Lo sorprendente de Fuerza Nueva fue que entre el referéndum para la reforma política y las elecciones de junio de 1977, el partido no realizó grandes actividades y, sin embargo, fue creciendo. Se realizó, eso sí, alguna movilización en la calle que demostró que existía una posibilidad para atraer masas a diferencia de la Unión del Pueblo Español promovido por el “franquismo sociológico” del que solamente se sabía que “estaba en conversaciones”, pero que en la calle no dejaba rastros de su existencia. Con razón decían representar a la “mayoría silenciosa”; más que “silenciosa” era una “mayoría ausente”. Era un buen momento para que Blas hubiera reconocido los hechos consumados, a saber que caminábamos hacia una democracia formal, a la europea, en la que tendría que acomodarse… o bien, tirarse al monte. Y yo era el partidario, en primer lugar, de asimilarnos a un partido democrático de cara al futuro (y en esa línea estaban escritos todos los artículos que había publicado en el semanario), o en caso de que la dirección del partido se viera incapaz de homologarse a cualquier otro partido, tirar al monte, lo que en la época equivalía a asumir una estrategia “golpetera”.
La continuación de éste texto se encuentra en el libro de Ultramemorias http://eminves.blogspot.com/