Infokrisis.- Estas elecciones han constituido un holocausto para las ilusiones de los pequeños partidos de los que solamente Rosa Díez ha conseguido colocar su propio escaño. Se ha demostrado que “en democracia” –o a menos en esta pobretona democracia española- los pequeños son cada vez más pequeños y los grandes cada vez más grandes, correlación que se corresponde con la realidad económica que acompaña a la democracia liberal, el liberalismo salvaje, la práctica económica que permite que los más ricos lo sean siempre cada vez más y con los más pobres ocurra que son cada vez más en número y cada vez más pobres en capacidad adquisitiva. A la justicia social que ya conocemos impartida por ese engranaje que algunos se empeñar en llamar “el sistema” corresponde la simétrica “justicia política”. Ni hay lugar para los micropartidos ni lo hay para los pobres en “el sistema”.
Un vistazo a la extrema-derecha
La extrema-derecha no tuvo lugar en nuestro sistema político desde la transición. Ni la extrema-derecha ni la extrema-izquierda. Uno de los pactos de la transición consistió en aislar a los extremismos. Esos pactos hace tiempo fenecieron por el olvido, pero quedó la dinámica impresa en la constitución y en la ley d’Hont que hacen del sistema político español el menos representativo de todos los sistemas europeos.
Aún así la extrema-derecha sigue presentándose invariablemente a las elecciones por aquello de jugar y perder. Desde que Blas Piñar salió elegido diputado en 1979 hasta el 9-M, la extrema-derecha ha vivido un permanente “holocausto electoral” del que nunca termina de reponerse y nunca le incita a la reflexión. En las tres últimas elecciones, la extrema-derecha, sea cual sea, el número de candidaturas que se presentan –cada vez más- obtiene un número estable de votos que oscila entorno a los 30-40.000. En cada convocatoria se “depura” un poco más el sector, pero las siglas olvidadas son reemplazadas por otras nuevas que fenecen al cabo de poco tiempo y así eternamente seguirá sucediendo hasta el fin de los tiempos. Porque a este ambiente no lo salva ni Dios. Repito: ni Dios ni todos los santos de la corte celestial.
En esta ocasión se han extraviado varias siglas: inútil recordar al MSR que se jactó en 2004 de presentar “por primera vez” candidaturas “nacional-revolucionarias” (sea lo que sea eso de lo NR, pues siempre existe un misterio al respecto) en toda España. Alguien se ofendió cuando le dijimos: “oye, lo importante no es presentarse sino obtener resultados apreciables”. Para el MSR no los hubo y hoy es un desvencijado aparejo de “comités centrales”, “federaciones” y qué se yo, que se resiste –por no imagino qué- a disolverse, como decía aquel, como lágrimas bajo la lluvia.
Se ha extraviado el PADE dirigido por el ínclito Cutillas, que pretendió hacer lo que ya existía: un PP bis y que hasta última hora creyó que la “derecha del PP” se iba a apuntar el masa al PADE para luego renegociar su reingreso en el PP. Si hubo surrealismo en política, el PADE la acaparó y Cutillas la encarnó.
Otro extraviado –hay que decirlo- es La Falange, escisión de una escisión (o al revés) que no se presentó porque ya no se llama La Falange, a pesar de que siga funcionando como La Falange, pero estructuró el Frente Nacional sin que La Falange dejara de existir y después de que la otra fracción se escindiera pero no pudiera presentarse a las elecciones con el nombre de La Falange –que utiliza habitualmente- sino con el de Frente Español… ¿ustedes entienden algo? Yo nada. Pero es así.
Junto a estas desapariciones ha habido reapariciones. Diego Márquez, cadáver político desahuciado hace unos años, mira por donde, ha acaparado los restos del voto falangista (quien tiene la sigla FE-JONS tiene el voto azul), reducido a la mínima expresión y, posiblemente, con un 25-30% de “error técnico” y un 200% de autocomplacencia.
Reaparición por reaparición, también han reaparecido los émulos de Blas Piñas a los que ya se les advirtió de partida que su planteamiento difícilmente podía funcionar sobre el papel. De todos los fracasos históricos de la extrema-derecha este es el más llamativo porque ahí nadie puede alegar que no se utilizaron ingentes medios económicos. Tiene gracia que Familia y Vida haya bajado tantos votos como ha obtenido AES. No podía ser de otra manera.
