Ayer me comentaba un amigo que su compañera trataba en un
centro de psicología infantil. Cada día son más y más, los niños que enviados
con problemas mentales de todo tipo hasta el punto de quedar saturado el
centro. Algunos de los niños ya han nacido con problemas físicos y psíquicos
heredados de sus padres. Quizás sea la hora de quejarse de que la palabra “eugenesia”
suene hoy con connotaciones negativas, por mucho que etimológicamente su significado sea “buen
origen (eugoniké) del parentesco (eugoniké)”. Pero, ya se sabe
que la “eugenesia” es algo políticamente
incorrecto, condenado y arrojado al foso de lo herético. Habitualmente, se
entiende por “eugenesia”, la “mejora de la raza”. Se sabe que la noción de “igualdad”
y los “derechos humanos” imponen el desconsiderar todo lo relativo a la raza y
no digamos a su mejora (algo que no puedo entender). El problema es que, si la raza no mejora… empeora. Me quejo de que
parece preocupar que la raza “mejore” (y de ahí la oposición cerrada a la
eugenesia), pero, en cambio no se manifiesta el más mínimo interés por su “empeoramiento”.
Anteayer el ministerio del interior anunció la incautación
de varias toneladas de droga procedente de Marruecos, como intentando decir: “¿Lo véis? Pedro Sánchez cuida de vosotros y
de vuestros hijos y no permite que la droga los envenene…” Que no os
engañen. Nunca han existido tantas
legiones de colgaos como en este momento. Y no es por casualidad. Rajoy ha
gobernado este país durante siete años: nunca se ha fumado tanto porro ni ha
corrido tanta cocaína como durante su período de gobierno… y era de derechas.
Claro está que había heredado una situación de permisividad que inauguró
Zapatero (y que contrastó con su beligerancia contra el tabaco), pero eso no es
excusa. La realidad es que Rajoy no hizo absolutamente nada contra la droga.
Simplemente, el que millones de jóvenes
quedaran alobaíllos por el porro le venía bien: nadie protesta cuando está en
estado semiletárgico.
Mi impresión es que, hoy se ha llegado a un acuerdo similar
al que tiene lugar desde tiempo del franquismo con el contrabando de tabaco: de
cada cuatro envíos uno queda incautado por la Guardia Civil. ¿Lo ignorabais?
Pues es así. Es una regla institucionalizada. De esta manera los mismos
contrabandistas se preocupan de que no
aparezca competencia y que el negocio siga estable y sin riesgo. Es un acuerdo
no firmado, pero real: de cada cuatro
contenedores de tabaco de contrabando, solamente uno no llega a los circuitos
de consumo. Me temo que, en cuestión de droga, se ha llegado a lo mismo.
Los recursos para la prevención de la drogadicción se han
reducido prácticamente a cero y, administrados por ONGs, es como tirarlos por la ventana. Se da
como irremediable que los jóvenes –y no tan jóvenes- se droguen con todo tipo
de sustancias. Hay ferias de cannabis, te lo puedes cultivar en casa y en
la “internet oscura” pueden incluso hacer que te lleven a casa jaco o farlopa. Lo
políticamente correcto impone que solamente el tabaco y el alcohol sean objeto
de censura pública y haya campañas preventivas. ¿Habéis visto alguna campaña
alertando sobre las psicosis cannábicas o la esquizofrenia derivada de este consumo?
Lo normal es decir: “¿cánabis? Pero si
eso es salud, si es un medicamento…”, ¿para qué intentar contradecirles? De
hecho, a mí, hoy mismo, no me importa que el número
de colgados aumente (es su vida, su salud y es su libertad): lo que me importa es que los
gastos médicos y los subsidios aumenten porque sé que lo vamos a tener que
pagar, precisamente, los que no nos colgamos.
Y ahora viene el peor problema: un colgado no puede trabajar
(¿qué empresario firmaría un contrato laboral con un tipo que aparece en la
sección de personal con olor a porro? ¿Cuántos trabajadores de la construcción
se han caído del andamio tras unas caladitas? ¿Cuántos mensajeros se la han
pegado llevando pizzas, paquetería o conduciendo una furgoneta?), antes o
después termina con la personalidad deshilvanada y en los servicios médicos o
psiquiátricos. ¿Hay algo peor? Sí, claro, siempre las cosas pueden empeorar:
porque es muy posible que, antes o después tenga hijos y los problemas se
sucederán: no se avisa, pero algo se deteriora en los genes de los padres que
han abusado de las drogas o que siguen abusando de ellas. ¿Educarlos? No están
en condiciones de educarlos, quizás, como máximo, les puedan instruir en el
arte de liar porros, en poco más.
¿El
resultado? Que instituciones como esa en la que trabaja la compañera de mi
amigo, estén saturadas de niños que tienen muy poco futuro por delante y han
nacido con síndromes que los lastrarán para siempre. ¿Es triste? No, es
dramático. Lo triste es el papel del
Estado en todo este circo: al haber renunciado a la “mejora de la raza”, ha aceptado
implícitamente que la “raza degenere”. ¿Me quejo? No, de esto no me quejo, de
lo que me quejo es de que ni partidos, ni sindicatos, ni ONGs digan ni hagan
nada.