Clickbait, dícese
también en castellano “ciberanzuelo”, “cibercebo”. Se trata de un neologismo
que indica aquella práctica perversa en diarios digitales y webs consistente en
difundir titulares sensacionalistas que no tienen nada que ver con la realidad
del artículo al que van unidos, a efecto de conseguir un mayor número de
visitar y, por tanto, a la posibilidad de aumentar los ingresos publicitarios.
Es un recurso, frecuentemente utilizado por la prensa amarilla y el marketing
viral. No es un “fake”, una simple noticia falsa, sino más bien un titular
engañoso. Pues bien, me quejo de que esta práctica se ha convertido habitual en
Internet.
Lo peor de un
analfabeto es que crea que sabe leer. Lo peor de los lectores compulsivos de digitales es
que crean que por leer uno o veinticinco, están informados. Luego pasa lo que
pasa: que las muestras que dan de su nivel de conocimientos sobre algunas materias, literalmente, dan risa.
Eso me recuerda a la transición, cuando existía un diario que se llamaba El Alcázar que era el órgano de
expresión de la extrema-derecha. Recuerdo uno de sus titulares a primera página
y a seis columnas: “37 policías asesinados por los comunistas”, titular que
indudablemente llamaba la atención en un momento en el que el gobierno de UCD
había amnistiado a los últimos etarras presos y volvían a reproducirse
secuestros y atentados. La noticia no era falsa, sólo que El Alcázar añadía en letra mucho más pequeña, casi ilegible que el
suceso había ocurrido en Filipinas… Era natural que si en aquellos momentos,
alguien del ambientillo, quería estar informado de lo que sucedía en España,
comprara El Alcázar por aquello de la
camaradería, y otro diario para enterarse de lo que estaba ocurriendo.
Y es que El Alcázar
fue un avanzado de los clickbaits. Hoy esa práctica se ha vuelto habitual entre
digitales de extrema-derecha, de tal manera que la única forma de ir seguros
por la vida es… no consultarlos, a menos que uno quiera ejercer constantemente
el duro trabajo de la comprobación en cada noticia, incluso en las más irrelevantes.
Para merecer ser consultadas, los medios
de comunicación deben ser creíbles, veraces y originarios:
- Creíbles al no
utilizar ni clickbaits ni fakes para excitar los “likes”.
- Veraces en
tanto que lo que cuentan y lo que ha ocurrido tiene un paralelismo que indica,
al menos, ciertas dosis razonables de objetividad.
- Originarios
porque son capaces de dar noticias propias, no de apropiarse de noticias dadas
por otros medios, a las que se ha cambiado el título.
Se dirá que todos los sectores de opinión utilizan el clickbait para multiplicar sus visitar
y, consiguientemente, sus ingresos publicitarios, así que ¿porqué iba a ser
criticable el que en determinado sector político se hiciera también? Si, por
ejemplo, El Plural o Libertad Digital utilizan con frecuencia
este recurso, ¿por qué otros digitales situados no van a poder hacerlo? El
argumento es casi convincente, salvo que se recuerde que lo que no puede tolerarse es que una parte de
la población esté desinformada y otra, simplemente, mal informada, informada de
manera torticera o intoxicada. Personalmente opino que todos aquellos que
desinforman a la opinión pública, la manipulan y la distorsionan para obtener
un beneficio de 0’10 céntimos por click, merecen el ostracismo y la
indiferencia. O la calificación de “shit”
(mierda) que debería de ser otra posibilidad para calificar una noticia o un
post.
En realidad, de lo que me estoy quejando no es de que unos
medios digitales zarrapastrosos y, desde el punto de vista periodístico,
incluso bochornosos, se busquen la vida como puedan, incluso de manera
miserable, sino de que esos medios tengan lectores y luego vayan reproduciendo
esas noticias evidenciado su falta de capacidad crítica, su escaso nivel
intelectual, su ignorancia y falta de discernimiento. En EEUU esto puede ser
normal porque está en la médula de su joven historia: el paleto norteamericano
suele ser tan ignorante como el más sofisticado postmoderno de Manhattan, de
Frisco o de Los Angeles. Desde el Motín del Té de Bostón han vivido en eso que
hoy se llama “la postverdad”, esa distorsión deliberada de la realidad tendente
a modelar las actitudes de la población. Pero en la Vieja Europa, la gran
novedad es que, no solamente el ciudadano de nivel intelectual medio, sino
incluso las élites culturales están careciendo
- de objetividad
(esfuerzo reiterado por asimilar el mundo tal cual es, sin distorsiones,
apriorismos o desviaciones).
- y de capacidad
crítica (posibilidad de explicar porqué el mundo es así y no es de otra
forma y capacidad para discernir los efectos de cada actitud).
Solamente en un país
con estos rasgos culturales dominantes, el
clickbait se convierte en la norma de los digitales. Me estoy quejando, a
ver si lo digo de una vez, de que el clickbait
no es la causa del empobrecimiento cultural de los españoles, sino uno de sus
efectos más perversos. Y tristes.