Lo que podemos llamar “candidaturas díscolas”, las de NyR al Senado y de A.u.N. al congreso no se han saldado con nada nuevo ni significativo. Demasiado amateurismo, buena voluntad, pocas ideas, ninguna preparación política y muchos aires de suficiencia para cosechar poco más que el error técnico.
Sobre los carlistas, cabe decir que podemos tranquilizar a la opinión pública anunciando que por la dimensión de sus votos no parecen en condiciones de abordar la cuarta o quinta guerra carlista y da, incluso, la sensación de que les ha caído algún voto que podría haber ido a Ciutadans por la similitud de sigla. En cuanto al Partit per Catalunya, escisión de la Plataforma per Catalunya, la cosa tampoco se ha saldado positivamente.
Y en cuanto a los dos partidos anti inmigración, DN y E2000, hace falta realizar un análisis más pormenorizado. E2000 fue, desde luego, más realista y no anticipó el resultado que iba a obtener. DN, en cambio, se jactó de que alcanzarían 30.000 votos con facilidad. Al final perdieron sólo 3.000 en relación a las anteriores elecciones y se quedaron en 12.000. Podía haber sido peor a tenor de que el partido y su dirección tienen menos luces que una lancha de contrabando.
Por lo que se refiere a E2000 –nuestro partido-, no basta con decir que “hemos ganado votos” respecto a 2004. Los votos obtenidos han sido pocos, sólo que en este partido nadie se hacía ilusiones. El partido fue consciente y reconoció pocas horas después que los resultados obtenidos no se correspondían con las esperanzas depositadas ni con los esfuerzos realizados.
De toda esta campaña, seguramente, el aspecto más odioso ha sido la iniciativa sistemática de DN en Madrid y Valencia de tapar los carteles de E2000. Es difícil intuir lo que pasa por la mentalidad del zumbado que ordenó esta “táctica”, pero sí es fácil presumir el efecto buscado: era cuestión de tiempo que un grupo de militantes de E2000 hicieran papilla a los críos de DN que les tapaban los carteles. El jefe de esa secta en lo que se ha convertido DN, calculaba que un enfrentamiento de este tipo le permitiría aparecer en los medios –aunque fuera en la página de sucesos. Canduela ya probó la “doctrina Ynestrillas”, según la cual cualquier episodio mangantón y/o violento posibilitan estar en el candelero y llamar la atención de los medios de comunicación. Y ¡qué importa si tres o cuatro críos salen descalabrados! Las sectas son así.
Y esto es todo. Nada más. Es decir, poco a casi nada.
En todas partes cuecen habas, pero…
La extrema-derecha puede estar orgullosa en la desgracia. No solamente les ha ido mal a ellos, sino que grupos ecologistas, pequeños grupos antisistema que presentaban listas, grupos estrafalarios de fumadores de cannabis, amigos del motor, y extrema-izquierda, han obtenido todavía menos votos. Claro está que el dudoso honor de ser el farolillo de estas elecciones es el Movimiento Falangista de España con 60 escuálidos votos, pero en su conjunto, a los pequeños les ha ido mal o muy mal.
El problema no es este, sino que el problema consiste en demostrar que queda un mínimo de responsabilidad política. Y esto es algo que, en este momento, no existe, por lo general, en la extrema-derecha. Si las formaciones políticas tuvieran algo de entidad, lo más lógico es que se reaproximaran de cara a las elecciones europeas. Pero hoy, toda reagrupación es imposible. Nadie cree en la extrema-derecha –tan solo algún pelmazo que se obstina en insistir una y otra vez en foros- que uniéndose al de al lado puedan obtener mejores resultados, ni que el problema sea que su línea política tienen menos audiencia que un rasta en una asamblea del Ku-Kux-Klan.
Ya hemos insistido en que DN es una secta mesiánica en manos de un ilumineta que ha llegado al tope de sus posibilidades, ni creemos que AES pueda entender que el tema del aborto no da mucho más de sí planteándolo como lo han planteado, ni por supuesto le digas a un falangista que lo suyo es de otro tiempo. O a uno del MSR le niegues que la santísima trinosofía “federalismo – socialismo – república” tenga menos futuro que Torrebruno contra los Lakers.
