Info|krisis.- Muchas veces se ha hablado de la “convergencia
de catástrofes”, coincidencia en el tiempo y en el espacio de traumatismos que
quizás aislados unos de los otros podrían superarse pero que por su
superposición en un solo momento y en un mismo horizonte geográfico no dejan
presagiar más que desgracias y una multiplicación de sus efectos deletéreos.
Los que estamos próximos a una “edad provecta” tenemos la sensación de que lo
hemos visto todo: nuestros recuerdos de infancia se remiten a la España del
subdesarrollo, cuando todo nos parecía en blanco y negro y el tecnicolor apenas
había llegado a las pantallas y a nuestra realidad, la España de las “restricciones”
energéticas y de los primeros turistas que siempre nos parecían estrafalarios y
eran considerados como objetos dignos de curiosidad; luego vino la España del
600 y del bikini y todos quisimos tener de lo uno y de lo otro. Era la España
de los 60 que levantó cabeza desde el mismo momento en que Franco cambió la Ley
de Inversiones Extranjeras en España, finiquitó la autarquía y dio rienda suelta
al ladrillo y al “turista un millón” que hacia el final de la década se
convertía en el “turista diez millones”.
Y luego, aquel señor anciano y
pequeñito que, al parecer todo lo podía, se murió y quienes estaban llamados a “mejorar”
el Estado surgido del 18 de julio y a velar por las “leyes fundamentales del
reino”, por aquello de que nada de lo bien atado lo estaba realmente, se
acostaron falangistas y se levantaron centristas, socialistas y nacionalistas.
A partir de ahí vivimos entre 1975 y 1982 en un sobresalto permanente y aquella
transición costó 200 muertos (uno al lado del otro), nuestra moneda se vio
aquejada de una inflación permanente que llegó hasta una pérdida del 30% de su
valor en apenas un años, mientras los salarios apenas subían un 10% como
máximo.
Sí, porque a partir de entonces,
todos vivimos un poco más en precario. Si hasta entonces bastaba con que
solamente una persona de la familia (del matrimonio) trabajara y eso daba
acceso al modesto “sueño español” (casa de propiedad, coche y apartamento en
Torrevieja), a partir de entonces ni aun trabajando los dos se conseguía
sobrevivir. Pero éramos libres y teníamos democracia o como decía el cateto, “semos
Europa”. Sí, éramos Europa, pero de la Europa de la periferia, no del núcleo
central…
En realidad, entramos en las “Comunidades
Europeas” en 1986 después de una muy mala negociación que liquidó sectores
enteros de la economía y trajo el gobierno de la corrupción y los gal que
sustituyó al del “café para todos” y precedió al aznarismo y a su modelo
económico basado en ladrillo + inmigración + salarios bajos + acceso fácil al
crédito… Y a nadie le extrañe que desde entonces todas aquellas aguas (las que
se remontan a partir del final de la autarquía en 1959), hayan traído estos
dos.
Pero entre 1959 y 2012 las crisis
se han dado aisladas unas de otras: en la transición hubo crisis política y
crisis económica relativa… pero no crisis social. Durante el felipismo hubo
corrupción pero políticamente el país no sufrió grandes convulsiones (salvo el
sabernos gobernados por políticos mafiosos) y solamente hacia el final se notó
la crisis económica. Y durante el aznarismo estallaron sobresaltos
internacionales pero la impresión general es que se vivía un progreso económico
sin precedentes (y así lo era, en efecto, para algunos). La cosa duró hasta la
primera legislatura de Zapatero en donde salió a la superficie una “crisis de
las costumbres”, evidenciada por la pertinaz obsesión en realizar una profunda
tarea de “ingeniería social”. Empezó a evidenciarse síntomas preocupantes que
con Rajoy se han confirmado.
