jueves, 14 de octubre de 2010

Mis textos para el FNJ (IV). PONENCIA DE REGIONALISMO

Infokrisis.- Este texto publicado poco antes de la ruptura del FNJ y de su integración en el Frente de la Juventud demuestra los límites y las contradicciones que tenía cualquier toma de posición de la extrema-derecha en relación al problema de las autonomías que entonces empezaba a despuntar especialmente en Catalunya y en el País Vasco. Era evidente que, por una parte, no se había captado la naturaleza del problema y tampoco se percibían las implicaciones del fenómeno autonómico ni se pensaba que podía trasladarse a toda España, concretamentea 17 autonomías. Algunos de los enfoques de la época eran correctos pero estaban toscamente expresados evidenciando el desconocimiento sobre el fondo de la cuestión, incluso cuando la toma de posición -más intuitiva que intelectual- fuera correcta.


PONENCIA DE REGIONALISMO
(Patria y Libertad, 8, septiembre de 1978)

En la cuestión de los nacionalismos, que con mayor propiedad podemos denominar regionalismos, el marxismo ha logrado, tras cuarenta años de lucha subterránea hacerse con la iniciativa en tres casos muy concretos, Cataluña, Vascongadas y Galicia. Lo que pretende el mar-xismo es, sin duda, la construcción de estas tres regiones españolas en centros de decisión política a fin de enfrentarlos al poder central y de este modo sin dificultad poner en situación difícil cualquier gobierno cuyo color no sea el rojo. La confianza que nos merece, en este sentido, una ideología que no respeta la autonomía de estados soberanos como Checoslovaquia o Hungría, no es excesiva. Cuando partidos hoy denominados catalanes controlen la situación en Cataluña y sus homólogos lo hagan en el resto de España, todos los estatutos regionales estarán en peligro.

Ante todo, las cuestiones regionales son emotivas y tradicionales y éstas son dos cuestiones que el marxismo jamás ha respetado, tam-poco los demoliberales pues no creen en lo trascendental y tradicional puesto que unos y otros basan su ideología y actuación política en la destrucción de lo permanente, no pueden pues enarbolar honradamente una causa tradicional, pero con gran visión política defienden la autonomía regional para posteriormente utilizarla, sin intención de lograr una verdadera descentralización, su lucha es por el poder central.

Si analizamos el problema a fondo y con el máximo de rigor posible, contemplaremos que entre las distintas regiones españolas existe una gran diferenciación tanto en lo tocante a su esencia, debido a causas de tipo étnico, histórico y cultural, a nadie se le escapa que entre Vascongadas y Andalucía hay una diferencia étnica histórica y cultural, no cuantitativa sino constitutiva, no se trata de mayor o menor cultura e historia, ni de mejor o peor etnia sino de que sus constituciones son distintas y en segundo lugar el hecho innegable de que en una sede gubernamental no se puede tener conciencia clara de las necesidades de una comunidad que vive alejada de ella, si no totalmente, al menos con la claridad necesaria y suficiente. Estas dos características nos denuncian la inoperancia del centralismo geo-político.

Al llegar a ese punto es obligatorio detenerse a reflexionar, cabe preguntarse si es que un Estado con intención política clara puede dejar la iniciativa a la diversificación de criterios.

Lo que en un primer análisis aparece como cierto es que el centralismo geopolítico es inoperante, en incluso indefendible, ya que, surge históricamente con el liberalismo burgués, y atropella por su simple existencia la tradición secular de los pueblos diferenciados en lo histó-rico, en lo cultural y en lo étnico. Así mismo una lógica política ponderada y responsable denuncia que un Estado no puede abandonar su gestión a centros de decisión diferenciados y débiles... En el caso de España, estos centros de base regional son además en base contrarios a la existencia de un sentido histórico de España, parece pues que nuestra dinámica histórica nos conduce a un problema irresoluble, pero esta primera impresión no es cierta puesto que la base de un auténtico Estado nos es la vegetación y existencia "per se" sino la conducción política de uno o varios pueblos a un destino histórico y a unos estadios de realización de todo tipo, en lo humano.

ESTADO Y AUTONOMÍAS

Nos enfrentamos por un lado con la necesidad de reconocer que la región existente, con toda su consecuencia, y de otro con la imposibilidad de ceder el control de la gestión política a centros de decisión de carácter institucional ideológicamente asépticos en nuestro tiempo y por tanto fácil presa de cualquier ideología en oposición que desee aprovecharse de un supuesto regionalismo o nacionalismo. Esto viene refrendado sencilla y llanamente por el proceso vivido en Vascongadas, Galicia, Cataluña, etc., pues si alguien no debe hablar de nacionalidades son sin lugar a dudas los internacionalistas.

Regresando al análisis conceptual, hemos de adelantarnos más, en el concepto "descentralización" al razonamiento que evidencia la necesidad de la descentralización, es el que en un punto determinado de la geografía, en el que supongamos que existen en otro punto distante, de distinta constitución tanto geográfica, como cultural, social, histórica o étnica. El centralismo geopolítico tanto a nivel nacional como a nivel regional, aunque en distinta medida gozan de la misma inoperancia, pues si bien es cierto que en Madrid no pueden saber lo que necesita una población de Pontevedra no es menos cierto que en La Coruña tampoco lo saben aún cuando existan unas facilidades para conocerla. Pero dado que todo mecanismo centralizador implica por sí burocracia y este automatismo unificador hay tan sólo diferencia cuantitativa entre el centralismo de Madrid y el de La Coruña, Bilbao o Barcelona, no hay entre ellos diferencias cualitativas. El concepto descentralización es mucho más total que las soluciones que puedan ofrecer parlamentos autónomos en Galicia, Vascongadas y Cataluña.

La descentralización hay que llevarla a las unidades de convivencia básicas, el barrio, el municipio, las comarcas y naturalmente la región.

Hasta aquí hemos seguido un proceso lógico de lo que supone la descentralización que postulamos necesaria, yendo mas allá de una autonomía regional, que constituye más una batalla de turbios intereses de política parlamentaria electoralista que una gestión sincera por la optimización de la gestión política a favor del pueblo. En un Estado desarticulado ideológicamente la puesta en marcha de un proce-so de este tipo, es una sentencia de muerte, sin finalidades concretas, definidas y claras, con un montaje parlamentario liberal de derechas e izquierdas, todo se pierde en un absurdo parloteo, reflejo de un forcejeo verbal entre distintos intereses casi siempre contrapuestos en lo instrumental, aunque concurrentes en lo fundamental. Políticos de derechas y de izquierdas están de acuerdo en que deben seguir viviendo de la agilidad de su lengua, esto es para ellos básico y en cuanto a las finalidades últimas, el dominio que minorías ejercen sobre los pueblos creando absurdas luchas interiores que degeneran nuestra civilización y cultura, es hoy en las democracias "populares" o "liberales" un fenómeno universal.

Sin embargo, un Estado fuerte con intención política clara, con una ideología que inspire su esencia, es fuerte y puede afrontar un proce-so descentralizador con ventaja, si el partido político que detenta dicha ideología, es en sí mismo "el Estado" no se corre peligro al estar su estructura orgánica basada en la familia, el barrio o la comarca, el partido debe dirigir y hacerse responsable de la gestión socio política también necesaria, es tan sólo compatible con la eficacia de gestión política también necesaria mediante un Estado destilado del partido, y que este influya en toda la gestión de las unidades políticas de convivencia. De este modo la jefatura del partido sita en una comarca puede solicitar y exigir lo que la comarca la corresponde, sin que existan "segundos poderes".

Tan sólo así barrios, municipios, comarcas y regiones puede decidirse la gestión que debe confirmar las líneas políticas y económicas de la totalidad sin oponerse al proceso revolucionario que esta sociedad degenerada por el marxismo y los postulados demoliberales precisa para salir del callejón sin salida a que esta degradación ha conducido a pueblos de Occidente sin extirpar las raíces de la tradición nacional. Tan solo mediante nuestra descentralización puede llevarse a cabo nuestra Revolución Nacional.

CATALUÑA Y LA GENERALIDAD

Por Real Decreto, sin consulta sobre el particular, ni al pueblo catalán, ni a los diputados del Congreso ha sido impuesta una Generalidad que mediante la sensibilización de la opinión a través de la prensa, ha sido presentada a los catalanes y a España entera como la re-cuperación de unas instituciones históricas y tradicionales unidas al recuerdo de héroes como Casanovas...

Ante todo y para despejar cualquier duda al respecto, hay que señalar que entre la Generalidad por la que Casanovas y los catalanes defendían la idea de Imperio en las murallas de Barcelona y la de Maciá, Tarradellas hay un abismo cualitativo que nada tiene que ver con los dos siglos de historia que las separan. Puesto que la Generalidad que defendieron Casanovas y los catalanes del año 1700 era ante todo una institución legislativa orgánica, en la cual las diversas corporaciones que constituían la vida catalana de aquel entonces: iglesia, aristocracia militar, gremios y agrupaciones profesionales informaban y daban cuenta del sector de Cataluña al poder ejecutivo al Virrey del Principado, así como detentaban el poder aplicar los usos y "nyerros" que el Principado por servicios a la Corona había gestionado si las circunstancias lo requerían; jamás en la Generalidad tradicional se habló de partidos políticos, aún cuando hubo un leve intento con los "nyerros", intento que los propios catalanes solucionaron volviendo a ofrecer el título de Conde de Barcelona al monarca español tan pronto como advirtieron que estaban siendo utilizados por la Francia borbónica en la cual el liberalismo burgués empezaba a dominar, en contra de la tradición española en general y de la catalana en particular, pues no debe olvidarse que ha habido depresión cultural más terrible y eficaz contra la tradición cultural que la practicada por el Estado liberal... El francés. La Cataluña francesa no tiene nada de catalán y Bretaña lleva siglos luchando por su identidad.

Muy al contrario de la Generalidad tradicional y orgánica, es decir, la verdaderamente catalana y consecuentemente con su arraigo en la sociedad occidental, la Generalidad de Maciá y Companys e igualmente la de Tarradellas, son fruto no de la capacidad cultural y organizativa de un pueblo, sino de la corrupción y debilidad de Estado, instituciones orgánicas en las que decide tener dirección la capaci-dad de especulación demagógica, en lo que el cincuenta por ciento de puestos de gobierno están en manos, de defensores de intereses antipopulares y en consecuencia contrarios al sentir del pueblo en Cataluña y el otro cincuenta por ciento de los más hábiles destructores del sentido de la nacionalidad y del amor patrio sean aplicados estos a Cataluña o a España. El parlamentarismo inorgánico, la democracia liberal y el liberalismo económico con la explotación del pueblo parte del capital y la lucha de clases manipulada con elementos comunes a la democracia inorgánica, el liberalismo borbónico y a la falsa Generalidad de Maciá y Tarradellas, sin todo aquello por lo Casanovas, la Generalidad y el pueblo catalán que luchaba por España en 1700 y el Imperio Español se alzaron dispuestos a morir defendiendo la tradición, defendiendo que en Cataluña, en España y en Occidente todavía era posible vivir y morir de pie.

Aquella Generalidad orgánica y en ningún momento democrática e inorgánica fue asesinada por los que sustentaban las ideas que hoy propugnan los que impuesto esta falsa Generalidad de Cataluña.

EL PROCESO DESINTEGRADOR DE OCCIDENTE

El actual proceso descentralizador al que nos vemos sometidos, no es ni mucho menos fruto de la casualidad o de un libre sector popular; han sido precisos años de sensibilización o, mejor dicho, de engaño insensibilizador para llegar al estadio actual que entronca perfectamente con la estrategia de las internacionales democratizadoras e igualitaristas. El proceso histórico de Occidente ha sido en los últimos siglos una lucha constante entre una tendencia disgregadora, corrosiva y anti tradicional y la tendencia imperial aristocrática, en el sentido real de la palabra y tradicional. En el curso de este combate, los empeñados en destruir la tradicional y permanente han hecho gala de encarnar la causa del pueblo, lo único permanente cuando este tiene conciencia de tal y ama la tradición y tiene fe en la realización de una gran empresa llegando a constituirse en Nación.

El proceso de creación de los Estados nacionales parte de la destrucción del concepto unitario de Imperio, por la que el pueblo español se entusiasmó rápidamente y vierte generosamente su sangre, encarnada en la Casa de Austria, no rechazó jamás la existencia de culturas distintas en el seno de las naciones de Occidente, no aniquiló nunca las instituciones populares autonómicas, base del flincionamiento de las distintas naciones del Imperio y jamás luchó por la supresión de dichas naciones, España, Austria, Hungría, Alemania, Flandes e Italia eran naciones que conformaban el Imperio y algunas como España, anteriores en cuanto a formación y concepción a las distintas regiones y culturas que por circunstancias históricas ms tarde se generaron; puesto que el Estado visigótico español es anterior a la invasión árabe y naturalmente a la creación de focos de resistencia visigóticos en el Norte de España, que ocho siglos más tarde en un proceso lógico y geopolíticamente natural culminaría en la unión de todos los reinos españoles en un solo Estado que consciente de su génesis defiende su existencia tan costosamente adquirida, pero no atenta contra las peculiaridades que la historia ha creado en sus distintas regiones.

Más tarde ese nuevo Estado combate por la reconstrucción de Occidente; tan sólo dos Estados nacionales se oponen al proceso de re-construcción: Francia e Inglaterra. En ambos nacerá, crecerá y se reproducirá el liberalismo, liberalismo que no escatimó esfuerzos en destruir la idea de Imperio, que luchó contra ella que desgajó en compartimentos inorgánicos la sociedad Occidental, que ha arrastrado a los pueblos a las más impopulares matanzas, que los ha explotado y dividido en clases perpetuamente beligerantes entre sí. Y culminado el proceso, el liberalismo igualitario engendra en la cabeza de Carlos Marx, el comunismo, una nueva forma de super capitalismo de Estado que conduce de nuevo a enfrentamientos inútiles, tan sólo para hacernos renunciar a la libertad y desgajar esta sociedad que debió existir: Occidente, en la cual el orden y su estructura orgánica a todo nivel, garantizaba la libertad, la conservación de la tradición y la posi-bilidad de generar un Orden de vida más noble y justo.

Debido al análisis anteriormente expuesto entendemos que el actual proceso autonómico, que tan sólo pretende trasladar la concepción inorgánica de la comunidad a la región, es un paso más en la disgregación de la sociedad y del hombre libre, proceso por el cual tanto Occidente como las naciones que en el se hablan ya han dado sus execrables frutos y por ello el FRENTE NACIONAL DE LA JUVENTUD se opone a un nuevo avance de la desintegración del hombre, ahora a  nivel regional, decimos no a la Generalidad inorgánica de Suárez y Tarradellas. No al Occidente desintegrado y capitalista, nuestra Generalidad es orgánica, nuestra descentralización llega a la familia, al barrio, al municipio, a la comarca, nuestra España no es ni una República Soviética, ni un Estado Liberal más de una Europa de banqueros, es nacional, popular y justa... Nuestro Occidente no es un mercado, es algo más que un viejo anhelo: una tradición, un Nuevo Orden de Valores.

© Ernest Milà – infoKrisis – infoKrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com – Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen