Info|krisis.- Benavente en Los intereses creados comenzada así: “He aquí el
tinglado de la antigua farsa, la que
alivió en posadas aldeanas el cansancio de los trajinantes, la que embobó en
las plazas de humildes lugares a los simples villanos…”. La
“antigua farsa” es la política. En la farsa representada por Artur Mas y
Mariano Rajoy, en el primer acto se ha escenificado una disputa, procurando que
ninguno de los dos protagonistas saliera malherido. Ahora toca escenificar la
negociación sin que haya vencedores ni vencidos… es decir, sin que ni PP ni CiU
pierdan cuota electoral. Difícil, sino imposible. Indeseable, en cualquier
caso.
Hoy 10–N toca sonreír. Han votado
2,5 millones a la búlgara, sobre 7,5 millones. Han votado, todos los
soberanistas. Así que ese es el techo del soberanismo. A la vista de que no ha
habido propaganda en contra (pero si, todos los medios de comunicación
subvencionados por la Generalitat, han hecho propaganda masiva a favor del SioSí), es incluso probable que esa
cifra sea, incluso, menor. De hecho es menor, si tenemos en cuenta que han
votado menores, inmigrantes recién llegados y que, conociendo el percal, seguro
que algunos listos habrán votado varias veces. Queda poco “seny” y mucha
“rauxa” en esta Cataluña construida a golpes de 3–5% de comisión. Poco importa,
realmente: 2,5 sobre 7,5 supone
exactamente el 33%. Era lo que algunos esperábamos. En realidad, hace
cuatro años votó el 19%. Ese 11% es lo que ha ganado el soberanismo. Le queda
mucho para llegar al 51%.
¿Rajoy ha hecho todo lo que podía y debía hacer?
Y ahora es posible plantear
algunas cuestiones que hasta ahora han sido eludidas por distintos motivos y
para no hacer el juego a los organizadores del referéndum:
– La actitud de Rajoy de atrincherarse detrás de la legalidad vigente ha
sido seguramente el mayor error de su mandato. Especialmente porque la
legalidad vigente representada por la constitución empieza a oler a muerto. Y
la prueba es que los partidos y fuerzas sociales que la crearon están en crisis
y los que proponen una profunda reforma suben como la espuma. Rajoy ha demostrado
que lo único que el “patriotismo constitucional” puede aportar son recursos
ante el Tribunal Constitucional. Poco para lo que está en juego. Nada en
realidad.
– De hecho, toda la actividad
“unitarista” ha consistido desde hace seis meses, en anunciar que la
Generalitat legal había realizado una convocatoria ilegal, demostrando que la ilegalidad sale gratis en España sólo si
la realiza un político. Esto y recordar que Pujol y su familia actuaban
como gang mafioso junto a su partido utilizando la estructura de la Generalitat
como medio para realizar sus exacciones. Y esto último sin llegar al fondo de
la cuestión y con la familia Pujol pensando libremente cómo mover sus dineros a
los paraísos fiscales más opacos. Poco, realmente poco. Nada para los recursos
que todavía tiene el Estado Español.
Sabemos desde Lao–Tsé que “la
justicia es como el timón, que hacia donde se le da, gira”. Sabemos que en
España, la independencia del poder judicial es una mera entelequia formal, sin
realidad operativa alguna. Sabemos, finalmente, desde Roma que lo peor que
puede ocurrirle a un país es la judicialización de la vida pública y el que sus
ciudadanos pasen más tiempo visitando juzgados y poniendo denuncias que
respetando las leyes justas. Leyes justas que difícilmente puede ser elaboradas
por parlamentarios que se pagan con cargo al erario público visitas a sus
queridas en Canarias. Sabemos que en Cataluña el declarar ilegal el referéndum
del 9–N pero dejar que se convocase una consulta ha sido el ardid mediante el cual
Rajoy y Mas han contentado a sus respectivas parroquias electorales.
El grado de pudrimiento del
sistema político español es tal que poco un aval jurídico para impedir una
consulta representa lo mismo que mirar a otra parte mientras se convoca otra. Rajoy
y todos sabíamos perfectamente que una Generalitat que no ha respetado ni una
sentencia sobre bilingüismo no iba a inclinarse ante una nueva sentencia
expedida por la churrera del Constitucional. Tiene gracia que la imagen que han
querido proyectar Rajoy y Mas, en ambos casos, haya sido la de “firmeza” y
compromiso con sus electores y con su “patria”… Los combates de boxeo con tongo
suelen plantearse así y este del 9–N no ha sido una excepción.
¿No hubiera sido mejor autorizar el referéndum?