Sabemos, pues, cómo hemos llegado
hasta aquí, lo que ignoramos es lo que ocurrirá a partir de ahora, porque, de
hecho, el signo determinante de este período es precisamente la “convergencia
de catástrofes”, es decir, la acumulación y superposición de crisis política
(elemento nuevo propio de este período, e inédito desde la transición), crisis económica
(radicalmente diferente de las anteriores), crisis social (síntomas de
putrefacción de la sociedad española y liquidación del Estado del Bienestar),
crisis internacional (mala opción del gobierno ante las crisis internacionales
que se avecinan) y, podríamos añadir, la crisis ecológica, que no tocaremos
aquí porque no nos afecta solamente a nosotros sino a todo el globo, excediendo
con mucho la perspectiva que nos hemos fijado para este artículo (pero remitimos
en infokrisis a todo lo que hemos
escrito años atrás sobre el “decrecimiento”).
La tesis de este artículo es que “España”
(considerada como agregado de gentes, regiones, historia, estructuras
políticas, sociales y económicas) se aproxima al abismo en la medida en que esa
“convergencia de catástrofes” es insuperable. El hecho de que sea “insuperable”
lo deducimos por el hecho de que existe una contradicción entre las necesidades
reales de “España” para afrontar esta “convergencia de catástrofes” y las
posibilidades y capacidades reales de la “clase dirigente” y de la misma
sociedad española. Los primeros son incapaces de modificar a voluntad un
statu-quo que les beneficia, mientras que el conjunto de la sociedad, a causa
de la narcosis que está sufriendo desde el período de Felipe González (cuando el
gobierno socialista masacró literalmente a la sociedad civil y generó un
repliegue hacia lo individual y hacia lo privado) es incapaz de pensar en términos
de futuro, sin olvidar que el factor esencial de la actual crisis es insertar
en la sociedad la sensación de “miedo”: miedo a perder lo adquirido, miedo al
paro, miedo a la proletarización y al empobrecimiento, miedo a no poder
afrontar hipotecas, miedo a las multas y miedo generalizado, naturalmente, a ejercer
la disidencia y el pensamiento crítico (en la medida en que a través suyo, los
otros miedos se pueden concretar más rápidamente: así pues, mejor seguir siendo
ciudadano anónimo que disidente situado en el colimador del Estado y de los
medios de comunicación al servicio -¡como nunca antes a causa del régimen de
subsidios y subvenciones y a la precariedad de todas las empresas
periodísticas!- de la clase dirigente.
Y esta contradicción se nos
muestra como absolutamente insuperable, luego veremos el por qué. Iniciemos
este artículo enumeran la retahíla de catástrofes que tenemos ante la vista:
1. Catástrofes
políticas
A lo largo de 2012 se han evidenciado los rasgos de una
crisis profunda del equilibrio de fueras que dio origen al consenso
constitucional en 1978. Fundamentalmente, los rasgos de esta crisis son:
a. Las fuerzas que dieron vida al
sistema constitucional en 1978 han quedado profundamente alteradas:
- La particular estructura “federal”
interior del PSOE ha ido favoreciendo la aparición de “barones” regionales cada
vez con mayor poder mientras que el aparato central se ha ido viendo
capidisminuido. Esto es especialmente visible en el PSC catalán que está
prácticamente en ruptura con el Comité Federal y sostiene posturas disidentes
sobre temas capitales.
- Por otra parte, el PSOE y su
galaxia federal han sido derrotados en Galicia, Euzkadi, con toda seguridad
sufrirán un varapalo sin precedentes en Cataluña, permanecen ausentes en
Valencia y Murcia, muy debilitados en las dos Castillas y en Madrid y solamente
mantienen iniciativa precaria en Andalucía en donde gobiernan (¿por cuánto
tiempo?) gracias a IU. Tal como preveíamos desde la caída del zapaterismo, el
PSOE no se recuperará fácilmente de lo que constituyó el período más triste y
ridículo de su historia y en donde la debilidad programática y de liderazgo que
imprimió ZP han llevado al PSC al borde de la inanición.
