Infokrisis.- La lectura de la obra del villenero Gastón Segura Valero, "A la sombra de Franco", subtitulada "El refugio de los activistas franceses de la OAS", nos ha inspirado algunos comentarios, que amplían el contenido de este libro que nos parece extremadamente aceptable y bien documentada
Hace falta tener algo más de cincuenta años, ser un apasionado de la historia contemporánea o bien ser un “pied-noir” (un francés nacido en Argelia antes de la independencia) para saber qué fue exactamente la OAS, siglas francesas de la “Organisation de l’Armée Sécrete”. En España, en los últimos treinta años no se ha publicado ninguna sola obra sobre la OAS, por lo tanto, la obra de Segura Valero es todavía más de agradecer en la medida en que cubre un vacío documental. Ahora bien, alguien preguntará, ¿la OAS no es una organización francesa, nacida de una crisis francesa y cuyos integrantes fueron franceses? ¿Qué tiene que ver la OAS con España? Mucho: de hecho, la OAS nació en Madrid y se disolvió en tierras de España, sus dirigentes encontraron en nuestro país un precario refugio y, luego, muchos “pied noires” terminaron en nuestro país (muchos amigos nuestros todavía permanecen, ya como españoles, en las costas alicantinas, en Baleares o Canarias o han rehecho su vida en Madrid, Barcelona o Navarra. Además, muchos españoles ayudaron activamente y de manera militante a los miembros de la OAS y apoyaron la causa de la Argelia Francesa. Por tanto, la obra de Segura Valero es interesante y atañe a nuestro país.
Los méritos de la obra de Segura Valero
Entre los méritos de este libro de trescientas páginas, se encuentra el hacer una génesis de cómo se llegó a la crisis de Argelia y desde qué momento España empezó a interesarse por la cuestión. No hay q ue olvidar que España y Francia tuvieron intereses comunes en Marruecos hasta la independencia de ese país y, posteriormente, se vieron envueltos en las distintas ofensivas que lanzó el reino alhauita contra Ifrni español y la zona de Tinduf y Bechar en Argelia, todavía bajo control francés. Pues bien, los dos primeros capítulos de esta obra se dedican a detallar las dimensiones de la aquella crisis.
Hay que decir que Segura Valero restringe al máximo valoraciones personales sobre el régimen franquista y sobre las vicisitudes, utilizando una encomiable objetividad. Recuerda, que fueron más de doscientos los soldados españoles asesinados por las bandas marroquíes del ALN (Armé de Liberation Nacional) en Ifni y describe con detalle las odiosa gestión que le cupo realizar a Mohamed V.
Así mismo, la descripción de cómo se gestó el problema de Argelia es, igualmente, clara y escueta, sin que falte ni sobre una línea. La figura de De Gaulle no sale bien parada. La crisis argelina, desde luego, no fue lo mejor de su gestión, sino, precisamente, allí en donde demostró sus carencias. De Gaulle traicionó a toda una comunidad: los “pied noires” –y no solamente ellos- lo sacaron de su retiro en Colombey les-Deux-Eglises como hombre que prometió mantener a “Argelia Francesa”. Al poco de ser encumbrado en el poder y finiquitar la IV República francesa, De Gaulle TRAICIONO a su país, TRAICIONÓ a sus compañeros de armas y TRAICIONÓ a los “pied-noires”. No solamente, no mantuvo su promesa, sino que aceleró la entrega de Argelia y abandonó a su suerte a los argelinos de origen francés y a los argelinos musulmanes que habían colaborado con Francia (los “harkis”). El hecho de que en otros terrenos, De Gaulle actuara con una encomiable lucidez –especialmente en no limitarse a ser un comparsa de los EEUU en la OTAN- no implica que durante la crisis de Argelia, se comportó como el mayor de los traidores que haya dado Francia en el siglo XX. La obra de Segura Valero, no carga las tintas en relación a De Gaulle, pero da datos suficientes como para que el lector se haga una idea del fuste del personaje.
Finalmente, esta obra reconstruye – que nosotros sepamos, por primera vez- la andanza española de los dirigentes de la OAS. Las informaciones son de primera mano y el autor no se ha limitado a una habitual recopilación de datos ya publicados en otras obras editadas en Francia. Y, en esto reside su principal atractivo y, también, su principal limitación. Por que se trata de una historia incompleta de la OAS. Los episodios narrados lo son a grandes rasgos. Pero faltan algunos elementos centrales que hubieran contribuido a completar más el relato. Veamos, lo que, por nuestra parte, podemos añadir al texto de Segura Valero.
Narciso Perales: el primer contacto de Raoul Salan en España
En las obras sobre la OAS editadas en Francia se ignoraba la figura de Narciso Perales. Cuando el General Raoul Salan llega a España, después del episodio de las barricadas en Argelia (el porimer gesto de la insurrección de la comunidad “pied noire”), lleva varias direcciones de posibles contactos. Se las han dado amigos suyos y de los grupos civiles que apoyaron la insurrección. Quizás algún día en los archivos de las Falanges Exteriores o de la Delegación Exterior del Frente de Juventudes (si es que existen en algún oscuro almacén) den cuenta de las relaciones que ambas organizaciones tuvieron con la organización de los hermanos Sidos, “Jeune Nation”, que habitualmente suele ser calificado como el primer grupo neofascista –era más bien “nacionalista”- francés de cierta importancia en la postguerra. Esos contactos existieron.
De hecho, desde los años 50, se celebraban en España “universidades de verano” y encuentros organizados por la Delegación Exterior del Frente de Juventudes, a las que asistían como invitados delegaciones de organizaciones afines de otros países: desde las Falanges Libanesas hasta la Falange Boliviana, pasando por los jóvenes del Movimiento Social Italiano o por… los estudiantes nacionalistas franceses de Jeune Nation. Es seguro que algunos amigos de Salan, sin duda, miembros de Jeune Nation, le habían pasado las direcciones con las que entró en nuestro país. De todas ellas solo una le interesó: la de Narciso Perales.
Las conversaciones entre Salan y Perales fueron francas y profundas. Ambos sintinonizaron y Salan vio en Perales a un indómito predicador del ideal falangista, es decir, de las ideas que a él, le faltaban. Más tarde, cuando se incorporó Lagaillarde –el dirigente más atractivo de la insurrección “pied noire” y de las barricadas de Argel, un verdadero hombre de acción, diputado de la Asamblea Nacional, paracaidista heroico, Perales se entendió bien con él y mucho más cuando empezaron a afluir –perdida ya la esperanza de mantener el vínculo entre Francia y Argelia- los dirigentes de la OAS católicos y políticamente antidemócratas, como Dufour, el doctor Lefevbre y Château-Jobert.
Armas para la OAS a través de España
Una de las carencias del libro de Segura Valero es, precisamente, que no repara en uno de los temas que, desde el punto de vista periodístico sería más prometedor –el tráfico de armas para la OAS realizado a través de España-; por que ese tráfico efectivamente existió.
Al parecer, la OAS había logrado sacar de Argelia ciertas cantidades de armas y explosivos y su problema era cómo dirigirlos a la metrópoli. Allí, existían comandos suficientemente dispuestos para la acción –la OAS-Metropolitaine- pero carecían de armamento suficiente y, especialmente, de explosivo plástico.
Algunos “pied noires” disponían de pequeñas embarcaciones de recreo con calado suficiente como para cruzar el estrecho y situar las armas en los puertos de Málaga o Alicante. Pero más allá de Alicante, estos barcos no estaban en condiciones de llegar a los puertos franceses del Mediterráneo que, por lo demás, estaban bien vigilados. Así pues, se estableció una “ruta segura” que llegaba de los puertos del Sur de España a la frontera pirenaica. El problema era cómo pasar las armas. Hacía falta gente que conociera bien la zona fronteriza y, además, que fuera de “confianza”, sin fisuras, y con cierta identificación con la causa de la Argelia Francesa.
