Soy de los que
dicen que ya no puede hacerse nada para rectificar la fase final de nuestro
ciclo y que vale la pena empezar a preparar el nuevo amanecer. Porque, incluso
después de la muerte de cualquier organismo biológico, existe una nueva vida
que parte de las cenizas de lo que ya no volverá a ser. Algunos dicen que esta
visión es pesimista, cuando en realidad es la postura más optimista que se
pueda defender: porque los que creemos en el ciclo oscuridad-amanecer, creemos
que también para nuestra raza existe un futuro y -lo que es todavía mejor-
nosotros, los que vivimos en esta malhadada época, estamos llamados a ser las
piezas de enlace entre dos épocas. Pocos momentos en la historia, han exigido
tanto a tan pocos y, nunca como ahora, los que entre las generaciones actuales
siguen en pie han afrontado una tarea de tanta envergadura.
Esta es la
primera reflexión que se me ocurre después de escuchar la pieza Héroes
inmortales de Krasny Bor del grupo Solar Division. El
título de la canción es suficientemente significativo. Como se sabe, el 10 de
febrero de 1943, los 5.600 voluntarios de la División Azul se vieron
sorprendidos por un ataque de efectivos soviéticos diez veces superior en
número y acompañados por un despliegue artillero y de blindados. Media división
española de voluntarios contra el 55º Ejército de la URSS. Solamente el primer
día de ofensiva se produjeron un millar de bajas españolas entre muertos y
heridos; hasta la conclusión de la batalla les seguirían otros 2.500 más. La ofensiva
soviética no alcanzó sus objetivos, gracias, especialmente, a que la División
Azul había logrado contener a los soviéticos y evitar la ruptura del frente de
Leningrado. El 15 de febrero, cuando concluyó la batalla, la División Española
de Voluntarios había sufrido el 70-75% de bajas en las unidades que habían
participado en los enfrentamientos y alguna de ellas -el batallón de fusileros-
tuvo hasta el 90%. El Lº Cuerpo de Ejército de la Wehrmacht se salvó,
gracias a los efectivos españoles.
Es lo que nos
cuenta la canción de Solar División:
“Héroes inmortales de Krasny Bor.
Nieve, sangre, fuego, orgullo español.
Ellos viven, oíd su tambor”.
Junto a las tropas
españolas, se encontraban en el mismo frente, la 4ª División SS (cuyo emblema
sería heredado por el Wehrwolf, la resistencia armada alemana contra la
ocupación aliada que siguió combatiendo hasta 1949), la 2ª Brigada Motorizada
SS, la Legión Flamenca, etc. Y tiene gracia que, ahora, después de 75 años de
tutelaje norteamericano, los gurús de la Unión Europea hablen de la creación de
un “ejército europeo”, cuando ese ejército existía ya desde 1941-42. Solamente
hay dos posibilidades de creación de un ejército transnacional: o que sus
partes viertan sangre en común o que tengan la suficiente claridad de ideales
como para que sean conscientes de su identidad, de lo que deben defender y de
quién es el enemigo. Y la Unión Europea nunca pasará de ser la pieza europea de
la globalización, ni la institución tiene claridad de objetivos, ni voluntad de
ir más allá de participar en la construcción del nuevo orden mundial
neoliberal. No habrá, por tanto, nunca,
un “ejército europeo” a partir de la UE.
Porque hubo un
tiempo en el que -como decía la canción del Frente de Juventudes- solo se
admitían “miradas limpias, solo verdades recias, sólo pozos profundos y
cumbres sin fronteras”. Aquel fue el tiempo de los héroes; el tiempo de la
División Azul. Es bueno que lo recordemos porque nuestra obligación es transmitirlo
a los que vendrán, cuando nuestra raza deje atrás la “noche oscura”. Ningún
árbol recio crece sin raíces profundas. Nosotros las tenemos. Solo queda
recordarlas. Si se comparan las páginas de Homero con la gesta de la División
Azul, se tiene la convicción de que ambas experiencias forman parte de lo que,
en la mitología clásica, se llamó la “raza de los héroes”, aquellos que
aspiraban a conocer la trascendencia mediante el acto heroico: y lo conseguían.
A diferencia de la “raza de los titanes”, que fraguaban ambiciosos proyectos
que luego fracasaban, el héroe mitológico es aquel que logra construir el
destino que se ha propuesto. La victoria es lo contrario del olvido: se triunfa
cuando una gesta es recordada por el último poeta y no desaparece de la memoria
de una raza.
De ahí la
importancia en mantener el hilo conductor entre los que vivimos al final de
nuestro ciclo histórico y los que nacerán con el nuevo ciclo. Por eso, en lo
personal, he optado por centrarme en estudios históricos y por eso aprecio
particularmente a los que, en cualquier rama del arte, hacen algo parecido para
mantener viva la “memoria histórica”. Como el grupo Solar División.
Se trata de un
grupo “europeo” en la medida en que una de sus dos partes, Ulf Walhberg es
sueco, músico, compositor y productor, antiguo miembro de Secret Service,
uno de los grupos musicales más populares en aquel país desde los años 80.
Walhberg estaba a cargo del teclado. Casualmente conoció al cantante y letrista
español Jesús F. Vicente que aportó una voz especialmente nítida y rotunda al
servicio de una letra extraordinariamente descriptiva que vale tanto como un
grueso volumen de historia.
Diez de Febrero del 43
Día de fuego y vida eterna
La muerte llama una y otra vez.
Aquella
fue una de las últimas ocasiones en las que una generación tuvo un ideal para
vivir y una causa para morir. Por eso es bueno que no se pierda ni el recuerdo,
ni la memoria histórica y por eso se trata de difundir productos musicales como
este para que una generación conozca las gestas de sus ancestros y sepa que, en
otro tiempo, en esta Europa, existió también una “raza de los héroes” que quiso
luchar contra el destino y que ese mismo combate contra las fuerzas de la
oscuridad es permanente. Las formas que revisten las luchas históricas dependen
de las condiciones de lugar y tiempo. Ahora,
en este fin de ciclo, se trata de mantener la llama, trasmitirla y difundirla.
Es lo que han hecho los miembros de Solar Division, cuyo nombre,
ya es de por sí, significativo, indica por donde van sus preferencias y,
finalmente, demuestra que sus raíces son profundas.
“Héroes inmortales de Krasny Bor.
Nieve, sangre, fuego, orgullo español.
Ellos viven, oíd su tambor”.