- La situación del PSOE es
importante porque este partido es una de las dos columnas sobre las que se
mantiene la arquitectura constitucional española (la columna de
centro-izquierda). Si esta columna falta va a ser muy difícil restablecer
equilibrios interiores dentro del sistema. La constitución estableció un
sistema de bipartidismo imperfecto para garantizar la gobernabilidad del país
(o gobernaba el centro-derecha o el centro-izquierda con mayoría absoluta o lo
hacía apoyada por uno o por los dos partidos nacionalistas periféricos, CiU y
PNV) pero hoy vamos camino de un sistema multipartidista (y veremos lo que el
PP logra mantenerse en el poder y en qué condiciones como la crisis económica y
el paro se prolonguen más de dos años).
- Por otra parte, la pieza
central de una democracia como la española (en la que la ausencia de una ley de
financiación de partidos y la propia constitución hace de la “banda de los
cuatro” [PP+PSOE+CiU+PNV] el eje de la vida política) son los partidos
políticos y estos han degenerado en estructuras mafiosas que controlan el poder
dirigidas por mediocres y ambiciosos sin escrúpulos. El sistema político
español se ha visto degradado a la mera dimensión de partidocracia y ha dejado
de ser una democracia en el sentido prístino y originario del término.
- La arquitectura constitucional
española no está hecho para un pluripartidismo y para coaliciones entre
distintas formaciones para asegurar el gobierno. Pero es ahí hacia donde tiende
la voluntad electoral y la dinámica de los hechos: el desprestigio creciente de
las formaciones hasta ahora mayoritarias hace que se les vayan enajenando simpatías.
A eso se le llama el “desapego”: a la brecha creciente entre la “España oficial”
(la partidocrática) y la “España real” (la de una sociedad que considera a los
políticos como “aprovechados” y corruptos, gente, en definitiva, de la que uno
no puede fiarse.
b. La concepción constitucional ecléctica
de España como “nación compuesta por nacionalidades y regiones” ha entrado en
crisis:
- La primera crisis fue el “café
para todos” de principios de los años 80 en donde cualquier región, reivindicó
primero su “autonomía” y luego su pretensión de ser una “nacionalidad”. El
error estaba ya implícito en la comisión constitucional que, para lograr el
acuerdo de los nacionalistas catalanes y vascos, les garantizó que su presencia
en la gobernabilidad del país sería superior a cualquier otra minoría regional
y que, por tanto, tendrían una personalidad mejor definida al resto de regiones
del Estado.
- Pero el nacionalismo no es más
que un momento oportunista de una idea que toma el principio de las
nacionalidades (“toda comunidad que dispone de una lengua es, por eso mismo,
una nación y, por tanto, tiene derecho a aspirar a la independencia”) como
objetivo a alcanzar la independencia. A pesar de que la discusión sobre si “nación”
y “nacionalidad” son lo mismo (a nuestro entender no lo son), lo que importa es
que los “nacionalistas”, desde el principio, asumían que ambos términos eran
idénticos e intercambiables, así que cuando en la constitución se alude a “nacionalidades”
ellos entienden que es a “naciones” y que, por tanto, el derecho a la
autodeterminación entra dentro de sus posibilidades y planteamientos.
- En el País Vasco, las absurdas
políticas antiterroristas tanto del PP como especialmente del PSOE han tenido
como conclusión el que la guerra contra el terrorismo, que se podía y se debía
haber ganado a principios del milenio, se haya convertido en un cáncer que ha
terminado con la desmovilización de ETA (desmovilizada, no derrotada) y con la
derrota del Estado en el “frente político” (con el hecho de que Bildu haya
pasado a ser segunda fuerza en Euzkadi). A partir de aquí se abren distintos
interrogantes: el primero de todos relativo al futuro de los presos de ETA que
se encuentran en cárceles vascas purgando sus crímenes ¿serán liberados en
breve mediante subterfugios o simplemente aplicándoles abusivamente medidas de
gracia y redenciones de condenas? ¿Les bastará que se apliquen masivamente
terceros grados para irlos poniendo en libertad sin causar grandes escándalos? En
segundo lugar, no hay la menor duda de que se recuperará la línea del “Plan
Ibarreche” que parecía solamente hace dos años definitivamente olvidado y
superado. Y todo esto por la majadería de un presidente que quiso pasar a la
historia desmovilizando a ETA (ZP) y por la firma de unos acuerdos de paz por
parte del PP cuando aún estaba en la oposición (por que ETA nunca habría
negociado con ZP en 2010 cuando era evidente que no saldría elegido y que su
erosión era inevitable, si no hubiera tenido el acuerdo del PP en la
negociación).
