Aznar por Zapatero aupado en la pirámide 192 cadáveres. No es raro que el PSOE considerase una prioridad cortar cualquier posibilidad de llegar al fondo de la cuestión, so pena de encontrarse con una verdad que no hubiera gustado a los electores.

Sí, porque sea cual fuere el director de orquesta del 11-M, los servicios secretos marroquíes entraban por algún lugar. Fueron ellos los que el 15 de marzo de 2004 enviaron a España a funcionarios encargados de recordar que los detenidos el día antes eran “peligrosos terroristas islámicos vinculados a la red que cometió los atentados de Casablanca” en mayo de 2003. Esos informes se han revelado completamente falsos y ni Zougan ni sus compañeros tenían nada que ver ni con el radicalismo islámico ni con redes fundamentalistas nacidas en los barrios pobres de Tánger y Casablanca. La “verdad oficial” solamente podía establecer que una célula terrorista sin padre ni padre, sin líderes ni inspiradores, sin estrategas y sin tácticos, una célula inexistente mató a 192 personas.

Zapatero ya estaba el frente de la administración. Hubiera sido difícil que cualquier otro presidente de gobierno hubiera cometido tantos errores en tan poco tiempo. De hecho toda la primera legislatura de Zapatero había sido un inmenso error: error en el tema antiterrorista, error en el episodio del Estatuto Catalán, error en la modificación del Plan Hidrológico, error en el área de inmigración, error en el tema de matrimonios gays, error en la ley contra la violencia doméstica que pareció estimularla mucho más que contenerla, error en el enfrentamiento con la Iglesia, error en su alianza con los nacionalistas más radicales en Galiza y Catalunya, error en convocar un referéndum sobre la Constitución Europea sin saber lo que se votaba, errores, uno tras otro, en política internacional, en asignaturas tan simples como el canon digital y en tantos pequeños asuntos de política cotidiana. Y sainetes como el de la Alianza de Civilizaciones, las ministras florero, el lobby gay de La Moncloa, los malentendidos generados por la increíble tendencia de Zapatero a decir a cada cual lo que desea oír y, por tanto, a no poder mantener sus promesas.

Era difícil que en 2008 el que fuera definido como “el peor presidente de la democracia” (calificación bastante suave, por cierto) resultase elegido. Lo fue gracias al despliegue mediático y, especialmente, gracias a dos factores: el providencial asesinato de un ex concejal socialista que hizo olvidar la inmensa cagada (no hay calificativo mejor para expresar la política zapaterista) que fue la política antiterrorista entre 2004 y 2007 y una mentira mil veces repetida que creyeron 12 millones de electores: la de que no existía crisis económica.

En un año hemos pasado de un optimismo desmesurado en materia económica a una situación de crisis nacional y a una sensación de bancarrota del Estado. Ya no quedan ases en la manga. Zapatero no es todavía un cadáver político, es simplemente un no-muerto. Su capacidad de liderazgo, credibilidad y gestión están literalmente pulverizados. Ya no quedan conejos en el sombrero ni ases en la manga. Zapatero es un líder político amortizado. En caso de que las elecciones europeas le sean ampliamente desfavorables y dadas las simetrías parlamentarias, a Zapatero le puede ser muy difícil gobernar a partir de septiembre. Si en ese momento la situación económica no ha mejorado (el plan de empleo municipal del gobierno se está desarrollando caóticamente y solamente generará un mínimo efecto benéfico sobre el empleo en las semanas previas a las elecciones europeas…) y en lugar de bajar en porcentaje de votos, sufre un desplome, las elecciones anticipadas están cantadas para invierno o incluso para el final del otoño.

En el episodio Chacón-Kosovo, se ha reiterado esa increíble tendencia de Zapatero a hacer el ridículo en temas internacionales. Ni siquiera El País ha salido en defensa de la ministra de Defensa (y no sólo porque su marido, antiguo responsable de comunicación del PSOE tuviera ajustes de cuentas pendientes con PRISA), sino porque la postura de Zapatero es literalmente indefendible. No es solamente el prestigio de la ministra del embarazo ha salida hecha puré, sino que son los restos de credibilidad de Zapatero en la esfera internacional los que han desaparecido sin dejar señas. Es un anticipo de lo que le espera.

El “gran aliado de España”: Marruecos

Nada de todo esto es sorprendente. Cuando se elije como presidente del gobierno a un tipo que se ha limitado a tener suerte y a escalar hasta el poder con la pirámide de muertos amontonada por otros o a repetir mil veces la mentira de la inexistencia de la crisis, ningún episodio por surrealista que sea resulta completamente increíble.

Zapatero en pleno congreso, tras reprochar el PP la participación en la guerra de Irak (en realidad fue solamente un envío de tropas en la posguerra iraquí), se le ha calentado la boca y, a falta de mejores argumentos, ha recordado el episodio de Perejil que según él puso en peligro las relaciones con “ese gran amigo de España que es Marruecos”. Decididamente el presidente del gobierno no es más tonto porque no se entrena. Volvemos al “primer Zapatero”, a aquel que fue llamado el presidente de la “renuncia permanente” que ahora manifiesta en un calentón parlamentario su deseo oculto: entregar parcelas de territorio español a otra potencia. Porque aunque Zapatero lo niegue y lo dude, Perejil, grande o pequeño, es España. Como lo es Ceuta y Melilla y como lo son Canarias, por mucho que su amiguito del alma, el rey de Marruecos, el único político internacional que se toma en serio (¿se lo toma verdaderamente en serio?) a Zapatero.

La frase de Zapatero es elocuente: para él, ese humanista y universalista, las fronteras son cosa del pasado, la soberanía nacional una antigualla en tiempos de globalización, el honor nacional un arcaísmo y la seguridad nacional cosa de militares, por tanto, algo de lo que hay que desconfiar. ¿Qué Marruecos pide Perejil? Tendrá sus razones, hay que dárselo. ¿Qué pide Ceuta y Melilla? Bueno, en el fondo las dos ciudades están en tierra Africana… ¿Qué Marruecos tose? Zapatero se acongoja. ¿Qué Mohamed pide dinero? Zapatero tira de talonario. ¿Qué el reino alauita intenta invadir con sus exportaciones agrícolas de ínfima calidad (tomates que no saben a tomates, zanahorias con aroma a corcho, solamente el hachís, la gran exportación hortofrutícola marroquí sabe al parecer a hachís)? No hay problema, Zapatero le abre la puerta de Europa aun a costa del harakiri de nuestra agricultura. Ese es Zapatero, el “estadista” de la renuncia permanente.

Cuando estuvo en Turquía en el lanzamiento de la Alianza de Civilizaciones, a la pregunta de un periodista sobre qué le parecía la discriminación de la mujer en el Islam, Zapatero se limitó a decir como única y escueta respuesta que “en Europa tenemos muchas cosas de las que no podemos estar orgullosos”… La respuesta era significativa: está dispuesto a reconocer al varón islámico el derecho a apalizar a su mujer con tal de que Marruecos y Turquía le sigan apoyando en su loca y patética aventura de la Alianza de Civilizaciones, así pues ¿qué no daría a Marruecos si Marruecos se lo pidiera? ¿soberanía compartida en el reino de Granada? ¿retirada del ejército español de Canarias? ¿mejorar las infraestructuras de Ceuta y Melilla antes de poner una alfombra roja al sátrapa de Rabat? ¡Cualquiera sabe lo que carbura dentro del cerebro de un ignorante.

Porque, a fin de cuentas, el problema de Zapatero es su ignorancia en materia internacional. No le ha bastado recibir mensajes de indiferencia y hostilidad en foros internacionales, no le ha bastado codearse solamente con mangui-naciones, ni con las ironías frecuentes de sus colegas europeos, sino con tirones de orejas (Chirac y Schröder tras la regularización masiva de inmigrantes en 2005), no le ha bastado simplemente con leer la prensa todos los días o pedir asesoramiento de la Defensa, para saber que tener a Marruecos como “gran aliado” es como quien tiene un tío en Graná (que ni tiene tío, ni tié ná).

A Zapatero no se le ha olvidado que a poco de ser elegido secretario general del PSOE, en el momento álgido del “desencuentro” con Marruecos, solamente fue recibido por Mohamed VI, poco después de que resultara coronado sultán. Ya en aquella ocasión, el sátrapa marroquí expresó que “ese era el mejor presidente para España”… que era como decir “elijan a este que es con el que yo me podré beneficiar más”.

Hoy, 24 de marzo de 2009, Zapatero ha demostrado en el Parlamento que ni siquiera entendió lo que pasó en Perejil hace siete años: una potencia extranjera invadió un trozo de territorio nacional y se negó a abandonarlo por vía diplomática haciendo necesaria una operación militar. Es simple, no ocurrió otra cosa, sólo eso: un atentado a nuestra integridad territorial. Zapatero ni siquiera es capaz de reconocerlo.

No es raro que España no tenga ni política exterior, ni política de defensa, ni políticas de Estado y que, por no tener ni siquiera tenga claro quién es el “adversario” y por dónde pueden venir los problemas de seguridad. Marruecos exporta especialmente drogas, inmigración y terrorismo, por este orden. Y sobre todo lo hace en dirección a España: de Marruecos están llegando fundamentalistas islámicos, de Marruecos ha llegado más de un millón de inmigrantes y de Marruecos están llegando anualmente más de 25.000 toneladas de hachís y unos cuantos miles de toneladas todavía no cuantificadas de cocaína colombiana. Y, por supuesto, tomates insaboros y zanahorias que podrían servir como tapones de botella. Zapatero ni siquiera se ha enterado de cuáles son los problemas en las relaciones con Marruecos. O quizás es que se ha enterado y siente una mezcla de vértigo y miedo. ¡Menudo aliado y menudo presidente!

Marruecos es el gran aliado de EEUU en la zona. En este sentido, Marruecos ha logrado desplazar a España como potencia aliada de EEUU en la zona del Estrecho. La monarquía inestable de Mohamed VI basado en la eficacia represiva de media docena de servicios de inteligencia difícilmente podrá contener el fundamentalismo islámico que bulle en los arrabales de Casablanca, de Marraquech, de Tánger y Rabat. ¿Qué hará entonces ZP? ¿Intentará apuntalar a la corrupta monarquía alauita? Es lo más probable. Afortunadamente, para cuando eso ocurra, Zapatero será un recuerdo y una dolorosa irrisión en la historia de España.

© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@blogia.com  http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.