En Lérida existía un cuadro falangista de mediana edad, en aquel momento jefe de la Falange de Sió, y que luego llegaría a ser Lugarteniente de la Guardia de Franco de la provincia de Lérida en los últimos años del franquismo y primeros de la democracia, Miguel Gómez Benet.
Gómez-Benet conocía perfectamente los caminos de montaña y los pasos fronterizos no vigilados por la Guardia Civil. Por lo demás, él mismo era suficientemente conocido por los mandos de la Guardia Civil del norte de la provincia de Lérida, así que habían pocas posibilidades de que esos cargamentos de armas fueran interceptados, al menos, en la parte española.
En dos ocasiones, Gómez-Benet, logró establecer contacto con el militante del partido de Pierre Poujade, encargado de recibir las armas en Francia. Como se sabe la Unión de los Comerciantes y de los Artesanos (UDCA), el partido poujadista, tenia una sección autónoma en Argelia, diriga por Pierre Ortiz, junto con Lagaillarde, alma de la insurrección de las “barricadas”. Desde el principio, la mayor parte de la UDCA tomó partido por los combatientes de la Argelia Francesa y, a pesar de su fundador, el partido pasó a ser una estructura aprovechada por los activistas de la OAS. Pues bien, Gómez Benet, en dos ocasiones consiguió establecer el contacto con el militante pujadista –cuyo nombre preferimos no citar- y las armas y los explosivos consiguieron ir a parar a manos de los activistas de la OAS.
En la tercera ocasión, las cosas se complicaron, Gómez-Benet recibió las armas en cuestión, pero cuando acudió a la cita, el militante poujadista no se presentó; acababa de ser detenido y pasaría cuatro años en prisión. Este episodio coincidió con el derrumbe general de la OAS. Así que Gómez-Benet, sin comerlo ni beberlo, se encontró poseedor de un pequeño depósito de armas (pistolas y revólveres de ordenanza en el Ejército francés de la época, subfusiles MAT-42 y cierta cantidad de explosivos.
De 1962 a 1976, estas armas permanecieron escondidas y no se utilizaron. También es cierto, que nadie las reclamó. En el verano de 1976, cuando Gómez-Benet ya era Lugarteniente de la Guardia de Franco, organizó, en colaboración con algunos italianos exiliados en España, un campamento paramilitar en Castell del Remei, del que la prensa dio cuenta en su momento. Sin embargo, la investigación periodística no fue capaz ni de establecer el tipo de armas que se habían utilizado, ni, mucho menos, su procedencia.
Si no recordamos mal, Gómez-Benet falleció a finales de los años 80 y los restos de ese arsenal (seguramente ya deteriorados e inservibles) seguirán escondidos en donde estuvieron por espacio de 14 años. Por cierto, hay que recordar que Gómez-Benet fue el único lugarteniente provincial de la Guardia de Franco que se negó a la colaboración requerida por su superior jerárquico, Adolfo Suárez González, para ayudar a la creación de UCD. “Vamos a hacer lo mismo, pero con otra sigla”, fue lo que Suárez dijo en la reunión con los lugarteniente provinciales pocas semanas antes de la convocatoria de las primeras elecciones democráticas en junio de 1977.
La pieza de enlace entre Perales y Gómez-Benet
No creemos que Perales conociera a Gómez-Benet. A principios de los años 60, Narciso Perales era un exgobernador civil, falangista de toda la vida, católico, que no rehuía el contacto con los militantes falangistas disidentes del Movimiento franquista. Por su parte, Gómez-Benet era un oscuro militantes falangista de la provincia de Lérida sin muchos contactos en Madrid o Barcelona. Así pues, subsiste la duda, sobre cómo pudo Gómez-Benet contactar con Perales y como actuó de “transportista” de material perteneciente a la OAS.
Pero las cosas se comprenden mucho mejor si tenemos en cuenta que en 1962, la Editorial Acervo, radicada en la calle Padua de Barcelona, había publicado la obra “El Occidente en Peligro”, firmada por el doctor Lefevbre. La obra es un típico alegato anticomunista escrito desde las posiciones católicas tradicionalistas que el doctor homeópata había sostenido siempre. Quizás lo más interesante es la reproducción de un “Manifiesto Corporativo” de René de la Tour Du Pin como anexo y algunas notas sobre la “Guerra Revolucionaria”.
Un año después, esta misma editorial Acervo inició la publicación de una revista quincenal, titulada “Juanpérez” de la que aparecieron unos 150 números durante cuatro años. Pues bien, en el número 1, un redactor, entrevistaba al coronel Château-Jobert, como hemos dicho, último jefe de la OAS-Metro. Así mismo, esta editorial publicó la obra “El proceso al general Salán”.
Hay que añadir que la editorial Acervo era propiedad de un excombatiente de la División Azul, José Antonio Llorens-Borrás, autor, por otra parte, de un libro sobre el proceso de Nuremberg, examinado desde el punto de vista jurídico (era abogado). Pues bien, Llorens-Borrás, estaba casado con la hermana de Narciso Perales.
Así puede entenderse que, en esa época, su editorial se convirtiera en difusora de textos sobre el drama argelino y que en “Juanpérez” se publicaran distintos artículos (especialmente durante su primer año de vida) sobre la diáspora de los “pied noires”.
Perdida Argelia, la lucha continúa
El libro de Segura Valero termina con cierta brusquedad cuando un funcionario francés gaullista viene a España a proponer la “reconciliación” con los miembros de la OAS y a pactar el desarme de la organización. Hubo más. Ciertamente, la historia oficial de la OAS termina con esta “operación reconciliación”, pero entonces quedaba lo más apasionante: la historia de los militantes perdidos de la OAS surgidos de la diáspora de los “pied noires”.
Personalmente hemos conocido a decenas de exOAS en las circunstancias mas diversas. No es el caso relatar estas experiencias personales, pero si recordar que, entre los “plastiqueurs” de la OAS que terminaron residiendo en España, no todos se acomodaron –como Lagaillarde- a los negocios y a recordar en las barras de bar y en las cenas entre camaradas, los que sin duda constituyeron los años en los que “vivieron peligrosamente”.
Casualmente, conocimos en Madrid a Jean Pierre Cherid. Se me ocurrió preguntarle si había vuelto a Francia después de lo de Argelia; la respuesta me llamó la atención: “No, para mi Francia es como una mujer a la que se ha querido mucho, pero te ha traicionado, entonces se le da la patada y nunca más se la vuelve a ver”. Sin embargo, Cherid volvió a Francia, o al menos, al País Vasco Francés, años después. Eran los tiempos del GAL. Cherid, en ese momento, era la punta de lanza del GAL. Al parecer, Cherid creía haber localizado el piso en el que se reunía la ejecutiva de ETA y estudió las posibilidades de eliminarla de un solo golpe. Algo salió mal y Cherid, al colocar la batería de la bomba para activarla, saltó por los aires.
No fue el único miembro de la OAS que colaboró con el GAL. Hay otros nombres para esta historia sin gloria y sin sentido.
A Portugal fue también a parar otro grupo de franceses ex miembros de la OAS, irreductibles y dispuestos a afrontar nuevas aventuras en el campo anticomunista. Ralf Guerin-Serac y otros dieron vida a “Aginter Press”, una agencia de prensa anticomunista, radicada en Lisboa, que, en el fondo, era la cobertura para operaciones anticomunistas en todo el mundo. “Aginter Press” contaba con el apoyo de las autoridades portuguesas, hasta el 23 de abril de 1973 cuando se produjo el “Golpe de los Coroneles”. Una de las operaciones más brillantes de la agencia había consistido en infiltrarse en Suiza el Partido Comunista de los Trabajadores y su órgno de prensa “L’Etincelle”. Al mismo tiempo, Guerin-Serac había realizado su “autocrítica” en la embajada de la República Popular China en Bruselas (desde allí, los chinos contactaban con los partidos maoístas que se habían formado en Europa Occidental… la mayoría patrocinados por la CIA) renunciando a su “pasado pequeño burgués”. “L’Etincelle” tomó contacto con los representantes de los movimientos de liberación del África portuguesa y consiguió visitarlos… poco antes de que las FFAA portuguesas los arrasaran con una precisión asombrosa.
Así mismo, en Portugal publicaba la revista “Decouvertes”, Jacques Ploncard d’Assac, teórico del nacionalismo, próximo a la OAS y del que Ediciones Acervo publicó su obra “Doctrinas del Nacionalismo”.
La parte contratante de la segunda parte…
Otros “soldados perdidos” de la OAS llegaron a Oriente Medio, África e Iberoamérica. Ninguno de ellos pudo olvidar su juventud quemada al servicio del ideal de la Argelia Francesa y ninguno de ellos, ni siquiera hoy, ha podido olvidar la traición de De Gaulle a una comunidad que pagó caro el ser europeos en Argelia y querer seguir siéndolo. Por su parte, el FNL argelino tuvo también lo que merecía: tras una campaña de masacres contra la población europea de Argelia, siguió la independencia y las venganzas contra los “harkis” que no pudieron abandonar a tiempo el país antes de la independencia. Las distintas fracciones argelinas del FLN lucharon a muerte y el propio Ben Bella, líder de la independencia, resultó luego detenido por su, hasta entonces, amigo del alma y militante fraterno, Houari Boumedian. Tras pasar largos años en prisión, fue puesto en libertad y hasta hace poco defendía, por cuenta de Saddam Hussein, una opción laica al fundamentalismo religiosa argelina.
Tras un largo período de gobierno en el que Argelia estuvo bajo la férula del FLN y escorado hacia la URSS, la crisis económica y el ascenso del fundamentalismo religioso, terminaron por pulverizar el régimen surgido de la traición gaullista. Una larga guerra civil de casi ocho años, siguió y, en la actualidad se encuentra en estado de latencia. La explosión demográfica y la falta de perspectivas del país, ha obligado a tres millones de argelinos a “colonizar” Francia. De hecho, los incidentes que tuvieron lugar el otoño del 2005 en Francia, tuvo como protagonistas a los hijos de los inmigrantes argelinos.
Las esperanzas que se forjaba el FLN en 1961 no se han cumplido. Un activista del FLN, que aparece en “Los centuriones”, novela de Jean Lartguy dice, tras ser detenido e interrogado por los paracaidistas franceses: “Llegará un día en que colonizaremos Francia por el vientre de vuestras mujeres”… No, la crisis de Argelia deja todavía sentir sus huellas en Francia. No es el vientre de mujeres francesas lo que va a permitir la colonización de argelina de Francia, sino el indigerible fenómeno de la inmigración masiva. Pero esta es otra historia.
Jean Thiriart, escribía en su obra “Europa: un imperio de 400 millones de hombres” (traducido en España como “¡Arriba Europa!”): “Europa se defiende en Argelia”… y tenia razón en 1962. Los miembros de la OAS, defendiendo sus haciendas y su vida, defendían la presencia de Europa en el Magreb. Por eso ha valido la pena recordarlos, con la excusa de la obra de Segura Valero.
¿Y nosotros? ¿tuvimos algo que ver con la OAS? No, por supuesto. O más bien sí. Por azares del destino, en 2 de julio de 1981 tuvimos que compadecer ante la Corte de Seguridad del Estado, en Francia y fuimos condenados a tres meses de prisión por “uso de documentación falsa”. En aquel momento nos encontrábamos clandestinamente en Francia y, solamente se nos pudo acusar de pasaporte, carné de identidad y de conducir falso. Pues bien, la Corte de Seguridad del Estado se había creado en 1960 para juzgar los delitos relacionados con la resistencia europea en Argel y la actividad de la OAS. El 13 de julio de 1981, este tribunal especial fue disuelto por Mitterand. Nuestro caso figura como el último juicio que se celebró en este tribunal.
Ah, por cierto, nosotros también fuimos encerrados, como los antiguos “pied noires”, en la siniestra cárcel de La Santé…
© Ernesto Milá – infokrisis – infokrisis@yahoo.es