- En Cataluña, la mediocridad
política de Artur Mas ha hecho simplemente que el tradicional chantaje de CiU
al Estado saliera mal: como se sabe en estos últimos 35 años, CiU se ha
limitado a cambalachear su apoyo al gobierno de turno para obtener beneficios
para sí mismo. Pujol dominaba este arte que el tripartito de izquierdas
sustituyó por un órdago al Estado en forma de “nou Estatut”. El fracaso de
Maragall-Montilla es uno de los factores de hundimiento del PSC catalán, pero
el hecho es que Artur Mas no domina el arte del chantaje al Estado: después de
un año y medio de inyectar dinero a mansalva (200 millones) en los circuitos
independentistas, y tras la manifestación del 11-S (entre 200 y 400.000
personas, no el 1.500.000 al que aludían los medios catalanes), Mas pensaba
poner nuevamente el cazo en su encuentro con Rajoy a finales de septiembre.
Pero Rajoy está a la espera de pedir la intervención de la UE (lo que ocurrirá
entre el cierre de las urnas en Cataluña y las vacaciones de navidad) y no se
podía permitir el ceder a las exigencias de Mas. Por lo demás no hay dinero en
las arcas del Estado. Así pues, al volver a Cataluña, Mas tuvo que convocar
urgentemente elecciones después de dos años de legislatura a la vista de que,
de no hacerlo, los independentistas se le podrían acercar peligrosamente.
- Por lo demás, el sistema
político catalán también fue diseñado a modo de fotocopia reducida del español,
centrado en un bipartidismo imperfecto sostenido sobre CiU y el PSC… pero el
PSC está en crisis y las encuestas prevén que tres formaciones van a llegar muy
ajustadas a la segunda posición: ERC, PSC y PP. Y este es el elemento nuevo:
que también en Cataluña el bipartidismo ha saltado por los aires.
- Poco importa que la
independencia de cualquier territorio del Estado sea imposible tanto por lo que
se refiere a la constitución española como a la concepción comunitaria para la
que la UE es una “unión de Estados Nacionales”. Lo que importa a las clases
políticas periféricas es acentuar sus “rasgos diferenciales” (incluso en la
Galicia o en la Valencia pepera) para justificar sobre ese sustrato emotivo y
sentimental el disponer de… las llaves de la caja, esto es de la recaudación
fiscal en cada región. El interés de Artur Mas o de Pujol no es tanto separarse
de España, como disponer de una hacienda propia y pagar en concepto de alquiler
anual al Estado Español por el uso de infraestructuras y servicios. A eso se le
llama “concierto económico”.
- A Artur Mas le va a ser muy
difícil poner el pie en el freno especialmente cuando su propio partido (y él
mismo) ha asumido las tesis independentistas. Mas va a sufrir el precio de
haber jugado de farol y haber chantajeado al Estado en un terreno en el que no
podía sino suscitar reacciones en contra muy superiores a la fortaleza del
nacionalismo catalán (que existe en tanto que CiU tiene las llaves de las subvenciones
y los subsidios a los medios de comunicación catalanes que desde hace décadas
dan una información sesgada y subjetiva siempre dispuesta a favorecer a la mano
que les paga. En el momento en el que Mas intente poner el freno, tras las
elecciones de noviembre, puede ocurrir que incluso tenga dificultades en el
interior de su propio partido, especialmente si los independentistas de
ERC-CUR-RC logran obtener unos óptimos resultados.
