Info|krisis.- Ya sabemos quién es el
nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Le va a tocar una ímproba
misión: oficiar como enterrador de las históricas siglas del partido. Poco más
va a poder hacer. El sistema político español está sostenido sobre dos
columnas, la de centro-izquierda y la de centro-derecha. Las últimas elecciones
europeas y el conflicto generado por el nacionalismo en Cataluña han demostrado
la erosión de la primera columna, el PSOE, mientras que el estallido de la
crisis en el centro-derecha deberá esperar a la celebración de las elecciones
municipales y autonómicas de mayo de 2015. Aquí y ahora, el PSOE es quien se
está desmoronando. Valdrá la pena explicar porqué atribuimos a Pedro Sánchez el
calificativo de “El Enterrador”, propio de un western que está viviendo el
PSOE.
Un partido
deshilachado y en disolución
Los medios de comunicación se obstinaron hasta
última hora en mantener abiertas las esperanzas de Eduardo Madina y de dar
cancha al tercer candidato Pérez Tapia que estaba fuera de juego desde el
principio. Finalmente ha sido Pedro Sánchez el que se ha hecho con el control
de la Secretaría General por casi la mitad de los votos emitidos (dando por
supuesto que las votaciones hayan sido “limpias”, lo cual en el PSOE es mucho
suponer). ¿Qué tiene el nuevo secretario general ante la vista? Tiene un
partido en crisis, deshilachado y que se irá disolviendo entre las manos.
El ciclo de Pedro Sánchez no ha podido empezar
peor para él y para su partido. Cuando todavía sigue vivo el malestar por haber
ocultado primero y minimizado luego su participación como directivo de Caja
Madrid, firmante de las peores operaciones de la entidad (lo cual es todavía
más grave si tenemos en cuenta que en biografía autorizada aparece como
profesión “profesor de economía” –bien es cierto que en una universidad privada
de poco prestigio–…, por tanto no tenía la excusa que siempre han alegado
sindicalistas e “invitados” a los consejos de administración de las entidades
bancarias para justificar que hubieran dado luz verde a operaciones ruinosas y
aceptado balances trucados). Lo que no ocultó en cambio fue que era “aficionado”
al Atlético de Madrid.
Pedro Sánchez ¿del
PSOE o del PSOE andaluz?
Cuando se ha conocido las zonas que le han
apoyado mayoritariamente se ha podido constatar que lo esencial procedía de la
rama andaluza del PSOE. Y esto no es nada bueno por dos motivos. Es difícil
saber si las cifras de afiliados que da el PSOE-A son ciertas o están
hinchadas, de lo que no cabe la menor duda es de que Susana Díaz nunca le
habría apoyado, de no ser un incondicional suyo. De lo que no cabe la menor
duda es que los escándalos de aquella autonomía le corresponden, prácticamente
en solitario, al tándem PSOE-UGT. Y no son pocos, hasta el punto de que puede decir que
el PSOE-A no tiene solamente el mayor volumen de afiliados al partido, sino
también, y con mucho, ocupa el primer puesto en el ranking de la corrupción en
nuestro país.
Es triste llegar a la secretaría general
sabiendo que los apoyos mayoritarios proceden de la rama socialista más
corrupta y clientelar de todo el Estado. Cabría preguntarse incluso si en
aquella autonomía los otros dos candidatos, Madina y Tapias, han podido contar
con interventores en todas las mesas electorales y si el resultado final no
habrá sido “hinchado” a favor de Sánchez por los procedimientos fraudulentos habituales
del socialismo andaluz desde los tiempos en los que los hermanos de Alfonso
Guerra alcanzaron triste fama.
Pero el segundo elemento no es menos
preocupante: se tenía a Madina como “candidato del aparato”, pero la realidad
de los hechos ha demostrado lo que algunos considerábamos como hecho
demostrado, a saber: que no existe “un aparato”, sino varios y que una cosa es
el “aparato federal” del PSOE y otra muy distinta el “aparato andaluz”, el
“aparato catalán” (que tiene incluso entidad jurídica diferenciada) y que, los
distintos “aparatos” han dejado de actuar por coordinadamente y por consenso,
lo que indica por sí mismo cierto nivel de desintegración. Sánchez ha resultado
ser, pues, el candidato del “aparato andaluz”.
A partir de ahora quien gobernará en el PSOE no
será alguien del “aparato central” (como
ha sido hasta hace poco Rubalcaba), sino un “delegado” del “aparato andaluz”.
Dicho de otra manera, gobernará Susana Díaz a través de Pedro Sánchez, lo cual
dará armas a la derecha para escarbar en el armario de los cadáveres
inmemoriales del socialismo andaluz y apuntar a la línea de flotación de Susana
Díaz para erosionar el grumete Sánchez.
Es significativo que ni Susana Díaz ni ningún
otro de los miembros de la ejecutiva del PSOE, ni sus rostros más conocidos, ni
sus barones más poderosos, hayan entrado en juego en la carrera por la
secretaría general. A algunos, simplemente, no les interesa. Otros esperan su
oportunidad y prefieren desligarse de la política partidario soñando con vencer
en las primarias del partido cuando haya que decidir quién es el candidato a
figurar en el cartel electoral de las elecciones generales. Y ahí la pelea
puede ser a dentelladas.
La biografía de un
ilustre “Capitán Fracaso”
¿Quién es Pedro Sánchez? Podría aludirse a la
extraordinaria “levedad” del candidato. Economista, discreto candidato
socialista al ayuntamiento de Madrid en 2003 en el puesto 23, vio como salían
elegidos los 21 nombres que le precedían, pero al renunciar dos de ellos, tuvo
su poltrona municipal y formó parte del equipo de Trinidad Jiménez.
También fracasó en 2008 en su aspiración a ser
diputado por Madrid, pero también aquí la renuncia de otro candidato le dio el
escaño. Trabajó con Pepinho Blanco y con Miguel Sebastián. Apoyó a la
candidatura de Trinidad Jiménez contra Tomás Gómez para las primarias de la
dirección de la Federación Socialista Madrileña de cara a presentar candidato
autonómico en 2011. Fracasó de nuevo; ganó Gómez.
Y volvió a fracasar en las elecciones generales
cuando se presentó por Madrid en el puesto número 11 y salieron los diez
anteriores. Es esta ocasión fue la marcha de Cristina Narbona lo que le abrió
el puesto. Nunca ha pertenecido ni a la ejecutiva ni al comité federal del
PSOE. Poco más puede decirse de él. Típico diputado “mudito”, era un ilustre
desconocido, habituado al fracaso electoral seguido de repesca. Nada más. Pues
bien, este es el hombre que obtuvo 40.000 “avales” y que ha obtenido un 49% de
los votos…
¿Por qué ha sido elegido? Porque es, en primer
lugar, una persona obediente, en este caso a Susana Díaz; firma donde hay que
firmar, sin plantear dificultades (que se le pregunten a los afectados por las
preferentes en Caja Madrid), refrenda todas las decisiones de sus padrinos
políticos (lo que le ha valido ser una persona sin iniciativa propia, situado
siempre en lugares mediocres de las listas electorales) y puede ser la
contrapartida a Pablo Iglesias: como él es profesor universitario, como él
tiene en torno a 40 años, aspecto juvenil, agradable, tronchamozas y se cree
que puede ser el mejor candidato frente a la amenaza que representa Podemos para el PSOE (que distintas
encuestas han situado entre 5 y 9 puntos por delante de Podemos). Eso es todo.
¿Doctrinalmente? Hombre de pocas ideas. Su
programa ha sido definido como un intento de llevar al PSOE “a la izquierda”,
pero llega tarde, algo más de tres décadas de corrupción y el reciente recuerdo
del destrozo zapaterista hacen que el votante de izquierda hace tiempo que haya
dejado de creer en el PSOE. De hecho, esta orientación, incluso, puede ser
problemática, si tenemos en cuenta que el voto socialista es hoy un voto de
“centro-izquierda”. Desde la irrupción del PSOE en la transición, tras 40 años
de ausencia, primero fue Felipe González quien, a petición del socialismo
alemán (que era quien pagaba la reconstrucción del PSOE), abandonó el marxismo
y realizó una política socialdemócrata. Luego vino el zapaterismo que rebajó un
poco más el listón: hombre más atraído por las ideas de “reforma social” de la
UNESCO y por su humanismo-universalista, los clásicos de la socialdemocracia y
las actas del congreso de Bad-Godesberg, eran demasiado para él. Para colmo, la
crisis iniciada en 2007 y reconocida por ZP dos años después, sepultó a la
socialdemocracia y su aspiración a un “capitalismo de rostro humano”,
limitándose a arrojar paletadas de dinero público sobre los agujeros generados
por la mala gestión bancaria y a convertir la crisis del sector inmobiliario en
crisis de deuda pública. Poco quedaba ya del socialismo en el PSOE que perdió
las elecciones de 2011.
Cuando la mirada del
PSOE ya no está en el propio PSOE sino en Podemos
Para colmo, el movimiento de los indignados
movilizó a la izquierda y fue el desencadenante del fenómeno Podemos que está teniendo un papel
relevante en la recomposición de la izquierda bloqueando el crecimiento de
Izquierda Unida, mermando a Equo y royendo al ala izquierda del PSOE. Este
proceso es hasta tal punto visible que ha obligado a elegir un secretario
general del PSOE pensando no tanto en conquistar el poder en la próxima ronda
electoral, sino en frenar a Podemos. El
PSOE ya no piensa en términos socialdemócratas, ni siquiera en términos
humanistas-universalistas, sino simplemente en términos de supervivencia y así
lo han entendido sus barones. Prefieren mantener puestos de poder regionales
antes que comprometerse en una carrera que saben perdida. De ahí que hayan
dejado al eterno segundón de Sánchez sus quince minutos (o quince meses) de
fama mediática hasta el fracaso final.
Con ello se confirma una vez más nuestro
análisis de que la crisis del PSOE no es coyuntural, sino estructural y que una
“marca caída” jamás vuelve a resucitar por mucho dinero que se invierta. Podemos es la nueva marca de izquierda
que progresivamente irá sustituyendo a la marca PSOE caída entre aromas de
corrupción, de incapacidad para gobernar, de amiguismos, mala gestión, etc.
¿Cómo cristalizará la crisis terminal del PSOE?
Es fácilmente previsible. En las elecciones de 2015, perderán varios cientos de
concejalías, es posible, que por esas fechas, Podemos, si no comete errores garrafales, ya se sitúe por delante
en las encuestas de intención de voto. Así pues, al PSOE le tocará gobernar en
coalición con otras fuerzas de izquierda tanto en ayuntamientos como en
comunidades autónomas. No siempre la reacción y los reflejos de sus
federaciones serán los mismos, poco a poco el PSOE tenderá a disgregarse en
políticas locales y autonómicas contradictorias hasta que, finalmente, sea
imposible reconstruir una “alternativa socialista”. Cada “barón” optará por
reservar su área de influencia en su autonomía y renunciar a aventuras
destinadas al fracaso a nivel nacional. Para colmo, las coaliciones de
izquierdas en las que participe el PSOE tenderán a ser inestables, tensionadas
siempre por los inevitables intereses de las partes y el miedo a que tal o cual
decisión conlleve la pérdida de peso electoral de alguna de las partes con la
consiguiente inestabilidad del conjunto.
En algunas autonomías las federaciones del PSOE
sufrirán procesos de gropuscularización. En Cataluña, por ejemplo, en donde la
incapacidad para decidir el modelo de Estado, ha situado ya al PSOE como una
fuerza política de segunda fila y con espacio electoral irrecuperable mientras
se mantengan las actuales circunstancias.
Por todo ello, cuando atribuimos a Pedro
Sánchez el calificativo de “el enterrador”, no estamos exagerando. Falta saber
si es consciente de cuál es su papel en esta fiesta…
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