viernes, 15 de octubre de 2010

La tuberculosis avanza. Repunte vinculado a la inmigración.

Infokrisis.- No sabemos siquiera el número de tuberculosos que existen en España. Se cree que uno de cada tres casos no se declara. Las autoridades sanitarias, hasta ahora mudas sobre las causas del repunte de la enfermedad, ya no pueden ocultar por más tiempo que es una consecuencia directa de la llegada masiva de inmigrantes. Las zonas y los barrios con más incidencia de la enfermedad coinciden con los de más presencia de la inmigración. La facilidad para el contagio, lo caro del tratamiento correcto y las secuelas hacen que no sea una enfermedad como para tomársela a broma.

Nuestro país se sitúa, con una incidencia de 18,3 casos de tuberculosis por cada 100.000 habitantes, como el noveno país europeo en incidencia de esta patología tras Rumanía, Lituania, Letonia, Bulgaria, Estonia, Portugal, Polonia y Hungría… Estos datos figuran en un informe del European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC) de la Unión Europea. Rumanía, con 126,4 casos por cada 100.000 habitantes, es el país con una mayor incidencia. En números absolutos de casos registrados, España se sitúa en cuarto lugar, con 8.029 enfermos, tras Rumanía, que lidera con 27.319, Polonia y Reino Unido. Mientras que en Polonia las causas y en el resto de países, las causas de la enfermedad son la pauperización de la sociedad durante el período comunista, en el Reino Unido, Portugal y España, la causa es la inmigración masiva llegada sin ningún tipo de control sanitario.

El Estado de la cuestión

La Revista Española de Salud Pública, en su número de septiembre-octubre de 2004, en su editorial firmado por los doctores Antonio Guerrero Espejo y Javier Colomina Rodríguez, reconocía que "en los últimos años en Barcelona el porcentaje de inmigrantes entre los enfermos de tuberculosis ha aumentado hasta el 32%, con una tasa entre inmigrantes que alcanza hasta 100 casos/100.000 habitantes/año". Algunas cifras son literalmente escalofriantes: el 30% de los inmigrantes ilegales llegados a Canarias sufren sífilis, sida, tuberculosis o hepatitis B o C, según declararon los sindicatos policiales del archipiélago canario en 2006. La cifra del 30% sale de un estudio sobre un grupo de mil sin papeles.

Si esta era la situación en Canarias, en la comunidad valenciana la situación sanitaria era similar. El 23 de mayo de 2006 se publicaba una noticia que cifraba en un centenar el número de "enfermedades importadas" que registraban los hospitales valencianos. Paludismo, mal de Chagas o parasitosis intestinal, dengue, eran algunas de las dolencias infecciosas que viajan a la Comunitat y, por supuesto, por encima de todas ellas, la tuberculosis. La Unidad de Enfermedades Emergentes, Reemergentes e Importadas del Hospital General de Valencia atendió 1.028 casos en 2005 y cifras superiores en los años siguientes. A esta cifra hay que sumar los 150 enfermos que pasan por este departamento del Hospital General de Alicante anualmente. De estas enfermedades, el 70% se diagnostican en inmigrantes y el 30% restante, en turistas españoles que han visitado el extranjero.

Ni las estimaciones más optimistas dudan que el aumento de casos de tuberculosis registrados en España está íntimamente relacionado con la inmigración. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) alertó del incremento de los casos de tuberculosis detectado entre personas inmigrantes y reclamó a las autoridades sanitarias la puesta en marcha de programas de intervención sobre éste colectivo. Mientras, hasta principios del milenio, la tuberculosis estaba asociada al virus del SIDA, ahora "aumentan de forma notable los relacionados con la inmigración procedente del tercer mundo", indica SEPAR. En España se registran unos 12.000 enfermos nuevos cada año (unos 25 casos por cada 100.000 habitantes), "lo que supone una incidencia tres veces superior a la media de la UE". Por ello, es preciso tomarse en serio el repunte de esta enfermedad.

En España, las mejoras sociales y los tratamientos médicos disminuyeron la incidencia de esta enfermedad hasta casi hacerla desaparecer, sin embargo, en la actualidad se experimenta un fuerte repunte: el 50% de los casos diagnosticados de tuberculosis son diagnosticados entre inmigrantes ¡ocho veces más de los que les corresponde por su porcentaje en la sociedad española! En Barcelona, entre 1995 y 2001, el porcentaje de inmigrantes entre los enfermos con tuberculosis aumentó del 5 al 32%, con una tasa de incidencia entre inmigrantes superior a un caso por cada mil habitantes, con una incidencia superior entre los subsaharianos: justo el doble.

La tercera parte de los casos de tuberculosis en España no se notifica

Cada 24 de marzo se celebra el Día Mundial contra la Tuberculosis que pasa completamente desapercibido para la ciudadanía. Este año el Centro Nacional de Epidemiología, dependiente del Ministerio de Sanidad difundieron noticias optimistas: en 2008 se registraron 5.629 casos de la enfermedad, 1.048 menos que en 2007. El 50% de los afectados eran inmigrantes. No es raro que Catalunya, donde la tasa de inmigración es mayor, se sitúe a la cabeza de los casos declarados alcanzando los 1.314, seguida de Andalucía, con 901, y Madrid, con 829. En cambio, en proporción al número de habitantes, Ceuta (48,70 casos por 100.000 habitantes) y Melilla (20,77) se sitúan en primer lugar, y Aragón (20,51) y La Rioja (19,43) en tercer y cuarto puesto, respectivamente.

Pero no hay motivos para el optimismo. La realidad desdice el falso optimismo proclamado por los titulares. La doctora Rosario Menéndez, coordinadora del área de tuberculosis y enfermedades infecciosas de la SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica), explicó que "una tercera parte de los casos no se notifican, estas cifras son necesariamente más elevadas".

En cuanto a la incidencia de la inmigración en la progresión de esta enfermedad, algo que hasta ahora era tabú, el neumólogo Juan Ruiz Manzano explicó que "En zonas con elevada inmigración se aprecian porcentajes comprendidos entre el 30% y el 50% de enfermos inmigrantes y en Barcelona, por ejemplo, en barrios ligados a altos niveles de pobreza, como El Raval, el Besós o Ciutat Vella, la incidencia de tuberculosis supera los 80 enfermos por 100.000 habitantes", asegura. Era inevitable, España está experimentando un gran cambio demográfico debido a la llegada masiva de inmigrantes de zonas con elevada prevalencia de tuberculosis. Buena parte de los afectados son personal sanitario con contacto habitual con enfermos tuberculosos.

Entre los colectivos que presentan una mayor incidencia, además de los inmigrantes, Ruiz Manzano menciona a los pacientes inmunodeprimidos (infectados por VIH, neoplásicos, tratados con inmunosupresores), indigentes, toxicómanos, presos y cooperantes.

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Por qué no hay que tomarse a broma la tuberculosis

Enfermedad infecciosa habitualmente causada por el bacilo de Koch, afecta principalmente a los pulmones, pero también al sistema nervioso, al linfático, al circulatorio, al urinario, al intestinal, a los huesos y a la piel. El rasgo característico de su manifestación es la tos con flema generalmente mezclada con sangre. Los tuberculosos suelen tener sudoraciones nocturnas y pérdida de peso. Se contagia por vías respiratoria y el gran problema es que la carrera entre antibióticos cada vez más fuertes y microbios progresivamente más resistentes es cada vez más desenfrenada.

LA OMS estableció en 199 que existe una tasa global de 1,41 tuberculosos por cada 1.000 habitantes como promedio. Solo en 2005, murieron 1,6 millones de afectados. Se suele vincular esta enfermedad a la indigencia y la pobreza. El contagio solamente se produce a través de otros afectados. Cada estornudo, por ejemplo, produce 400.000 microgotas susceptibles de contener el microorganismo. Si una sola de estas gotas contiene el bacilo, el contagio se ha consumado. La OMS calcula que una persona sin tratamiento puede infectar a una media de otras 10-15 al año. La posibilidad de contagio es un 25% superior entre quienes tienen relación constante con enfermos. Al cabo de 21 días de producirse la contaminación, el nuevo enfermo ya se convierte en agente transmisor de la enfermedad. La transmisión se interrumpe solamente mediante la terapia y el aislamiento.

Los primeros síntomas de la enfermedad son fiebre, cansancio, pérdida de peso, depresión y sudoración, si todo esto se manifiesta durante quince días junto a tos y expectoración purulenta, es que se ha contraído la enfermedad.

La tuberculosis hoy no es una enfermedad moral, pero se requiere un diagnóstico temprano. Si no se recibe tratamiento adecuado puede transformarse en una enfermedad grave. Se puede prevenir la enfermedad mediante una vida sana e higiénica. La vacuna BCG aplicada a los niños recién nacidos y a los 5 y 16 años es eficaz, si bien cada vez aparecen cepas cada vez más resistentes de la enfermedad. Las vacunaciones masivas empezaron tras la II Guerra Mundial en Europa e hicieron desaparecer la enfermedad casi completamente hasta que la llegada de la inmigración masiva generó el repunte.

La tuberculosis se sitúa como la tercera enfermedad de declaración obligatoria. Los fármacos para curar la tuberculosis son relativamente novedosos. Los primeros aparecieron hace 50 años. Pero existen cepas de la enfermedad que resisten a los principales tratamientos antituberculosos existentes en la actualidad. Es la llamada tuberculosis farmacorresistente desarrollada como consecuencia de un tratamiento parcial o anómalo, cuando el paciente incumple el tratamiento al mejorar su sintomatología, las pautas terapéuticas dictadas por el personal sanitario son erróneas o el suministro del fármaco no está garantizado, según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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