- Todo esto hace que en el
terreno autonómico estemos viviendo en un período de crisis: la sensación cada
vez más generalizada es que el “Estado de las Autonomías” está resultando caro
y no alcanza a satisfacer las aspiraciones de las poblaciones. Genera más
problemas de los que resuelve y ya cuando se realizó el referéndum sobre el
Estatuto Gallego hace 32 años apenas participó el 28% del censo electoral (de
los que el 20% votó en contra), lo que debía de haber hecho desistir de esa vía
a la vista de que carecía de consenso popular.
- La crisis económica ha puesto
de manifiesto que nuestro ordenamiento autonómico era insoportable desde el
punto de vista económico y que se había convertido en un monstruo burocrático
cuyo principal fin es engordar a las clases políticas regionales. Esto ha
generado el rechazo a las partidocracias locales y una nueva fractura entre los
ciudadanos que viven en las autonomías y su sistema político (lo que hace que
los niveles de abstención en las consultas autonómicas sean superiores siempre
a las nacionales).
c. Crisis de la institución
monárquica y corrupción generalizada
- La institución monárquica fue
el premio de consolación que se llevaron los franquistas en 1978 para tener la
sensación de que la “ruptura” no había sido “ruptura” sino transición. En
realidad, fue solamente la monarquía, la judicatura, la policía y las fuerzas
armadas, lo que sobrevivió del franquismo a la democracia. A partir del 23-F,
las FFAA asumieron incondicionalmente al nuevo régimen, en cuanto a la
judicatura y a la policía, simplemente, se trataba de cuerpos funcionariales
que seguían trabajando para el Estado al margen de quien lo controlara y
haciendo abstracción de sus propios criterios políticos, obviamente más
conservadores que progresistas.
- Desde el principio, el papel de
la monarquía fue desdibujado y gris y se diría que solamente tuvo sentido hasta
el 23-F cuando de lo que se trataba era de que las FFAA aceptaran servir a un
modelo de Estado que no era aquel al que habían jurado. A partir del 23-F y
especialmente cuando los socialistas se hicieron cargo del poder, el Rey dejó
de ser enarbolado como ariete constitucional frente a los sectores partidarios
del antiguo régimen y políticamente liquidados.
- Desde el primer momento se
evidenció que la constitución consideraba al Rey como al margen de las leyes:
nadie podía sentarlo ante un tribunal, lo que equivalía a decir, que podía
hacer cualquier cosa, con tal de que lo hiciera discretamente. Y eso fue lo que
hizo. No hay que olvidar desde el escándalo Ruiz Mateos en 1983 hasta el caso
Urdangarín en 2011, los grandes escándalos del régimen nacido en 1978 han
tenido como protagonistas a amigos, grandes algunos e íntimos otros, de Juan Carlos
I: Ruiz Mateos, Luis Prado y Colón de Carvajal, Javier de la Rosa, Mario Conde
y un largo etcétera de escándalos menores (el príncipe de Chukutúa, los
reiterados escándalos en Baleares, etc.).
- Juan Carlos I siempre ha salido
indemne de todos estos escándalos protagonizados por sus grandes amigos y para
ello le ha bastado negar cualquier relación con ellos, o simplemente no opinar.
Ya cuando estalló el escándalo de Prado y Colón de Carvajal resultaba muy
difícil eludir la vinculación directa de este personaje con la Casa Real, pero
el escándalo Urdangarín ha servido para situar el centro de la corrupción, no
solamente en la clase política, sino para confirmar que en la primera
institución del Estado, también han anidado las prácticas corruptas.
- Todo esto, contrariamente a lo
que suelen sostener los medios oficialistas de derechas o de izquierdas, se
conocía desde hacía mucho tiempo. Se sabía pero se ocultaba. Y ya se sabe
aquello de que “del rey abajo, todos”: si la cabeza es corrupta, y
judicialmente “irresponsable” (esto es, no se le puede sentar ante un
tribunal), todas las demás jerarquías y niveles del Estado y de la
Administración, tienen un ejemplo a seguir y el hecho de que ellos sí sean “responsables”
ante los tribunales lo único que hace es que tengan que actuar más
discretamente.
- De la misma forma que en el
período de la Restauración el factor esencial era el caciquismo (y se negaba en
la época que lo fuera…), ahora el elemento más característico del régimen
surgido en 1978 es la corrupción (… y, por supuesto, se niega que lo sea y se
recurre el eufemismo de decir que “se trata de casos aislados”, de que “la
mayoría de políticos son honestos” y de que “las malas prácticas de unos pocos
no pueden salpicar a todos”). Pero, a poco que se examine el día a día en todos
los niveles administrativos se percibe con facilidad que, con una clase
política que ya carece completamente de doctrinas e ideales, lo único que le
hace permanecer en el cargo es la perspectiva de realizar buenos y grandes
negocios a la sombra del Estado y, frecuentemente, mediante prácticas corruptas
y corruptoras.
- El hecho es que desde el nivel
administrativo municipal hasta a la monarquía, pasando por los niveles
autonómicos, por las diputaciones provinciales, los cuerpos intermedios de la
sociedad, todo, absolutamente todo, está bajo sospecha y en todos los niveles
han estallado casos de corrupción, teniendo la sensación la población de que
existen miles y miles de pequeñas corruptelas que no salen a la luz pública y
que ya se dan como supuestas. No puede extrañar pues el divorcio entre
ciudadanos administrados y clase política administradora. En otras palabras: la
administración se ha convertido en una cáscara exterior en la que se sitúan las
clases políticas con sus lacras y contaminaciones, a modo de una almendra, en
la que en el interior y sin relación con ésta, la ciudadanía debe
constantemente renunciar a derechos y verse sobreexplotada a impuestos, renunciar
al Estado del Bienestar para que las “peritas en dulce” de la clase política
(autonomías, diputaciones provinciales, etc) mantengan su nivel de vida.
d. Crisis política: balance
definitivo
- En definitiva: desde la
monarquía hasta el último ayuntamiento, toda la jerarquía del Estado se
encuentra bajo sospecha. Estamos pues ante una estructura burocrático-administrativa,
basada en el clientelismo, las corruptelas, la omertá, que utiliza el factor
emotivo de “la constitución” como excusa para mantener sus privilegiadas
posiciones y para presionar a la sociedad mediante el aparato fiscal. En esas
condiciones, los apoyos del régimen no existen más allá de los medios de
comunicación (mientras sigan siendo subvencionados), las jerarquía de los
partidos (esto es, la partidocracia), los miles y miles de funcionarios y “asesores”
contratados por los partidos y todos aquellos que se han visto, de una u otra
forma, favorecidos por el actual statu-quo. Pero la gran mayoría de la
población, ya en estos momentos, está fuera de este circuito de privilegiados,
explotadores, aprovechados y barrigas agradecidas y, desde luego, si bien no
harán nada para derribar este régimen, tampoco harán nunca nada para
defenderlo.
- El problema autonómico desatado
en Cataluña a causa de la irresponsabilidad y la falta de experiencia política
de Artur Mas, paradójicamente, puede ser uno de los factores de renovación
política en España: está claro que Cataluña nunca será independiente, no solo
porque la UE es la “cláusula de protección” de la unidad del Estado Español,
sino por la propia constitución española que eso es uno de las cosas que deja
claras. En cuanto a una secesión pactada es todavía más difícil incluso porque
las cifras siguen siendo ampliamente contrarias a la independencia de Cataluña
en la misma Cataluña. Sin embargo, el hecho de que el tema del independentismo
haya terminado siendo el eje de las elecciones catalanas, y las medidas a las
que se ha visto obligado a adoptar el Estado Español (especialmente el llamado “corredor
central” que une directamente a Madrid con Francia a través de los Pirineos
Centrales Aragoneses, como ayer el eje estratégico Lisboa-Madrid-Valencia)
están haciendo que Cataluña sea marginalizada del Estado Español. Y no sólo
eso, sino que la masiva presencia de inmigrantes islamistas (norteafricanos,
pakistaníes y negros) en Cataluña que alcanza el 25%, así como los niveles de
paro y especialmente de paro juvenil, la desertización industrial, etc, hacen
que cuando se eclipsen los ecos del debate independentista, lo que quede es la
realidad de una Cataluña que ya no ocupa un lugar central, sino periférico en
el Estado (a causa de la deslealtad obvia del nacionalismo) y que la crisis
allí sea mucho más fuerte que en cualquier otro lugar de ese Estado. No
solamente es evidente que Cataluña, a la larga habrá salido perdiendo a causa
del régimen autonómico, sino que éste crea muchas más tensiones y problemas de
los que resuelve.
