lunes, 30 de julio de 2018

365 QUEJÍOS (93) – CHINCHES EN SABADELL


Hace cuatro días, La Vanguardia publicó la noticia  de que un barrio de Sabadell, Espronceda, construido en los 60 por la Obra Sindical del Hogar y el Instituto Nacional de la Vivienda, se había visto asaltado, por primera vez en su historia, por una plaga de chinches. El Ayuntamiento tardó en reaccionar y de la Generalitat no se puede esperar nada porque el 97% de sus esfuerzos están encaminados a enmascarar el fracaso del “procés” y el otro 3%... bueno, ustedes ya saben. ¿Qué alguien quería verse libre de los chinches? Que contratara servicios de desinfección (entre 600 y 1.000 euros), se deshiciera de todos sus muebles y rezara una oración al dios más próximo, porque lo más habitual es que la plaga se reproduzca. Me quejo de que eso ocurra en Cataluña en el siglo XXI. Pero, sobre todo, me quejo de la pasividad de las autoridades (de TODAS las autoridades porque, “autoridades” es, precisamente lo que sobran en este país y Autoridad lo que falta). Y, ya puestos, me quejo de por qué ha ocurrido este “problemilla”. Verán…

El barrio de Espronceda fue inaugurado por Franco en 1963. Hasta no hacía mucho, la zona en donde se levantaba el barrio estaba ocupado por campos de cultivo de maíz, alfalfa, avena y cebada, explotadas por distintos propietarios. Había que dar cabida a la inmigración que absorbía la industria catalana y que procedía masivamente del Sur de España. Era la época en la que el gobierno del Estado se había propuesto eliminar el cinturón de barracas que rodeaba Barcelona y, ya se sabe que esto solamente puede hacerse construyendo. El problema era que llegaba más inmigración interior. Así que el entonces alcalde escribió al ministerio de la vivienda instándole a la construcción del barrio “dada la gravedad del problema humano, cristiano y social”. Un año después de la visita de Franco, el barrio empezó a poblarse. Luego se construyó una escuela. Los pisos se adjudicaron a economías modestas. El problema fue que algunos bloques estaban mal construidos y en 1970, los vecinos se negaron a pagar las cuotas mensuales. Hubo movilizaciones vecinales, se hicieron reformas, se asfaltó el barrio y a principios de los 80 era como cualquier otro barrio de la zona… salvo que algún bloque tenía aluminosis.

Hoy los problemas son otros: inmigración, inseguridad ciudadana, degradación de infraestructuras. Allí ha gobernado la izquierda sin interrupción desde 1979. A partir de 1996 se produjo un desembarco masivo de inmigrantes… y un cierre progresivo de empresas, de tal manera que el aumento demográfico entre esa fecha y 2018, unos 25.000 habitantes nos dael mínimo de inmigración extranjero que ha llegado, pero la novedad es que muchos de los que habitaron el barrio en 1963 han vendido los pisos y se han ido del barrio. En Espronceda estamos en torno al 25%: especialmente marroquíes, gambianos y ecuatorianos, sin contar, por supuesto, con los que ya han obtenido la nacionalidad o hijos que han nacido en España, lo que puede hacer subir la cifra hasta el 35-40%...

Sabadell, en tanto que ciudad “de izquierdas”, tiene numerosas ONGs que se preocupan por ayudar a la inmigración. Claro… Pero la desinfección es un big bussines, aquí y en cualquier otro sitio. Las Asociaciones de Vecinos (antaño tan combativas) no es que hayan armado mucho ruido con este tema que venía siendo una molestia insoportable para la población desde hacía unos meses. Los que sí se han movilizado, por pura publicidad, es la media docena de empresas de desinfección que han salido de no se sabe dónde, todas ofreciendo, inicialmente, sus servicios “gratuitos” y “de muestra”. El Ayuntamiento mirando hacia otra parte. Las ONGs preocupadas porque los chinches no les afecten. Los vecinos obligados a pagar entre 600 y 1.000 euros por una desinfección que ni siquiera se garantiza que tendrá éxito, sino se vacía el piso y se compran muebles nuevos.

He visto chinches en dos experiencias en mi vida: en la cárcel Modelo en donde pasé 16 meses en el período socialista condenado por “manifestación ilícita” (condena 2 años) y mantenido hasta el límite legal por el departamento de prisiones de la generalidad, y en Montreal. Claro que allí la epidemia de chinches abarcaba toda la ciudad y había llegado de los guetos negros de la Costa Este de los EEUU. A la que notabas un chinche, lo notificabas al ayuntamiento y al día siguiente tenías, con cargo al presupuesto municipal, a la brigada de desinfección. Lo que en Canadá era una tarea social y sanitaria del ayuntamiento, en Sabadell, gobernada por las izquierdas y en una Cataluña quince años paralizada por el independentismo, es un “big bussines”.

Me quejo de que nadie en Sabadell habla de que el único fenómeno nuevo que hay en la ciudad y que permite explicar la irrupción de chinches es la inmigración masiva y descontrolada. Me quejo de que el gobierno de izquierdas de la ciudad no tiene cuajo para tomar cartas en el asunto. Me quejo de que han surgido empresas de desinfección de debajo de las piedras. Me quejo de que, para la Generalitat el problema no existe, porque, ahora sí, ahora el Poncio de la Moncloa va a convocar un nuevo referéndum en Cataluña… Me quejo de que en Cataluña la “construcción nacional” pasa por “tocar el flaviol”.