jueves, 29 de junio de 2023

Notas para entender la "revuelta Prigozhin"

Los sucesos que se desarrollaron el pasado fin de semana en Rusia con la defección de Yevgueni Prigozhin, jefe del Grupo Wagner, han sembrado cierta confusión en torno a lo que está sucediendo en aquel país y sobre el desarrollo del conflicto ucraniano. Tertulianos de todas las cadenas han desatado una campaña de guerra psicológica, habitual desde el inicio del conflicto, pero que corre el riesgo de hacer imposible establecer dónde empieza la verdad y donde termina la exageración, la mala fe y, sobre todo, impedir hacernos una idea de la fase actual del conflicto.

1. PRIGOZHIN NO HA ENTENDIDO EL FONDO DE LA CUESTIÓN

¿Quién es el jefe del Grupo Wagner? Un judío de Leningrado, sin ninguna experiencia en combate, ni en dirección de asuntos militares. Por supuesto, sin conocimientos de estrategia ni de táctica. Un negociante del sector de la alimentación. Uno de tantos oligarcas judíos, sin sentido de la medida, sin sombra de patriotismo y, por supuesto, sin escrúpulos. Como cualquier otro oligarca, su único interés radica en cómo acumular más patrimonio personal. Nada más. No puede pedírsele, por tanto, que entienda de sutilizas políticas, ni siquiera de estrategia militar: lo único que entiende es de ingresos en sus cuentas corrientes.

Prigozhin no ha entendido que el objetivo de este conflicto no era la “conquista de Ucrania”, sino garantizar la seguridad de las repúblicas que renunciaron a seguir en el Estado ucraniano y se adhirieron a la Federación Rusa, garantizar la integridad de Crimea y evitar la incorporación de Ucrania a la OTAN. No se trataba, pues, de “conquistar Ucrania”, sino de alcanzar unos objetivos políticos muy claros. Por tanto, el conflicto que se ha desarrollado desde febrero de 2022 no era una “guerra total”, sino una “guerra limitada”. Y, prácticamente desde las primeras semanas de conflicto, no fue una “guerra de movimientos”, sino más bien, una “guerra de posiciones”.

Finalmente, Prigozhin no ha entendido que un ejército privado de 50.000 hombres, puede entenderse solamente en Rusia si acepta ponerse a disposición de la estrategia diseñada desde el Estado Mayor y reconoce su papel como fuerza auxiliar de apoyo, sin autonomía estratégica. Es normal que no lo entendiera: a fin de cuentas, como hemos dicho, él no es militar.

2. PRIGOZHIN O EL MALVERSADOR

Uno de los negocios iniciados por Prigozhin y que le han reportado más fondos y, al mismo tiempo, por lo que se le ha llamado “el cocinero de Putin”, es el de servicios de catering. Esta empresa, Concord Management and Consulting, fue fundada en 1995 y, entre otras actividades, ha servido millones de raciones a las fuerzas de vanguardia del ejército ruso. Desde el ministerio de defensa ruso se han quejado de la calidad deficiente de estas raciones. Parece que la polémica desatada en torno a estos suministros estuvo en el origen de los desencuentros que han desembocado en la rebelión del pasado fin de semana.

En efecto, en Rusia no existe la figura del “contratista de servicios de defensa”. Las circunstancias y los vacíos legales, han hecho que un oligarca pudiera fundar un ejército privado puesto a disposición de la política exterior rusa, pero sin estar sometido a la disciplina militar, ni a las indicaciones del ministerio de la defensa. Para llenar ese vacío, el gobierno ruso tiene en estudio una legislación que debería ponerse en práctica el 1º de julio y que preveía la integración de las unidades del Grupo Wagner dentro del ejército ruso.

En otras palabras: entre las sospechas de malversación de fondos y la certidumbre de que, en apenas diez días, el Grupo Wagner sería desmantelado, Prigozhin era consciente de que hasta ahí había llegado y de que, a partir de ahora, se abría ante él la posibilidad de terminar como los catorce oligarcas rusos muertos, suicidados entre enero y octubre de 2022 (en su mayoría, por cierto, también de origen judío). O lo que para él era casi peor: ver su imperio detenido y el crecimiento de sus cuentas bloqueado. Optó por realizar un órdago, una fuga hacia adelante, desafiar al Kremlim amparado en sus 50.000 hombres armados. Y fracasó.