- No hay posibilidades de salir
de la crisis económica, sin una profunda reforma del sistema autonómico y la
existencia –como veremos de un amplísima crisis social- evidencia que, una de
dos: o se afronta la crisis social (restando espacio de maniobra y fondos a las
clases políticas autonómicas) o se afronta la crisis autonómica (manteniendo
las cosas como están y convirtiendo al Estado en Confederal –por que
nacionalistas catalanes y vascos no admitirían una situación de igual con otras
regiones y “nacionalidades” y, por tanto, el diseño “federal” que auspician los
socialistas catalanes es inverosímil e inviable- a costa de restar derechos y
políticas sociales e inyectando más y más fondos a las autonomías). Dicho de
otra manera: o se defiende el Estado de las Autonomías o se defiende el Estado
del Bienestar, a la vista de que los dos modelos son económicamente
incompatibles entre sí. Y este es el único derecho de autodeterminación que
cabría plantear a todo el pueblo español: ¿O Estado de las Autonomías o Estado
del Bienestar? La crisis generada por el independentismo catalán ha tenido la
virtud de mostrar a las claras que el Estado de las Autonomías es completamente
inviable y que es solamente una fase intermedia entre el concepto de “Estado unitario”
y el de “centrifugación independentista”.
- Lo que resulta evidente es que
la crisis política se va agravando de día en día y la Constitución de 1979 ya
no está en condiciones de servir para resolver nada. Cada vez más, los tópicos
de la constitución parecen más ser letra muerta y no pasan de ser meras declaraciones
fetichistas de derechos imposibles de llevar a la práctica: derecho al trabajo
en tiempos de paro generalizado, derecho a la dignidad de la persona en tiempos
de salarios de miseria y contratos basura, derecho a la vivienda en tiempos de
desahucio, derecho de libertad de expresión en tiempos de prohibición de
ejercerlo públicamente, derecho a la justicia en tiempos de encarecimiento de
la justicia incluso para realizar apelaciones… todos estos derechos están
machacados por las realidades: la realidad de la partidocracia, la realidad de
una clase política rapaz y sin escrúpulos, la realidad de una corrupción
generalizada, la realidad de una cabeza del Estado –la monarquía- podrida,
desprestigiada y sin imagen fuera de la prensa del colorín, la realidad de unos
medios de comunicación que apenas son otra cosa que la voz de su amo, y así
sucesivamente. Una constitución que se encuentra en estas condiciones no puede
prolongar su vigencia durante mucho tiempo y, antes o después, entrará en
colapso. De hecho ya lo está a la vista del escaso entusiasmo que suscita.
- Y ese es el problema que la
crisis político-institucional, la crisis del Estado de las Autonomías, la
crisis de la monarquía, la crisis de la partidocracia, no son las únicas crisis
que se acumulan sino que estas crisis se solapan con una crisis económica, una
crisis social y una crisis internacional que, como veremos no dejan presagiar
nada bueno, ni mucho menos que la constitución, agónica sino muerta, tenga futuro,
ni que pueda hacerse respetar. Y, a fin de cuentas, en un período de masas, no
hay forma de hacer imponer nada las masas, si no se logra que las masas
respeten a las jerarquías (monarquías, clases políticas autonómicas, partidos,
etc.).
© Ernesto Milà – infokrisis – ernesto.mila.rodri@gmail.com –
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