Después del resultado del
referéndum escocés, puede pensarse que sí y que, incluso en Cataluña, como ya
dijimos, el resultado en contra de la secesión hubiera sido mucho más amplio
que en Escocia. Ahora es lícito preguntarse si Rajoy, en realidad, ha hecho un
favor de Artur Mas. De haberse aceptado la legalidad del referéndum, hoy Mas
parecería como un derrotado amenazado por múltiples procesos por corrupción. Hoy
se presenta como el hombre “que ha llegado hasta el final”, aquel que “ha
cumplido su palabra”. Da la sensación, incluso, de que Rajoy le ha ahorrado a
Artur Mas y a CiU el demostrar que una cosa es mover masas con lemas emotivos y
sentimentales propios del nacionalismo y otra muy diferente que esas masas tengan
más peso que la mayoría silencios que en Cataluña ha demostrado no apoyar
masivamente al soberanismo.
El favor que Rajoy ha hecho a
Artur Mas es no disputarle Cataluña. Rajoy y Mas han tendido por la vía de
representar un papel que satisficiera a sus respectivas parroquias, para luego
–esto es, a partir de ahora– intentar un acuerdo Cataluña–España que en
realidad es un acuerdo PP–CiU…
Si hubiera querido disputar
Cataluña a CiU, el Estado hubiera realizado una propaganda masiva sobre lo que
suponía el soberanismo y no solamente en canales estatales, sino en medios de comunicación catalanes. Ha
votado un 33% del censo a favor de la independencia porque no ha habido
propaganda en contra de la independencia y los únicos argumentos que se han
oído en los medios de comunicación convencionales en Cataluña, han sido
argumentos soberanistas. Nadie ha explicado en Cataluña que la gestión
económica de la Generalitat ha sido nefasta, o que la gestión de la sanidad o
de la educación figura entre las peores del Estado. Nadie ha explicado que la
deuda de la Generalitat actualmente es
de 60 mil millones de euros. O que el superávit del comercio catalán con el
resto de España es de 24 mil millones de euros. Nadie ha explicado en Cataluña
–salvo fundaciones y asociaciones privadas que ni siquiera han contado con apoyos
del Estado, ni han recibido subsidios y subvenciones– las falsificaciones
groseras, en ocasiones incluso infantiles, realizadas por la Generalitat.
El Estado no ha hecho todo lo posible, no solo para que el referéndum
no se celebrara, sino para defender la permanencia de Cataluña en el Estado. Ese
es el “patriotismo constitucional”: limitarse a presentar una denuncia ante
el tribunal constitucional… y esperar que pasara la fecha tótem del 9–N para
negociar con Artur Mas y salvarle la papeleta.
Ahora podemos intuir que ha
habido negociación en la sombra. Traición, en definitiva, porque hay que llamar
a las cosas por su nombre. Traición de dos políticos (Mas y Rajoy) a sus
electores. Traición a todos los ciudadanos al margen de cuál sea su creencia
política. A partir de ahora se comprobarán las dimensiones de esta traición y
su realidad.
Rajoy negociará con Artur Mas,
como ha estado negociando durante estos últimos meses. No olvidemos que la
ruina económica de Cataluña la está pagando en estos momentos el Estado a la vista de que la Generalitat ya no
puede emitir más deuda, rebajada por los analistas al nivel de “bono–basura”. La estrategia de Rajoy ha consistido en no
hundir suficientemente a Artur Mas, para evitar que Oriol Junqueras tomara el
relevo… De ahí el énfasis puesto en que lo que hubo el 9–N en Cataluña no
haya sido un “referéndum ilegal” (que hubiera terminado con Mas en la cárcel),
sino “otra cosa”. Eso evitaba que las medidas judiciales llegaran más allá de
la sentencia del Constitucional. Ya se sabe: “a enemigo que huye, puente de
plata…”, sólo que en este caso ninguna de las dos partes ha querido cruzar el
Rubicón a una orilla del cual estaba el soberanismo y al otro la unidad del
Estado. Todo ha sido una mera
escenificación pactada de antemano para evitar que cayera el gobierno de Artur
Mas, el único que a la vista de los precedentes históricos puede negociar con
Rajoy.
Los olvidos y las constataciones
Ni Rajoy ni el PP parecen
entender lo que está ocurriendo: el problema no es que Junqueras sustituya a
Mas, sino que PP y PSOE van para abajo mientras Podemos sube, que el PNV baja
mientras Amaiur sube. El problema es que
un régimen está muriendo y todo lo que viajaba con él, se hunde. Es lógico
que Rajoy haya intentado evitar el “choque de trenes” para salvar a Artur Mas,
porque, de lo contrario, se las tendría que ver con Junqueras. Tiempo perdido
porque parece difícil que CiU remonte electoralmente.