3. LA FASE ACTUAL DEL CONFLICTO

La censura de fuentes fiables sobre la marcha del conflicto garantiza que la opinión pública occidental piense que la “contraofensiva ucraniana” (de la que se lleva hablando tres meses) está siendo un “éxito”. Sin embargo, salvo un pequeño pueblo, sin ninguna importancia estratégica, lo cierto es que la “contraofensiva” está suponiendo un fracaso total para el ejército ucraniano. La voladura de la presa de Kajovka ha sido la excusa adoptada por Zelensky para justificar el fracaso de la tan cacareada contraofensiva. Sin embargo, se ignora todavía, quien pudo volar la presa.

Lo que dice la “ciencia militar” es que las fuerzas rusas ya han alcanzado los objetivos que se habían propuesto al iniciarse el conflicto. Los frentes están estabilizados. Las barreras antiminas y anticarros colocadas por el ejército ruso sugieren que no piensan avanzar más hacia el interior de Ucrania y que son defensas infranqueables para las unidades blindadas ucranianas. Por eso ha fracasado la contraofensiva.

Así pues, en el momento actual, todo se reduce a un juego de represalias: si los ucranianos intentan sabotear la retaguardia son “premiados” con unas cuentas decenas de drones suicidas o de cohetes sobre lo que queda de sus infraestructuras. Eso es todo.

4. ¿POR QUÉ SIGUE ABIERTO EL CONFLICTO?

La respuesta es muy simple: el sentido común aconsejaría a Zelensky sentarse en la mesa de negociaciones y aceptar lo inevitable, mermas territoriales y política neutralista. Pero esa no es la actitud impuesta por los que hicieron inevitable el conflicto: el complejo militar-industrial norteamericano dueño de la OTAN. Desde el inicio del conflicto, los Estados de la UE y los EEUU han enviado miles de millones en material bélico a Ucrania: la camarilla de Zelensky pone los muertos, se lucra el complejo militar industrial norteamericano.

Desde que se inició el conflicto, los EEUU han ido reforzando su posición, incluso dentro de la industria militar europea, mientras que la defensa europea se ha ido debilitando y lo que queda de industria militar está cada vez más penetrada por capital procedente del complejo militar-industrial norteamericano. Para este conglomerado -una de las columnas de la oligarquía USA que tiene a Joe Biden como títere- lo esencial no es acabar con los sufrimientos del pueblo ucraniano: sino prolongar al máximo el conflicto, como mínimo hasta las elecciones norteamericanas de 2024. Luego, ya se verá. No habrá paz antes de las elecciones en los EEUU. No habrá conversación y la esperanza de Zelensky es que venza de nuevo Biden y las cosas no cambien mucho para él.

El miedo de Zelensky es reconocer el hecho incontrovertible de que Ucrania no puede entrar en la OTAN, aceptar la merma territorial y encontrarse con una factora para la reconstrucción que “Occidente” no va a poder pagar. No se sabe cómo podría reaccionar la opinión pública ucraniana ante los hechos desprovistos de connotaciones propagandísticas: una guerra perdida, unos territorios que nunca va a recuperar e, incluso la posibilidad de que países como Polonia traten de asestarle más zarpazos territoriales.

5. ¿CUÁL ES EL PUNTO DÉBIL DE RUSIA?

El eje de la reconstrucción rusa acometida por Putin es garantizar la fortaleza y el prestigio del Estado en tanto que expresión política organizada de la nación. Ahora bien, esta no es la tendencia del mundialismo ni de la globalización tal como se las ha entendido en “Occidente”. Por lo demás, no debemos de llevarnos la impresión de que todos dentro de rusia comparten los objetivos de Putin. Existen -especialmente en el sistema bancario- “quintacolumnistas” del Foro de Davos, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Así mismo, existen fracciones que mantienen posiciones más “liberales” tanto en política como en economía. Y no se trata solo de Alekséi Navalni, cuyo “gobierno” no pasa de las cuatro paredes de su celda, sino, más bien del grupo de economistas enfeudados en el Banco Central de Rusia (Elvira Nabiullina). Sin olvidar que la CIA y las ONG subsidiadas por occidente, han tratado de realizar una acción deletérea y desestabilizadora de la política de Putin. La “quinta columna” de “Occidente” está dentro de Rusia y opera en el país.

6. ¿CUÁL ES LA POSICIÓN DE RUSIA EN POLÍTICA INTERNACIONAL?

