Info|krisis.- La búsqueda de los llamados
"estados alterados de conciencia" se ha convertido en una constante
de buena parte de los movimientos vinculados a la "New Age". La
cuestión radica en si tales "estados" evidencian algo más profundo
que modificaciones del psiquismo a los que puede llegarse mediante técnicas muy
simples que nada tienen que ver con la verdadera espiritualidad, o si, por el
contrario, conducen a la experiencia mística y al conocimiento del eje central
de nuestro ser.
ESTADOS ALTERADOS Y EXPERIENCIA MISTICA
Tanto en estados alterados de conciencia como en la
experiencia mística, el sujeto sufre una ruptura con el nivel de conciencia
ordinario. Ambas experiencias son, en su fenomenología, relativamente
similares; la diferencia estriba en la vía que conduce a cada una de ellas.
Los estados alterados pueden experimentarse con cierta facilidad en sectas, grupos religiosos, o bien, aisladamente; se trata siempre de estados inducidos por algún elemento alógeno, exterior al sujeto: frecuentemente a través de una reacción bioquímica sobre la sangre, obtenida a través de sustancias que libere neurotransmisores (drogas), o bien mediante una saturación o sobrecarga de los sentidos físicos (bailes frenéticos y ruido sincopado, principalmente).
La experiencia mística, por el contrario, es autógena. No le
viene injertada al sujeto desde fuera de su organismo, sino que es el propio
sujeto quien la controla en lugar de ser controlado por ella. Alguien que
consuma drogas difícilmente podrá alcanzar el estado de arrobamiento producido
por el cannabis o la sensación de distorsión de la realidad objetiva del LSD,
cuando no disponga de tales substancias; sin embargo al místico y al asceta, le
bastará con una decisión de su voluntad para entrar en un estado de completo
abandono y unión con lo trascendente.
La duda surge cuando se proponen "técnicas de control
mental" en las que, al no haber intervención exterior, parece que se
permanece en un terreno próximo a la mística. Sin embargo, también aquí se
permanece alejado de la verdadera espiritualidad. Otro factor que entra en
juego.
LA CUESTION DEL EGO
La divisoria entre verdadera y falsa espiritualidad puede
establecerse a partir del análisis sobre el papel del Ego. Las verdaderas
escuelas místicas coinciden en una terrible apreciación: el Ego no tiene
entrada en la verdadera espiritualidad; añaden que la existencia del Ego
sustrae al hombre la posibilidad de una experiencia trascendente y de comunión
con lo Absoluto. Así pues, el Ego debe morir allí donde se quiere afrontar la
experiencia mística. Toda iniciación mistérica, desde la más remota antigüedad,
implica un proceso dialéctico de muerte del "hombre viejo" (del Ego)
y renacimiento del "hombre nuevo".
Por el contrario, el neo-espiritualismo derivado de
movimientos ocultistas nacidos a mediados del siglo XIX, pretende lo opuesto.
No es raro que se aluda al "crecimiento personal" (esto es, del Ego)
o se intenten satisfacer las necesidades de emociones fuertes de los adeptos
mediante unas teorías sumamente confusas de las que los libros de Helena
Petrovna Blavatsky y de quienes la han seguido (desde Anni Besant hasta Alice
Ann Bailey) son paradigma, o bien mediante experiencias inducidas por
auto-hipnosis (a lo que muy frecuentemente se reduce el "desdoblamiento
astral" o las “terapias regresivas”).
Es curioso que muchos textos tradicionales que describen la
experiencia mística y el camino para alcanzarla, insistan en la necesidad de
"ignorancia" por parte del sujeto. Recuérdese el título de aquel
texto clásico inglés del siglo XIV, "La nube del no-saber", o los
consejos de Cristo llamando a la simplicidad y sencillez de quienes le seguían
(que no tendrían entrada en el reino de los Cielos de no ser como niños). Así
mismo, los textos del Buda o la "Imitación de Cristo" son
extremadamente sencillos en su comprensión, carecen por completo de
sofisticaciones y se diría que están reducidos al núcleo de lo que es meramente
esencial.