En efecto, visto desde Cataluña,
superado el primer gesto triunfal de Artur Mas como “hombre que cumple”, la
erosión de CiU es inevitable y muchas van a tener que ser las concesiones
económicas y políticas que arranque Mas en la negociación que se avecina, para
que pueda presentarla como logros ante su electorado. Esos logros deberían,
además, tener la suficiente entidad como para olvidar los próximos procesos
judiciales que se ciernes sobre la familia Pujol y que afectarán,
inevitablemente, a varias decenas de cuadros políticos de CiU y de funcionarios
de la Generalitat. Es posible, incluso, que buena parte de la negociación Rajoy–Mas
se centre en el futuro de estos procesos.
Los resultados del referéndum
catalán demuestran, finalmente, otra cosa: el
soberanismo carece de fuerza social suficiente como para asumir el desenganche
de Cataluña del resto del Estado. Si ayer hubiera participado un 66% del
electorado, estaríamos hablando de otros términos y si se hubiera alcanzado esa
cifra con propaganda y argumentos a favor de la unidad del Estado, podríamos
decir que la secesión catalana era inevitable. Hoy, en cambio, lo único que
puede hacerse en constatar que, lo inevitable es que Cataluña siga
dentro del Estado Español, durante muchos años.
Pero quizás el problema sea que
los que nos sentimos todavía patriotas y creemos, al mismo tiempo que la
organización foralista del Estado es la más adecuada a un país y a una historia
como la nuestra (máxima autonomía a
cambio de máxima lealtad), no nos sirva todo lo anterior. El patriotismo,
la unidad de una nación, la integridad de un Estado, no pueden basarse en algo
tan frágil y temporal como una constitución que, para colmo, huele a muerto.
Era evidente que el techo del
soberanismo es mucho más bajo de lo que ellos mismos han creído siempre. A
fuerza de hablar “en nom del poble català”
han olvidado que solamente un 35% de población residente en Cataluña habla
normalmente en catalán y lo utiliza como lengua vehicular… lo que corresponde
exactamente con el número de votantes del 9–N. Los que utilizan ambas lenguas,
catalán y castellano y los que utilizan solamente castellano, no entraban en
los cálculos de un soberanismo que desde su fundación no ha dejado de mirarse
el ombligo. Y, mira por donde, resulta que son mayoría si las matemáticas no
engañas y 35 es menos que 65…
De la “excepcionalidad catalana” al “todas las charangas desafinan por
igual”
Les contaré una anécdota personal
que me ha recordado la foto de Artur Mas acudiendo votar en el Colegio de los Escolapios de la
calle Balmes. Yo estudié de los 5 a los 17 años en ese colegio. Cuando tenía 6
años, un escolapio, aquejado del prurito nacionalista catalán, nos contó una
historia mientras nos enseñaba el “Virolai”,
la canción compuesta en 1880 para el milenario de Montserrat con partitura de
Verdaguer, el entrañable “mossén Cinto”. El escolapio nos explicaba en 1958 que
la Virgen de Monserrat era la “única
virgen negra que había en el mundo”. Eso nos daba la sensación, a nosotros
párvulos, que Montserrat y por extensión Cataluña, eran algo especial, inusual,
único. Luego resultó que hay como 400 vírgenes negras, distribuidas por toda
Europa… y algunos nos sentimos estafados.
Hay más vírgenes negras que
turbantes en Arabia. La catalana es una más entre cientos. No hay “hecho
diferencial” en esto de las vírgenes negras. A veces, los sueños sobre la
excepcionalidad de lo propio se hunden cuando uno advierte que la charanga que
toca en el pueblo no es la mejor del mundo, ni la única que sabe interpretar
Paquito Chocolatero con ese brío, sino que desafina como cualquier otra.
Diez años después de que me
contaran aquella historieta sobre la Virgen de Monserrat, la decena de curas
que había en aquel colegio, militaba en el PSUC (la rama catalana del PCE) o
simpatizaba con él. Quince años después, la mayoría habían abandonado la
sotana. Treinta años después, uno de ellos, el “pare Botey”, se había
convertido en mandamás de Ezquerra Unida de Cataluña, construida a partir del
PSUC–Viu, los estalinistas. Creo que hoy solamente queda un escolapio en aquel
colegio; el director, obviamente. Fue allí donde Artur Mas votó ayer. En el
mismo sitio en donde un escolapio me intentó estafar sobre la excepcionalidad
catalana en materia de vírgenes…
Y es que detrás de todo
nacionalismo hay una estafa. Estafa, paralela en todo a la del “patriotismo
constitucional” (ese del que hace gala el PP, pero que también comparte UPyD y
Ciutadans, no lo olvidemos) que presenta a algo que es temporal y
circunstancial como si fuera permanente, eterno a intangible. Como si la unidad
del Estado y de la Nación pudieran justificarse con el rigor mortis de la Constitución de 1978.
© Ernesto Milá – info|krisis – infokrisis@yahoo.es – Prohibida la
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