El problema de la extrema-derecha es que sus temas son los propios de la derecha (unidad nacional, antiterrorismo) en los que solamente está en condiciones de ofrecer una solución algo más radical que la derecha: en unidad nacional ni hablar con los nacionalistas e incluso liquidar los estatutos de autonomía; en antiterrorismo insistir en la cadena perpetua. En cuanto al “patriotismo social” podría llegar a las masas a condición de que se enunciara con simplicidad y corrección en lugar de emplear retruécanos con sabor a extraño: una cosa es proclamar un “patriotismo social” y otra incomprensible ser “socialpatriota”. Lo primero es una propuesta, lo segundo una autodefinición indefinida.
Sobre la inmigración cabe decir algunas cosas. Es, efectivamente, un gran caballo de batalla, pero eso no quiere decir que todo aquel que levante la bandera de la lucha contra la inmigración masiva va a ser seguido por las masas. Y ello por varios motivos.
El primero de todos es que hay que conocer la temática y no basta con un vago pronunciamiento anti-inmigración. La mayor parte de las cúpulas políticas de la extrema-derecha desconocen la naturaleza del fenómeno y sus implicaciones. Simplemente, van de oídas y desde 2000 su “teorización” sobre este tema no ha progresado al ritmo que lo hacía la inmigración en la sociedad.
Pero es que además, la inmigración en sí y en España puede ser un revulsivo y generar, a partir de la protesta popular que provoca, un formidable impulso político para quien lo utilice y lo sepa manejar diestramente.
El problema estriba en que la inmigración mezclada con otros temas es increíble.
Por ejemplo, va y dice: “los trabajadores estamos contra los inmigrantes… Viva la unidad de España”. Error. Mezclar la velocidad con el tocino no es el mejor camino para llegar a ningún sitio. Lo hemos explicado muchas veces y lo explicaremos por última:
- Los destinatarios de la primera parte del mensaje son los trabajadores que viven en los barrios más castigados por la inmigración.
- Esos trabajadores experimentan una necesidad de liberarse de la presión que supone la inmigración, pero no están dispuestos a seguir una opción “facha”.
- El que se trata de una opción “facha” lo indica la segunda parte del mensaje: “Viva la unidad de España”, mensaje propio de un estilo que remite directamente al franquismo.
- Dado que esos trabajadores están dispuestos a luchar contra la inmigración masiva, pero no a favor del franquismo, el mensaje se neutraliza y se pierde, llegándose al cero patatero y a la vulnerabilidad absoluta: se es vulnerable, porque, en el fondo, se muestran los signos latentes de franquismo.
Sobre este planteamiento no vale la pena discutir: gusta o no gusta, pero es así y así lo han reconocido desde periodistas e historiadores especializados en la extrema-derecha hasta el Instituto Elcano.
La extrema-derecha a fuerza de querer defender la unidad nacional pura y dura, neutraliza el efecto que pudiera tener sobre las masas un proyecto anti-inmigración. Y de este círculo vicioso no se podrá salir nunca en unas elecciones generales, ni siquiera en unas europeas.
Gritar “No a la inmigración masiva” con una camisa azul de a 20 euros vendida por infonacional puede parecer muy patriótico, especialmente si se hace brazo en alto, prietas las filas y con las banderas al viento… pero luego no te quejes si te quedas más solo que la una.
Y, entonces la extrema-derecha dice: “La unidad nacional es irrenunciable”. Fíjate si es irrenunciable que está suscrita por la constitución. Y fíjate si está en peligro que el PP la defiende sin fisuras. Por tanto, competir con el PP a ver quien está más a favor de la unidad nacional es absurdo.
Por lo demás, éste tema de la unidad nacional plantea algunos problemas teóricos: ¿de qué estamos hablando? ¿sirve el mismo concepto de unidad nacional surgido de la crisis finisecular del XIX? ¿si una nación es una unidad de destino, cuando es el destino actual de la nación española? ¿cómo se vertebra la unidad del Estado con las realidades autonómicas? Y ya puestos a entrar en vereda, ¿cómo diablos se vertebra España en Europa? Si es que se vertebra porque las posiciones antieuropeístas tienen su pedigrí en cierta extrema-derecha. Incluso hay preguntas básicas que la extrema-derecha no está en condiciones de responder: ¿Qué diferencia existe entre Nación y Patria? ¿es lo mismo nacionalismo que patriotismo? ¿por qué habría que estar contra el primero y a favor del segundo concepto? Y así sucesivamente. La palabra “España”, por sacrosanta que sea, no cierra el camino a cualquier discusión sobre todo si lo que se pretende es arraigar en los estratos populares. Insiste mucho en “España” y terminarán confundiéndote con el franquismo y así te enajenarás las simpatías de los sectores sociales que están más a favor de la inmigración… las clases trabajadoras que, por cierto, durante el franquismo, en gran medida fueron… antifranquistas y hoy tienden a votar socialista.