Parece evidente que el nacionalismo ruso gobierna en Rusia. Y eso implica una idea de soberanía y de independencia que hace tiempo ha desaparecido en Occidente. Rusia forma parte hoy de los “países BRICS”, el “anti-Occidente”. Pero nos equivocaríamos si pensáramos que las políticas exteriores y los análisis de China y de Rusia son idénticos.

En primer lugar, China busca una hegemonía económica-tecnológica global; tiende a pensar que esa hegemonía le garantizará ser la única potencia mundial en la segunda mitad del siglo XXI. Los riesgos de guerra quedarán eliminados porque la unión de potencial tecnológico, capacidad productiva y expansión económica sustituirán a las rivalidades territoriales, a los proyectos de hegemonía política y a las veleidades nacionalistas.

Rusia, sin embargo, ve las cosas de distinta manera: sigue teniendo como objetivo un mundo “multipolar”, asentado sobre distintas “patas”, “Occidente” sería, indudablemente, una de ellas, siempre y cuando los EEUU renuncien a su proyecto mesiánico-imperialista y dejen de obstinarse en seguir manteniendo un papel que perdieron desde la gran crisis económico de 2007-2011.

De todas las políticas exteriores llevadas a cabo en la actualidad por las grandes potencias, la rusa parece la más razonable y se basa en el principio físicamente aceptado de que una mesa es más estable sostenida sobre cuatro patas. Rusia tiene la conciencia de ser una de ellas, China, por supuesto, es otra, pero no está tan claro en el futuro cuáles serán las demás: a la vista de lo sucedidos a finales de los años 80 y principios de los 90, es evidente que Rusia tiene una espina clavada y que esa espina tiene bandera USA. Por tanto, Rusia apoyará a China con todas sus fuerzas en el debilitamiento del dólar como moneda de cambio internacional. Concluida la hegemonía del dólar, habrá terminado también la de los EEUU.

Por otra parte, Rusia es consciente de que, tanto la OTAN como la UE, son estructuras débiles cuya fortaleza depende del Pentágono la primera, y de la capacidad de Washington por marcar políticas económicas que son seguidas con fidelidad perruna por los gobiernos europeos. Algunos de estos gobiernos -Macron en concreto- son conscientes de que a los EEUU les va a resultar muy difícil mantener su coherencia interna y su política exterior en los próximos años e, incluso, que es posible, un retorno al aislacionismo norteamericano y a la política del “decoupling” con la UE y con la OTAN. No en vano, Macron ha afirmado recientemente que la UE debería pedir su adhesión a los “países BRICS”. El conflicto ucraniano no ha sentado bien a la UE.

7. PRIGOZHIN EN BIELORRUSIA, PUTIN REFORZADO

Por el momento, ni la contraofensiva ucraniana ha tenido el más mínimo éxito (resultaría curioso saber el destino de los seis leopards enviados por Pedro Sánchez que no creemos ni que hayan sido capaces de entrar en combate), ni la “revuelta de los mercenarios” ha mermado la credibilidad del Kremlim. Lo que parecía ser un “golpe de Estado” en toda regla, se ha saldado con su salida a Bielorrusia (el Estado más próximo a Rusia, así que, se trata, más bien, de destierro a un país amigo de Putin).

Es posible que el propio Prigozhin fuera “intoxicado” por los servicios de información norteamericanos y le indujeran a una rebelión que no tenía la más mínima posibilidad de triunfar. De lo que no puede dudarse es de que el decreto que debería poner fin a las actividades autónomas del Grupo Wagner, han estado en el origen de la revuelta y que las investigaciones por malversación suponían para Prigozhin la posibilidad de terminar como las casi dos decenas de oligarcas judíos rusos. Por el momento, ha habido acuerdo: integración del Grupo Wagner en las operaciones en Ucrania, mantenimiento de sus posiciones en los países africanos en los que actúa y actuación de Lukashenko como anfitrión de Prigozhin. Casi una tormenta en un vaso de agua.

Para esperar al próximo episodio de este conflicto habrá que esperar a las elecciones norteamericanas de noviembre de 2024. O a que los rusos hagan pagar al ejército ucraniano con la misma moneda y sean voces en el interior de Ucrania las que empiecen a clamar por el final de una guerra que nunca pudieron ganar y que cada vez tiene menos sentido. El día en que el pueblo ucraniano entienda que es un rehén del complejo militar-industrial norteamericano y su única misión poner los muertos y alargar la guerra lo más posible, pedirán explicaciones a Zelensky. Y nadie es capaz de intuir cómo puede terminar el pequeño judío de Kiev.