Info|Krisis.- Existen muchas formas para torpedear el proceso independentista
abordado por Artur Mas. Uno de ellos es matar al “padre”: Jordi Pujol. La
legitimidad de CiU deriva de los casi veinticinco años de gobierno de Jordi
Pujol en Cataluña. Fueron esos años en los que, más que en ningún otro período
de la historia, se forzó la situación para generar tensiones entre Cataluña y
el resto de España. Dado que cualquier nacionalismo no tiene sentido sino
concluye en la independencia a la que toda nación tiene derecho, nos
encontramos ahora en la última fase de la farsa. Y justo en ese momento, nos
informan de que todo el proceso previo ha sido pilotado por un corrupto
rematado. Vale la pena meditar sobre lo que implica.
Quienes seguimos la vida y
milagros de la familia Pujol desde las profundidades de la transición no nos
hemos visto sorprendidos por las nuevas informaciones según las cuales, el
patriarca habría mantenido oculto durante más de treinta años el patrimonio
heredado sin cotizar a Hacienda… Si se ha conocido el dato era porque Pujol
estaba informado de una investigación sobre esos fondos y se ha adelantado
pidiendo perdón mediante una carta exculpatoria. Así pues, a fin de cuentas, se
trata de un “hombre honesto” que no ha hecho nada más que arrepentirse de sus
errores y pedir perdón a su pueblo, como el pecador que en el último instante
antes de su muerte se arrepiente de una vida de vicio, maldad y perversión, a efectos de ganar el perdón divino…
Pero la noticia de que quien ha
ostentado el título de “muy honorable” durante veintitantos años de ejercicio
del poder prácticamente absoluto en Cataluña, era solamente uno más en el
abultado paquete de corruptos carpetovetónicos, distinguido más por la cantidad
de lo defraudado que por la calidad del personaje, no nos ha sorprendido a
muchos.
Cómo Pujol logró taponar durante 35 años cualquier información “no
autorizada”
Ya a principios de los años
ochenta, Pujol estuvo a punto de ser juzgado por el Caso Banco Catalana que, en
la práctica consistió en la descapitalización completa de una entidad para “fer país”, esto es, “para hacer
patria”, entendiendo por tal la concesión de subsidios ilimitados especialmente
a Ómnium Cultural y a su propio
partido. Cabe decir que, aún hoy, el Ómnium
sigue siendo la entidad más ultra subvencionada del Estado Español. Solamente
entre 2005 y 2012, la punta de lanza del soberanismo catalán recibió 14.000.000
de euros. Y, con posterioridad, la asignación ha subido, ya en pleno proceso
independentista y ante una economía acosada por los recortes y la deuda de la
Generalitat. Pujol no fue procesado por apenas un voto de diferencia entre los
miembros del Tribunal Superior de Cataluña. Y ese voto fue por ausencia de uno
de los magistrados…
En esa misma época, los años 80,
existía una amplia literatura sobre los hijos de Pujol y sus constantes idas y
venidas de los juzgados civiles. Denuncias por impagos, demandas de sus
antiguos socios, y un largo etcétera de problemas en torno a negocios
frustrados. Parece increíble que ahora sorprenda conocer la vida y milagros
económicos de toda esta saga e incluso los medios de comunicación más
“constitucionalistas” parezcan horrorizados al conocer una “verdad” que estaba
desde hace treinta años al alcance de quien quería enterarse. Hay, sin embargo,
explicaciones que sería bueno no olvidar.
Desde el mismo momento en el que
se instaló Pujol en la Generalitat de Cataluña, la prensa catalana fue
controlada férreamente (como la educación, como la sanidad, como los subsidios
y subvenciones, como la política lingüística, como la concesión de oferta
pública) mediante el doble sistema de subvenciones y propaganda oficial y,
cuando esto fallaba, venía el palo y tentetieso. Luis del Olmo, por ejemplo,
leonés, castellanoparlante afincado en Cataluña y el exótico director de Radio Tele-Taxi, Justo Molinero lo
entendieron perfectamente: si querían tener un lugar bajo el sol de la
comunicación en Cataluña, debína simplemente plegarse a las exigencias de
Pujol. Mientras del Olmo estuvo al frente de su programa Protagonistas no permitió ni siquiera que algún oyente pusiera en
duda la “honorabilidad” de Pujol, ejerciendo su poder de cortar en seco y en
directo cualquier llamada que fuera en esa dirección; a cambio obtuvo licencias
para emitir y crear su propia emisora. En cuanto a Justo Molinero, andaluz
afincado en Cataluña, recibió las mismas prebendas a cambio de negar por activa
y por pasiva que existiera un fuerte descontento por la política lingüística de
la Generalitat. Mantener “tranquila” a la comunidad andaluza en Cataluña le
sirvió, simplemente, para medrar en los años ochenta y noventa. Por el
contrario, quienes sostenían posiciones contrarias al nacionalismo no veían sus
licencias de emisión renovadas, no eran considerados “prensa catalana” y, por
tanto, estaban al margen del jugoso régimen de subsidios y subvenciones de la
Generalitat. Así se “hizo país”…
Páginas (bochornosas) en la historia del nacionalismo
En realidad, esto no era una
novedad. Desde que en el siglo XIX irrumpió el nacionalismo, la cultura
catalana ha sido una “cultura subvencionada”. Quienes buscan elogios que
prodigar al Eusebio Güell i Bacigalupi, gran mecenas de la “cultura catalana”,
no dudan en utilizar las palabras “prócer” y “patricio”. Gracias a él y a sus
subsidios, floreció toda una corte de artistas, poetas, literatos, músicos,
pintores, arquitectos, que iniciaron lo que todavía se sigue llamando
“construcción nacional de Cataluña”.
Vale la pena recordar cómo debía
de ser necesariamente esa “cultura catalana”, cuando recordamos la intervención
del propio Güell en la ceremonia de apertura de los Juegos Florales de 1901
(que, por supuesto, financiaba con cargo a su patrimonio) en donde explicó con
una seriedad pasmosa, que el catalán era anterior al latín y que no procedía de
ésta lengua-madre sino del retio-romanche una lengua que todavía se habla en
los Alpes Réticos… A fin de cuentas, podía permitirse elaborar esta peregrina
teoría, dado que en Cataluña se dice que “qui
paga, mana” (el que paga, manda). En la sala, la crema de la
intelectualidad catalana de la época, incluidas sus grandes firmas, aplaudió a
rabiar. A partir de esto, puede entenderse lo que supone culturalmente la
“construcción nacional de Cataluña”. Pujol no hizo nada más que caminar por un
camino ya trillado.
Fue así, como durante casi
cuarenta años ha conseguido mantenerse casi en secreto una verdad de la que sólo
de tanto en tanto emergía algún chispazo: Banca Catalana, el escándalo de las
subvenciones a la formación de parados en los años 90, el Caso Palau… o la ya
semi-velada alusión de Pascual Maragall a poco de empezar a presidir el
Tripartito, cuando dijo aquella memorable frase de “el problema de ustedes
–refiriéndose a CiU- es el 3%”, que suscitó una histérica reacción del entonces
“jefe de la oposición”, Artur Mas, anunciando el apocalipsis en caso de que no
se retirara la frase… Maragall –con el cerebro ya en fase de desorganización-
había hablado, por primera vez públicamente de que cualquier contrato firmado
con la Generalitat supone el desembolso del 3% de su importe total por parte de
la empresa beneficiada a efectos de subvención.
Lo sabía todo el mundo. Cataluña
era una de las zonas más corruptas de todo el Estado (en dura lucha y a corta
distancia con Andalucía en donde el PSOE y la UGT se han especializado al
alimón en otro tipo de corruptelas; y es que en la España de las Autonomías hay
“factores diferenciales” incluso en las formas y nodos de corromperse). La
cuestión no es sorprenderse por las informaciones sobre los negocios de la saga
Pujol, sino preguntarse por qué han aparecido justo en este momento y no en
otro. Las respuestas son tan obvias que parece ocioso emplear mucho tiempo en
responderlas.
Pujol, ha sido uno de los
miembros más conspicuos de la “banda de los cuatro” (PP, PSOE, CiU y PNV)
partidos que crearon una “democracia” a su hechura, para su uso y disfrute
exclusivo. Durante casi cuarenta años el bipartidismo imperfecto ha garantizado
que, o bien gobernaba por mayoría absoluta uno de los dos grandes partidos
nacionales o compensaba su mayoría relativa con el apoyo de los nacionalistas.
Centro-derecha y centro-izquierda se han aprovechado del apoyo de Pujol y le
han cubierto sus vergüenzas durante décadas… hasta que la proximidad de la
fecha-mito del 9 de Noviembre para celebrar el referendo soberanista, ha
aconsejado, como uno de los métodos empleados para “hacer entrar en razón a
Artur Mas”, el sacar las vergüenzas de los linajes nacionalistas. Eso es todo.
Si la imprudencia de Mas no le hubiera llevado a dejarse empujar por los
independentistas de ERC, nada hubiera pasado, todos hubieran respetado la “omertá” mafiosa y ni un medio catalán,
ni uno nacional, hubieran publicado nada. Pujol seguiría siendo “molt honorable”.
La “banda de los cuatro”: de duelo en duelo
Estos son los hechos y las
explicaciones. Vale la pena extraer algunas conclusiones. La primera de todas
es que Cataluña es la vanguardia de España en muchas cosas. Ciertamente ha
quedado lejos la época en la que el nacionalismo regionalista gustaba presentar
a Cataluña como la “parte seria” del Estado, llamado necesariamente a dirigirlo
si el Estado Español quería sobrevivir. Lejos han quedado también los tiempos
en los que Cataluña era la parte más industrializada de España (en 15 años
Cataluña ha perdido el 50% de su capacidad industrial y el proceso
independentista no ayudará a remontar). Ahora Cataluña es simplemente la
avanzada de lo que va a ocurrir en menos de un año en el resto del Estado.
En efecto, lo que estamos
asistiendo no es a la creación de una “nación catalana independiente”, que
supondría el inicio de un nuevo ciclo histórico, sino el fin de un período: el
del régimen nacido en 1978 y que ha supuesto para Cataluña un ciclo completo de
gobierno nacionalista. En estos tiempos de “fin de ciclo”, las viejas fórmulas
se hunden, nacen otras, las clases políticas que durante décadas han hecho
fortuna bajo el paraguas protector de la Generalitat, ahora están cambiando. En
breve no quedará nada de ellas. Ese proceso está mucho más avanzado en Cataluña
que en el resto de España.
Mientras el centro-derecha
estatal, el PP, todavía mantiene cierta iniciativa (si bien la pérdida de
intención de voto demostrada en las pasadas elecciones europeas está a ahí como
síntoma), el PSOE se encuentra completamente desarbolado, peor dirigido que con
el equipo de Zapatero hace 14 años y demostrando que su crisis es estructural.
El eje de la izquierda ya no está en manos del PSOE sino de Podemos y a Pedro Sánchez no le queda
otra cosa más que copiar el estilo, la fraseología y las propuestas de Pablo
Iglesias y prepararse para lo peor. De la “banda de los cuatro” ya solamente
quedan tres…
Pero de estos tres, uno está
definitivamente tocado y hundido, CiU. En primer lugar porque ya se empieza
seriamente a dudar de que la coalición pueda mantenerse mucho más tiempo. Las
diferencias en su interior entre CDC y UDC son grandes y también dentro de cada
partido existen distintas fracciones enfrentadas. Y todo esto dentro de un
ambiente de pesimismo dentro de la coalición a la vista de que la intención de
voto mostrada por las encuestas juega ampliamente en su contra. El anuncio
público y ante todo el país de que, no solamente los hijos, sino especialmente
el patriarca de los Pujol, lejos de ser “molt honorable” era un simple
corrupto, apuntilla a esta opción cuyo destino está íntimamente unido a ese
apellido. De la “banda de los cuatro”, ya solamente quedan dos…
Intuimos que el PNV correrá el
riesgo de quedar por detrás del nacionalismo radical abertzale en las próximas elecciones, lo que supondrá un terremoto
en la política local y amenazará ruina a otro de los integrantes de la “banda
de los cuatro”. ¿Y el PP? ¿Se mantendrá en la cresta de la ola durante otra
legislatura? ¿Seguirá siendo el partido más votado? Imposible decirlo en estos
momentos. Todo dependerá de cómo gestione Rajoy la crisis generada por el
nacionalismo y como se desarrollen los próximos meses: más allá de las
declaraciones triunfalistas de los ministros del gobierno, no parece claro que
la economía se esté recuperando, al menos en las proporciones que indica el
gobierno, o al menos esta percepción no es la misma que tiene la opinión
pública. Todo dependerá de los resultados que obtenga el PP en las próximas
elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015. Parece claro que perderá
el control de la Generalitat Valenciana y veremos lo que ocurre en Madrid. No
parece que vaya a ganar el control de muchos municipios, sino que más bien
experimentará una pérdida del número de concejalías a su disposición en cientos
de municipios. Será entonces cuando se evidencie la gravedad de la crisis en el
centro-derecha y cuando se empiecen a percibir las forma que revestirá. Apenas
queda un año.
En cualquier caso, el hundimiento
del sistema de partidos derivado de la transición, es algo que ya se ha
producido en Cataluña, en donde la derecha estatalista del PP se ha convertido
en residual, mientras el PSC se encuentra en fase de gropuscularización que
acelerará la debilidad endémica de su nuevo secretario general; con CiU
dividida interiormente y cuyo prestigio está a la altura de los Pujol… ERC, Podemos, C’s, parecen ser los valores
ascendentes de la política catalana y las siglas de sustitución. Y esperemos
que Plataforma per Catalunya consiga despegar de una vez y figurar como una
fuerza política representante de los intereses de un sector de la sociedad
catalana.
El “Caso Pujol”, en última
instancia, no es un “drama regional catalán” a lo Ángel Guimerá, es más bien un
síntoma del “fin de ciclo” en el que ha entrado la política española. Porque de
la misma forma que el caciquismo fue el rasgo característico del período de la
Restauración (rasgo que en su época incluso algunos negaban), el propio de la
“democracia del 78” no es otro que la corrupción. Y en esto también puede
decirse que “Cataluña es España”…
(c) E. Milá - infokrisis - ernesto.mila.rodri@gmail.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.