Por el contrario, los textos ocultistas suelen ser espesos,
repletos de divagaciones, en ocasiones de contradicciones, abundan en datos
inútiles que no sirven en absoluto para potenciar ninguna experiencia interior,
sino solamente para satisfacer una fatua necesidad de saber más que los demás,
esto es, de engorde del Ego. Muy poca importancia puede tener para un teósofo
el conocer la -por lo demás muy discutible- "teoría de las razas
matrices" de la señora Blavatsky o la estructura -todavía más discutible-
de los "cuerpos superiores" de la persona, en la que deberá creer
como mero acto de fe.
Si, allí donde existe Ego no existe espiritualidad, deberemos
aceptar que todo lo que "engorda" el Ego -incluso la erudición-
arrincona la espiritualidad. Los grandes metafísicos de la Edad Media
condenaban con singular dureza lo que llamaban "orgullo intelectual"
de algunos de sus contemporáneos, condena que puede inscribirse en este
contexto.
LAS DOS VIAS EN LA TRADICION EGIPCIA
Estamos ante dos caminos opuestos que aparecen con la
historia misma de la humanidad. Los viejos mitos egipcios aluden a dos
concepciones de la espiritualidad que encajan con las dos aportaciones étnicas
que concurrieron en la formación de esta cultura.
El mito solar de Osiris, tiene su contrapartida en la figura
de Seth, su acérrimo enemigo. Restos de una civilización de origen atlántico se
superpusieron al estrato negroide originario; la sociedad resultante se
estratificó en castas. De ahí que sea aceptable la opinión de René Guenon,
según la cual el mito de Seth evidencia la lucha de la casta guerrera contra
las castas superiores. Los datos más antiguos que conocemos sobre Egipto datan
del cuarto milenio; el país estaba dividido entre el Norte que adoraba a Horus
y el Sur que tenía por dios a Seth. Finalmente el Norte doblegó al Sur y
unificó el país.
Por otra parte, no hay que olvidar que la tradición egipcia
es intermedia entre la tradición atlante y la judía en la que también aparece
el tema de Seth; en este caso como hijo de Adán. Pero mientras en el judaísmo,
Seth vuelve al Paraíso perdido por su padre y es, por tanto, un símbolo del
Orden, en la tradición egipcia, Seth es el dios del Caos y la Destrucción.
Ambos aspectos de Seth son equivalentes a las figuras de Caín y Abel y, como
anota Jean Robin, dos aspectos opuestos y contradictorios como "las dos
serpientes del caduceo". Guenon y Robin llaman "iniciático" al
linaje de Horus y Osiris, y "contra-iniciático" al linaje de Seth.
SETH Y EL OCULTISMO MODERNO
René Guenon escribe: "Tenemos razones para pensar que el
culto a Seth ha llegado hasta nuestros días y algunos afirman que debe
continuar hasta el fin del ciclo actual"; y esto plantea una cuestión ¿en
qué instituciones sigue vivo el culto a Seth?
Los dos linajes de la tradición egipcia se transmitieron de
una generación a otra, dando lugar, de un lado, al esoterismo en su forma más
pura, la tradición hermética y la alquimia, pero también a formas religiosas
exotéricas, a partir de ciertos sincretismos, como el judaismo y el
cristianismo. De otra parte la tradición sethiana pasó a los dioses telúricos y
ctónicos del mundo clásico, dioses de la naturaleza, ligados a la floración
desmesurada de los campos y a lo orgiástico; luego, permaneció en la sombra
durante siglos, hasta que a mediados del XVIII y XIX volvió a manifestarse en
los embriones de lo que luego serían las distintas corrientes ocultistas.
Cagliostro, la Hermandad Hermética de Luxor, el Movimiento Cosmista (del
francés de Max Theón y del ruso de Fiodorov), y, finalmente, en el rito
masónico de Menphis-Misraïm. Prácticamente todos los fundadores de movimientos
ocultistas en los últimos cien años han estado ligado al Rito de Menphis,
disidente de la masonería regular. Desde Helena Petrovna Blavatsky fue iniciado
en él y alcanzó el grado de Princesa Corona, a Serge Raynaud de la Ferriere,
fundador de la Gran Fraternidad Universal, pasando por Aleister Crowley.
La Hermandad Hermética de Luxor, a la que, entre otros
perteneció H.P. Randolph, uno de los difusores de técnicas de magia sexual en
EEUU, ofrecía un nivel bastante más alto que el de los actuales grupos
ocultistas. Su gran atractivo eran "los poderes paranormales" de los
que hacían gala sus altas jerarquías. Una vez más encontramos en este tipo de
asociaciones la característica propia de la falsa espiritualidad: alentar el
crecimiento del Ego mediante la adquisición de poderes
"sobrenaturales" y la realización de "proezas" psíquicas,
esto es, de fenómenos que no pueden explicarse según la lógica y la ciencia
racional.
Encontramos también un número desmesurado de socialistas
utópicos e incluso anarquistas en el Rito de Menphis-Misraïm; desde el
revolucionario Blanqui, hasta entre los hermanos Reclus, anarquistas, es decir,
entre aquellos sectores que, en el siglo pasado, querían ir más lejos en la
destrucción del orden anterior. El espíritu tinánico y de revuelta de la
tradición sethiana seguía manifestándose en estos revolucionarios
decimonónicos.
Así pues, en rigor, en lugar de hablar de "falsa
espiritualidad" deberíamos referirnos a "espiritualidad
sethiana".
LA TECNICA DE ASCESIS
El Ego, esto que buena parte de grupos neo-espiritualistas
quiere seducir, saturar y engordar mediante distintas técnicas, está compuesto
por un soporte físico -el cuerpo- y un bagaje mental -el espíritu-. Ambos
forman la personalidad. El razonamiento de las corrientes místicas es el
siguiente: 1) existe un poso más profundo e íntimo en el ser humano, el alma,
2) el alma es la presencia trascendente y divina en el ser humano, 3) el sujeto
no conoce la realidad trascendente del alma, porque ésta se encuentra ahogada
por el Ego que la recubre como el barro puede ocultar el brillo de un diamante,
4) la técnica mística consiste en ir eliminando el recubrimiento opaco para que
sobresalga la luz de la trascendencia.
¿Cómo se lleva esta técnica a la práctica? 1) se trata de ir
atenuando la influencia del Ego sobre el conjunto humano, 2) lograr que el
elemento mental y volitivo -el espíritu- sea disminuido en su poder y
"rectificado", purificado y en lugar de estar dominado por las
necesidades del elemento inferior -el cuerpo- esté más próximo a la naturaleza
del superior -el alma-, 3) suspendiendo la influencia del espíritu sobre el
cuerpo físico, éste libera el principio trascendente, y queda bajo su
influencia 4) a través de la activación del principio trascendente se produce
la identificación con la Divinidad que comparte su misma naturaleza.
Tal es la técnica que caracteriza a la verdadera espiritualidad.
LAS TECNICAS DE ENGORDE DEL EGO
Las escuelas de "control mental" y buena parte de
lo que cabalga con la "New Age", van en la dirección de un
reforzamiento de los lazos del Ego con el mundo de lo contingente. Nacidos en
el contexto cultural norteamericano, tienden a "rentabilizar" los
procesos mentales, extrayendo un mayor rendimiento de las posibilidades del
sujeto.
Dado que el "pensamiento todo lo puede" -Louise Hay dixit-, ejerciendo un
control sobre él, se puede alcanzar cualquier meta… Esto es, en parte, cierto,
pero de lo que se trata es de tener muy claro que puede buscarse el control del
pensamiento con fines exclusivamente de poder y afirmación de la personalidad,
o bien para atenuar su fuerza sobre el elemento trascendente al que aludíamos.
Y mucho nos tememos que, dadas las ambigüedades y malentendidos que rodean a
este tipo de movimientos, lo que entienda la persona que se acerca a ellos es
como "mejorar" su rendimiento y obtener "poderes
maravillosos" en lugar de "matar" su Ego.
Esta confusión se produce incluso en el terreno religioso. El
cristianismo sostiene que la oración debe ser tenida como acto de homenaje a
Dios realizado con devoción y total abandono del Yo, mientras que
frecuentemente el cristiano de a pié la considera como un instrumento de
petición de algo, un beneficio, en cualquier caso, que refuerza el Ego. A decir
verdad, la Iglesia ha tolerado durante siglos el malentendido y permitido que
las gentes se acercaran a los templos para pedir, por vía irracional, aquellas
situaciones ventajosas que no pueden alcanzar por su propio esfuerzo. Hay en
esto mucho de creencia simple, pero también tiene inherente un aspecto
"sethiano". Lo trascendente solo puede ayudar y hablar a la parte
trascendente del sujeto, en absoluto a los vehículos contingentes (cuerpo y
mente).
LA CONFUSION ENTRE LO PSIQUICO Y LO ESPIRITUAL
Llegado a este punto resulta evidente que buena parte del
ocultismo contemporáneo, algunas formas de religiosidad y buena parte de los
movimientos vinculados a la "New Age", sufren una confusión entre los
"psíquico" y lo "espiritual".
La primera muestra de esta confusión procede del espiritismo.
Los espiritistas han llegado a considerar los fenómenos que suceden en sus
sesiones como manifestaciones de entidades superiores, cuando en realidad
pertenecen a un nivel mucho más bajo. Lo psíquico es el soporte inmaterial de
la personalidad; al producirse la muerte, con la desaparición del soporte
físico, la energía mental queda liberada y sufre el mismo destino que las
brasas de una hoguera, que se mantienen al rojo tiempo después de que la llama
se haya extinguido, extinguiéndose, a su vez, en un período más o menos breve.
Pues bien, en el mejor de los casos, los espiritistas entran en contacto con
este tipo de entidades.
En cuanto a los "poderes psíquicos" (clarividencia,
precognición, telekinesia, etc.) tampoco son muestras de verdadera
espiritualidad sino consecuencia directa del conocimiento de las leyes de la
naturaleza y, consiguientemente, de la manipulación y el aprovechamiento de
fuerzas sutiles que actúan en ella. Pertenecen más al terreno de la magia que
al de la espiritualidad.
Lo espiritual pertenece a un nivel diferente. Los
"poderes" obtenidos son consecuencia de sus prácticas, en absolluto
el objetivo principal que persigue el sujeto. La verdadera espiritualidad no
busca la obtención de poderes, sino la extinción del Ego y la unión con lo
Absoluto. La técnica fundamental que utiliza es la práctica de la meditación es
decir el logro del vacío mental mediante el no-hacer. A esto se unen
visualizaciones y técnicas de evocación e inhibición del Ego (repetición de
mantras, contemplación de formas geométricas o yantras, adopción de posturas
rituales, mudras. La terminología es oriental, pero también aparecen los mismos
conceptos en la Iglesia Católica: las letanías pueden ser considerados
“mantras”, los rosetones de las iglesias góticas y ciertas imágenes sagradas
romáticas y los iconos ortodoxos, son, en rigor, “yantras” y en cuanto a la
posición de rodillas, las palmas de la mano unidas en actitud de oración,
evidencian identidad con el concepto de “mudras”…).
Toda técnica espiritual se propone hacer vivir al sujeto el
aquí y el ahora, lograr que fije y serene su conciencia en el momento presente.
El zen es probablemente la doctrina que más lejos ha llegado en esta dirección
ritualizando cualquier tipo de actividad cotidiana: existe una forma zen de
andar, hacer el amor, trabajar, combatir, tirar con arco, realizar arreglos
florales, etc. La serenidad interior y la fijación en actividades cotidianas
hace que la mente dispersa y contradictoria se unifique, ahorre energía, se
estabilice, gracias a lo cual afloran estratos más profundos del Ser...
LA FUERZA DE LAS SECTAS
El ímpetu con el que los cátaros se arrojaban a las hogueras
inquisitoriales o los cristianos a los leones, no pueden explicarse solo por su
simple "fe" o a través de causas sociológicas, como tampoco éstas
explican la dedicación de que hacen gala los miembros del Opus Dei o el
fanatismo de organizaciones como TFP, los Hare Khrisna, Niños de Dios y algunos
grupos ocultistas. Hay algo más profundo y misterioso.
En las sectas están presentes dos elementos: la ideología
común a todos sus miembros y técnicas de control mental y manipulación.
Todos estos grupos se aseguran la fidelidad y el fanatismo de
sus miembros mediante la utilización de una serie de "trucos" que
desencadenan en el sujeto amagos de "experiencias místicas", cuando
no son, en realidad, sino alteraciones de la percepción. El elenco de estos
trucos es bastante abultado y son muchos los grupos que han apelado a ellos, en
ocasiones, conscientemente y en otras de manera casual.
Los cultos y rituales de estos grupos suelen realizarse en
habitaciones pequeñas; habitualmente están presentes varios miembros del grupo
e, incluso es posible que de manera continuada, arda una o varias velas y el
lugar esté adornado con flores y plantas. Se reza en voz alta; apenas existe
ventilación y, muy frecuentemente, en la sala arde incienso. Gracias a todo
esto se altera la composición de la atmósfera del lugar. Basta que se pase a
una concentración de siete partes de oxígeno por tres de anhídrido carbónico,
para que los asistentes, dependiendo de su complexión y otros factores
constitucionales, sufran alteraciones de la percepción. Al quemarse oxígeno,
que apenas se repone y generarse CO2, antes o después aparecen las alteraciones
de la conciencia.
Si a esto añadimos un ambiente de penumbra, la vibración
generada por jaculatorias y rezos cadenciales, la existencia de objetos de oro
y metales preciosos que provocan irisaciones, otros objetos para fijar la
mirada, y un estado de debilidad física generado por el exceso de trabajo en
pro de la secta, compretado con ayunos y alimentación deliberadamente
deficiente y poco adecuada para reponer al organismo de los esfuerzos
solicitados, entonces, las posibilidades de tener "visiones
beatíficas" y éxtasis aumentan exponencialmente.
CONCLUSION
Vía de Osiris y Vía de Seth, iniciación y contra-iniciación, verdadera y falsa espiritualidad, son el producto de dos concepciones diferentes y antagónicas del hombre y de la trascendencia: la que busca domar y aminorar la influencia del Ego y la que pretende saturarlo y darle poderes titánicos. La verdadera espiritualidad no busca otra cosa que decir con el Buda: "¿Que es lo que he ganado con años de meditación? No he ganado nada, lo he perdido todo".
Puede entenderse así por qué los textos clásicos del misticismo recomiendan estar en guardia, velar, permanecer vigilantes ante las trampas del Ego: desde este punto de vista vale la pena ser conscientes de que un estado alterado de conciencia puede constituir una trampa, algo inducido a través de trucos y tan simple de alcanzar como un buen sueño si se dan todas las circunstancias requeridas; pero eso, con todo lo que puede tener de novedoso y sorprendente para el sujeto sumergido en la conciencia ordinaria, está tan alejado de la espiritualidad como el Caos que representa Seth, el dios de la cabeza de chacal, lo está de Osiris, imagen misma del sol de la trascendencia.
© Ernesto Milà – infokrisis – infokrisis@yahoo.es – Prohibida la
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