miércoles, 7 de junio de 2023

AGENDA 2030 – FORO DE DAVOS – TRANSHUMANISMO TRES TENDENCIAS CONVERGENTES (charla del 3 de junio en Madrid)

El sábado pasado, invitado por la Asociación Juan Ignacio tuve la ocasión de dar una breve charla en el Espacio Ardemans. Resultó particularmente interesante saludar a amigos y kameraden que hacía tiempo no veía y saber que todos siguen en pie y en línea. La charla se grabó, así que supongo que aparecerá por algún sitio. Este es el texto inicial que no corresponde exactamente con lo dicho por razones de tiempo. Incluyo el texto con algunas referencias que pueden encontrarse en el propio blog INFO-KRISIS a fin de completar conceptos, ideas, personajes y situaciones de las que en la charla era imposible extenderme más. Estos enlaces pueden servir también como referencia del proceso de elaboración seguido para componer esta charla que no es más que una síntesis de trabajos realizados en el últimos año y medio.

Charla Madrid 3 de junio

AGENDA 2030 – FORO DE DAVOS – TRANSHUMANISMO
TRES TENDENCIAS CONVERGENTES

INTRODUCCIÓN

Posición del conferenciante: entender nuestro tiempo. Lo peor que le puede pasar a un ser humano es no entender el tiempo en el que le ha sido dado vivir. Y es más frecuente de lo que parece. Puede parecer paradójico para alguien que dirige una revista de historia del fascismo que va ya por su número 84. El fascismo no es de nuestro tiempo: pertenece a la primera mitad del siglo XX y no tiene nada que ver con la postmodernidad. (Ver Artículo 1Artículo 2Artículo 3)

Me dedico a otra actividad: la de crítico cinematográfico y se series de televisión. En realidad, fue a través del cine como llegué al H+. Era una ideología que estaba presente en muchas películas desde 1968 cuando Kubrick filmó 2001 una Odisea espacial. Desde entonces ese cine, a veces confundido con el de ciencia ficción, ha ido prosperando, así que hará unos cinco o seis años, me interesé por sus orígenes y, si os interesa este planteamiento por ahí corre una conferencia mía sobre el tema que no voy a repetir aquí.

Veía una ilación lógica que llevaba de la “contracultura” de los años 60, a la “new age” (Ver Artículo 1 y Artículo 2) que siguió y de ahí, en los años 90 se forjó esta nueva corriente, el H+. (Ver Artículo 1 y Artículo 2) Mi primera valoración fue: “Es una locura”, pura ciencia ficción tomada como ciencia positiva. Hoy me mantengo en la misma actitud. Es H+ es una locura… pero es una locura compartida por élites económicas y tecnológicas, como en otro tiempo existían corrientes socialistas fabianas compartidas contradictoriamente por los Rockefeller y élites financieras. Sin embargo, el H+ insiste en un punto: el papel de la ciencia y de la técnica en la construcción del futuro. ¿Y los otros dos?

- El Foro de Davos es un “grupo de encuentros”, entre otros muchos (Ver Artículo), en donde se unen representantes de los consorcios económicos, de las clases políticas nacionales y de la pieza intermedia entre ambas, los conglomerados mediáticos.

- La Agenda 2030, por su parte, nace de la casta funcionarial de las Naciones Unidas y de la UNESCO. Y aquí vale la pena insistir en que estas organizaciones internacionales no están compuestas por representantes de cada país para deliberar sobre la paz, resolver conflictos y preparar el futuro. Eso corresponde a las “asambleas generales”, pero eso es solo la punta del iceberg. Lo esencial es entender que detrás de las estas siglas existe una casta funcionarial con un proyecto propio: ultraprogresista y ultrahumanista, “iluminista” en el peor sentido de la palabra.

Pregunta: ¿En qué coinciden estas tres organizaciones?

Respuesta: en acometer proyectos de ingeniería social.

Pregunta: ¿Para qué?

Respuesta: Para adecuar las sociedades modernas a los cambios que se están produciendo y dirigirlas hacia lo que cada una de las tres organizaciones considera el marco utópico futuro.

Aquí vale la pena hacer un alto en el camino:

Una doctrina política es tal cuando es capaz de elaborar un proyecto de futuro. Para eso es preciso entrever cómo será el futuro. Si no se es capaz de prever el futuro, no se puede operar sobre él y, por tanto, el mejor de los proyectos políticos está, en ese caso, condenado al fracaso. Algunos lo hemos entendido tarde y eso explica el fracaso de las organizaciones en las que hemos militado.

