jueves, 14 de octubre de 2010

Los distintos aspectos de la piratería somalí

Infokrisis.- En este país de sainete, ventripotente y cuernilargo, el tema de los piratas del Somalia ha alcanzado el nivel de pura irrisión. Por si el envío de una fragata a la zona con órdenes de vigilar pero no intervenir drásticamente (en alta mar es difícil explicar que se acude a repartir bocadillos), antes, el secuestro del Playa Bakio se saldó con una cantidad pagada a los secuestradores y el del Alakrana, presumiblemente se cerrará por la misma vía, pero pagando más. En esto de la piratería si alguien paga un millón, el siguiente pide cuatro, que es lo que piden ahora los secuestradores. Por si esto fuera poco, los piratas que tras el secuestro del Playa Bakio resultaron detenidos… se entregaron al gobierno de la zona, para que los pusieran en libertad acto seguido. Ahora, el sainete ha continuado con Abdú Willy, del que llevamos una semana discutiendo si es mayor de edad, menor de edad o mediopensionista. La cosa varía porque si es mayor de edad se va la trena y si es mejor se le sitúa… bajo protección del Estado Español, a pan y cuchillo. De momento, Adbú es el primero en reconocer lo gracioso de la situación y quejarse sólo de que le han ocupado el teléfono o de que le han quitado los cordones de los zapatos.

El problema de la piratería en Somalia es poliédrico y no está de más aportar unas notas dedicadas a nuestros marinos secuestrados y a los armadores a los cuales, ningún seguro naval del mundo, cubre por actos de piratería.

Vertiente local en el Cuerno de África

Somalia no pude ser definido más que como “Estado frustrado”, mucho más que el Afganistán de los talibanes, que fue calificado como tal por el presidente Bush, justificando por ello la invasión del país. Se dice que un Estado es “frustrado” cuando no cumple sus funciones de organización y dirección de la sociedad y ha caído en manos de bandas de delincuentes o está mediatizado por ellos (y es curioso por que al paso que vamos con los casos de corrupción que han ido apareciendo en los últimos meses, España podría entrar incluso en la calificación de “Estado frustrado”).

Somalia no existe en la práctica. Está dividida en pequeños Estados que actúan independientemente (lo dicho, casi como España), el más importante de los cuales es Puntland (Puntlandia en castellano) que ocupa la punta del “Cuerno de África”.  Puntland es, oficialmente, una “región autónoma”, pero en la práctica actúa como Estado dirigido por estructuras tribales desde 1991. Poco después estalló la guerra entre Puntland y Somalilandia, más tarde el tsunami que sacudió al Índico y, finalmente la guerra civil entre fracciones islámicas. Y es en ese momento, en un clima de guerra civil en donde aparece el fenómeno de la piratería.

En la antigua Somalia hay tres conflictos: una guerra entre “regiones autónomas”, otra dentro de cada región autónoma entre tribus y otra más, transversal, entre islamistas moderados e islamistas radiales. Sin olvidar el papel de los países de la zona que toman partido por unos bandos u otros. Una zona sin control de ningún tipo y en la que no existe nada parecido a un Estado, sino donde se evidencia la incapacidad de África para organizarse en forma de Estado-Nación y su persistencia en el modelo tribal.

Vertiente geopolítica

El cuerno de África es lo que en geopolítica se llama “zonas clave” o “pivotes geopolíticos”. No es una zona banal, ni inofensiva. Es vital para el suministro de petróleo a Europa. Insisto: a Europa. El petróleo consumido en los EEUU procede mayoritariamente de Venezuela, en primer lugar y, de forma secundaria de los yacimientos marítimos del Golfo de Guinea y del Mar del Norte. Europa, en cambio, consume petróleo que procede preferentemente de Oriente Medio y del Cáucaso.

Quien controle el Cuerno de África controla la ruta del petróleo que discurre desde Kuwait y Basora por el Estrecho de Ormuz, y se bifurca antes de llegar al Golfo de Adén, según el tonelaje de los navíos: unos atraviesan Suez y otros –los superpetroleros- prosiguen hacia el Sur bordeando el cabo Aghulas que marca la división entre el Indico y el Atlántico. La mayoría de los petroleros que discurren por esta ruta conducen crudo a Europa.

Lo que pase por Puntland es, pues, vital para Europa y es algo mucho más importante que un atún o un merluzo. Y en la zona gobiernan bandas islamistas, con estructura tribal, sin control, una zona gobernada por la Sharia a través de imanes y electroimanes que tan solo piensan en cómo reunir más fondos (la única producción de la zona es el incienso…) para comprar más armas y batir a la tribu vecina. De ahí el interés de los piratas en realizar secuestros con fines crematísticos.

Vertiente europea

Entre las necesidades básicas que el aparato de un Estado debe cubrir figura la alimentación. De ahí que la flota pesquera sea fundamental para un país. El problema es que las necesidades mundiales de alimentación van creciendo a velocidad mayor que la reposición de los bancos pesqueros. Sin embargo, el pescado es cada vez más abundante y barato, ¿por qué? Por que la técnica europea ha generado los llamados “cultivos navales” que hasta hace poco solamente se utilizaban en piscifactorías para repoblar ríos. Ahora, tanto en tanques gigantescos próximos al mar como en zonas costeras acotadas, se “estabulan” especies de pescados como se ha hecho siempre con animales de corral. La importancia del Cuerno de África no es importante porque unos miles de piratas acosen a nuestros pesqueros.

La flota pesquera española se ha ido reduciendo cada vez más a medida que la legislación marítima internacional ha aumentado las aguas territoriales y va disminuyendo en número de navíos y en puestos de trabajo. La zona del Cuerno de África es una zona pesquera de importancia muy secundaria para nuestro país (demasiado remota y no hay tantos atuneros, por lo demás, como para ser “estratégicamente importante”) y la presencia de una fragata y de otras naves de combate, especialmente francesas (la base francesa de Djibuti está apenas a 1.000 km de la punta del Cuerno de África) es fundamental, no tanto para garantizar el que unos atuneros puedan faenar, como para asegurar que bandas de somalíes dirigidos por imanes enloquecidos, emporrados y fanáticos, puedan estar en condiciones de cortar la ruta del petróleo a Europa.

Vertiente española

Un Estado serio no puede permitirse ataques de bandas de piratas sin una respuesta contundente. Va en ello, no sólo el prestigio nacional, sino que también crea peligrosos precedentes. El fenómeno de la piratería islámica es algo que no  ha sido desconocido en el Mediterráneo: entre los siglo X y XVIII Argelia se convirtió en el principal semillero de ataques piratas… hasta que las bases fueron destruidas en sucesivas incursiones. El mercado de esclavos de Argel y de Orán estaban repletos de andaluces, murcianos, alicantinos, mallorquines y valencianos hasta que se llevó la sangre y el fuego a aquellos reductos.

Hasta ahora, el gobierno español se ha mostrado excesivamente manso ante los ataques piráticos: se ha negociado, se les ha pagado, se ha enviado una fragata casi “contemplativa” y, pronto, los piratas han percibido que España es el eslabón más débil, y al que se puede muñir más y mejor.

El gobierno español ha tardado cuatro meses (desde antes del verano hasta el consejo de ministros de ayer) en autorizar el embarque de armas de guerra en pesqueros españoles. Lo ha hecho tarde y tras negarse a que legionarios, paracas, coes o marines embarcaran para asegurar la protección de nuestras barcos. De haberlo hecho antes, el Alakrana seguramente hubiera eludido el secuestro y Abdú Willy estaría en el fondo del mar en lugar de paseándose de juzgado en juzgado para ver si es adulto o es un crío.