Hasta que la extrema-derecha no comprenda que en la frase: “En España, los españoles primeros” ya existe una profesión de fe patriótica sin que sea necesario insistir mucho más en ello y hasta que no comprendan que “España” es un concepto que debe ser, por este orden: ACTUALIZADO, REVISADO y REDEFINIDO, aquí, señores, no hay nada que hacer.
La negación de una negación, es una afirmación
Lo resumimos en una sola frase: no hay futuro en la extrema-derecha, ni siquiera posibilidad de obtener un 3-5% de votos. Se ha demostrado en seis elecciones sucesivas en donde la bolsa de votos de la ultra ha ido reduciéndose hasta estabilizarse a partir del 2.000 en 30-40.000 votos. Nada más. Ese es su techo, error técnico en los recuentos incluido.
Así que las posibilidades son dos: o se insiste en esa misma línea o se cambia de línea. Insistir en la misma línea supone revalidar la fórmula física que dice que a iguales condiciones de presión y temperatura se obtienen los mismos resultados en un experimento. Sigue como hasta ahora y tendrás lo que has tenido hasta ahora: o avances lentos e inseguros o fracasos asegurados.
¿Cambiar de línea? Eso quiere decir abandonar todos los usos y costumbres de la extrema-derecha sin ahorrar ni uno. Y ese latiguillo permanente de “unidad nacional – unidad nacional – bip, bip, bip” que no llega a ningún sitio, justamente porque ya hay un PP que agita en condiciones mucho mejores, o se supera o es el lastre absoluto que incapacita, inmoviliza y retrata. Por ahí no hay camino.
El problema radica en que la extrema-derecha ha agitado el problema de la inmigración, pero no ha aprendido a manejar el tema como caballo de batalla político. Y el problema es mucho más complejo que decir “hay demasiados inmigrantes”… coño, si es que eso hasta lo dicen los partidarios del “papeles para todos”. El problema no es ese, sino hacer trabajo político sobre los sectores sociales que están de acuerdo en que “hay demasiados inmigrantes” y que hay que hacer algo.
Si rompes ese frente añadiendo que “y además de que hay demasiados inmigrantes, es que la unidad de España está en peligro” (lo cual es cuestionable), empiezas a complicar el tema y tu interlocutor empieza a pensar si no serás un facha redomado que le intenta estafar políticamente. ¿Para qué seguir? Está tan claro que quien no lo vea es más ciego que un murciélago con Ray-Ban.
Bien, vamos a lo positivo.
Dos ejes a desarrollar
Es evidente que la lucha contra la inmigración masiva es un aspecto de un tema más amplio que es, efectivamente, el patriotismo social. Tal es uno de los ejes necesarios de trabajo. El otro es la regeneración del Estado. Nuestro sistema representativo, tal como lo demuestra la irremisible tendencia al bipartidismo, unido a la Ley d’Hont y a las listas cerradas y bloqueadas, a la brecha entre gobernantes y gobernados, ha hecho que nuestra democracia haya degenerado en partitocracia y nuestro sistema representativo sea de escasa calidad democrática.
Estos dos ejes permiten un discurso sencillo, en cuyo desarrollo no hay riesgo de interferencia con los resabios del franquismo y los estímulos negativos que suscita en las capas trabajadoras.
No es que adoptando estos dos ejes esté garantizado un éxito, es, simplemente, que, a partir de ahí, el camino está desbrozado. Hacen falta nombres de edades intermedias, no quemados, que puedan liderar el proceso; hacen falta medios económicos; hace falta un esfuerzo militante; y hace falta, finalmente, una paralela reflexión intelectual.
Y no nos extendemos más. La cosa tampoco es que sea excesivamente compleja. Es que quien quiera verlo lo ve y quien esté predispuesto a negar todo esto, no habrá forma humana de convencerle de lo contrario, así que no vale la pena discutir en ninguno de los dos casos.
© Ernesto Milà – Infokrisis – iInfokrisis@yahoo.es – http://infokrisis.blogia.com