EL FUTURO SEGÚN EL PROYECTO H+

El H+ es una nueva seudo-religión. No tiene nada de ciencia (porque no hay método científico), no es una filosofía (porque no hay racionalidad), tiene mucho de ciencia-ficción, y todo de seudo-religión, esto es de “falsa religión”, “simulacro de religión” o “caricatura de religión” en donde la “fe”, la emotividad, el sentimentalismo y la creencia en una “parusía de la técnica” constituyen la médula. Se dice que en Silicon Valley hay dos religiones: el ateísmo y el H+.

El transhumanismo:

-          Tiene sus “precursores”: los Juan Bautista (los Huxley, Galton, Darwin) (Ver Artículo)

-          Tiene su “viejo testamento”: la novela gótica, Teilhard (Ver Artículo), Fiodorov (Ver Artículo), ciencia ficción, Aldous Huxley (Ver Artículo)

-          Tiene sus “Apóstoles”: Esfandiary, Hans Movarec (IA), Marvin Minsky (cerebro-ordenador). Ray Kurzweil (La era de las máquinas espirituales), Max Moore (extropiano, ALCOR), Nick Bostrom (LEE, Humanity Plus), David Pierce (Imperativo hedonista, abolicionista).

-          Tiene sus “dogmas”:

1. La evolución no ha concluido.

2. La biología nos condena a muerte, pero queremos vivir.

3. La técnica nos permite estimular y acelerar la evolución

4. El próximo peldaño evolutivo contemplará: superlongevidad, superinteligencia, superbienestar

5. Se alcanzarán mediante desarrollo de IA, ingeniería genética, nanotecnología, robótica, impresión 3D, criogenia

6. El objetivo es crear un ser humano 2.0. que, durante la etapa H+ irá incorporando técnica: biohackers, cyborgs,

7. A la “etapa biológica”, seguirá una “etapa mixta” o H+ y luego una “etapa posthumanista” o “postbiológica”.

8. Conexión cerebro-ordenador a través de interface con carga y descarga de datos, permitirá crear una “conciencia cósmica colectiva”.

9. No se trata de “creer en Dios”, sino de “jugar a ser dios”; pasar del homo sapiens al homo deus. Tal es la propuesta final. (Ver Artículo)

Estos dogmas y los textos sagradas, así como los precursores, indican a las claras un optimismo tecnológico extremo y casi insensato.

De la misma forma que se decía en la Edad Media que el “Demon es deus inversus” (en castellano, más expresivo que el latín, se dijo que “el diablo es el mico de Dios”), hoy podemos decir que el H+ es el extremo límite de la subversión antitradicional.

Nada de todo esto pasaría por ser algo más que una originalidad exótica, difundida por películas hollywoodienses, de no ser porque las asociaciones y proyectos H+ están financiados por las fundaciones Rockefeller, Carnegie, Gates, etc y, recientemente, el presidente del Foro de Davos, Klaus Schwab se ha adherido a esta corriente. (Ver Artículo)

Y esto nos lleva directamente al Foro de Davos.

EL PROYECTO DEL FORO DE DAVOS

El “Foro de Davos” o Foro Económico Mundial, una ONG con sede en Suiza, fundada en 1971 que aspira a formar e incorporar élites a sus círculos regionales o a sus escuelas de cuadros. Tiene oficinas en Pekín y Nueva York. Colabora en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. Está dirigida por 24 miembros, y su función declarada es “el compromiso para mejorar el mundo”.

Se financia con las contribuciones de un millar de empresas (entre 40.000 y 500.000 francos suizos, moneda más o menos paritaria con el euro). Cada asistente a las reuniones del Foro para 4.500 euros por asistir a las conferencias y 9.000 para tener acceso a conferencias restringidas. Es un “big bussines” que factura al año 5.000.000.000 US$/año.

Une tres niveles:             - el mundo del dinero

                                          - el mundo de la política

                                          - el mundo de la comunicación

No es la única empresa de este tipo: Trilateral, Bildelberg, Club de Roma, Pilgrims Society, y así decenas. Se hacen famosas por algunos estudios o por previsiones que aciertan. Son “los que mueven el mundo”, pero, en realidad, siempre van a remolque del mundo.