Y, por otra parte, y en esto no puede haber ni una sola voz discordante: marineros españoles están secuestrados por una banda de desarrapados. Ellos y sus familias están viviendo, sin duda, la situación más incierta de su vida. Estar con ellos es una obligación moral y patriótica.

Vertiente ecologista

En ambientes progresistas se ha discutido sobre la legitimidad de los piratas somalíes argumentando que actuaban para defender sus caladeros y conseguir realizar una pesca sostenible en la zona para alimentar a sus familias o incluso porque en aquellas aguas se descarga basura nuclear. La fuente en lengua española de tal noticia es Argenpress y ha sido reproducida por Mundo Árabe, una web islamista.

El origen es un artículo publicado en un blog norteamericano, The Hufintong Post. En ciencia se dice que “a grandes tesis, grandes demostraciones”: demostrar que la piratería somalí es “ecologista” precisa algo más que un artículo único. Por otra parte, en leyes se dice “testimonio único, testimonio nulo”… por tanto no puede darse mucho crédito a esta versión que, por lo demás, sería secundaria en relación al hecho geopolítico capital para Europa (salvaguardar la ruta del petróleo, so pena de provocar un colapso) y para España (solidaridad con los marineros presos y con sus familias).

Lo cierto es que el tipo de ataque pirático no coincide con las prácticas del “perfecto ecologista” o del “africano hambriento”: ataque el buque de pasajeros Seabourn Spirit, secuestro del carguero indio Safina al-Birsarat, secuestro del petrolero Sirius Star (que ha pasado a la historia de la piratería como el secuestro del buque de mayor tonelaje de la historia: 2.000.000 de barriles de crudo), secuestro del yate francés Tanit, secuestro del buque de carga Maersk Alabama. En septiembre de 2008 una decena de buques de carga pirateados estaban fondeados en las costas de Puntland y 130 miembros de las tripulaciones presos. Según la Oficina Marítima Internacional los piratas somalíes han llevado a cabo hasta ahora más de sesenta ataques haciéndose con 18 millones de euros de rescate.

Si en España se tiende a relacionar “piratería somalí” con “actividad ecologista” es porque ha afectado a nuestros atuneros y si les ha afectado a ellos, no es por su actividad, sino por su vulnerabilidad, por la debilidad del gobierno español y por su falta de energía.

Conclusión

Hoy es imposible negar que el objetivo de la piratería somalí es simplemente aprovisionarse de fondos para alimentar a las distintas fracciones en guerra civil. ¿Ecología? En una situación como la de Puntland y Somalilandia, no hay ecologistas. Las artes de pesca de la zona apenas han cubierto siempre las aguas costeras, nunca han estado en condiciones de adentrarse en las zonas atuneras y no es por falta de medios: el objetivo de los piratas no es desarrollar una industria pesquera sostenible para alimentar a sus familias, ni mucho menos cuidar los presuntos vertidos tóxicos (por lo demás, no demostrados y que entrarían en contradicción con el interés pesquero de la zona: los atunes que nos comemos no son verdes fluorescentes, ni tienen tres ojos…) y, por tanto, no invierten en buques de pesca de altura o bajura, sino en lanchas rápidas, lanzagranadas y cohetería.

Por otra parte, Mujtar Robow, jefe de los “shebabs” que combaten al gobierno provisional somalí, apoyó públicamente estos ataques, justificándolos como una forma de impedir que llegaran armas al enemigo. La sostenibilidad de la pesca en la zona o los vertidos tóxicos no entran por ningún lugar. En cuanto al jeque Sharif, jefe de los islamistas moderados, la Alianza por una Nueva Liberación de Somalia, reconoció a su vez que “los bandidos cometen esos ataques repugnantes motivados por la codicia”. ¿Ecología? ¿sostenibilidad de los bancos de pesca? ¿dónde?

Por nuestros marineros secuestrados y por sus familias, por su pronto retorno; por una acción contundente contra la piratería islámico-somalí; por un defensa de los intereses de Europa en el Cuerno de África.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen