Venciendo mi natural pereza para
escribir sobre temas políticos, aporreo el teclado para comentar el inicio de
la última etapa del “sainete catalán”. Hoy,
en Cataluña hay dos tipos de reacciones: los que se están riendo de todo lo que
ocurrió ayer en el parlament y los que lo lamentan. Incluso en reacciones
emotivas, Cataluña está partida en dos. Pero el que unos se regocijen y
otros experimenten en crujir de dientes, no quiere decir que hayan entendido lo
que ha ocurrido, ni que prevean lo que puede ocurrir –y, de hecho, ocurrirá- en
los próximos meses. Trataremos de resumir.
Lo que va a ocurrir:
1. CONVOCATORIA DE
ELECCIONES REGIONALES ENTRE EL DÍA DE DIFUNTOS Y EL TURRÓN
Esperábamos la declaración a las
17:00 y se retrasó una hora. ¿Motivo? La CUP que no estaba de acuerdo con la
tibieza del documento y forzó que se “radicalizara”. La CUP, con su 8% de
los votos, ha dado un plazo de 30 días al pobre Puigdemont (hoy convertido en
irrisión en la prensa mundial y no digamos en las redes sociales) para que “negocie”
y “declare la independencia”, de lo contrario, le restarán su apoyo
parlamentario, con lo que, inevitablemente, su gobierno deberá adelantar las
elecciones regionales… Lo que traducido
quiere decir que el “gobierno Puigdemont” tiene fecha de caducidad. El 11
de noviembre. Tratará de resistir de manera numantina, pero el realismo puede
que se imponga y desde hoy ya se esté preparando la convocatoria electoral a falta de poder preparar otra cosa.
2. EL FRENTE
INDEPENDENTISTA HECHO PEDAZOS
El “frente independentista” está roto. En primer lugar, los “moderados”
son cada vez más conscientes de que se han dejado arrastrar por los “radicales”
a una aventura que, desde el principio, tenía pocos visos de terminar bien y
que, para colmo, ha despertado al nacionalismo español. Los “moderados” son
conscientes de que se ha creado una nueva realidad en la que el Estado, ante
una ofensiva final, mal preparada, ha reaccionado con moderación y sin
necesidad de emplear el “big stick”.
Los “moderados” saben que, a partir de ahora, ya no van a poder actuar con las
manos tan libres como durante el pujolato: han generado desconfianza en el gobierno
del Estado y, lo que es peor para ellos, ya no son necesarios para la gobernabilidad. Por otra parte, los “radicales” están escindidos entre “posibilistas”
(que creen que se puede negociar la independencia o algo parecido) y “radicales”
(que quieren independencia ya). De hecho, estas mismas posiciones estaban
presentes en 2006, y si se nos apura, en los años 80 e incluso en 1977-8. Así
que no ha variado nada, salvo que se ha reconocido que hay tres grupos y no un “frente unido por la independencia”.
3. NEGOCIAR A LA
BAJA, EL DESTINO DEL QUE VENGA DETRÁS
Las nuevas elecciones son
inevitables. La nueva convocatoria
demostrará el espacio real que controlan, aquí y ahora unos y otros, a la vista
de que nadie en Europa, ni siquiera en España, se ha tomado en serio el 1-O.
El PDCat quedará descompuesto. Todo induce a pensar que en el “área
independentista” ERC será hegemónica… pero el misterio es hasta qué punto los
no independentistas habrán crecido, cuál será la correlación de fuerzas entre
ellos y cómo quedará la izquierda podemita. Pero lo que está claro es que “tot plegat” se estará muy lejos de los 2/3
de consenso para alcanzar una situación que permitiera pasar a una fase de “independencia” real con garantías de éxito.
Lo que no ha entendido Puigdemont, ni por supuesto la CUP, es que el margen
para el “diálogo” y la “negociación”, palabras sagradas en las próximas
semanas, es tan reducido que el Estado
lo único que puede ofrecer es no aplicar el artículo 155 a cambio de que la
gencat convoque elecciones. Aunque gane ERC y pueda formar gobierno
(veremos con quién) lo cierto es que la sensación general es que el nacionalismo
ha llegado al límite, a la mejor situación a la que podía aspirar y solamente
le queda recular, esto es, negociar a la baja.
4. EL FUTURO DE RAJOY DEPENDE DE CATALUÑA
La aventura independentista se ha
saldado con un fracaso rotundo del rupturismo que se percibirá en las próximas semanas en toda su magnitud:
desmovilización de efectivos, cese del flujo de subsidios que llegan a las
entidades independentistas con el consiguiente descenso de actividades y merma de simpatías, cifras
macroeconómicas que irán en detrimento del “procés”, peleas entre las distintas posiciones
independentistas y sensación de fracaso
en ese sector que aspiraba a “todo” y ya no pueden conformarse con una simple
victoria electoral de una de sus siglas. El problema para el
independentismo es que ha enseñado sus cartas, su peso, sus técnicas y su
poder: y no ha alcanzado la meta (la meta era ayer una declaración de independencia,
hoy el imaginario colectivo de los rupturistas creía que se iban a generar manifestaciones de masa y ocupaciones de los restos de la administración
del Estado, incluidos cuarteles militares y cadena de reconocimientos internacionales). Y
lo que es peor para ellos: se ha
desencadenado una reacción nacionalista española en todo el Estado que pesará
en la balanza: es una forma de decir a Rajoy “ahora no se te ocurra negociar con esos y darles el oro y el moro para
que se calmen…”. A la vista de la reacción popular, Rajoy solamente tiene que mantenerse en las posiciones que ha mantenido hasta ahora para ser elegido en los ocho años que seguirán a las próximas elecciones.
5. EN BUSCA DE
MEDIADORES “DE PRESTIGIO”
Difícil negociación cuando no hay nada que negociar: o independencia o sometimiento. Claro está que Rajoy pretende una "victoria tranquila" y que el adversario tenga la sensación de una "dulce derrota" que pueda satisfacer a los "moderados". La gencat, por su parte, está en estos momentos buscando “negociadores de prestigio” que puedan sentar a las dos partes en la mesa de diálogo... Aparecerán como setas premios nobel de la paz olvidados en busca de
vuelos en business-class, hoteles de cinco estrellas y dietas (¿tendrán el
valor de recurrir a Rigoberta Munchú? ¿aparecerá Pérez Esquivel por Montserrat? ¿o buscarán tipos menos caricaturescos?), aparecerán “especialistas en mediación”
que se enfrentarán a una posición que
solamente puede ser de fuerza por parte de Rajoy: de esa fortaleza va a depender
también su reelección en las próximas generales. Suerte tendrá algún “negociador”
si logra ser recibido por algún jefe de negociado de interior. La gencat
además, olvida que su estrategia era demasiado burda para haber podido
triunfar y que su principal problema ahora es cómo esquivar multas, procesos, juicios y embrollos en los tribunales...
6. EL ESCENARIO AL
QUE LA GENCAT QUERÍA LLEGAR
Los manuales sobre “conflictualidad
política” indican que la última fase de
una crisis es su “internacionalización”, es decir, cuando el problema deja de
afectar a una nación para terminar afectando a toda un área geográfica. La gencat lo
ha intentado enviando a Romeva a que paseara la calva aquí y allí. Lo único que ha cosechado son
esperas, entrevistas con personajes de tercera o cuarta fila y el vacío generalizado: a
nadie, seamos claros, a nadie salvo a los independentistas, le interesa la independencia de Cataluña porque a nadie le interesa la
atomización de los Estados Nación en entidades todavía menores.
La gencat aspiraba desde su fundación a ser “paritaria” en sus relaciones con el Estado: no en ser considerada como “entidad colaboradora del Estado en la gobernabilidad de Cataluña”, sino como un ente igual al Estado Español. Buscaba sentarse en plano de igualdad con el Estado y para ello necesitaba un Estado propio… ahora lo tiene: ¿lo tiene? Sí, lo declaró ayer formalmente Puigdemont. Ahora es cuando cree que, “siendo Estado”, puede negociar con “otro Estado” en condiciones de igualdad. Fantasías de alucinados. Tres días antes Artur Mas había dicho: “Cataluña todavía no está preparada para la independencia, requiere poder judicial propio, control sobre el territorio, recaudación de impuestos…” (Financial Times recogido por El Mundo). Lo que quiere decir que… Cataluña será independiente cuando sea independiente… según la lógica absurda del nacionalismo.
Nadie, absolutamente nadie en Europa duda de que la gencat es una entidad SUBORDINADA al Estado, NO UN EMBRIÓN de “Estado independiente”. Nadie, salvo los nacionalistas que han defendido esta idea en los últimos 40 años y a los que, hay que decirlo en su favor, ni PP ni PSOE, se lo han recordado para obtener su apoyo.
La gencat aspiraba desde su fundación a ser “paritaria” en sus relaciones con el Estado: no en ser considerada como “entidad colaboradora del Estado en la gobernabilidad de Cataluña”, sino como un ente igual al Estado Español. Buscaba sentarse en plano de igualdad con el Estado y para ello necesitaba un Estado propio… ahora lo tiene: ¿lo tiene? Sí, lo declaró ayer formalmente Puigdemont. Ahora es cuando cree que, “siendo Estado”, puede negociar con “otro Estado” en condiciones de igualdad. Fantasías de alucinados. Tres días antes Artur Mas había dicho: “Cataluña todavía no está preparada para la independencia, requiere poder judicial propio, control sobre el territorio, recaudación de impuestos…” (Financial Times recogido por El Mundo). Lo que quiere decir que… Cataluña será independiente cuando sea independiente… según la lógica absurda del nacionalismo.
Nadie, absolutamente nadie en Europa duda de que la gencat es una entidad SUBORDINADA al Estado, NO UN EMBRIÓN de “Estado independiente”. Nadie, salvo los nacionalistas que han defendido esta idea en los últimos 40 años y a los que, hay que decirlo en su favor, ni PP ni PSOE, se lo han recordado para obtener su apoyo.
CONCLUSIÓN: EL CAMINO
A NINGUNA PARTE
Todo ha sido, a fin de cuentas, una tormenta en un vaso de agua. Lo
venimos diciendo desde hace muchos años basado en nuestro conocimiento de la
sociedad catalana que podemos reivindicar por nuestro árbol genealógico que
arranca en el siglo XV cuando un pastor occitano llamado "Milà" terminó afincándose en esta
parte de los Pirineos y dando lugar a mi linaje (del que estoy orgulloso y cuya
continuidad está asegurada). Siempre
hemos dicho que todo esto terminaría en nada, que la "unidad de España" no estaba en peligro... En cierto sentido nos hemos
equivocado: “todo esto” lo que ha generado la iniciativa rupturista es una crisis que ha revitalizado el
nacionalismo español. No era difícil preverlo y resumimos nuestros argumentos:
1) Los independentistas carecían de fuerza social suficiente para alcanzar la independencia: la
sociedad catalana está atomizada más que la de cualquier otra parte del Estado.
2) Los tiempos de creación de nuevas naciones han quedado atrás: hoy,
en plena globalización, pensar en términos nacionalistas indica un error de
perspectiva y un desenfoque absoluto: cuanto más pequeño es un Estado más ilusoria es su independencia.
3) La “catalanización” hace dos décadas llegó a su punto culminante y,
desde entonces, está estancada y no avanza.
4) Los niveles de uso del catalán como lengua cotidiana están entre un
30 y un 35%, estabilizados con cierta tendencia a la baja.
5) La Unión Europea no quería ni quiere saber nada de aventuras regionalistas. El independentismo ha desaparecido de Europa o se bate en retirada (incluso en Flandes).
6) La economía catalana es inseparable de la española incluso
en materia turística, sin olvidar que Cataluña ha perdido un tercio de su tejido
industrial desde principios de siglo.
7) El control de la gencat sobre los medios de comunicación choca con
la despolitización de la sociedad, la desconfianza en la clase política y la
brecha entre el “país real” y el “país oficial”.
8) El fenómeno independentista ha sido artificialmente estimulado por
inyección de fondos públicos por parte de la gencat y ha avanzado a causa de la
crisis económica de 2008.
9) Puestos ante el abismo de una independencia inviable, querida como
máximo con un 30-35% de la población, los independentistas deberían ser capaces
de redimensionar sus posiciones y mutar en una especie de "federalismo" antes de iniciar su declive definitivo que ocurrirá el día que pierdan el control de la gencat.
Utilizando términos casi
existencialistas podríamos decir que la aventura (porque ha sido eso, una
simple aventura de un grupo en el estaban presentes una mezcla de fanáticos
enloquecidos, honestas gentes de pueblo con visiones desfiguradas de la
realidad, funcionarios de la gencat y tejido social subsidiado) ha sido un
viaje a ninguna parte. Viaje del cual nos encontramos ya en la estación
término.