Una nota “anti conspiranoica”: HETEROTELIA, distintos fines. Cualquier desarrollo de un proyecto resulta imprevisible y, habitualmente, nunca el punto de llegada tiene mucho que ver con propuesto en el punto de partida.

¿Qué hacen los asistentes a esas reuniones? Escuchar conferencias con la esperanza de conocer TENDENCIAS y estar personalmente preparados para afrontar mejor el futuro en las mejores condiciones. Parten de la base de que esas tendencias están compartidas por los hombres más poderosos del mundo y, por tanto, vale la pena ponerse bajo su sombra.

Por ejemplo, entre los 24 miembros de la dirección del Foro de Davos están

- David Rubenstein – fundador de Carlyle Group

- Kristalina Georgieva – presidente del FMI

- Peter Bradeck – ex director de Nestlé

- Larry Fink – consejero delegado de Black Rock

- Christine Lagarde – directora del Banco Central Europeo

- Reif Groisman – presidente del MIT

Como siempre en estos casos, lo importante no es lo que se trata en las sesiones -algunas se retransmiten en abierto por Internet y hay 500 periodistas cubriendo el evento, 220 conferencias durante 5 días- sino lo que se habla en los pasillos y el ambiente que se respira: son los “grandes influencers”.

No podemos bucear en el marco de esta charla en las ideas del FEM, pero sí situar el 2015 el arranque que nos interesa. (Ver Artículo)

-          En 2015 se publica el artículo en Foreing Policy (Huntington) de Schwab titulado La Cuarta Revolución Industrial. No tiene el menor impacto, pero al año siguiente se publica un libro con el mismo título que es, al mismo tiempo, el tema de la reunión del Foro de Davos.

-          En 2015 todavía se vivían las consecuencias de la primera gran crisis de la globalización. Y se trataba se relanzar el neo-capitalismo a nivel mundial.

-          Idea de partida es que todas las revoluciones industriales generan cambios en las relaciones de poder y en las estructuras de las sociedades y lo que Schwab pretende evitar es que los cambios tecnológicos generen cambios bruscos, especialmente, en el control que ejercen las élites económicas tradicionales a través de las estructuras democráticas, los partidos políticos y las organizaciones internacionales.

-          En la Primera Revolución Industrial, la del carbón, se generó una nueva burguesía acaudalada que sustituyó a las aristocracias e impulsó el modelo liberal de economía y el modelo partidocrático de entender la política. Fue la era de la formación de las naciones.

-          En la Segunda Revolución Industrial, la del motor de combustión interna y le energía eléctrica, el poder pasó a las grandes corporaciones anónimas, a las multinacionales y a la época de los grandes imperialismos (USA-URSS).

-          La Tercera Revolución Industrial arrancó con el microchip y la informática a nivel popular. Coincidió con la implantación mundial del neo-liberalismo y con el período de hegemonía unipolar norteamericana.

-          Hoy está en curso la Cuarta revolución industrial: y es ahí en donde recuperamos la obra de Schwab. Las características de esta revolución son:

> Desarrollo de la 3ª revolución, pero a mayor velocidad, a mayor profundidad y en mayor extensión.

> Está protagonizada por lo que Schwab llama “tecnologías convergentes”, a saber: biotech – IA – nanotech. Se trata de tecnologías que han nacido por separado, pero que, inevitablemente, tienden a confluir y a sintetizarse en prodigiosas síntesis tecnológicas y a revolucionar ramas de la medicina, de la genética, de la farmacología, de las comunicaciones y de las relaciones del ser humano con la técnica.

> Define 3 megatendencias:

+ físicas (robótica, vehículos autónomos, 3D, grafeno)

+ digitales (IA, blockchain, internet de las cosas, apps)

+ biológicas (ing.gen, medicinas personalizadas, nanotech)

Todo esto hará que la tecnología que surgirá de la 4ª Revolución Industrial no será algo separado del ser humano, sino integrado en él y que formará parte de nosotros mediante implantes, exoesqueletos, sustitución de órganos corporales por prótesis artificiales, etc.

