Los liderazgos de Codreanu y de José Antonio Primo de Rivera
fueron completamente diferentes. Corneliu Zelea Codreanu había nacido en 1899,
era sólo ligeramente más mayor que José Antonio Primo de Ribera nacido en 1903.
Sus partidarios los recordaron a ambos con similar carisma y energía interior.
Los retratos que quienes los conocieron ofrecen de ambos son extraordinariamente
similares: ambos causaron una particular sensación en su entorno, por lo tanto,
cabría decir que se trató de “vidas paralelas”. Sin embargo, también aquí vale
la pena hacer algunas matizaciones que pueden resultar interesantes.
Dos liderazgos
diferentes para dos hombres diferentes
Al estudiar las biografías de ambos líderes, inmediatamente
aparecen, junto a los paralelismos, las discrepancias: José Antonio es hijo de
aristócratas y militares; la inmensa mayoría de sus amigos pertenecen a este
medio y, en cualquier caso, a los medios acomodados; tenía tendencia a
frecuentar y organizar tertulias eruditas en donde no faltaban intelectuales
(lo que se llamó su “corte literaria”). Frecuentaba los restaurantes y clubs
más conocidos del Madrid de la época y tenía las aficiones y gustos propios de
un aristócrata de su tiempo. Su vocación política arranca de sus tiempos como
estudiante.
El caso de Codreanu fue completamente diferente: Codreanu
era hijo de la clase media rumana. Su padre era profesor universitario. Se
trató de un hombre austero que ayunaba dos veces por semana. Solía vestir
-antes de adoptar la camisa verde como uniforme del partido- el traje
tradicional rumano en celebraciones y actos públicos. Desde siempre fue nacionalista
y estuvo vinculado desde muy joven a los partidos de carácter nacionalista. A
los 17 años militaba en la Guardia de la Conciencia Nacional, una organización
patriótica.
José Antonio perteneció a la Asociación de Estudiantes de
Derecho que dirigía Serrano Suñer y que era la alternativa a la Asociación de
Estudiantes Católicos de Herrera Oria. Pero no destacó en aquel momento como líder
estudiantil, a diferencia de Codreanu que pronto fue considerado como líder
estudiantil, primero de su facultad (Derecho), luego de su distrito
universitario (Cluj) y, finalmente, tenido como jefe indiscutible del movimiento
estudiantil.
En este sentido: la vocación política de Codreanu es mucho
más temprana, y a una edad en la que José Antonio, concluía brillantemente sus
estudios de derecho, pero todavía no ejercía una decidida militancia política.
José Antonio comenzó a actuar políticamente en las filas de
la Unión Monárquica Nacional, es decir, del movimiento monárquico alfonsino y
lo hizo en 1930. En ese momento, Codreanu ya era un político extremadamente
conocido en toda Rumania. Cuando contrae matrimonio en 1924 (tenía entonces 25
años), asisten a la boda entre 75.000 y 80.000 personas. Dicho de otra manera:
Codreanu vivió en vida un “baño de masas” y fue el jefe de un movimiento
fascista que agrupaba a un alto porcentaje de la opinión pública rumana que,
con él en vida, constituía una alternativa sólida para los partidos
democráticos y de la derecha nacionalista. José Antonio, en cambio, solamente
se convirtió en mito tras su muerte y, en vida dirigió un partido que solamente
en la primavera de 1936 dejo de ser un grupúsculo activista para convertirse en
un prometedor movimiento de masas (lo cual solamente fue a partir del 18 de
julio de 1936).
Por otra parte, en la biografía de José Antonio, tal como
resalta, entre otros, Stanley G. Payne, su liderazgo fue “atípico”: tuvo
algunas crisis, pensó en abandonar el mando en algunas ocasiones y si no lo
hizo fue por la responsabilidad contraída con los camaradas asesinados. Al mismo
tiempo, su pensamiento político está en formación y en evolución e incorpora
distintas fuentes a lo largo del período entre 1933 y 1936. José Antonio no es
líder indiscutible del partido hasta el Primer Consejo Nacional en octubre de
1934, cuando se disuelve en triunvirato que formaba junto con Ledesma y Ruiz de
Alda. Codreanu, a la inversa, tiene, desde muy joven la vocación, la actitud y
el papel de líder universitario. Su liderazgo no ofrece nunca lugar a dudas, ni
nunca tiene la tentación de retirarse o renunciar a este papel. Su pensamiento
tampoco evoluciona: el mismo Codreanu que forma la Legión de San Miguel
Arcángel es el que resulta asesinado en 1938 por órdenes del Rey Carol. Desde
muy joven sus ideas: nacionalismo, corporativismo, adaptación del fascismo a
Rumania, anticomunismo, antiliberalismo y concepción cristiana de la vida, se
manifiestan y coagulan en un conjunto que permanece inalterable.
Sus biógrafos suelen destacar también que se trató de líderes de gran personalidad, atractivo físico, que no nunca pasaron desapercibidos en los ambientes que frecuentaron: ambientes que, como hemos visto, eran completamente diferentes. Ahora bien, las observaciones sobre los dos líderes nos llevan a considerar algunos elementos que están ligados a sus personalidades.
Terrorismo y
violencia política
La posición de Codreanu y de José Antonio en relación a la
violencia es, paradójicamente, muy próxima y, al mismo tiempo, distante. José
Antonio, a pesar de la retórica inicial sobre “los puños y las pistolas”,
demostró haberse lanzado al ruego político, sin tener una idea exacta de lo que
implicaba la creación de un “partido fascista español”. Cuando las primeras
actividades falangistas excitaron la agresividad de la izquierda, José Antonio
se negó a realizar represalias. Ese mismo gesto es el que vemos en Codreanu que
durante mucho tiempo, retiene a su Guardia de Hierro para evitar un
enfrentamiento directo con la Corona. Así pues, hay en este mucho paralelismo.
También existe paralelismo en el hecho de que en Falange
Española existía una franja más combativa y agresiva (la Primera Línea) que en
alguna ocasión actuó por cuenta propia, mientras que en la Guardia de Hierro el
Grupo de Obreros Legionarios, especialmente tras el asesinato de Codreanu
empezaron a actuar por su cuenta y a generar disturbios en los barrios judíos
de la periferia de Bucarest.
En ambos casos, y en tanto que partidos “fascistas”, Falange
Española y la Guardia de Hierro eran organizaciones paramilitares, que no
desdeñaban el entendimiento con la violencia, cuando era menester. Ahora bien,
una cosa es la violencia política y otra el terrorismo. Éste último puede ser
considerado como la estrategia que utiliza la premeditación para la comisión de
algún acto violento, especialmente atentados con bomba o asesinatos políticos.
En el caso de Falange Española, el atentado frustrado
cometido contra el vicepresidente de las Cortes, doctor Jiménez de Asúa, en
represalia por la agresión el día anterior a dos estudiantes, uno
tradicionalista y otro falangista, tiene su equivalente en el asesinato que el
propio Codreanu realizó pistola en mano, asesinando al jefe de policía Manciu,
conocido torturador en 1924. Posteriormente, se produjeron otros atentados,
nunca indiscriminados y siempre selectivos, contra responsables de la represión
contra la Guardia de Hierro. En 1933 un comando legionario asesinó al
presidente del consejo de ministros, Ion Duca, y, posteriormente, tras el
asesinato de Codreanu, otro comando ejecutó al presidente del consejo de
ministros, Armand Calinescu. En ambos casos, y siempre que los codreanistas
cometían un atentado de este tipo, se entregaban inmediatamente a la policía:
su ética prescribía que, en tanto que cristianos, matando cometían un pecado
que se expiaba en la tierra entregándose a la justicia civil. En España, los
atentados cometidos por falangistas no registraron un punto de vista similar.
Los que atentaron contra Jiménez de Asúa, por ejemplo, o fueron detenidos o
pudieron escapar a Francia gracias a los buenos oficios del alfonsino Ansaldo
que, a petición de Ruiz de Alda, los sacó del país en su avioneta.
Falange Española – Guardia de Hierro, paralelismos y
diferencias (4)