> Schwab no dice nada nuevo: asume que las fantasmagorías de los doctrinarios transhumanistas van a desarrollarse tal como éstos plantean, pero las orienta hacia el terreno que a él, en tanto que empresario y presidente de uno de los conglomerados corporativos más influyentes, le interesa: en un momento dado de su libro sostiene que “Para poder gestionar la 4RI será preciso que las corporaciones colaboren con los Estados y las instituciones mundiales”. Esto implica:

- situar a las corporaciones económicas al mismo rango que los Estados

- limitar la soberanía y la democracia, subordinándolas a los intereses de las corporaciones.

- alcanzar el ideal planteado por Adam Smith en La riqueza de las naciones, publicado en 1776, esto es, hace 250 años, sobre dar rienda suelta, sin límite ni cortapisa alguna a la libre competencia y a las leyes del mercado.

Schwab justifica esta colaboración entre Estados endeudados dirigidos por políticos corruptos y tiburones corporativos, alegando que la aplicación de las tecnologías convergentes afectará a todo el sistema mundial.

Así pues, propone una serie de medidas:

+ “economía colaborativa”: aprovechamiento de las nuevas tecnologías para comprar, vender, reciclar, reutilizar, realizar trueques.

+ “economía de partes interesadas”: en el que las empresas renuncian a parte de sus beneficios a corto plazo para invertir en las necesidades de la sociedad, es una forma de pretendido “capitalismo abierto a la sociedad”.

+ “fábricas inteligentes” mediante IA, producción bajo demanda. Es lo que se llama Fábricas 4.0. Las empresas no serán dirigidas por consejos de administración y técnicos lentos en sus reacciones, sino por IA que trasladará las peticiones de consumo a las cadenas de producción en tiempo cero.

+ “utilización del big data” para prever y orientar movimientos y consumos.

+ Empresas “disruptivas”, es decir, empresas creadas para satisfacer nuevos mercados generados por las nuevas tecnologías.

Empresas que no tienen patrimonio, pero lo mueven todo: Uber, Cabify, FaceBook, AirBNB, etc.

Ahora bien, todas estas propuestas son susceptibles de críticas que resultan muy difíciles de rebatir. Por ejemplo:

- la robótica generará la pérdida de millones de nuestros de trabajo, por ejemplo, entre reponedores de supermercados (se calcula entre 300 y 400 millones de personas que quedarán en paro en este sector) o entre los taxistas y transportistas cuando se implementen taxis autónomos, distribución de productos mediante drones o transportes sin conductor.

- los puestos de trabajo que la inteligencia artificial destruirá será mucho mayor que los puestos de trabajo que generará y que serán siempre puestos de trabajo altamente cualificados.

- se ampliará la brecha social entre una minoría -cada vez más minoritaria- que tendrá acceso a medicinas personalizadas, consumos extremos, tratamientos de prolongación de la vida, etc.- y una mayoría cada vez más amplia que vivirá en un paisaje que oscilará entre el miedo a perder lo poco que se tiene y la miseria tal como está definida en los relatos cyberpunk: alta tecnología y bajo nivel de vida.

Esto favorecerá procesos espontáneos que pueden conducir a:

- Estallidos sociales

- Crisis económicas propias de la globalización

- Regresiones populistas y contestaciones al neocapitalismo

Para ello, Schwab y el FEM proponen:

1) Implantación de un salario social que garantice los mínimos de subsistencia, pero no mucho más allá.

2) Promoción de universos virtuales para huir de la triste realidad cotidiana.

3) Exigencia de disminución de la población mundial.

4) Liquidación de la clase media potencialmente peligrosa en la medida en que, de ella han partido todos los cambios y procesos revolucionarios del siglo XX: no se trata solo de destruirla, sino de amenazarla en su seguridad, atomizarla, y aplastarla mediante impuestos y situaciones de inseguridad. Así se le impedirá pensar en vías de reconstrucción.

Hasta la reunión de enero de 2023, Schwab hablaba en un lenguaje completamente diferente a los H+: utilizaba sus ideas, sus visiones sobre una tecnología de ciencia ficción, pero, a diferencia de ellos, lo hacía con un:

- lenguaje amable, moderado, próximo y pretendidamente humanista.

- solía recurrir a la ecología y a la “responsabilidad ecológica” de las corporaciones para resaltar sus aspectos humanistas.

- se expresaba con los recursos propios del “pensamiento positivo”, y, por eso mismo, ocultaba deliberadamente los aspectos más negativos de todos estos procesos tecnológicos, o bien los negaba con argumentos bastante infantiles.

Sin embargo, a partir de la reunión del Foro de Davos de 2023, su discurso cambió: realizó una adhesión explícita a las tesis transhumanistas (que le valió una respuesta airada de Elon Musk transmitida por teleconferencia) y presentó un cuadro mucho menos optimista de la situación económica que el expuesto en la anterior reunión del FEM cuando aludió al “reseteo de la economía”. Era el resultado de las tensiones internacionales que habían bloqueado a la globalización y dividido el mundo nuevamente en dos mitades a raíz del conflicto ucraniano y también el producto de un conflicto creciente entre el “dinero viejo” y el “dinero nuevo”.

¿Cuál es el problema que se va a generar?

Los propietarios de las nuevas tecnologías son los que, históricamente, en cada momento, han impuesto las reglas de juego a las sociedades: el liberalismo y la democracia vino con la primera revolución industrial, la época de los imperialismos fue el producto de la revolución energética, la tercera revolución industrial impuso la globalización, y fueron las grandes corporaciones las mejor situadas y las que impusieron sus reglas (fin de aranceles, desregulación) ¿y la cuarta?

Es evidente que por esta misma regla serán las big-tech las que impondrán sus reglas del juego.

Además, se da otra circunstancias -que es lo que asusta a los grandes consorcios-, a saber, que las empresas del sector tecnológico, con menos inversión, con menos personal, con menos cargas sociales, con menores presupuestos, generan mayores beneficios que las empresas convencionales y tienen mucho más valor añadido. Prácticamente son independientes del sistema bancario y dependen menos de las oscilaciones de la bolsa que las empresas convencionales.

Así pues, vivimos en un momento en el que está compitiendo sórdidamente el “dinero viejo” procedente de las grandes acumulaciones de capital generado por generaciones de las dinastías capitalistas, con el “dinero nuevo” generado en menos de 30 años por las big-tech. (Ver Artículo)

Eso permite que Elon Musk compita con la NASA y con la AEE, o que los Estados requieran la ayuda de las big-tech desde para convocar elecciones hasta para gestionar la propia estructura del Estado.

Schwab es consciente de este conflicto y aspira a evitarlo, tratando de encontrar territorios comunes. Pero él pertenece al clan del “dinero viejo” y no es probable que sus compañeros, habituados a prácticas depredadoras desde generaciones, acepten sus tesis sobre la “economía de partes interesadas”, de la misma forma que las big-tech ven a los CEO de los grandes consorcios de inversión como dinosauros de otra época.

Sin embargo, la guerra de Ucrania ha partido al mundo en dos, lo que dificulta aún más la posición de estas dos formas de capitalismo occidental. Lo que viene de China es la fusión entre el Estado y las empresas tecnológicas, por un lado y, por otro, la fusión entre lo peor del capitalismo (la masificación, el consumismo, la dictadura del conformismo, las libertades ilusorias, las desigualdades) y lo peor del comunismo (el consumismo, la masificación, el control social, la asfixia de las libertades, el materialismo, pues, no en vano, el marxismo sigue siendo asignatura obligada en las universidades).

Todo esto genera un cuadro particularmente preocupante y conflictivo para los próximos 30 años. Pero permite augurar una sociedad piramidal con una cúspide muy reducida que lo tendrá todo, y una base excepcionalmente amplia que solo conocerá la precariedad y a la que se ofrecerá la virtualidad como alternativa.

Schwab es de los que creen que un conflicto generalizado resultaría mortal para la civilización y generaría destrucciones inconcebibles incluso en las guerras más destructivas del siglo XX.

Y esto es lo que hace que, desde enero de 2023, sus dos orientaciones capitales adoptadas en la última reunión del Foro de Davos sean:

- Por una parte, asumir los presupuestos de la religión transhumanista,

- Por otra parte, es partidario de debilitar al máximo los Estados modernos, trasladando parte de su soberanía a las instancias internacionales y, por otra parte, haciendo que las empresas colaboren con los Estados en la gestión político-económica de las comunidades.

Y esto lleva directamente a la Agenda 2030. Schwab ya agradeció los esfuerzos de la Agenda 2030 en la Cumbre de Abu Dhabi.

LA GUINDA DEL PASTEL O LA AGENDA 2030

Si os habéis fijado, Pedro Sánchez no ha lucido el pin de la Agenda 2030 durante la campaña electoral. Es normal: el proyecto está cada vez más desprestigiado. Si bien existe cierto consenso en alguno de los puntos que sostiene (el cambio climático) dista mucho de existir unanimidad sobre si este cambio” es “antropogénico” como sugiere la Agenda o es un producto de los distintos movimientos y ciclos planetarios. Por otra parte, la introducción de la ideología woke y de los “estudios de género”, de manera obsesiva, han contribuido a deslucir este proyecto.

¿Quién promueve la Agenda 2030? La ONU y sus correas de transmisión (especialmente la UNESCO)

Vale la pena disipar un malentendido sobre lo que son cada una de estas organizaciones.

Mas que “organismos internacionales formados por representantes de los distintos países” (estos sólo están presentes en la financiación y en la Asamblea General) son élites funcionariales surgidas de proyectos rancios decimonónicos de “unificación mundial” (caso de Robert Müller). (Ver Artículo 1 y Artículo 2) Tienen ideas propias y aspiran a ser el embrión de un “gobierno mundial”. Para ello, asumen que deben realizar un trabajo de “ingeniería social” para modelar la sociedad del futuro a sus planes mundialistas. Uno de estos proyectos es la Agenda 2030.

¿Cuál es el origen de la Agenda 2030? (Ver Artículo)

-          2015 es el año clave: tienen lugar varios encuentros internacionales. En el de Turquía, los líderes del G-20, firmaron la “agenda” titulada “Transformando nuestro mundo: Agenda para el Desarrollo Sostenible”. Su texto, con modificaciones y añadidos, especialmente generados por la covid y sus efectos, es la actual Agenda 2030.

-          En este documento se incluyen todas las “palabras fetiche” que son igualmente compartidas en los documentos del Foro de Davos:

> Objetivos globales            > Desarrollo sostenible

> Diversidad                         > Cambio climático antropogénico        

> Perspectiva de género     > Resiliencia

> Empoderamiento               > Gobernanza

> Inclusión                             > Igualdad…

-       La Agenda 2030 sustituye a los “Objetivos del Milenio”, programa de la ONU elaborado hacia 1995: son muy diferentes. Nadie puede permanecer de espaldas. Se insiste en ecología mundial y en el “desarrollo sostenible” (palabra fetiche de los “objetivos del milenio” lanzada por el Club de Roma en su estudio sobre Los límites del crecimiento en 1972)

  La Agenda 2030 está compuesta por “17 Objetivos” y “169 Metas” (se reformuló aprovechando la epidemia y se vinculó cualquier objetivo con el covid: por ejemplo, se decía que la pandemia ponía en riesgo los avances de la “perspectiva de género”… Se decía textualmente que la mitad de los trabajadores pueden perder su empleo por la pandemia…

En principio, da la sensación, por los títulos de los “objetivos”, un programa inofensivo: “acabar con la pobreza”, “luchar contra el hambre en el mundo”, “defensa del medio ambiente”, “disminuir las desigualdades”, etc. Nadie, en su sano juicio, puede estar en contra de estos objetivos. Sin embargo, cuando se leer los textos de los 17 objetivos se comprueba lo que pretenden. Especialmente en 4 puntos: “Salud sexual y reproductiva”, “igualdad de género”, “educación” y “cambio climático antropogénico”. El primer punto es una actualización del viejo tema “malthusiano”(Ver Artículo 1 - Artículo 2Artículo 3) (reducir por todos los medios la población mundial), el segundo resume los “estudios de género” y entra dentro de esta perspectiva, y, finalmente, en el tercero se propone una educación a cargo del Estado que forme en la ideología que encierra el propio documento. Por otra parte, estas tres temáticas están siempre presentes en los catorce puntos restantes, incluso hasta extremos ridículos.

La idea que goza de mayor interés mediático es la del cambio climático. Mientras que Schwab contornea el asunto, para la ONU es el eje central: cambio antropogénico. Por tanto: energías limpias, renovables, no contaminantes, reciclado. Partiendo de estadísticas y datos discutibles y no confirmados, o de “unanimidades científicas” que no son tanto (hoy no existe ni remotamente unanimidad en la comunidad científica en torno a la aceptación del cambio climático, ni mucho menos de sus causas ni de sus efectos), se parte de la base de que es un resultado de la acción de la “raza humana” (entiéndase, de la “especie humana”, según la clasificación de Linneo) sobre el medio ambiente: en absoluto se da la posibilidad de que sea un resultado de los distintos movimientos del planeta, que han generado los cambios climáticos anteriores, cuando no existía la especie humana o cuando esta no había alcanzado un nivel de desarrollo industrial que pudiera perturbar el medio ambiente. Siempre ha existido cambio climático y si hoy se insiste tanto es, precisamente, para justificar el neomalthusianismo y las medidas para la reducir nacimientos… especialmente en “Occidente”.

Es un programa redactado para el Tercer Mundo mucho más que para el Mundo desarrollado, pero, la gran contradicción es que solamente es reconocido en el Mundo desarrollado.

Se alude especialmente a “instituciones sólidas” sobre las que apoyarse para “salvar a la humanidad” de la crisis climática: la ONU y sus filiales (la UNESCO, la OMS, etc).

Desde su “autoridad moral”, la ONU insta a los gobiernos nacionales a que cumplan los 17 objetivos.

No se alude en absoluto a cuestiones técnicas, ni a los procesos que cambiarán el mundo y que se desarrollarán entre 2020 y 2030.

La idea es “salvar el planeta”. Es la mayor colección de tópicos buenistas que supera incluso al peor recuerdo dejado por ZP.

Promueve cambios alimenticios (veganismo), “consumo responsable” (sic), “hambre cero”, “empleos decentes”, “energías no contaminantes y renovables”, “ciudades sostenibles, seguras y resilientes”, la “salud de los ecosistemas”, el “agua sostenible” e “instituciones sólidas” de las que la ONU es el “ejemplo”.

A pesar de haberse preocupado por proporcionar argumentos científicos y credibilidad mediante avales de personalidades, lo cierto es que en la web de la ONU dedicada a la Agenda 2030 puede percibirse con claridad la vulgaridad, la simplicidad, la superficialidad, la manipulación del lenguaje, con su semántica subversiva, y la burda intencionalidad de ingeniería social que, por sí misma, desdice cualquier calidad y profundidad científica y técnica.

¿En qué radica la fuerza de la Agenda 2030?

En que está promovida por la ONU que aspira a ser una estructura superior a los Estados Nacionales (cuando, en realidad, es, como hemos dicho, apenas una clique de funcionarios mundialistas). Utilizando este “ascendiente” sobre los Estados, la ONU envía a los gobiernos nacionales las pautas de la Agenda 2030 y éstos -especialmente gobiernos de centro-izquierda y de derecha progresista ¡en Europa!- tienen tendencia a asumirlo y traducirlo en medidas legislativas. Pero eso ocurre solamente en Occidente (USA + UE), con una repercusión mucho menor en el resto de países, o incluso, pasando completamente desapercibida en otros (en especial en Eurasia: Rusia + China).

La lectura de la Agenda 2030 demuestra que sus redactores están presos de la mitología mundialista nacida en el siglo XIX a la que se han limitado a unir las palabras fetiche y unas pocas ideas de carácter wokista (Ver Artículo 1Artículo 2) unas, procedente de los “estudios de género” otras, el neomalthusianismo propio de estos círculos y las ideas sobre el “cambio climático antropogénico”. Pero no aportan absolutamente nada sobre las novedades tecnológicas ni sobre los cambios que se pueden producir en el futuro de la mano de las nuevas tecnologías. El documento Agenda 2030, lejos de ser un producto de “rabiosa modernidad” es, más bien una reiteración de temas decimonónicos (unificación mundial, gobierno mundial, bondad universal, valores finalistas) a los que se han añadido “pegotes” resumidos en las “palabras fetiche” que hemos enumerado y a referencias oportunistas a la actualidad (al covid, por ejemplo) con intención de “ingeniería social”.

ALGUNAS CONCLUSIONES

1. Hasta aquí lo que expliqué en las charlas sobre este tema que di en 2022 (Ver Articulo). Pero en apenas doce meses hay nuevos elementos. En junio de 2022, el conflicto ucraniano no había llegado todavía a evidenciar sus consecuencias. Hoy sí, y eso es lo que nos permite decir: la globalización, tal como se entendía en el período 1990-2019, ha concluido. (ver Artículo)

2. A raíz de las sanciones impuestas por EEUU a Rusia y de las posiciones que han adoptado todos los países a favor y en contra, puede afirmarse sin temor a equivocarse que nos encontramos en la primera fase de la Segunda Guerra Fría y, en esta ocasión, todo induce a pensar que no terminará como la primera, sino que serán los EEUU los que colapsen interiormente por errores acumulados y/o por presiones externas. (ver Artículo)

3. Ni el bloque euroasiático (China + Rusia), ni el bloque occidental (USA + UE) son homogéneos. Rusia tiene un proyecto nacional: convertirse en una de las patas de un futuro orden multipolar. China, que incluye lo peor del capitalismo y lo peor del comunismo, consumismo más obsesión por el control de la población, aspira más bien a la hegemonía mundial. En el bloque occidental, existe polarización entre “ultraprogresistas” y “neoconservadores”: los primeros obsesionados por “estudios de género”, “antirracismo”, “wokismo”, “cambio climático”, mientras los segundos, al haber desaparecido las estructuras tradicionales miran con admiración el sentido del Estado que está presente hoy en Rusia.

4. Existe una polarización creciente entre ambos bloques, y dentro de cada bloque entre las distintas posiciones, si bien es cierto que la mayoría de las poblaciones están fuera de los esquemas de una “guerra cultural”. Y esto por dos razones a) las posiciones son tan antagónicas que resulta imposible cualquier forma de diálogo, b) la mayor parte de la población está sometida a un proceso de neutralización generado por redes sociales, streamings, espectáculos de masas, miedo al futuro y proceso de aculturalización general. Desde la aparición en 1973 de La Era Tecnotrónica de Z. Brzezinsky y de los cursos de Foucault a principios de los setenta, está claro que se trataba de pasar de la “biopolítica” (control de los cuerpos) a la “psicopolítica” (control de las mentes). Ese proceso se da hoy en todo el mundo. (Ver Artículo)

5. Lo importante es destacar que la evolución histórica de la humanidad ha desembocado en lo que Nietzsche llamó “el último hombre”: el hombre-masa, carente de rasgos de identidad, incapaz de darse una moral a sí mismo, homogeneizado, normalizado, convertido en consumidor alienado y productor integrado, incapaz de albergar otros valores e ideales que no sean los del simple consumismo hedonista. Incluso ha perdido los instintos puramente animales. Ha perdido incluso el sentido del Yo, de la Comunidad, y ha adoptado un “look”, esto es, un reflejo de su personalidad que encaje con el patrón dominante. Y no puede hacerse nada en contra: ese es el elemento dominante en la sociedad, el ciudadano medio, tanto en “Eurasia” como en “Occidente”. (Ver artículo 1 y Artículo 2)

6. Este análisis, como todo lo que escribimos, se realiza dentro del marco teórico del “pensamiento tradicional” tal como fue enunciado por René Guénon en La crisis del mundo moderno y El reino de la cantidad y los signos de los tiempos, y especialmente, Julius Evola en la segunda parte de Revuelta Contra el Mundo Moderno. Este marco, nos dice que vivimos un período de transición entre un viejo mundo que no termina de morir y que es insalvable y un nuevo mundo que no se vislumbra todavía en el horizonte.

7. Esto tiene importancia estratégica: no podemos resolver el proceso de decadencia, ya no hay estructuras sociales lo suficientemente fuertes como para actuar como “palanca” y plataforma para un “enderezamiento”. Por tanto, la única estrategia posible es la “estrategia del salmón”: es un pez que se fortalece en las peores condiciones en el Océano, luego se dirige a sus orígenes, a donde ha nacido para desovar: remonta la corriente del río, incluso más de 1.000 km contra la corriente, superando saltos de hasta 3,5 m. El recorrido está plagado de osos pardos y negros, nutrias, leones marinos, águilas calvas, etc. El salmón puede detectar estos peligros y evitarlos, en especial reconociendo las heces de estos animales: viaja casi rozando el lecho de los ríos, frecuentemente de noche… Sobreviven los mejores, los más fuertes, los que tienen un instinto más desarrollado. Traducido a términos políticos, esta estrategia implica: clandestinidad, catacumbas, formación continua de cuadros, selección de “los mejores”, no de “los más”. ¿Hasta cuándo? Evola utilizaba el verso de Hugo von Hoffmansthal que recomendaba “permanecer en vela en la noche oscura, hasta dar la mano a los que nazcan con el nuevo amanecer”. (Ver Artículo)

Muchas gracias.